Editorial En Clave Obrera N° 32:
Una crisis política corroe al gobierno y ésta se desarrolla sobre la base de una importante crisis económica. El eje esperanzador del gobierno está asentado en un cambio en la situación económica pero este no se avizora en el horizonte, todo lo contrario, son más los nubarrones que se van acumulando que solo presagian mayores tensiones, y todo esto en un contexto económico internacional en el que no soplan buenos vientos. Es que lo que se está expresando en el gobierno de Maduro es el agotamiento del “modelo” que ha venido siendo aplicado a lo largo de los últimos quince años, y que ha empezado a dar sus remezones más profundos en los primeros meses de gobierno luego de las elecciones presidenciales. Pero este agotamiento ya se venían expresando en los últimos años del gobierno de Chávez, solo que todo se acelera tras su desaparición física en el marco de una situación con fuerte carga de inestabilidad con la que Maduro no sabe lidiar, no tan solo por inoperancia sino por la carga de tensiones sobre la que se asienta como explicaremos en esta editorial.
El chavismo, del declive a la decadencia política
Maduro intenta seguir gobernando al estilo de Chávez, buscando imitarlo en sus múltiples formas, pero que terminan de agravar la situación en un gobierno sometido a una crisis ya desde su origen, por el impacto político que implicó la gran pérdida de votos en pocos meses ganando por un estrecho margen de 1,5%. Cuestión que se combina con la ausencia en Maduro de la autoridad ante el movimiento de masas y las FFAA, las propias fracciones internas en el alto escalafón del chavismo, la imposibilidad de sustituir a Chávez, y en medio de desequilibrios enormes de la economía y agotamiento del modelo sobre el que mantuvo su estabilidad el mandatario fallecido. Chávez no puede ser sustituido porque éste expresaba una relación de fuerzas con respecto al movimiento de masas y los sectores económicos, políticos, empresariales y militares.
Maduro no se asienta sobre esta misma correlación política, pero continúa estructurándose como un gobierno con fuertes trazos bonapartistas, entendiendo por bonapartismo la dependencia de la gran figura política alrededor del cual gira todo, intentando posponer el enfrentamientos entre las clases y ubicarse de manera arbitral, en apariencia por encima de las mismas. En este marco la solicitud de una nueva Habilitante y concentrar atribuciones también legislativas van marcando los mecanismos bonapartistas vigentes frente a la propia debilidad política, en un marco en que tiene que responder también a las condiciones de la crisis económica, transformándose en un “bonapartismo” propio del decadencia del chavismo.
La incorporación cada vez mayor de las Fuerzas Armadas en la administración de importantes y muy claves empresas del Estado y una participación más activa en asuntos direccionales y discrecionales de gobierno, aumentan cada vez más la politización de las fuerzas militares que las transforma en un factor activo en eventuales o venideras convulsiones políticas, ya sea entre los propios sectores del poder político entre sus distintas fracciones, entre el propio chavismo y la oposición, como en un enfrentamiento de lucha de masas, e incluso en situaciones en que el movimiento de masas entre en acción aprovechando el enfrentamiento entre los distintos factores de poder. Se viene depositando más atribuciones y funciones estatales en las FFAA, y además de las que hemos mencionado, se suma la creación del Centro Estratégico de Seguridad y Protección de la Patria (CESPA) con todas sus atribuciones enormes en la vida interna a través de todos los servicios de inteligencia del Estado, la creación de los Órganos de Defensa de la Economía en manos de generales, marcando una delegación de asuntos importantes de Estado en manos de la corporación militar.
Crisis económica, las luchas del movimiento obrero y los chantajes empresariales
En esta situación política, dos procesos se muestran como los más dinámicos: por un lado, la fuerte crisis económica y la decadencia del modelo económico del chavismo, por el otro, el aumento del malestar y luchas de amplios sectores de la clase obrera que han salido a pelear para recuperar lo que han venido perdiendo con la carestía de la vida y la devaluación de la moneda. Cruzado bajo estos dos elementos se mueve un gobierno débil, lleno de grandes cuotas de incertidumbre, lo que le dificulta también contornar la crisis económica. Con Chávez al frente del gobierno del país, le permitiría, con su autoridad ante las masas, las FFAA y los capitales imperialistas, tener mayor margen de maniobras, tomar algunas iniciativas de fuerza, no tener que ceder tanto pronto ni tanto a las presiones de la oposición económica y política, pudiendo maniobrar mejor y tener más iniciativa, pero no es el caso de Maduro.
