El kirchnerismo intenta usar el fallo de la Corte sobre la Ley de Medios para amortiguar la derrota electoral. Pero aunque el fantasma de una crisis de gobernabilidad no aparezca en el horizonte, el resultado de octubre sigue siendo la unidad de medida de la crisis política de la coalición que gobierna al país y el elemento dinamizador de los reagrupamientos políticos patronales.
Ciertamente el fallo de la Corte, así como el “hallazgo” de archivos secretos de la dictadura con información sobre los negociados de Clarín y los militares, permiten a los K retomar cierto discurso “progresista”, abandonado en la campaña electoral en su afán de quitarle banderas a Massa. Pero lejos de la “democratización de los medios” se trata de un nuevo reparto del mercado mediático entre grupos capitalistas (pág. 3). Por su parte, el “hallazgo” de actas de la Junta Militar es usado para recuperar la imagen de un “gobierno de los derechos humanos”, cuestionada tras la designación de César Milani, un partícipe de la dictadura al frente del Ejército. También acá estamos ante una trampa. El gobierno desempolva documentos útiles para su interna con Clarín y, encima, como planteó el ministro de Defensa, Agustín Rossi, busca fortalecer la política reaccionaria de reconciliación con las Fuerzas Armadas destacando que fueron los propios uniformados “democráticos” los que brindaron la información. Lo único que se demuestra es que todos los archivos de la dictadura existen y que el kirchnerismo se ha negado sistemáticamente a entregarlos pese a la exigencia de los organismos de DD.HH. no oficialistas (pág. 5).
Coaliciones frágiles
La anunciada interna del PJ ya actúa como un revulsivo de todas las tendencias del peronismo y abre el libro de pases de punteros y dirigentes. El objetivo de dirimir el liderazgo peronista en una interna es una de las principales consecuencias de la crisis política de la coalición oficialista. Mientras Scioli se anota para suceder a CFK y reúne a intendentes afines prometiéndoles dinero para formar las policías municipales, la coalición de Massa quiere dar pelea. Un sector de intendentes del Frente Renovador, encabezados por el de Malvinas Argentinas, Jesús Cariglino, buscaría intervenir en la interna para lograr la presidencia del PJ bonaerense.
La oposición también tiene un futuro incierto. Aunque mayoritariamente el descontento con el gobierno se canalizó hacia variantes del régimen, las elecciones no dejaron un liderazgo indiscutido, lo que incentiva la fragilidad de las alianzas existentes. Aunque Massa se fortaleció por su triunfo en la estratégica provincia de Buenos Aires, no está dicho que el Frente Renovador pueda convertirse en una alternativa nacional. Las fuerzas del panradicalismo, como la UCR y el Partido Socialista, ganaron en algunas provincias pero son débiles en la principal provincia del país. Lo mismo el PRO cuya fuerza está en la Capital y en Santa Fe, ha sido incapaz de armar una estructura nacional y en la Capital amenaza fagocitarse en una fuerte interna.
De fondo, la derrota de la coalición de los K y los pejotistas habla de un problema más profundo que el régimen político arrastra desde las jornadas de diciembre de 2001: la crisis de representación del viejo bipartidismo peronista-radical y la fragilidad de las nuevas alianzas electorales patronales articuladas alrededor de figurones y caciques territoriales. El mapa electoral muestra que el gobierno no sólo perdió aliados (las figuras más fuertes de la oposición como Massa), sino que también se angosta su base social, sobre todo, entre los trabajadores. La oposición, dependiente de figuras y punteros, tampoco logra una base social firme sino que está condicionada a los humores cambiantes del electorado.
A la vulnerabilidad de estas coaliciones se suma otro elemento que puede desestabilizar el régimen político: la crisis de la burocracia sindical que el domingo 27 salió derrotada en sus distintas manifestaciones. Ni Hugo Moyano (que jugó para el derechista De Narváez), ni los “gordos” como West Ocampo (que apoyaron a Massa), ni Antonio Caló de la CGT oficialista ni el Momo Venegas de la Azul y Blanca (que presentó su propia lista), ni la CTA K de Yasky o la opositora de Pablo Micheli (que junto a PODEMOS ni siquiera superó las PASO en provincia de Buenos Aires) pueden mostrarse como el ala sindical de una fuerza política burguesa. Y en su gran mayoría son repudiados por las propias bases.
