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En Bulgaria, las masas nuevamente salen a las calles!
por : Philippe Alcoy

16 Jul 2013 | La imagen de Bulgaria como un país donde reina la pasividad y la resignación es un vestigio del pasado. Mientras se desarrollan movilizaciones masivas en Turquía y en Brasil, y especialmente las recientes convulsiones del proceso revolucionario abierto en Egipto, las manifestaciones que se desarrollan en Bulgaria desde hace veinte días atraen la (...)

La imagen de Bulgaria como un país donde reina la pasividad y la resignación es un vestigio del pasado. Mientras se desarrollan movilizaciones masivas en Turquía y en Brasil, y especialmente las recientes convulsiones del proceso revolucionario abierto en Egipto, las manifestaciones que se desarrollan en Bulgaria desde hace veinte días atraen la atención de los medios. Sin embargo, la situación actual de crisis social y política, así como las movilizaciones populares en Bulgaria no implica un interés menor y deja lecciones para los trabajadores y los sectores populares. El movimiento de protesta en Bulgaria se inscribe en un contexto internacional de crecientes manifestaciones populares contra los profundos problemas estructurales y los efectos de la crisis económica internacional que afecta a diferentes países del planeta.

Luego de las elecciones en mayo, un gobierno de coalición como último recurso.

En el mes de febrero, Bulgaria conoció fuertes movilizaciones contra el alza del precio de la electricidad que se convirtieron rápidamente en una protesta generalizada contra la casta político-mafiosa que dirige el país desde el comienzo de la “transición” [1], hace más de veinte años. Luego de esto, el gobierno conservador de Boïko Borissov fue obligado a renunciar y se convocaron las elecciones anticipadas para el mes de mayo. Paradójicamente, el partido de Borissov, el GERB (partido de los Ciudadanos por el Desarrollo Europeo de Bulgaria), se posicionó a la cabeza de las elecciones (casi un 30 % de los votos), seguido por los socialistas del PSB (25, 7 %), el partido liberal de la minoría turca, el DPS (el Movimiento de los Derechos y de las Libertades, 13, 4 %) y finalmente los nacionalistas de extrema derecha de Ataka (7, 4 %).

Sin embargo, la abstención fue la verdadera ganadora en estos escrutinios (casi un 50 %). Un escrutinio marcado por la sospecha de fraude y por el hecho de que ningún partido obtuvo la mayoría como para conformar un gobierno por sí solo. En ese marco, ha surgido una especie de “coalición técnica” entre el PSB y los liberales del DPS. Esta coalición cuenta con el apoyo tácito de los nacionalista de Ataka que en el momento de votar para formar nuevo gobierno no tomaron parte en la votación, lo que permitió reducir el quorum y de esta manera lograr la victoria del candidato del PSB [2]. Así, además de la inestabilidad política de tal coalición, esta depende de la extrema derecha nacionalista.

Contra la oligarquía y la casta político-mafiosa!

Pero es el nombramiento del oligarca Delyan Peevski, de 32 años a la cabeza de un imperio mediático, como director de la Agencia Nacional de Seguridad (DANS), lo que revivió las manifestaciones que llevan más de veinte días. Mientras la ola de protestas de febrero cuestionó la relación entre los oligarcas y la casta política búlgara y sus negociados, el nombramiento de Peevski en un puesto importante en el Estado (encargado, entre otras cosas, de investigar los negocios corruptos) fue tomado como una provocación de parte del nuevo gobierno.

En efecto, la madre de Peevski, ex directora de la lotería nacional, ha montado un poderoso imperio mediático-económico en condiciones al menos oscuras. El propio Peevski está a la cabeza de este imperio, que ha integrado cuando “en el segundo año de la facultad de derecho, llegó al puerto búlgaro más importante en el Mar Negro que es Varna (…) Peevski ayudó [también] a dirigir el imperio mediático de su madre, que controla cerca del 40 % del mercado de impresión en Bulgaria, el medio de comunicación impreso más importante del país, la cuarta cadena de televisión, la sociedad de distribución de aproximadamente el 80 % de los diarios del país, entre otros tantos medios” [3]. A todo esto, hay que añadir que como miembro del Parlamento, Peevski ha tenido una tasa de ausentismo del 92 % ¡en el periodo que comprende los años 2009 – 2013!

Problemas estructurales profundos

Ante la revuelta popular, Peevski se ha visto obligado a dimitir de su puesto en el Parlamento, sin que por esto se debiliten las manifestaciones. En realidad, “aunque la corrupción y los abusos de poder están en el centro de las movilizaciones actuales, las dificultades económicas también tienen su papel. Las novedades provenientes desde la Unión Europea demuestran que los búlgaros tienen el nivel de vida más bajo de la UE, cerca del 50 % de la media en la UE. Incluso Croacia, que adhirió a la UE el 1 de julio, es mucho más próspera que Bulgaria” [4].

