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La LIT-CI se empantana en el complejo escenario sirio
por : Diego Dalai , Graciela López Eguía

13 Nov 2013 | El proceso revolucionario que comenzó en Túnez y se extendió por el norte de África a Libia y Egipto llegando a Yemen y Siria se encuentra estancado y en retroceso, incluso en los países que había logrado derribar a los dictadores, aunque de ningún modo se ha cerrado pues su profundidad se asienta sobre un gran estancamiento económico de la región, (...)
La LIT-CI se empantana en el complejo escenario sirio

El proceso revolucionario que comenzó en Túnez y se extendió por el norte de África a Libia y Egipto llegando a Yemen y Siria se encuentra estancado y en retroceso, incluso en los países que había logrado derribar a los dictadores, aunque de ningún modo se ha cerrado pues su profundidad se asienta sobre un gran estancamiento económico de la región, expresión de la crisis financiera internacional [1], que alienta el desarrollo del movimiento de las masas impulsado por una combinación de demandas democráticas y sociales. De ahí la importancia de los debates que se desarrollan entre las corrientes de izquierda, a la hora de establecer la estrategia revolucionaria de la clase obrera.

La LIT-CI publicó en su página web con fecha 14/10, un extenso debate firmado por Ronald León Núñez contra las posiciones sostenidas por la FT-CI, en el que intentan endilgarnos un supuesto “abstencionismo sectario”. Su nota pretende centrar la polémica en el problema de si exigir o no armas al imperialismo para los rebeldes, para escabullir la discusión de fondo que desde la FT-CI le venimos planteando a la LIT-CI en torno a las desastrosas consecuencias que tiene su concepción semietapista de “revolución democrática”, que rompe con la teoría de la revolución permanente, a la luz del proceso revolucionario árabe y, en particular, hoy, de Siria.

La LIT-CI reconoce que “El viejo Trotsky, alguien que sabía lo suficiente de guerras y de temas militares, fundador y dirigente del Ejército Rojo, refiriéndose a la revolución española y la guerra en ella decía: En una guerra el resultado depende en una cuarta parte, o menos, de lo militar y en tres cuartas partes, o más, de la política.” [2] Pero refugiándose detrás del planteo de “armas...”, quiere evitar precisamente la discusión de la política de conjunto que los trotskistas deben impulsar. Por eso, es falsa su afirmación de que “la verdadera crítica de la FT que se mantiene es que exigimos ‘armas para los rebeldes’. Esta es la verdadera discusión”. No, lo que le discutimos a la LIT-CI es que reclama “armas...” para su política de “revolución democrática”, adaptándose al campo burgués “antiAssad” y su sector “no fundamentalista”. O sea: levantan una versión semietapista de la revolución (acercándose a las concepciones mencheviques) en lugar de impulsar una estrategia independiente, de clase, fundada en la concepción trotskista de la revolución permanente, que es la que defendemos desde la FT-CI.

¿“Tremendas” e “impresionantes victorias” o fiasco de la “revolución democrática”?

Comencemos recordando el posicionamiento de la LIT-CI en el proceso de la Primavera Árabe.
En Libia primero festejaron el derrumbe de Kadafi diciendo que “…saludamos efusivamente estos hechos que constituyen, sin lugar a dudas, una tremenda victoria política y militar del pueblo libio y de todo el proceso revolucionario que sacude al mundo árabe… estamos delante de una impresionante victoria de un pueblo que tomó las armas [3], restándole toda importancia a la intervención de la OTAN que terminó dirigiendo política y militarmente al campo rebelde, posición claudicante con la que debatimos en diferentes notas [4].

Ahora se lavan la cara de esa increíble reivindicación del “triunfo” en Libia con intervención del imperialismo, planteando en su Declaración del 27/9/13 que: “La LIT-CI (en Siria) estuvimos siempre contra la intervención imperialista porque esa intervención tenía el objetivo de intentar controlar y derrotar la revolución desde adentro, para estabilizar bajo su control el país y la región [5]. Pero lo cierto es que en su momento definieron que había una “unidad de acción” con lo que quedaba embellecido el rol del imperialismo “democrático”. La LIT-CI debería preguntarse cómo es posible que se sucedan, según ella, los “tremendos”, “enormes triunfos de las masas”, de la mano del imperialismo justamente en países semicoloniales como Libia donde la resolución de las demandas democráticas y sociales de las masas están indisolublemente ligadas a la tarea democrática por excelencia, que es la liberación del imperialismo.

