Editorial
Una ofensiva que no cesa
El retorno del curso político este mes de septiembre ha venido con nuevos nubarrones en el horizonte para los trabajadores y sectores populares. El trasfondo de aguda crisis económica sigue siendo una constante. Las estimaciones del Gobierno, anunciadas a bombo y platillo, no pueden sino incrementar la indignación social. Se felicitan por los 32 parados menos del mes de agosto, y casi brindan con champán para anunciar sus previsiones de un crecimiento del 0,7% para 2014 que se traducirá en que seguiremos sufriendo -en el mejor de los casos- una tasa de desempleo oficial del 25,9%. Pero esto no es suficiente para el Gobierno. Sigue aplicándose a fondo para llevar adelante la mejora de la competitividad de la economía española a costa de los trabajadores. El Banco de España reconocía recientemente que la Reforma Laboral ha facilitado una caída salarial del 0,6%. Una situación que es mucho más grave en algunos sectores y empresas, donde por medio de la caída de convenios o la renovación a la baja de los mismos, hay reducciones del 10, 20 o 30%, además de la pérdida de otras conquistas en vacaciones, derechos... Pero todavía no es suficiente, ni para la CEOE, ni para el Gobierno, tampoco para el FMI que clama nuevas contra-reformas laborales. Y en ello está ya inmerso el Gobierno de Rajoy. Ya ha anunciado la rebaja de las pensiones, que va a costar entre 300 y 1000 euros al año a los pensionistas. También nuevos recortes en la sanidad y el acceso a los medicamentos. Continúan los despidos en el sector público en pos de cumplir los objetivos de déficit, así como la nueva congelación salarial a los trabajadores públicos. También en el sector privado, con anuncios de despidos masivos en grupos como Panrico, cierre de empresas como Cacaolat o Tata, despidos de mineros como los que propone el cacique del carbón Vitorino Alonso... La ofensiva del Gobierno y la patronal no se detiene.
La burocracia sindical, principal sostén del Gobierno y el Régimen
Este nivel de ataque está teniendo una respuesta de parte de la clase trabajadora que no ha dejado de crecer desde el 2011. En 2012 las huelgas aumentaron un 120%. En lo que llevamos de 2013 esta tendencia no se ha detenido. Según los datos del Ministerio de Empleo hasta mayo el número de huelguistas se ha incrementado en un 38,3% y el de jornadas de huelga un 50,5%. Sin embargo este incremento no se está traduciendo en un fortalecimiento de conjunto de la capacidad de lucha de los trabajadores gracias al rol de las direcciones burocráticas de CCOO y UGT. No solamente por su negativa a coordinar las luchas en curso y optar por llevarlas a un aislamiento que facilita las derrotas. Sino también por haber prácticamente hecho desaparecer desde la última huelga general del 14N, las jornadas de movilización conjunta de toda la clase trabajadora en contra de las medidas del Gobierno, como fueron las dos exitosas huelgas generales de 2012. En el último año estos burócratas sacaron también de escena la lucha minera, dejaron pasar los miles de despidos en la banca, el plan de liquidación de grandes empresas como Iberia... Todo esto no sólo está allanado el camino al plan de deflacción interna que impulsa el Gobierno y la patronal como salida de la crisis a nuestra costa. También está suponiendo un salvavidas de oro para el Gobierno y el Régimen político, que a pesar de una crisis que no cesa de agravarse, no tienen que enfrentarse a un escenario de ascenso huelguístico y sobre todo irrupción del movimiento obrero como un agente político. El Régimen del 78 ha aprendido de la experiencia de su predecesor, la Dictadura franquista. A ésta fue el ascenso obrero del 76 la que le dio la puntilla, aunque después las direcciones obreras lograran canalizarlo detrás del acuerdo constitucional y los Pactos de la Moncloa. Hoy todos los agentes del Régimen, y la burocracia sindical se demuestra como uno más, trabajan para evitar un escenario así. Salvar, o apuntalar, el Régimen bien vale para ellos el dejar pasar la mayor ofensiva contra los trabajadores de las últimas décadas.
Y sin embargo, el Régimen se sigue hundiendo
Sin embargo la “valiosa” labor de los Toxo y Méndez no puede frenar que el Régimen continúe haciendo aguas por sus propios méritos. Los saltos del escándalo Bárcenas han sido un terrible golpe para el Gobierno del PP y el descrédito de los principales partidos. El bipartidismo sigue bajando en las encuestas, junto con la valoración de todas las instituciones. De hecho el descalabre del PSOE es todo un problema para el Régimen, pues supone la ausencia de momento de una alternativa “de la casa” para un posible y necesario recambio en el futuro cercano. Este desprestigio incluye también a la Corona, que además afronta su peor momento con la salud del Rey en evidente declive. Pero sin duda la “patata caliente” sigue siendo la cuestión catalana. La Diada de 2013 mostró que el sentimiento independentista está cada vez más extendido y que se trata de un movimiento profundo, inserto en todo el territorio. Esto añade dificultades a que la labor de CiU, de ponerse al frente para descabezar el movimiento por el derecho a decidir, pueda imponerse de una forma tranquila. Una crisis del Régimen del 78 que suscita movilizaciones en todo el Estado, no solo contra la corrupción, sino directamente contra la cúspide de la pirámide, la Corona. Toda esta delicada situación política marca límites a la política de contención de la burocracia sindical. De hecho en las últimas reuniones secretas con el Gobierno acordaron, con el beneplácito de la patronal, que la caída generalizada de convenios que estaba prevista para el 7 de julio se dosificara. En muchos casos la patronal aceptó mantenerlos -aunque en la mayor parte de casos a la baja- o prorrogarlos 6 meses más. Algo parecido a la declaración conjunta del Consejo Económico y Social en contra del nuevo pensionazo. Un organismo en el que está también la patronal, que no la critica por no ser la reforma que les gustaría, sino porque quizá consideran que es echar más gasolina al fuego. El acuerdo sobre la minería -alargando la supervivencia del sector, aunque no de todos los empleos, hasta 2018- se enmarca en estos intentos de desactivar posibles picos en la conflictividad obrera. Esta por verse si la política de la burocracia sindical puede sostenerse por mucho tiempo si el Gobierno continua con su agenda, o si debe pasar a un rol de mayor oposición en la calle para no verse demasiado cuestionado o incluso rebasada por los trabajadores.