Vemos pues, como en Brasil o en Turquía, que se trata de casos donde las movilizaciones atacan directamente los problemas estructurales profundos de cada país y no simplemente a cuestiones puntuales, aunque estas pueden jugar un rol de disparador de los movimientos. Las desigualdades, las privatizaciones, los negocios mafiosos, los planes de reestructuración dictados por el FMI que vienen desde fines de los años ’90, los bajos salarios, etc. forman parte de los elementos que llevan a las masas a movilizarse y cuestionar todo el sistema establecido para la restauración del capitalismo desde los años ‘90. En efecto, “Bulgaria no conoce el tipo de crisis que han atravesado sus vecinos del sur. Para la UE, Bulgaria funciona mejor que Grecia… pero los búlgaros son humillados: hace veinte años que les dicen que viven en un mundo libre, en una economía de mercado, pero todavía no logran tener calefacción durante los inviernos, simplemente porque las empresas de electricidad no hacen las inversiones necesarias!” [5].

¿Hacia una nueva era?

La crisis económica internacional que estamos viviendo actualmente plantea las bases materiales de una transformación del período. Los discursos neoliberales y el triunfalismo burgués, que conocieron un pico de euforia en los años ’90 con la caída del Muro de Berlín, la restauración del capitalismo en la ex URSS y la apertura económica tanto de China como de Vietnam, comenzaron a desgastarse. Durante estos años, el retroceso social, político y económico de la clase obrera ha sido enorme. Las desigualdades, la precarización del trabajo y de las condiciones de vida, la espoliación de los recursos naturales y de las industrias nacionales, así como la perdida de conquistas históricas de la clase obrera se combinan con una corrupción abierta de una casta político-mafiosa íntimamente ligada a los “nuevos ricos”, no menos mafiosos y corruptos.

En la actual crisis, lo que se expresa claramente en las movilizaciones masivas que sacuden a distintos países del mundo, es la denuncia y el rechazo a esta casta política y a los regímenes sobre los que ellos se asientan. En ciertos casos, pareciera que la crisis económica viene acompañada de una incipiente crisis de legitimidad de la forma en que la burguesía ha gobernado durante las últimas décadas.

En Bulgaria, esto se ve claramente: los manifestantes, de manera confusa, con ilusiones a veces ambiguas, se manifiestan contra la totalidad de lo que se suele llamar periodísticamente “la clase política”, o dicho de otro modo, la casta de políticos burgueses y de altos funcionarios al servicio de los patrones locales y del imperialismo, enquistados en el aparato del Estado. Por el momento, este movimiento tiene un comportamiento característico muy explosivo y espontáneo, prácticamente sin ningún tipo de estructura para las masas, o más particularmente, sin el control de su movimientos y de sus reivindicaciones. Ahora, pareciera que esto último es lo que prima. Por el momento, la prensa parece recordar que la renuncia del gobierno y la reforme del código electoral, le dan mayor poder a los “ciudadanos” y a los “candidatos independientes”, una reivindicación que puede tranquilamente derivar en opciones bonapartistas de “izquierda” o de derecha…

A pesar de los límites, es evidente que para las clases dominantes locales la situación es complicada y por el momento no hay quien encuentre solución que desactive esta dinámica de cuestionamiento al régimen y sus partidos. No es por nada que el partido de extrema derecha Ataka, esté mostrando su carácter de clase, comenzando a adoptar un discurso duro contra los manifestantes y que fueran justamente a proponer “un miembro de Ataka para reemplazar al Ministro de Interior Tsvetelin Yovchev [para] tomar inmediatamente las medidas que reestablezcan el orden público” [6].

Para evitar este tipo de medidas reaccionarias que buscan reprimir los movimientos populares, es clara la necesidad de que la clase obrera, aliada con los sectores populares del campo y de la ciudad, entre en escena con sus métodos de lucha y de organización. Las movilizaciones cotidianas semi espontáneas y las ocupaciones de algunos espacios públicos, alcanzan un límite y no bastan para ir más allá. Es fundamental que los órganos de auto organización crezcan en los lugares de trabajo, estudio y en los barrios populares para permitir a las masas en lucha ejercer el control sobre su propio movimiento y sus reivindicaciones. De todos modos, ¡lo que es seguro ahora, es que ya las masas de Bulgaria han abierto un nuevo frente de lucha de la clase obrera mundial!

2/7/2013

Traducido por Eugenia Victoria

 

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