Con declaraciones de alto impacto que parecían voltear la página de la institución más reaccionaria de la humanidad, Francisco clausuró su viaje a Brasil sorprendiendo a propios y ajenos. “Quién soy yo para criticar a los gays”, señaló poco después de llamar a los jóvenes a “hacer lío”. Los analistas internacionales distinguieron “un cambio de tono, pero no de sustancia” en la doctrina (La Nación, 30/07). En realidad, Francisco se pronunció por la “integración a la sociedad” de los homosexuales pero desacreditando sus derechos reducidos a un “lobby gay”, al tiempo que defendió el matrimonio “pasado de moda” entre hombre y mujer. Cabe recordar que en 2010 condenó el matrimonio igualitario como “una conjura del diablo”. Por eso, el periodista brasilero Luiz Horta acotó que “es un equívoco pensar que Jorge Bergoglio es un anti Ratzinger” (Folha, 28/07). Francisco es tan derechista que hasta descalificó la propuesta de la Fraternidad Misional Gnóstica, una corriente interna de la Iglesia que sostiene “el fin del celibato, la ordenación de las mujeres y el acceso a los sacramentos a los divorciados” (La Nación, 27/07).
Asimismo, Francisco no convocó a los jóvenes a “hacer lío” a cecas sino a “hacer lio en sus diócesis”, es decir dentro de las instituciones político-administrativas de base de la Iglesia, en pos de “una Iglesia peregrina que salga afuera” para detener la diáspora de miles de fieles desengañados, contemplando incluso la rehabilitación de más de 500 teólogos expulsados en los papados de Juan Pablo II y Benedicto XVI. En esa senda, el periodista Sergio Rubín acusó la preocupación de Bergoglio “por el retroceso que sufre el catolicismo en muchos países del mundo y especialmente en Brasil... por una Iglesia que no logra enganchar con el tren de la historia, que se quedó retraída –en el mejor de los casos a la defensiva- sin una firme decisión para salir al mundo” (Clarín, 29/07). A pesar de concentrar la mayor cantidad de católicos del mundo (143 millones), Brasil pasó de un 91% de la población que se reconocía católica en 1970 a un 64% en 2010, mientras las iglesias evangélicas aumentaron su afiliación en el mismo periodo del 4 al 22%.
Mediación política e ideológica
Detrás de “gestos de austeridad”, Francisco trazó un plan para recrear a la Iglesia como mediación política e ideológica ante las grandes masas, restaurando la legitimidad de su autoridad moral, perdida tras el tsunami de denuncias de abuso sexual amparado por obispos y cardenales, así como los escándalos de corrupción del IOR, el banco del Vaticano, coronados con la crisis del VatiLeaks, que sepultaron el pontificado de Benedicto XVI.
Con el “timing” de un dirigente político, Bergoglio pretende templar la curia para exorcizar las consecuencias de la crisis económica internacional, con la perspectiva de capitalizar, o cuanto menos contener, la movilización de los jóvenes, sacándolos de las calles para convertirlos en “nuevos peregrinos” de una “Iglesia basada en comunidades vivas, de debate y acción”, como dijo en la Jornada Mundial de la Juventud (La Nación, 29/07), exhortando a los obispos a ser “pastores”, dejando atrás la “psicología de príncipes”. Con esta finalidad Bergoglio retomó el concepto de “paz con igualdad”, no casualmente extraído del Concilio Vaticano II de los papados de Juan XXIII y Paulo VI, establecido entre 1960 y 1965 (que llega a la conferencias de Medellín en 1968 y Puebla en 1979) para canalizar la radicalización política de la juventud influida por las ideas de la revolución cubana y los movimientos de descolonización de África y Asia.
Esta operación se completa con una reforma del IOR, una caja de Pandora cruzada por infinidad de casos de lavado de dinero de la mafia y los grandes empresarios desde su misma fundación. Tras la detención del prelado Nunzio Scarano, implicado en un fraude por 20 millones de euros, este habría confesado al secretario de Estado vaticano Tarcisio Bertone la complicidad de varios cardenales en estas actividades ilegales. “El problema es como sanear lo que haya que sanear... pero no sé cómo terminará esta historia”, admitíó Francisco (El País, 29/07). El último de los escándalos reveló los negociados a nombre de la Sacra Orden Militar Constantiniano de San Jorge, donde magnates como Berlusconi adquirieron cientos de inmuebles exentos de impuestos.
Jesuita
Para emprender este plan de restauración, Francisco tiene la escuela de los jesuitas, la orden más política de la Iglesia, destacada como semillero de cuadros en la lucha ideológica. Fundada en 1534 por Ignacio de Loyola, esta orden de estructura militar surgió como parte del Concilio de Trento y su política de Contrarreforma contra el ascenso revolucionario de la burguesía en defensa del orden feudal.
Con 2000 años de historia, la Iglesia es una vieja zorra que puede cambiar el pelo pero no las mañas que presta al servicio de las clases dominantes.
Amigo de Pando
Por medio de un secretario, Francisco contestó una carta de Cecilia Pando, abogando por “la concordia y la reconciliación” con los genocidas” (Perfil, 28/07). Nada extraño en un cómplice de la dictadura militar y entregador de curas villeros.
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