La propuesta de pagar a Repsol U$S 5.000 millones como indemnización por la expropiación parcial del 51% de las acciones de YPF confirman el cambio de orientación hacia la derecha del gobierno. Después de decir que no les iban a pagar un peso, ahora los K premian a los saqueadores (página 3). La medida busca dar señales de un “país en serio” a los empresarios y al capital financiero internacional. Junto al acuerdo con empresas imperialistas en el CIADI (Centro Internacional de Arreglo de Diferencias relativas a Inversiones), la indemnización a Repsol allana el camino para volver a endeudarse. Así esperan dólares frescos e inversiones extranjeras para revertir la caída de reservas y hasta buscan un acuerdo con el FMI. Los exportadores agrarios que retuvieron ventas de soja y los importadores que aprovecharon el dólar barato para ingresar productos del exterior provocando una suerte de corrida contra el peso terminaron de darle el último empujón a este nuevo “plan” económico con clara orientación pro mercado.
El retorno al “país en serio” que aplauden los empresarios traerá nuevas penurias para el pueblo trabajador. El conservador Jorge Capitanich y el “nacional y popular” Axel Kicillof ya lo demostraron regalándole, también a las petroleras, otro tarifazo en las naftas. Además, el objetivo de reunir a patrones y burócratas sindicales para acordar precios y salarios busca imponer topes en las paritarias. Mientras la inflación se acelera se viene un nuevo saqueo al bolsillo popular. Ni “nacionales” ni “populares”: se esfuma el discurso que “enamoró” a la militancia camporista, a movimientos sociales y a organismos de DD.HH. oficialistas. De la “soberanía” se pasó en pocos meses a la entrega de Vaca Muerta a la yanqui Chevron y ahora a la capitulación ante la Corona española y su multinacional favorita.
Por si fuera poco, al cierre de esta edición, oficialismo y aliados daban media sanción en el Senado al nuevo Código Civil (página 4). Como denuncia la Comunidad Homosexual Argentina lo dejaron más a la derecha que el original de Vélez Sarsfield. El oscurantismo eclesial grabado en el flamante código pone punto final a toda discusión respecto a las ilusiones de quienes esperaban de los K algún gesto a favor del derecho al aborto. El código es producto de las negociaciones del gobierno con la Iglesia. Hasta el recontra oficialista Hugo Yasky de la CTA dijo que estamos ante “retrocesos inexplicables”.
Giro pejotista
No es un giro a la derecha más. Como dijimos, es todo un cambio de orientación. El kirchnerismo leyó la derrota electoral y reconociendo su debilidad decidió otorgarle poder a los gobernadores del PJ. Una confesión de que si no lo hacía se desbarataba la coalición de gobierno y varios intendentes y gobernadores podían irse a las filas de uno de los ganadores de octubre, el Frente Renovador de Massa. El ascenso de Jorge Capitanich, con poderes de “Primer Ministro” tiene esa explicación.
Los voceros K buscan presentar esta capitulación a una fracción del pejotismo como un relanzamiento del gobierno. Pero si pueden recuperar coyunturalmente la iniciativa también es porque casi toda la oposición salió a festejar el giro derechista. No podía ser de otra manera. El gobierno le copió a Massa hasta su programa. Pero está por verse aún que pueda garantizar una transición ordenada hacia 2015. El kirchnerismo intentará arbitrar entre todas las alas del justicialismo, apoyándose en una parte dela liga de gobernadores contra el sector del PJ bonaerense que dirige Daniel Scioli quien se reclama “heredero natural” de CFK. Pero los roces no sólo pueden venir por el lado del PJ de esa provincia. Tarde o temprano, el poder adquirido por Capitanich provocará nuevas crisis. No es de extrañar que tienda a chocar la autoridad presidencial de CFK con la del mismo Jefe de Gabinete, teniendo en cuenta que el peronismo en general, y el kirchnerismo en particular, nunca funcionaron bajo una “conducción doble” (excepto el matrimonio Kirchner que tenía intereses comunes).