Más tarde en Egipto saludaron también como un "gran triunfo de las masas" la caída del gobierno de Mursi, sin destacar que comenzó con una importante movilización popular pidiendo la destitución del presidente electo, pero que finalmente fue expropiada y se impuso con la intervención militar que terminó restaurando el poder del ejército. Con una máscara de gobierno civil los militares de al-Sisi (alto oficial del ejército mubarakista) desataron una salvaje represión contra la Hermandad Musulmana y los sectores populares que la apoyan; establecieron el estado de sitio endureciendo las condiciones de hostigamiento contra los sectores más combativos de los obreros, como las huelgas en Suez, y más recientemente hasta dejaron en libertad al dictador Mubarak poniendo al desnudo el carácter reaccionario del nuevo gobierno. La LIT-CI no distingue que una cosa es que las masas con sus organizaciones y sus métodos derroten al gobierno de Mursi, y otra muy distinta que lo haga el ejército expropiándole el triunfo a la movilización con el objetivo de avanzar hacia la liquidación del proceso revolucionario de conjunto. Por si fuera poco levantaron la consigna de luchar por una “Asamblea Constituyente libre y Soberana, sin participación de militares ni de la Hermandad” y hasta levantaron la de “¡Ningún derecho democrático ni de expresión para la Hermandad y sus líderes políticos mientras se movilicen por el retorno de Morsi! [6], cuando los militares ya en el gobierno desataban la represión sobre los HM. Una clara adaptación al campo burgués que integran los burgueses civiles laicos, liberales y nacionalistas y a la opinión pública influenciada por los medios de comunicación, que colaboraron con los militares, que intenta negar los derechos democráticos mínimos de expresión y movilización a un sector que representa a un enorme porcentaje de la población de Egipto y que había ganado las elecciones de mayo y junio de 2012. ¿Qué dice la LIT-CI del “gran triunfo de las masas” que tras la masacre de cientos de militantes de la Hermandad Musulmana que se manifestaban pacíficamente por la vuelta de Mursi, luego ilegalizó a dicha organización y más de 50 manifestantes perdieron la vida durante la represión en los actos a 40 años de la guerra de Yom Kippur?

La LIT-CI ha roto con la concepción permanentista de Trotsky y como hemos discutido en varias ocasiones, continúa aferrada a una teoría de la “revolución democrática” donde no sería necesaria la intervención del proletariado como clase y su vanguardia más consciente organizada en un partido revolucionario para la toma del poder político, sino que es suficiente con derrocar al “tirano” y conquistar los derechos políticos y civiles de una democracia parlamentaria (burguesa) como primer paso hacia una futura revolución socialista (que nunca llega). Partiendo de su concepción objetivista donde lo único que importa es la movilización en sí, sin importar quién la dirige y con qué programa, para la LIT-CI los cambios en los regímenes dictatoriales a lo largo del proceso de la Primavera Árabe son todas victorias que se van acumulando sin más a favor de las masas. Aunque esta visión va a contramano de los hechos, la LIT-CI la sostiene para que no se derrumbe el andamiaje de su concepción de revolución democrática. Para la LIT-CI ni siquiera es decisivo el nivel de irrupción de las masas en “el gobierno de sus propios destinos” criterio fundamental de Trotsky en una revolución; basta con que haya algún tipo de levantamiento, crisis política o enfrentamiento armado. Es por eso que para la LIT-CI lo mismo vale la caída de Mubarak por la movilización de las masas que se enfrentaron durante días contra las fuerzas represivas con más de mil muertos y donde la clase obrera jugó un rol decisivo en el último momento, abriéndose un profundo proceso revolucionario, que la caída de Kadafi donde el imperialismo cooptó a las milicias rebeldes y definió la situación con las bombas de la OTAN.

