La huelga de PANRICO se está convirtiendo en la más larga desde el fin de la Dictadura de Franco. Esta noche de reyes ya ha cumplido los 85 días emulando a la histórica huelga del Roca que en las navidades de 1976/77 fue uno de los quebraderos de cabeza para Suárez y los dirigentes obreros que ya estaban cocinando la llamada Transición, con la que se desviaría el ascenso huelguístico de aquella época.
Y todo apunta a que es la expresión de algo más profundo que un conflicto laboral: se trata de una huelga excepcional pero que afortunadamente no es única. Se da casi al mismo tiempo que importantes combates como el de los profesores de Baleares o el de los barrenderos de Madrid. También en otras fábricas hay trabajadores que se plantan ante cierres y despidos masivos con reivindicaciones contrarias a resignarse con el paro o indemnizaciones. Se trata de una resistencia a la reforma laboral aprobada por el gobierno del PP y que muestra una perspectiva distinta a aceptar despidos, cierres y rebajas.
En este contexto, la huelga de Panrico es una de las primeras acciones de resistencia en la industria contra de la ofensiva que se está llevando adelante contra la clase trabajadora desde el inicio de la crisis y a la que los dirigentes sindicales burocratizados no quieren plantar cara como se merece. La aplicación de la Reforma Laboral está en su primera fase y seguro que dará muchos procesos de lucha como los que ya se están empezando a ver. Su eslogan "0 despidos y 0 recortes salariales" es un cuestionamiento a la política de “es lo que hay” que ha obligado en miles de empresas a aceptar retrocesos brutales. Su continuidad a pesar del acuerdo firmado por los representantes de la Comisión Negociadora hace más de un mes y en contra de las maniobras de sectores del Comité de Empresa y el sindicato para levantarla, es un hecho de cuestionamiento directo a las estructuras burocráticas de los sindicatos y organismos de representación. Sus métodos de lucha como la caja de resistencia, la asamblea, la búsqueda de solidaridad... una muestra de que sí se puede luchar en contra de la política pasivizadora de los Toxo y Méndez.
Es el caso de los trabajadores de EDESA del grupo Mondragón, que han pasado la Nochevieja en las instalaciones de la fábrica cerrada, donde permanecen acampados de forma ininterrumpida desde hace más de 60 días, exigiendo al Gobierno Vasco que de una salida a la planta y el mantenimiento de sus puestos de trabajo. O los trabajadores de TENNECO en Gijón, con más de 120 días de huelga en contra del cierre y que mantienen ocupada la planta para evitar la deslocalización y exigirle al Gobierno del Principado que se haga con ella para garantizar los puestos de trabajo y las condiciones. También en Catalunya, Madrid y otras regiones, otros sectores salen a la lucha, como los trabajadores de UNIPOST en huelga indefinida para enfrentar 421 despidos de los 2.485-, un Expediente de Regulación Temporal de Empleo (ERTE) de 120 días durante 2014 y una reducción del salario del 10% que se añade a otro 10% que ya se puso en marcha, así como otros tantos otros conflictos. Y la lista no va a hacer más que multiplicarse en las próximas semanas: por ejemplo en la misma comarca en que está emplazada la planta de Panrico, Santa Perpètua de Mogoda, los trabajadores de la fábrica de material ferroviario Alstom (donde trabajan 650 personas) se enfrentan a la amenaza de cierre de la multinacional francesa. El próximo 17 de enero vence la ultraactividad del convenio de la planta que está en vigor desde 2007. Y cuando esto suceda, la patronal pretende aplicar el convenio provincial del metal, lo que supondría un recorte salarial medio para la plantilla del 40%; una medida que ya fue rechazada en el pasado mes de octubre por el conjunto de la plantilla. Por ello, no está descartado un proceso de resistencia en este sector. Un conflicto especialmente importante, por su cercanía con Panrico y por la posibilidad concreta que plantea de avanzar en la coordinación regional de las luchas para enfrentar los ataques de las patronales.
Por otro lado los trabajadores de Coca-Cola de la planta de Alicante se vienen movilizando frente a las puertas de la fábrica y podrían ir a la huelga el 15 de enero si Coca Cola Iberian Partners no retira el ERE que prevé el despido de 1.200 trabajadores, un 20% de la plantilla. Una reestructuración que supondría el cierre de la planta alicantina, además del cese de actividad de otras tres del total de once que tiene la empresa en toda la Península, incluida Portugal.
Son sólo algunos de los casos que demuestran que empieza a darse una cierta recuperación de la capacidad de lucha de la clase obrera. Un proceso inicial que como no podía ser de otra manera choca con la política de los dirigentes burocráticos de las centrales sindicales mayoritarias, quienes condenan todas las luchas al aislamiento y así llevarlas al desgaste económico y de fuerzas y que no cunda su ejemplo. Un ejemplo de lucha contra los planes del Gobierno y la patronal, pero también contra la burocracia sindical traidora y corrupta que mira para otro lado mientras se destruyen miles de empleos y conquistas históricas.
Pero esta carta también se le puede tumbar. Los trabajadores en lucha de PANRICO, TENNECO, EDESA y otras empresas pueden pasar por encima la conducta criminal de CCOO y UGT de dejarlos aislados en sus empresas. Es posible y necesario empezar a establecer lazos de coordinación entre todos los sectores en lucha, tanto a nivel regional como estatal. Es posible crear foros de coordinación entre las diferentes luchas que están surgiendo como setas por todo el Estado, donde poder discutir y llevar adelante medidas de lucha unificadas, compañas de solidaridad y apoyo mutuo... y por esta vía poder fortalecer la unidad con las huelgas obreras, de estudiantes, vecinos, parados y demás sectores populares afectados por la crisis.
La coordinación de las huelgas es una fantasma que teme la patronal y su Gobierno, consciente de que podría hacer emerger al movimiento obrero como un sujeto potente en mitad de la debilidad de un Régimen que hace aguas y que pretende llevar adelante una ofensiva sin precedentes contra los trabajadores y sectores populares para salvar los beneficios de un puñado de capitalistas. La coordinación es hoy una de las claves para poder fortalecer estas luchas y poder vencer. A la vez que para que vaya surgiendo un nuevo movimiento obrero anti-burocrático y combativo que ponga freno a la ofensiva que estamos sufriendo. Una coordinación planteada desde las propias organizaciones de los trabajadores en lucha, en las asambleas, comités de solidaridad, etc. como los de PANRICO, UNIPOST, TENNECO, EDESA... y de otras empresas en la perspectiva de realizar encuentros de empresas en lucha para debatir que medidas comunes y de solidaridad pueden llevarse adelante. Iniciativas como las que han llevado adelante los huelguistas de PANRICO son primeros pasos en este sentido. Algo que hay que desarrollar, generalizar y extender en todos los conflictos, como fue el apoyo a la lucha de los trabajadores de ALUPU, la búsqueda del apoyo de trabajadores de otras empresas o el Primer Encuentro Solidario con PANRICO que se realizó en diciembre.
Durante las huelgas de los ‘70, como la del Roca, los que querían devolver a los trabajadores a sus casas para “tener la Transición en paz” eran los más acérrimos enemigos de coordinar las luchas. Hoy sus herederos, que en algunos casos son las mismas personas, hacen lo mismo. No se lo permitamos. PANRICO y todas estas huelgas merecen ganar y su victoria puede empezar a hacer cambiar la dinámica de retrocesos que estamos sufriendo, abrir una etapa en la que los trabajadores podamos frenar a la patronal y el Gobierno y empezar a recuperar lo perdido.
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