Desafíos
En este contexto, la Iglesia cobra protagonismo político. No es sólo la injerencia en el nuevo Código Civil. También son las “denuncias” de narcotráfico que habilitaron una mayor derechización en materia de “seguridad” y ahora el llamado de Bergoglio a la unidad de las CGTs. Esa unificación sería una medida preventiva para fortalecer a la burocracia para que ésta pueda jugar mejor su papel de contención del movimiento obrero ante el ajuste. El estado de ánimo de la clase obrera ya muestra disposición a defender sus conquistas: lo vimos en VolksWagen Córdoba, donde los trabajadores respaldaron el ingreso de los despedidos parando la planta contra la patronal que envió a la policía; en la toma de la metalúrgica Valeo (también en Córdoba) contra los despidos; en el corte de Panamericana de los trabajadores de FATE para obligar a la empresa a discutir sus reclamos; y en las recientes elecciones de Kraft, Donnelley, PepsiCo y Lear donde la izquierda clasista volvió a ganar las comisiones internas.
La misma votación al Frente de Izquierda de franjas significativas de los trabajadores expresa esta situación en el terreno político. En la campaña electoral alertamos que el gobierno preparaba nuevos ataques. Ahora estamos ante hechos cada vez más consumados. Por eso hay que hacer valer el programa que levantamos en las elecciones. Cuando dijimos que la crisis del “modelo” debían pagarla los empresarios, cuando hablamos de la renacionalización sin pago del petróleo y el gas bajo gestión obrera y del no pago de la deuda externa.
La dinámica ajustadora del gobierno le plantea al FIT llevar su programa de lucha hasta la última fábrica, escuela o establecimiento laboral para plantear la pelea por el doble aguinaldo y el aumento salarial según inflación; contra los tarifazos; para acabar con la precarización laboral. A las comisiones internas y sindicatos independientes de la burocracia sindical y a los partidos con los que integramos el FIT les proponemos impulsar la organización de los trabajadores mediante plenarios regionales que reúnan al activismo combativo en la perspectiva de organizar una Asamblea o Encuentro Nacional que reúna a miles de trabajadores, y se posicione como alternativa a toda la burocracia, asumiendo la importante tarea de recuperar los sindicatos para la lucha de clases. Los sectores combativos de la clase obrera tienen un nuevo punto de apoyo en los parlamentarios del Frente de Izquierda, que pueden aportar al debate en las fábricas, en los plenarios y en las reuniones, para alcanzar un nuevo nivel de organización que no se limite a la discusión de los problemas sindicales, sino también a los grandes temas políticos que afectan al país.
Conciente de este desafío el PTS está realizando convenciones provinciales y regionales que culminarán en una Convención Nacional de nuestro partido a mediados de diciembre. Ante la crisis de la burocracia sindical y el entusiasmo de sectores de la clase obrera y la juventud que se referencian en el FIT debatiremos con las nuevas camadas de militantes que se incorporan a nuestras filas el desafío de ir por la conquista de las grandes organizaciones de la clase obrera hoy en manos de la burocracia: los sindicatos. En el movimiento de mujeres, desde Pan y Rosas que acaba de tener una destacada participación en el último Encuentro Nacional con una delegación de más de 1000 compañeras, está plantead o redoblar la lucha y la organización por el derecho al aborto y todas las reivindicaciones de las mujeres. En el movimiento estudiantil nos planteamos conquistar centros de estudiantes militantes.
El fin de ciclo kirchnerista y la perspectiva de crisis del peronismo nos exige abrir la discusión sobre las vías para conquistar un gran partido de trabajadores revolucionario, socialista e internacionalista, que agrupe a lo mejor de la vanguardia obrera y juvenil capaz de dirigir hacia la victoria los próximos combates de la clase obrera en la perspectiva de pelear por un gobierno de los trabajadores y el pueblo pobre.
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