El 27 de octubre tuvieron lugar las elecciones legislativas en Argentina. Estas marcaron una derrota importante al gobierno de Cristina Fernández de Kirchner, así como un muy buen resultado para la izquierda revolucionaria.

Los resultados de la presidenta pasaron del 54% en 2011 a sólo un 32%. El avance de la oposición de derecha y los sectores del peronismo disidente le asestaron un golpe. Nos encontramos claramente en el “fin de ciclo” de los gobiernos kirchneristas que han dirigido el país durante los últimos diez años.

Aunque no se expresa de igual forma que en Europa, la crisis capitalista afecta de hecho a Argentina. La política del gobierno, basada en subvenciones y concesiones al imperialismo está en bancarrota, mientras que las clases dominantes discuten cuál es la mejor manera para hacerle pagar la crisis a los trabajadores. En este cuadro, el muy buen resultado de la izquierda revolucionaria, ligada a la intervención independiente del movimiento obrero, alrededor de un programa anticapitalista, es una excelente noticia.

Resultados históricos y revolucionarios electos

El Frente de Izquierda y de los Trabajadores – compuesto por el Partido Obrero, el Partido de Trabajadores Socialistas e Izquierda Socialista, además de otros grupos políticos – ha obtenido más de 900 mil votos en las elecciones primarias de Agosto (ver “L’Anticapitaliste” n° 208 del 12 de Septiembre de 2013). Este número ha aumentado a 1, 2 millones de votos (5 % a nivel nacional), con resultados también destacados en distintos lugares: Salta (19 %), Mendoza (14 %), Santa Cruz (11 %) y Neuquén (10 %), y más de 500 mil votos en la estratégica región de Buenos Aires con un 37 % de la población y la mayor concentración industrial del país. Los millones de votos del FIT se han concentrado especialmente en las zonas obreras y populares.

Estos resultados han permitido la obtención de tres escaños en el Parlamento Nacional (o incluso un cuarto en Córdoba, donde el FIT posee pruebas de un fraude por parte de otros partidos) y numerosos diputados y senadores provinciales. Las bancas obtenidas funcionaran rotándose entre los diferentes integrantes del FIT. No obstante, la clave será poner estas bancas conquistadas al servicio de la intervención en la lucha de clases, dentro de los sindicatos y las fábricas, los barrios y en el movimiento estudiantil.

El éxito de una apuesta estratégica

Esta no es la primera vez que la izquierda argentina en su conjunto obtiene buenos resultados electorales. En el período abierto en 1983 por la caída de la dictadura militar, hubo dos momentos de crisis aguda – en 1989 y en 2001 – en los que la extrema izquierda ha tenido peso electoralmente. Pero en ambos casos, fue en una alianza con el Partido Comunista, que defiende una política de conciliación de clases, con un programa solamente democrático. Al contrario, el FIT ha apostado por un frente claramente delimitado alrededor de la independencia de clase y del anticapitalismo. Su programa parte de reivindicaciones inmediatas de los trabajadores para unirlas a la necesidad de un gobierno de los trabajadores y a una perspectiva socialista.

Esta elección ha sido criticada como “sectaria” por parte de ciertos sectores de la izquierda argentina que luego de años de impulsar alianzas con sectores reformistas en “frentes amplios”, así como variantes nacionales del chavismo que defienden un apoyo crítico al gobierno de los Kirchner. Estas dos tendencias han sufrido un significativo fracaso en las elecciones.

Transformar el éxito electoral en fuerza militante

La izquierda revolucionaria y anticapitalista ha emergido electoralmente y dispone de una tribuna para defender los intereses de los trabajadores. Esto se produjo incluso antes de que la crisis golpee más abiertamente en Argentina, lo cual constituye una oportunidad importante.

En Argentina, la clase obrera viene de una tradición peronista (nacionalista burguesa). Los buenos resultados del FIT son expresión de sectores del activismo militante, minoritarios pero significativos, de trabajadores, de jóvenes y de los sectores populares. Está en curso un proceso de ruptura por izquierda con el kirchnerismo. La separación tradicional entre la política y la lucha sindical se va atenuando, y esto es lo que permite avanzar en la fusión entre la izquierda revolucionaria y el movimiento obrero.