A un año del paro nacional del 20N donde el movimiento obrero se pronunció contra el fin del “nunca menos” del gobierno kirchnerista, Moyano sigue más preocupado por cómo ubicarse en la interna peronista y defender la “caja” de sus sindicatos. Para él “no hay ánimo para protestas”. Mientras, Micheli de la CTA mantiene la convocatoria a una jornada el 20 de noviembre con los sojeros de la Federación Agraria, decidida sin ninguna participación de la base trabajadora.
Los trabajadores y jóvenes que nos organizamos en el FIT vamos a apoyar todas las luchas actuales de los trabajadores, como la de los docentes de Chubut por aumento salarial, la de los municipales jujeños contra la precarización laboral, contra el tarifazo de Macri en el Subte y a todos los trabajadores que reclamen para fin de año el cobro del doble aguinaldo. Que el ajuste lo paguen los capitalistas.
Frente de Izquierda: una fuerza política nacional ascendente
La histórica elección de las fuerzas trotskistas que integramos el FIT expresa la emergencia de una corriente política de alcance nacional. El voto se nutre fundamentalmente de franjas de masas del movimiento obrero y estudiantil.
Representa un avance de la relación tejida por la izquierda clasista en las luchas obreras, juveniles y populares. Como fue en la pelea de los precarizados del Ferrocarril cuando las bandas de la burocracia asesinaron a Mariano Ferreyra, las del Subte, la de Kraft contra la patronal norteamericana, y más históricamente Zanon y el movimiento piquetero. No es un fenómeno coyuntural o un voto bronca. Expresa la simpatía activa con la izquierda que levanta un programa anticapitalista y de independencia de clase. Por eso es un hecho histórico. En una clase obrera que ha seguido mayoritariamente casi sin fisuras al peronismo por 60 años, la conquista de 1.200.000 votos, 3 diputados nacionales y 7 legisladores provinciales (que se suman a los dos existentes en Neuquén y Córdoba) posibilita a la izquierda clasista luchar por organizar políticamente a una base obrera activa que plantee romper políticamente con toda variante patronal. También sigue abierta la pelea contra el fraude en Córdoba, y estamos movilizando para que reconozcan la banca de Liliana Olivero.
La alegría compartida por cientos de miles en fábricas y establecimientos de trabajo y estudio, con compañeros que manifiestan sentirse parte del crecimiento del FIT y confían en que ahora tendrán más fuerza para enfrentar a la patronal y la burocracia habla por sí sola del carácter político del voto al FIT.
En medio del fin de ciclo kirchnerista, de la debilidad estructural de las coaliciones patronales, del desprestigio de la burocracia y del apoyo a la izquierda de franjas de masas, el PTS se propone dar pasos cualitativos y cuantitativos para avanzar e la perspectiva estratégica de construir un gran partido revolucionario de la clase obrera. Una alternativa política de los trabajadores no sólo limitada a las elecciones sino capaz de agrupar miles de obreros y jóvenes que se propongan defender un programa anticapitalista, en la perspectiva de luchar por un gobierno de los trabajadores y terminar con toda explotación y opresión.
La bancada obrera y socialista en el Congreso y en las legislaturas provinciales debe servir como tribuna de denuncia a los políticos del régimen y sus instituciones. Y fundamentalmente estar al servicio de aquello por lo que los trabajadores y jóvenes nos votaron: promover la movilización extraparlamentaria por las demandas más sentidas de las masas y para luchar por recuperar las organizaciones obreras de manos de la burocracia sindical. Para organizar a la juventud estudiantil en centros militantes que busquen la unidad en las calles con la clase obrera.
El FIT debe inscribir en la historia un jalón en la lucha por poner en pie un nuevo movimiento obrero independiente, anticapitalista y antiburocrático. Se abre la posibilidad de dar pasos cualitativos en la lucha que ya venimos llevando adelante por recuperar las organizaciones obreras de manos de la burocracia. Para recomponer la unidad de clase, hoy quebrada por la patronal y la burocracia entre trabajadores en blanco, en negro, precarios, desocupados, nativos e inmigrantes. Por la independencia política de la clase trabajadora frente a los partidos patronales y el Estado.
Invitamos a todos aquellos compañeros y compañeras con quienes militamos codo a codo en la campaña electoral a sumarse junto al PTS a esta lucha.
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