CAMBIOS EN EL GABINETE
La reaparición de Cristina Kirchner en la escena política junto a los cambios en el gabinete buscan mostrar a un gobierno que retoma la iniciativa, que interpretó la derrota del 27 de octubre y ahora quiere garantizarse una transición ordenada hacia 2015.
La nueva composición del gabinete refleja la pérdida de poder del kirchnerismo, y a su vez pareciera mostrar un giro hacia la “moderación”, evidenciado sobre todo en si analizamos dos cambios claves. El reemplazo de Juan Manuel Abal Medina por Jorge Capitanich en la Jefatura de Gabinete le da al PJ, y en especial al ala de los gobernadores, un papel destacado en la coalición de gobierno. No es cualquier nombre, Capitanich representa al pejotismo más rancio: fue funcionario de Menem y jefe de ministros de Duhalde. Bajo el kirchnerismo gobernó desde 2007 la provincia del Chaco (una de las más pobres del país) donde crece la frontera sojera mientras se desplaza y asesina a las comunidades originarias con la policía y las guardias blancas de los dueños de la tierra. Es además un hombre de estrecha relación con la Curia, lo que le viene como anillo al dedo a un gobierno que, tras la llegada al papado de Jorge Bergoglio, acelera su acercamiento a la Iglesia aprobando en comisiones una reforma al Código Civil abiertamente clerical (página 4). Un claro giro a derecha en el área de los derechos civiles, área en la que el kirchnerismo se vanagloriaba de ser defensor y, aún más, ampliador de derechos. Por último, detrás del ascenso del chaqueño se adivina una posible intención del kirchnerismo de imponer su figura como sucesor para las presidenciales de 2015 en detrimento de las pretensiones de “heredero natural” de Daniel Scioli. Así Cristina busca arbitrar entre los dos bloques del justicialismo: la liga de gobernadores y un sector del PJ bonaerense, de un lado, y otro sector encolumnado detrás de Scioli. CFK apuesta a mantener su degradado poder (por la derrota electoral y la imposibilidad de reelección) empujando la competencia interna en el peronismo.
El otro elemento clave fue la renuncia de Guillermo Moreno. No se va por las denuncias de los trabajadores, como los del INDEC, por dirigir patotas contra los que luchan o por truchar los índices de inflación. Se retira porque era la “cabeza” que pedían Clarín y la oposición burguesa por ser quien más roces tuvo con el empresariado, manejando desde la Secretaría de Comercio Interior de manera unipersonal y discrecional la habilitación de importaciones y el control de precios.
Con Axel Kicillof en Economía se le reserva al “progresismo” kirchnerista su lugar en la coalición de gobierno. Pero por más que la corporación mediática se queje porque es un supuesto “marxista” con mucha “universidad” y “poca calle” (como afirma un analista del diario de la city, El Cronista), el “arquitecto” de la “recuperación” de YPF se perfila como un pragmático que para “recuperar la inversión” no tuvo problemas en rifar la “soberanía nacional”, entregando parte del yacimiento Vaca Muerta a Chevron. Kicillof ya había acumulado numerosas funciones en el área económica, por lo que la mayoría de las medidas de los últimos años contaron con su aval.
Dinámica de ajuste
Hay que ver si habrá nuevos anuncios económicos, pero por lo pronto,está claro para el gobierno que la solución a los graves desequilibrios del “modelo”, la escasez de dólares para sostener el crecimiento y la pérdida acelerada de reservas, radica en el inicio de un nuevo ciclo de endeudamiento con los organismos de crédito internacionales e incluso otras vías de financiamiento “heterodoxas” como China.
Amado Boudou y el ex ministro de Economía, Hernán Lorenzino, al mando de la “Unidad Especial de Reestructuración de la Deuda” estarán al frente de las negociaciones con los buitres para “normalizar” la situación de la deuda externa. El gabinete se completa con un banquero al frente del Banco Central y con Carlos Casamiquela como ministro de Agricultura, un técnico “moderado” que fue festejado por sectores del agro.
Aunque el discurso K siga siendo el de “profundizar el modelo”, lo que viene en materia económica es la continuidad del ajuste. Será mediante una devaluación aún más acelerada que la actual, posibles tarifazos (como el reciente en las naftas) y las consecuencias que traerá tarde o temprano la subordinación al capital financiero internacional (página 3).
Organizarnos para enfrentarlo
El fin de ciclo K ya es irrefutable. Lo que estamos viendo es el intento de una retirada sin sobresaltos. Para serle útil a la burguesía CFK está dispuesta a llevar adelante una parte del ajuste que viene además con ribetes reaccionarios contra las libertades democráticas, como las concesiones a la Iglesia. En todo caso, las diferencias con la derecha son acerca de ritmos y profundidades del ajuste.
La defección de todas las alas de la burocracia sindical, repartiendo su apoyo a las distintas variantes patronales, bien lejos de las necesidades de la base obrera y ante la perspectiva ajustadora del gobierno, plantea a la izquierda clasista la necesidad de poner en pie una fuerza social capaz de enfrentar lo que se viene.
El 27 de octubre el Frente de Izquierda tuvo un resultado histórico. Una franja de masas, minoritaria pero muy significativa de los trabajadores y la juventud le dio la espalda al gobierno y optó por la izquierda clasista. En la campaña ya alertamos que se viene un ajuste y que hay que prepararse. Por eso hicimos hincapié en que la crisis del “modelo” deben pagarla los empresarios y que el voto a la izquierda clasista sirve para fortalecer las luchas por los reclamos del pueblo trabajador. Hoy planteamos, entre otras medidas, la lucha por el doble aguinaldo y el aumento de los salarios de acuerdo con la inflación; contra todo tarifazo; por acabar con la precarización laboral; por el desconocimiento y no pago de la deuda externa, por el monopolio estatal del comercio exterior y la nacionalización de la banca bajo control de los trabajadores así como la nacionalización del 100% del petróleo y el gas, bajo control obrero.
Para defender este programa el Frente de Izquierda debe comenzar por promover la extensión y organización del sindicalismo de izquierda y los sectores combativos del movimiento obrero. En Kraft, el nuevo triunfo hace pocos días de la Lista 2 encabezada por compañeros del PTS, muestra la vigencia de los sectores clasistas en muchas fábricas importantes, como acaba de suceder también con los compañeros de Donnelley, donde la Agrupación Gráfica Clasista retuvo la Comisión Interna, o con los obreros de VW Córdoba que la semana pasada defendieron a sus compañeros despedidos del ataque de la empresa y la policía (páginas centrales).
La persistencia de este fenómeno, junto al desprestigio de la burocracia sindical y el avance del FIT nos tienen que permitir avanzar en la organizarción de miles de trabajadores. Hoy es posible organizar plenarios regionales por zona que reúnan al activismo que luchó estos años y conquistó organizaciones de base en distintos lugares del país. Así, en poco tiempo, se podría organizar una Asamblea o Encuentro Nacional, con 5 mil o 10 mil trabajadores, que se presente como una alternativa a la burocracia y se plantee la enorme tarea de recuperar los sindicatos para la lucha de clases, unificando a toda la clase trabajadora. Nuestros parlamentarios lucharán desde el Congreso y las legislaturas provinciales en común con las organizaciones obreras en esta perspectiva. Para evitar que descarguen su crisis sobre los trabajadores.
Acceda a La Verdad Obrera N° 548
|