La verdadera dinámica del levantamiento popular en Siria

Las manifestaciones de las masas sirias del 2011 fueron parte del levantamiento revolucionario de la Primavera Árabe. El levantamiento en Siria comenzó luego que el gobierno arrestó a 15 estudiantes por pintar grafitis en su contra, lo que desató la movilización que tuvo en sus inicios una fuerte composición juvenil organizada a través de las redes sociales. Las fuerzas de seguridad asesinaron a cuatro manifestantes y a partir de ese momento, las protestas que se iniciaron con exigencias de reformas democráticas al gobierno, fueron escalonando llamando, ahora sí, a la caída del conjunto del régimen. Pero el régimen logró resistir, se mantuvo en pie y contraatacó con una feroz represión forzando el enfrentamiento armado, la guerra civil. El levantamiento no logró dar un salto cualitativo, y la clase obrera no participó o lo hizo en forma totalmente diluida, mientras que las dos huelgas generales llamadas, no tuvieron continuidad ni lograron imprimir un carácter proletario al movimiento de conjunto. La situación fue retrocediendo y tomó la forma de una guerra civil en la que los elementos de irrupción espontánea de las masas se fueron diluyendo mientras en el campo rebelde pasaron a primar distintas facciones burguesas, imprimiendo rasgos de divisiones étnicas y confesionales al heterogéneo y fraccionado movimiento. La sangría causada por la represión, la ruina de la economía, con innumerables centros de trabajo dañados o paralizados, el éxodo de casi dos millones de refugiados, la destrucción de los servicios públicos esenciales, tras dos años de guerra civil han tenido efectos depresivos sobre el movimiento de masas, unido al nefasto rol de las direcciones burguesas e islamistas. El peso sunní en la rebelión, agitando el fantasma de la “islamización” de Siria, que bajo el régimen dictatorial del Baath es un Estado laico, empuja al apoyo a Al Assad a la minoría alawita, así como a los cristianos y sectores kurdos. Al mismo tiempo, la dictadura tiene el apoyo de Irán y sus aliados, como Hezbollah.

En este marco, reflejando la importancia geopolítica de Siria en la región, el imperialismo y distintas potencias enfrentadas al régimen de Al Assad, temen que se extienda la influencia iraní y apoyan a diversas facciones rebeldes, buscando hacer valer propios sus intereses. Las monarquías de Arabia saudita y Qatar, viejos aliados del imperialismo, apoyan a las fracciones islamistas. Turquía, una potencia regional aliada a EEUU, interesada en evitar que la crisis siria detone un proceso incontrolable entre los kurdos en su frontera, sostiene al ELS, permitiéndole usar su territorio como santuario y apoyándolo con armas y ayuda de todo tipo. Estados Unidos y Europa prefieren una unificación de la resistencia que ponga límites a las fracciones islamistas salafistas, aunque incluyendo a los musulmanes moderados (Hermandad Musulmana). Por ello, no es casual que Al Assad haya festejado el derrocamiento de Mursi por los militares en Egipto.

La explosividad de la crisis siria hace que el imperialismo e Israel teman que un colapso del régimen y sus FF.AA. lleve a la desintegración del país, con imprevisibles resultados desestabilizadores para el Líbano y toda la región. Esto llevó al imperialismo a no arriesgarse a una intervención directa, sino buscar otras variantes que puedan evitar escenarios de colapso como en Irak o en Libia, de desintegración del régimen, teniendo en cuenta además, la firme oposición de Rusia y China (que apoyan a Al Assad) a una agresión militar abierta.

El acuerdo entre Estados Unidos y Rusia busca preparar el terreno para abrir negociaciones, “convenciendo” a Al Assad de permitir el ingreso de enviados de la ONU y destruir su arsenal químico. Si bien la misma es difícil y está por verse, por lo pronto ha modificado el escenario de la guerra civil, permitiendo al régimen recuperar terreno y lograr un importante respiro.

La propia LIT-CI reconoce que la situación de guerra civil está “en un impasse y que puede prolongarse [7]. Aún así insiste en que hay una gran revolución desarrollándose, en la cual las masas son las grandes protagonistas de la guerra civil. Fuerza a izquierda, exagerando enormemente, la verdadera situación y relaciones de fuerza, para justificar su posición. Y en nombre de ese análisis, nos recomienda que sigamos al marxismo que “siempre nos enseñó que nunca se puede confundir, como hace la FT, el carácter objetivo de los procesos con su dirección. De la misma forma que no confundir la justeza de una huelga obrera con su dirección burocrática, no debemos confundir la justa causa por la cual lucha el pueblo sirio con sus direcciones traidoras [8]. Pero los que confunden son ellos, falseando el verdadero escenario sirio.