En el plano coyuntural de la economía, la combinación de escasez de dólares, inflación galopante, escasez de producción, aumento de importaciones estatales, descenso de las exportaciones, le complican en demasía el panorama al gobierno, como explicamos en el artículo sobre la crisis económica en este periódico. Como hemos explicado en otros artículos (Ver ECO 31), desde el 2008 se dio inicio a una política de aceleración del endeudamiento que ya está impactando en las cuentas nacionales, debido a que más recursos del gasto público del Estado ahora se tienen que orientar a la amortización de la deuda pública (externa e interna). De acuerdo a un reciente informe económico: el proyecto de Ley de Presupuesto de 2014 revela que para el próximo ejercicio el servicio de la deuda pública (pagos de capital e intereses) ascenderá a 121,5 millardos de bolívares y crecerá 55% con respecto al previsto este año, que fue de 78,2 millardos de bolívares. Esos pagos de deuda interna y externa consumirán 22% de la asignación de los 552,6 millardos de bolívares del presupuesto nacional del 2014. Hace siete años el peso en el gasto era solo de un 16% (El Universal, 24/10).
No deja de ser cierto que grupos económicos azuzados por la derecha y sus propios intereses chantajean al gobierno y buscan minarlo – y frente a lo cual el gobierno ha venido cediendo-, quienes le vienen exigiendo una mayor devaluación, aumentos de los precios, desregulación, desmantelamiento del control de cambio, entre otras medidas, por lo que buscan imponer también la libre fluctuación de la moneda. El gobierno avanza o se prepara para ceder en este punto de la “liberación” del dólar, un aspecto clave del esquema económico “soberanista” del gobierno. El ministro de Finanzas, Nelson Merentes, declaró abiertamente la intención de ir hacia una “fluctuación libre” del dólar, luego fue sustituido en la Vicepresidencia para el área Económica por Rafael Ramírez, ministro de Energía y Petróleo y presidente de PDVSA, que habla de una probable “despenalización de la tenencia y comercialización” del dólar pero manteniendo elementos del control de cambio. Como vemos, las diferencias son de matices y ritmos. En este marco una devaluación de la moneda parece ser solo una cuestión de tiempo.
Las fuerzas de los trabajadores comienzan a tensionarse
En el marco que el gobierno tiene que ver por dónde ahorra o “deja de gastar”, con una demanda dólares que no alcanza a cubrir, con deudas por pagar, las luchas del sector estatal que exigen recomposición salarial y actualización de contratos colectivos retrasados, condicionan más aún la política del gobierno. La pelea que libraron los trabajadores de Sidor durante más de 24 días es parte de un conjunto de procesos de lucha por recomposición salarial, deudas laborales y por el contrato colectivo que se vienen expresando en distintas partes del país, donde además de los sectores industriales como los trabajadores del acero, del hierro, del aluminio, etc., también están los trabajadores y las trabajadoras del magisterio nacional y estadal, y de obreros del sector privado como se observa en los estados de Carabobo y Aragua.
Este es el tope que también tiene Maduro y sobre el cual ha venido encontrando resistencia. No es casualidad que justamente es en el sector de la industria estatal –de gran peso en la economía nacional- donde más están surgiendo importantes luchas pues el gobierno abiertamente se viene negando a la discusión de contratos colectivos hace tiempo vencidos, como tampoco es casualidad la política del gobierno nacional de tildar como “enemigas” a estas luchas obreras. Para muestra está la operación de relacionar la huelga de Sidor con los funcionarios imperialistas, y no expresa también más que una degeneración del gobierno en acudir a esas tretas para hacer frente a una lucha obrera que no conseguían desactivar su burocracia sindical y sus amenazas.
Como síntesis podemos decir que entramos en tiempos turbulentos en la política nacional. La situación nacional devendrá mucho más dinámica y agitada, y en este escenario es posible el desarrollo de las luchas de los trabajadores en un plano más fuerte y extendido en el marco de la decadencia del chavismo. En este marco hay que apostar y hacer esfuerzos concretos por la irrupción en la vida nacional de los trabajadores en cuanto clase con sus propias demandas y métodos de lucha, a la vez que libremos el combate porque la clase obrera conquiste su independencia política frente a los principales variantes patronales y burguesas, y levante un programa político propio ante los problemas del país y el pueblo. En esta perspectiva luchamos los revolucionarios e internacionalistas de la LTS.
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