El lunes a las 08:00 horas empezó una de las asambleas generales más largas en la historia de la fábrica de autos Opel en Bochum. Hasta la una de la mañana del día siguiente 51 trabajadores y trabajadoras deliberaban sobre el cierre de la fábrica efectivo a partir del 2014. A causa de la política traidora del sindicato metalúrgico IG-Metall no hubo ninguna resistencia contra este ataque duro para el proletariado industrial, que tiene una de sus partes más combativas en esa misma planta, como mostró ya la huelga contra los despidos en 2004. Pero en los últimos meses no había nada más que acciones simbólicas.
La ofensiva patronal de la empresa norteamericana General Motors, en acuerdo con los capitalistas alemanes, para poner en riesgo no solamente los 3.400 puestos de trabajo en Opel más unos 1.600 en la zona industrial de la fábrica, sino casi 45.000 puestos de trabajo en todo el estado federal de Renania del Norte-Westfalia, fue desde el principio tolerado por los sindicatos. Burócratas de alto y bajo rango coincidieron en el hecho, de que se tratara solamente de negociar las mejores condiciones para el cierre de la empresa.

Ahora los trabajadores mostraron su capacidad combativa: después de la asamblea los 500 asistentes votaron casi unánimemente entrar en una huelga espontánea. Entre 100 y 140 trabajadores se quedaron en la fábrica y así restringir parcialmente la producción. Después de la presión ejercida en contra de los huelguistas por la patronal a las 7 de la mañana, la producción siguió completamente.

El sindicato en persona del jefe de la comisión interna Rainer Einenkel, en vez de apoyar a los obreros combativos, insistió en la "vía de las negociaciones" con los capitalistas, negociaciones derrotistas. Queda abierto si vendrán respuestas represivas contra los obreros combativos. Por ello es fundamental solidarizarse completamente con los trabajadores de Opel y pronunciarse contra la represión de los luchadores! Este es el camino correcto: hacer huelga general contra el cierre!

En toda la Europa, la industria automotriz está golpeada por la crisis. Ante todo, las empresas que producen coches de mediano o pequeño tamaño, como las francesas e italianas, tienen que asumir grandes pérdidas. Los patrones usan esta crisis para atacar aún más los sectores claves de la clase obrera, para regresar a su “lugar” la tasa de ganancia y con ello la relación de fuerzas. De este modo se redujo en los últimos años la cantidad de trabajadores industriales enormemente en Francia. En el sector automotriz se vienen eliminando 7.500 empleos en Renault y 8.000 más en PSA (Peugeot Société Anonyme). En la planta de PSA en Aulnay los trabajadores llevaron a cabo una huelga dura contra los despidos que duró cuatro meses. Los huelguistas buscaron la solidaridad con otros sectores que se oponían contra los cierres y despidos y usaron la asamblea como método para decidir.

La crisis capitalista mundial todavía no se acabó y está claro que también en la Alemania, que basta ahora se benefició de la crisis con el sometimiento de países periféricos como Irlanda, Portugal o Grecia, en el próximo periodo las consecuencias de la crisis se harán sentir más y la burguesía se verá obligada a nuevamente descargar los costos de la crisis sobre las espaldas de los trabajadores y la juventud.
Hasta el momento - en parte debido a que el histórico ataque a las conquistas del movimiento obrero por parte de los socialdemócratas (SPD) y los Verdes con la Agenda 2010 y Hartz IV - pudo evitar otro ataque general durante la crisis. Sin embargo, debemos prepararnos para ataques más duros. El cierre de Opel en Bochum es uno de ellos.

Por ello es necesario plantear un programa para que los capitalistas sean quienes paguen los costos de la crisis. Una demanda fundamental es la ocupación y la puesta en marcha de la producción bajo control obrero de cada fábrica, que anuncie despidos masivos o cierres. En el caso de Opel esta demanda tiene un valor muy importante ya que cualquier otra reivindicación significara una catástrofe social y desocupación de masas para la región. Una lucha así debería llegar a la nacionalización sin indemnización bajo control obrero.

La huelga fue un primer paso, pero los trabajadores no pueden permanecer pasivos, sino pasar a la ofensiva ahora, tienen que recuperar su propia historia combativa y dejarse inspirar por los trabajadores de PSA Aulnay. Hay que preparar un plan de lucha que evite el cierre de la fábrica e involucre otros sectores combativos. Todas las decisiones tienen que definirse en asambleas de base. Sólo una perspectiva así puede impedir la miseria para los trabajadores y la juventud y puede comenzar una lucha verdadera contra la prevaricación laboral.