Hoy en Siria no avanza una gran revolución (en sentido marxista), como por ejemplo sí fue, pese a la dirección reaccionaria de los ayatolas islamistas la revolución iraní de 1979, en la que la clase trabajadora con la huelga general jugó un papel decisivo en la derrota del Sah y construyó shoras (consejos) obreros, que surgieron incluso en sectores de las fragmentadas fuerzas armadas. Estos organismos no guardan ninguna similitud con los Comités Locales que hay en ciertas zonas de Siria y que la LIT-CI esgrime como una expresión de la “revolución siria”, pero que están subordinados a las direcciones de los aparatos rebeldes. En Siria, bajo la forma de guerra civil no se está desarrollando un gran auge revolucionario de masas que bate y descompone al régimen y sus FF.AA., tomando en sus propias manos el enfrentamiento armado en grandes acciones históricamente independientes y desarrollando su autoorganización en el sentido del poder obrero y popular; sino que el inicial levantamiento popular ha retrocedido. Lo que prima ampliamente en el escenario es una guerra civil “de aparatos” donde de un lado está el dictador Al Assad que conserva lo esencial del poder estatal y de la mayor parte del ejército, y del otro una serie de milicias irregulares, alentadas, financiadas y organizadas por los principales países de la región (Turquía, Arabia Saudita, Qatar), que hasta llegan a enfrentarse entre sí [9] y han atomizado al movimiento de masas disciplinándolo en sus diversas fracciones [10], según divisiones locales, étnicas y confesionales, relegando (salvo la consigna de derribar a Al Assad) las profundas reivindicaciones de las masas, e impidiendo una acción unificada contra la salvaje represión del régimen.

No hay ni una participación central de la clase obrera con sus organizaciones y sus métodos de lucha (incluyendo verdaderas milicias obreras y populares); ni un movimiento de masas actuando como sujetos centrales, como podría ser en una guerra de liberación nacional. No negamos que hay sectores de masas en la resistencia al dictador y hacen parte también de la guerra civil, pero no se puede desconocer que carecen de poder político y militar independiente y se encuentran subordinados a los aparatos armados.

España y Siria, diferencias fundamentales que la LIT-CI desdeña

Basándose en su errónea caracterización de gran revolución en marcha [11], la LIT-CI pretende equiparar la actual situación siria a la de la revolución y guerra civil en España (1936-1939) [12]. Ese sería el fundamento para sostener su política de ubicarse en el campo progresivo y desde allí, hacer eje en la demanda de "armas y apoyo material para la resistencia" dirigida al imperialismo. Por ello, afirma que “Trotsky fue el primero en condenar enérgicamente la negativa de los gobiernos de Inglaterra y Francia (de enviar armas), durante la guerra civil española, como una actitud que sólo fortalecía al fascismo y además siempre planteó que los revolucionarios debían utilizar las contradicciones del imperialismo y podían aceptar armas para continuar su lucha [13].

Estamos de acuerdo con el contenido general. Nosotros nunca nos opusimos por principio a exigir y recibir alimentos o ayuda de cualquier tipo, incluso armas, a favor de las masas obreras y populares, en el marco de desarrollar un proceso revolucionario aprovechando las contradicciones burguesas-imperialistas. Lo que rechazamos es que la cuestión militar se constituya en un fin en sí mismo, como hace la LIT-CI, ocultando el contenido oportunista de su política bajo esa pretensión. Por eso, de lo que se trata es de definir "armas ¿para qué política?” pues la cuestión militar para los marxistas está subordinada a la política, expresión de una estrategia de clase.

Para empezar, es necesario desmontar la fantástica identidad que la LIT-CI establece entre Siria y España de 1936/39. La LIT-CI se niega a reconocer la importancia de las grandes diferencias entre ambas situaciones y tratando de atajarse de antemano plantean que: “Nos dirán: ¡España es diferente a Siria! pues existían fuertes organizaciones de la clase trabajadora. Eso es verdad. Existen muchas diferencias entre la revolución española y la actual revolución siria. Pero existen dos coincidencias fundamentales: las dos revoluciones se expresan en guerras civiles y ninguna fue dirigida por un partido revolucionario ni la clase obrera actuó como un ‘sujeto político independiente’” [14].

No, la diferencia decisiva es que en España se desarrollaba una gran revolución obrera y campesina. El alzamiento obrero y popular contra el golpe fascista detonó un gran auge revolucionario y abrió una situación de amplio doble poder en el territorio republicano. Es cierto que en la guerra civil subsecuente se enfrentaban dos campos burgueses definidos: el fascismo y la república [15] pero en este último se encontraban los obreros alzados en armas que tomaban las fábricas bajo su control, como en Barcelona, mientras los campesinos expropiaban a los terratenientes en regiones enteras y colectivizaban la tierra (Aragón). Lo hacían como sujetos centrales, social y políticamente diferenciados como clase, a través de sus organizaciones de clase, principalmente los sindicatos y las milicias, mientras que los republicanos burgueses consistían apenas en una “sombra de la burguesía” sostenida por los partidos reformistas (PSOE y PCE) y los dirigentes anarquistas.

