Por Fernanda Montagner, militante de Juventude ás Ruas y coordinadora del Centro de estudiantes de Humanidades de la Universidad de Campinas (Unicamp)
El pasado 25 de enero estuvo cruzado, en diversas ciudades capitales, por los primeros actos contra las injusticias relacionadas con el Mundial de fútbol, entre las cuales San Pablo, que contó con más de tres mil participantes, culminó con represión policial, centenares de presos y heridos y el intento de asesinato de un manifestante por la policía.
Estos actos marcan una continuidad con las luchas de la juventud que se convocó en las jornadas de junio y se siente más sensible frente a los enormes gastos de dinero público, mientras viven la precariedad y la falta de acceso a la educación, transporte, vivienda, lo que puede ser una chispa que haga estallar un escenario de nuevas manifestaciones en las calles, lo que más teme la burguesía. Desde el inicio del año, con los “rolezinhos”, la juventud de la periferia negra tomaba los shoppings pautando la discusión nacional sobre la exclusión de la población negra, lo que obligó a la presidenta Dilma a manifestar su temor a que este fenómeno tomase proporciones como las de Junio.
Frente a la proximidad de las elecciones y del Mundial, el gobierno federal petista necesita callar posibles ebulliciones de la juventud y de los trabajadores, y para evitar un nuevo desgaste del gobierno viene creando todo un discurso que plantea que aquellos que están en contra del Mundial le “hacen el juego” a la derecha, mientras lanza un movimiento #vaitercopa que busca legitimar el evento. Al mismo tiempo, está presionada por la Fifa que ya declaró su recelo en relación a la continuidad de la Copa y “ha reclamado a Brasil medidas para que la situación sea controlada hasta el Mundial” (esporte/terra, 26/01). “Control” que significa mucha represión por parte de los gobiernos y sus policías.
“Puedo prescindir del Mundial, ¡estatización de estadios, subte y colectivos!”
En San Pablo la Juventude ás Ruas junto a trabajadores del subte, bancarios, profesores y estudiantes secundarios formamos una bloque único levantando un programa que dialoga con la indignación de la población frente a la precariedad de los servicios públicos, en contraposición a los gastos de la Copa a la cual no tendrán acceso, retomando la principal demanda de junio como fue el transporte, planteando la necesidad de estatización del transporte público bajo gestión de los trabajadores y control de los usuarios. Además de tratarse de una de las principales demandas de la población que no solo pierde horas dentro de un transporte precario, amontonados y de riesgo para la vida de las personas, sino que también gastan buena parte de sus salarios con el alto precio de los pasajes, es el único programa que garantiza transporte de calidad para toda la población, donde es viable pensar las formas de gratuidad del transporte sin que signifique el enriquecimiento de las grandes mafias capitalistas, tal como ocurre hoy.
El bloque también dio cuenta de los últimos escándalos nacionales: el asesinato del joven Kaique, homosexual negro de la periferia, víctima de la homofobia no fue olvidado después de un año en el que aumentó un 11% el número de la violencia homofóbica, gritamos: “¡Kaique, voy a luchar, por tu muerte el Estado va a pagar!”Junto a la juventud negra de los “rolezinhos” también reivindicamos espacios de esparcimiento, cultura y deportes en oposición al Mundial del gobierno y los patrones. El bloque también, como una de las principales lecciones de junio, levantó la necesidad de forjar alas revolucionarias de la juventud y dentro del movimiento estudiantil que vean la alianza con la clase trabajadora: “Alianza revolucionaria, es la de la juventud con la clase obrera!
Una vez más una brutal represión
Sin embargo fue otro acto más que no logró siquiera llegar a su final, como un primer ensayo general hacia el Mundial, la policía reprimió duramente la manifestación, persiguió a los manifestantes dándose casos de atropello, agresión física a los presos, en su mayoría jóvenes de la periferia, y en un ejemplo de acción de la sanguinaria policía, el intento de asesinato de Fabricio, un joven de 22 años que recibió dos balazos en el pecho y uno en la ingle. Mientras los medios y los gobiernos hacen una campaña reaccionaria intentando estigmatizar los actos como acciones de “vándalos” y “descontrolados” que destruyen el espacio público intentando poner a la población en contra, para ocultar que los verdaderos “vándalos violentos” están en el Estado que dirige la policía más asesina del mundo. No por casualidad Dilma creó una tropa especial de seguridad de 10 mil hombres de la Fuerza Nacional para reprimir los actos durante el Mundial.
Desde junio las fuerzas policiales se vienen desgastando frente a la población ante cada nuevo caso de asesinatos, torturas, como el del albañil Amarildo que se convirtió en una causa nacional, “¿Dónde está Amarildo? Este mes se repite con el asesinato homofóbico de Kaike, que la policía intenta encubrir, con la violencia policial contra la juventud negra en los “rolezinhos”, sin contar la serie de denuncias de matanzas en las periferias que no se dan sin que la población se rebele.
Nos ubicamos durante el acto y en toda nuestra actuación, en los lugares de trabajo y estudio, denunciando a la policía asesina, en solidaridad con Fabricio y con todas las familias y jóvenes reprimidos y asesinados por esta institución que solo sirve para reprimir. Como parte de la campaña contra la represión que venimos impulsado, luchamos por la libertad democrática de manifestación, por el castigo a los responsables y los ejecutores de esta brutal represión policial y por el fin de esta reaccionaria institución heredera de la dictadura miliar: ¡Basta de matanzas, fuera la policía asesina!
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