Una relativa pasivización social muy frágil
La retirada de la escena política de la clase trabajadora en lo que llevamos de 2013 ha tenido un efecto en el resto de sectores populares y juveniles que venían movilizándose desde el 15M. En el movimiento estudiantil además se está sufriendo las consecuencias de las brutales subidas de tasas que por un lado han dejado fuera a miles de estudiantes y por otro hacen que permee el temor a “perder la beca” o “el curso” después de haber desembolsado cantidades astronómicas. Todo ello ha hecho que este año haya habido uncierto retroceso de la movilización callejera, e incluso que en algunos jóvenes y activistas haya cierta frustración. Sin embargo no podemos confundir esta coyuntura con la situación de fondo. El malestar y la indignación siguen creciendo, y aunque aisladas, no paran de surgir nuevas luchas. Algunas de ellas muy contundentes, como la huelga de docentes de las Islas Baleares de tres semanas, que retoman incluso tradiciones fundamentales como la de la caja de resistencia y sacó a la calle a más de 100.000 personas en su apoyo. La mayor movilización hasta la fecha contra la Ley Wert , los recortes y la ofensiva de “españolizar” a los alumnos de las nacionalidades. Un huelgón que podría servir de impulso para la huelga estatal de enseñanza convocada para el 24 de octubre, y las tres jornadas de huelga estudiantil del 22, 23 y 24. Otros trabajadores también están en pie de guerra. Es el caso de los de la limpieza viaria de Madrid que van a enfrentar 1.300 despidos, o en Zaragozalos autobuseros con paros indefinidos contra despidos o los obreros de Tata-Hispano Carrocera contra el cierre de la planta, que además expresan tendencias a la coordinación de sus luchas, como la reciente manifestación conjunta de ambas empresas por las calles de la ciudad. También hay otras grandes movilizaciones de carácter democrático como la misma Diada, que nuevamente sacó a la calle a 1,6 millones de personas según los convocantes. Para que estas luchas puedan convertirse en puntas de lanza que cambien la dinámica general, es necesario empezar con el parcelamiento y aislamiento que impone la burocracia sindical. En esta tarea la izquierda sindical, los sectores anti-burocráticos que haya en CCOO y UGT, el movimiento estudiantil y la izquierda política podemos jugar un rol clave. Tomando en nuestras manos la solidaridad con los conflictos en curso, como por ejemplo ahora el de los docentes de Baleares, promoviendo la coordinación de todas estas luchas, la elaboración de plataformas reivindicativas comunes y organismos de auto-organización en las que se hagan presentes todas ellas. Una forma de imponer en la práctica una política opuesta por el vértice a Toxo y Méndez, y en esa dirección poder conseguir recuperar los grandes sindicatos para impulsar la lucha obrera y que los trabajadores sean un agente clave de la agenda política. Para ello esta pelea porque los trabajadores salgan a la escena no la podemos pensar solo en el terreno de la lucha económica. En mitad de la actual crisis política hay que pelear contra todo conservadurismo, y por que el movimiento obrero tome las reivindicaciones que son clamor en la calle, como la lucha contra esta democracia corrupta o por los derechos democráticos de las nacionalidades. El Gobierno y e Régimen del 78 son los que nos están haciendo pagar la crisis, y también los que siguen protegiendo a los corruptos -sean banqueros, políticos o miembros de la Familia Real- , los que mantienen la opresión nacional para las nacionalidades.... Es necesario que la izquierda política y sindical logremos acabar con esta coyuntura de relativa pasividad, y lo hagamos en la perspectiva de lograr abrir un proceso de fuertes movilizaciones de todos los sectores populares con la clase trabajadora a la cabeza. Por imponer mediante la movilización, las huelgas y otras acciones de lucha que se pueda abrir un proceso constituyente revolucionario sobre las ruinas del actual Régimen político. Un proceso que tendrá que ser abierto por nosotros mismos, por un gobierno nuestro, de los trabajadores y el pueblo, que este fundado sobre los organismos que vayamos construyendo al calor de este combate. Esta será la única forma de frenar la ofensiva que estamos sufriendo y de poder resolver las demandas democráticas que desde el 15M se están planteando en múltiples manifestaciones.
Contracorriente: Nueva época
Hemos decidido darle a nuestra publicación un carácter más reflexivo, intentando pensar desde el marxismo los grandes debates que hacen a nuestra época. De esta forma, Contracorriente contará con más profundos contenidos que intentarán dar las claves para entender y transformar de forma revolucionaria la realidad. Privilegiando por otro lado, tanto el seguimiento de los hechos más importantes así como la información de última hora y nuestras actividades, con los medios de comunicación masivos con los cuales contamos, que difícilmente pueden ser superados en amplitud por una revista en papel. También nos proponemos mejorar estos medios, para lo cual estamos preparando el lanzamiento de nuestra nueva pagina web:www.clasecontraclase.org
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