La guerra civil española fue consecuencia de la inmensa y más importante y heroica revolución obrera del período de entre guerras que se inició en 1931 y se extendió durante casi una década, donde la clase obrera sí actuó como un “sujeto político independiente” aunque bajo direcciones reformistas. Es por eso que Trotsky concluye que, como mostraron las heroicas acciones del proletariado español ¡basta recordar las jornadas de mayo de 1937 en Barcelona!, la clase obrera no dio, frente a sus direcciones reformistas, “la más mínima señal de tal sumisión. El camino de lucha seguido por los obreros cortaba en todo momento bajo un determinado ángulo el de las direcciones y, en los momentos más críticos, este ángulo era de 180°. La dirección entonces, directa o indirectamente, ayudaba a someter a los obreros por la fuerza de las armas [16].

Por el contrario, la guerra civil siria es consecuencia del aborto y desvío de las movilizaciones de masas producidas a principios de 2011. En España el proletariado puso en pie en 1934 la Comuna de Asturias (un gobierno de doble poder regional). Ya en 1936, enfrentó y derrotó en gran parte del territorio al golpe franquista y luego organizó sus propias milicias, tomó las fábricas e impuso el control obrero en Cataluña, mientras en el campo se expropiaba a los terratenientes al calor de la guerra civil contra el fascismo. No hay nada comparable en Siria.

Aún así, la LIT-CI incurre en una insostenible analogía entre las direcciones rebeldes sirias, de carácter burgués y pequeñoburgués y sin peso de organizaciones obreras, como es el caso del ELS, y el Frente Popular español, en el cual figuraban corrientes reformistas con peso de masas y que se apoyaba en las grandes centrales sindicales. Por eso, no comprende el sentido de la cita de Trotsky que hemos empleado en una nota anterior: “...Defenderemos la idea de que los sindicatos deben colectar dinero, no para el gobierno, sino para los sindicatos españoles, para las organizaciones obrera [17]. Ronald León recurre a la frase siguiente: “Si se nos objeta que los sindicatos españoles están ligados al gobierno, y que por lo tanto sería inadmisible mandarles dinero, responderemos mencionando un único ejemplo: durante la huelga de los mineros de Gran Bretaña en 1926, enviamos dinero a los sindicatos de mineros, cuyos dirigentes estaban estrechamente ligados al gobierno británico...” sin darse cuenta siquiera de que Trotsky está hablando de organizaciones del proletariado con dirección reformista, no de un aparato ajeno a la clase obrera como es el ELS, cuya dirección la ejerce el general Idris, antiguo oficial del Ejército de Al Assad, y está integrado por numerosos oficiales y ex soldados que desertaron, y financiado y protegido por la ayuda turca e imperialista.

El ELS surge en julio de 2011, cuando un grupo de oficiales militares sirios anunciaron su renuncia, denominándose "Ejército Libre Sirio" y prometiendo una guerra de guerrillas contra Al Asad. Actualmente el ELS es la principal referencia de las milicias y está compuesto por distintos grupos rebeldes, entre ellos, sectores musulmanes sunnitas que luchan contra los alawitas (la secta minoritaria, cercana al islam chií, de Al Assad) y algunos cercanos a los salafistas. Si bien “Jabhat Al-Nusra” (Frente de la Victoria, ligado a Al-Qaeda) se organiza independientemente, también hay milicias locales que se componen en gran parte de oficiales y soldados desertores, y de civiles en general, incluyendo comerciantes y hasta miembros del partido gobernante Baath de Al Assad.

Como ellos mismos reconocen, “todos sabemos que la inmensa mayoría de las milicias rebeldes están comandadas por direcciones burguesas, como el Consejo Nacional Sirio (CNS) o la cúpula del ELS, que además son profundamente pro imperialistas. También es innegable, que la clase obrera como sujeto social, no sólo no es el caudillo de la revolución, sino que actúa en la resistencia a la dictadura en forma diluida [18]. Sin embargo, no le otorgan ninguna importancia a esto en la formulación de su política. La LIT-CI ni siquiera intenta definir cuáles concretamente son los sectores que habría que apoyar por ser progresivos e independientes, qué programa tienen ni cuáles son sus organizaciones.

Hay que recordar que el ELS está representado en la Coalición Nacional para las Fuerzas de la Revolución y la Oposición Siria (CNFROS), al que también se sumó el Consejo Nacional Sirio (CNS), tratando de unificar a la oposición con un programa de colaboración con el imperialismo, y llegando a pedir la intervención de éste (por ejemplo, solicitándole a Obama que instale misiles Patriot en la frontera turca “para proteger a los civiles”). En la CNFROS, reconocida por la Liga Árabe, y varios países imperialistas (como Francia), tienen peso los Hermanos Musulmanes, además de una variedad de figurones de la oposición burguesa. Recientemente la CNFROS nombró como “primer ministro del gobierno interino” al musulmán moderado Ahmad Yarba. Entre tanto, sectores fundamentalistas, como el frente Al Nusra y otros que quieren un Estado islámico fundado en la sharia, se mantienen separados [19].

Forzando los hechos, la LIT-CI pone enorme énfasis en la comparación entre Siria y España, pero no aplica las recomendaciones estratégicas de Trotsky: la política y por supuesto, las armas, deben estar al servicio de fortalecer las posiciones de clase, de asegurar “la victoria de una clase sobre la otra [20]. La LIT-CI considera que la tarea actual es derrotar al dictador sin importar con qué política y métodos, por lo cual hay que ubicarse sin más en el campo rebelde, y que sólo se necesitan armas sin importar quién las empuña y sin preguntarse si las masas y el proletariado las pueden utilizar a su favor. En realidad, invierten la relación que Trotsky planteaba: para la LIT-CI, los problemas de estrategia y política independiente son secundarios y en nada comparten su perspectiva de clase, lo fundamental son las armas y la tarea es: “ser los mejores soldados” contra Al Assad.

La LIT-CI olvida convenientemente otra diferencia fundamental entre España y Siria: España era y es un imperialismo, opresor de las nacionalidades y, en tiempos de la guerra civil, con colonias en África. En cambio, Siria, es parte del mundo dependiente y semicolonial, un país oprimido por el imperialismo. Por tanto, consideramos que para caracterizar a las direcciones rebeldes, el criterio de su actitud frente al imperialismo es fundamental. Los dirigentes de la LIT-CI podrían recordar, por ejemplo, que Nahuel Moreno planteaba ese problema como crucial para definir la posición ante las distintas fuerzas en la revolución y guerra civil angoleña, cuando las guerrillas de FNLA-UNITA que habían sido parte de la lucha contra el colonialismo portugués pasaron a colaborar con la agresión imperialista y sudafricana contra el triunfante MPLA. [21] En cambio, en Siria, como en Libia, la LIT-CI sólo los mide con la vara democrática de su oposición a la dictadura, sin asignarle importancia cualitativa a su relación con el imperialismo “democrático”. Por eso llaman a “impulsar la más amplia movilización para exigir en nuestros países y a todos los gobiernos del mundo, incluidos los de los países imperialistas, el envío inmediato de armas pesadas, medicamentos y toda ayuda material para las milicias rebeldes del ELS y los Comités de Coordinación locales, sin condiciones de ninguna naturaleza [22].

Por todo ello, insistimos, la discusión central no es si pedir armas o no al imperialismo como quiere hacer creer la LIT-CI, sino para qué política y con qué programa. En el desarrollo de la guerra civil española contra el fascismo, Trotsky discute el programa para el triunfo del campo republicano como parte de la estrategia de la clase obrera en el camino de conquistar la dictadura del proletariado: “la única vía para asegurar la victoria en España consiste en decir a los campesinos: «La tierra española es vuestra»; decir a los obreros: «Las fábricas españolas son vuestras.» Ésta es la única posibilidad de asegurar la victoria…” (Los revolucionarios en la guerra civil). Y continúa, “lo que nos interesa no es la victoria militar en sí misma, sino la victoria de la revolución, es decir, la victoria de una clase sobre la otra”. El revolucionario ruso afirmaba categóricamente que en España “las condiciones de la victoria” estaban entradas en el impulso permanente de la revolución social, programa al cual quedaban subordinadas y del cual dependían las cuestiones militares y del armamento. Sería bueno que los compañeros de la LIT-CI lean los textos de Trotsky como “España última advertencia”, entre otros, donde queda establecida claramente la relación que existe entre el armamento y el programa político. Recordemos algunos trechos:

“[…] Los combatientes del ejército revolucionario deben tener plena conciencia de que están luchando por su completa emancipación, y no por el restablecimiento de la antigua forma (democrática) de explotación […] La victoria viene determinada por las clases y las capas que intervienen en la lucha […] El ejército revolucionario debe, no sólo proclamar, sino realizar inmediatamente, en las provincias conquistadas, las más urgentes medidas de la revolución social […] Deben ser expulsados sin piedad del ejército revolucionario los enemigos de la revolución socialista, es decir, los explotadores y sus agentes, incluso si se cubren con la máscara de «demócrata», «republicano» «socialista» o «anarquista» […] La estrategia de la guerra civil debe combinar las reglas del arte militar con las tareas de la revolución social […] En otras palabras: la política revolucionaria domina a la estrategia”.

“Armas y apoyo material para la resistencia”... al servicio de la “revolución democrática”.

La LIT-CI omite mencionar el detalle de que el imperialismo y diversas potencias regionales ya están brindando apoyo financiero, entrenamiento, vituallas, armas y aún voluntarios a distintas fracciones de la resistencia. No sólo los saudíes y Qatar a distintas milicias fundamentalistas, sino Turquía -en especial al ELS-, mientras que Obama ya dispuso aportar “ayuda no letal” a la oposición siria. En marzo, los jefes de Estado y de Gobierno de la Liga Árabe, reunidos en Doha, ya habían reafirmado su posición de “prestar los medios de autodefensa, incluido el militar, para apoyar al pueblo sirio y al Ejército Libre Sirio (ELS)”. Por su parte, la Unión Europea decidió poner fin al embargo de armas para la oposición siria el pasado 27 de mayo. Tampoco son escasas las medidas de presión económica adoptadas por el imperialismo. Por ahora el imperialismo no proporciona armamento pesado, como parte de su cálculo para manipular la guerra civil dentro de ciertos límites, para desgastar a Al Assad y procurar una salida negociada, pero evitando que se llegue a un colapso del Ejército y a una desintegración del Estado sirio (el temor a un escenario iraquí). Nuevamente, nada que ver con el embargo de armas dictado por las potencias “democráticas” en España y que sólo afectaba a la República, pues se trataba de ahogar a las masas en armas para impedir el triunfo de la revolución.

Acumulando citas sobre la política militar y su aplicación en la guerra civil española, la LIT-CI trata de encontrar un punto de apoyo en la tradición del trotskismo, pero sin cambiar el contenido oportunista de su política. En su extensa nota del 14/10 plantean que: “Como en cualquier guerra, y más aún en estas condiciones, el problema del armamento se transforma en vital, para ganar o perder la guerra, o lo que es lo mismo para la victoria o derrota de la revolución siria”. Pero el programa que plantean para la guerra civil es puramente democrático, en consonancia con su visión semietapista de que primero corresponde derribar la dictadura para lograr una “revolución política”, en el régimen. En su declaración del 27/09 los sintetizan así: autodeterminación para los kurdos; “el principio de soberanía nacional sin entregar sus recursos a las multinacionales imperialistas para que continúen el expolio de Siria”; “un lugar en pie de igualdad con los hombres” para las mujeres; y que sea “una asamblea constituyente, libre y soberana quien decida el futuro de Siria? [23] De esta forma, separan las consignas democráticas dirigidas a derribar a la dictadura de las tareas sociales sin las cuales no se puede hablar de verdadero triunfo revolucionario. Tan es así que ni se preocupan en analizar qué programa económico, social y político aplica la oposición armada en las “zonas liberadas”. ¡Ni siquiera plantean qué programa llevar adelante en esas áreas que han quedado fuera del control de la dictadura!

El programa y la estrategia de los trotskistas

Ese recorte limitadamente democrático del programa, separando mecánicamente las tareas de la revolución social (con lo que hacen una gravísima concesión a la lógica reformista de “primero ganar la guerra, luego hacer los cambios económicos y sociales”), rompe con las enseñanzas fundamentales de Trotsky.

Siempre estuvimos -desde el inicio del proceso- y estamos por la caída de los dictadores y los gobiernos odiados por las masas (ver en www.ft-ci.org todas nuestras declaraciones) -aunque la LIT-CI para ubicarse a la izquierda nos quiera emparentar con el chavismo y los amigos stalinistas de los dictadores-. Nuestras diferencias no están ahí sino en lo que no nos cansaremos de señalarle a la LIT-CI: luchamos y apoyamos la lucha contra los dictadores pero con una política independiente de la clase obrera. Nuevamente, la LIT-CI reduce y limita la lucha a lograr el derrumbe de este tipo de regímenes, bajo una dirección cualquiera y detrás de una consigna movilizadora (“Abajo el dictador”) desligada de un programa transicional para profundizar la dinámica de revolución social.

En Siria, un programa de acción para el derrocamiento revolucionario de la dictadura de Al Assad debe combinar las reivindicaciones inmediatas de las masas, urgentes para responder a la ruina económica y la catástrofe social, con las tareas, con medidas transicionales como la expropiación bajo control obrero de fábricas, bancos y grandes empresas, la reversión de las empresas privatizadas por el régimen, el reparto de tierras entre los campesinos pobres, y la ruptura con el imperialismo. Las tareas de la guerra deben ser articuladas en esa misma lógica transicional, para desarrollar el armamento de masas y su centralización en milicias en contraste con la lógica de aparatos faccionales y de militarización burguesa del ELS y las diversas direcciones islamistas. Los aspectos específicamente militares del programa deben estar ligados estrechamente a la gran tarea estratégica de la autoorganización soviética de las masas en lucha, en la perspectiva del poder obrero y popular. Consignas democrático-radicales como puede ser la de imponer una Asamblea Constituyente revolucionaria, sobre la base de la derrota de Al Assad y la demolición del régimen y sus instituciones, tienen que ligarse a la respuesta de quién podría garantizar una Asamblea así. Para nosotros, sólo un gobierno de las organizaciones obreras y de masas que se construyan en la lucha. Plantear hoy una perspectiva de gobierno obrero y campesino es, además, imprescindible para combatir el intento de presentarse como representación natural y legítima de las masas sirias por parte de la cúpula del ELS, la CNFORS o los islamistas “duros”.

Finalmente, las tareas en Siria no pueden ser separadas de las tareas internacionales, contra el imperialismo y su agente israelí, por la unidad de las masas árabes contra los gobiernos que quieren ahogar el proceso abierto por la “Primavera Árabe”, y por una Federación de Repúblicas Socialistas del Medio Oriente. Es sobre la base de un programa así, concretado de acuerdo a las condiciones precisas de la situación, que la vanguardia siria podría avanzar hacia la construcción de una dirección revolucionaria.

Conclusiones

Las verdaderas conclusiones son opuestas a las que extrae Ronald León:

1- “Trotsky estaba por la victoria militar de los republicanos contra el fascismo” pero no usaba la necesidad de batir a los franquistas para contrabandear una política semietapista de revolución democrática, con un programa mínimo democrático primero, sino un programa de acción revolucionario que incluía desde las demandas democráticas contra el fascismo, las tareas democráticas estructurales en el llamado a los campesinos a tomar las tierras, junto a las demandas sociales como la expropiación de las fábricas y el control obrero, pero también las de la organización independiente, los soviets en la versión española, las juntas para favorecer el desarrollo del doble poder, que luego constituyen la base del futuro estado obrero, en la perspectiva del poder obrero y campesino, sin las cuales no se podía ganar la guerra.

2- Trotsky está a favor de enviar armas y ayuda a los sindicatos españoles porque son organizaciones de clase aunque tengan direcciones reformistas. Trotsky subordina el problema de las armas como cualquier otra cuestión táctica, a la política de clase, revolucionaria. La LIT-CI, a la que en nada le importa el carácter de clase del ELS, utiliza la consigna de armas para embellecer e “izquierdizar” su política de revolución democrática en Siria.

3- La LIT-CI quiso emparentar a la FT, primero, con los castristas y chavistas que apoyan a Al Assad, y luego con los ultraizquierdistas que tendrían una política abstencionista. En realidad, la contraposición entre su política y la nuestra demuestra que todo lo que implique intervenir desde una estrategia de independencia de clase es, para la LIT-CI, pecado.

Por último, no queremos dejar de responder al ataque que nos hacen tratándonos de calumniadores, cobardes y traidores. Dicen: “La discusión con la FT sobre este asunto comienza necesariamente por salir al paso de una calumnia [24] la cual sería que criticamos que su “política para Siria borra cualquier delimitación de clase, al limitarse a adaptarse acríticamente al sector opositor hegemonizado por la burguesía”. Hemos caracterizado políticamente la línea de la LIT-CI en Libia, Egipto y ahora Siria, basándonos en citas textuales y argumentando nuestra caracterización de que sigue una adaptación oportunista y sin delimitación de clase. La LIT-CI en su polémica no ha rebatido esa caracterización sino que la ha “profundizado” por sus propios méritos. Lo que sí es una solapada calumnia es el adjudicarnos el mote que “Trotsky atribuía solo a los ‘cobardes’ y ‘traidores’”, burdo intento que recuerda los métodos stalinistas para ahogar la crítica trotskista, descalificar a la FT y cortar la discusión de cara a sus militantes.

Nosotros seguiremos insistiendo: no hay otra forma de satisfacer las demandas profundas de las masas y resolver íntegra y efectivamente las tareas democráticas y de liberación nacional sin la toma del poder por la clase obrera, al frente de la alianza campesina y popular. Por el contrario la política de la LIT-CI en Siria y en el proceso de la Primavera Árabe la ubica como furgón de cola de la oposición burguesa y, en el intrincado escenario sirio, se empantana cada día más.

11/11/2013

 

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