¡Solo la lucha y fuerza movilizada de los trabajadores puede evitar un curso más reaccionario de la situación y brindar una salida desde los intereses del pueblo trabajador: pero debe ponerse en pie no solo contra la derecha sino también contra las medidas económicas del gobierno y la criminalización de las luchas!
En medio de la crisis económica y social, el sector más radicalizado de la derecha se apoya en el descontento social para hacer valer su peso
Las tensiones políticas se han seguido caldeando en el país, y el martes 18/02 fueron expresión de la polarización que nuevamente ha tomado cuerpo, pero esta vez bajo una fuerte crisis económica y social. Los hechos fueron noticias en todos los medios internacionales, destacando las distintas movilizaciones, desde la impulsada por el gobierno de Maduro como por la de la derecha, mostrando sobre todo cuando Leopoldo López fue detenido tras entregarse. Estos son hechos que van caldeando la situación política que por el momento no se avizora cerrarse, estando aún abierto el curso que pueden tomar los acontecimientos políticos.
Como hemos explicado en nuestra primera declaración política, el gobierno se ha mostrado incapaz de dar solución a la situación económica preso de sus propias contradicciones, mientras la crisis se agudiza al compás del descontento social. En este marco un sector de la derecha más “radicalizada” se ha plantado más al frente acentuando al mismo tiempo una división en la Mesa de Unidad Democrática (MUD). El sector que venía siendo el liderazgo mayoritario de la oposición, representado por Capriles Radonski, se vio afectado luego de la derrota en las elecciones municipales de diciembre y de haber querido convertirlas en un plebiscito contra Maduro como revancha a la elección presidencial que –según dijeron– les “robaron” en abril. El “ala dura” encabezada por Leopoldo López y María Corina Machado, como rostros más visibles, afirma que la derrota electoral de diciembre sería una clara demostración del fracaso de la “línea blanda” en la oposición, sosteniendo que había que seguir en las calles luego de las presidenciales del 14 de abril y, como elemento más “concluyente”, muestran la respuesta positiva de Capriles y la dirección de la MUD al “diálogo nacional” que tendió el gobierno. “Capriles y la MUD son colaboracionistas con el gobierno y no responden a la altura de lo que la crisis y el descontento social exigen”, así podría resumirse el planteamiento, y se postulan como alternativa nacional.
En cuanto a la correlación de fuerzas al interior de la oposición burguesa aún está por verse cómo se desarrollará en adelante frente a los acontecimientos en curso. Capriles, Primero Justicia y la dirección de la MUD aparecieron frente a los acontecimientos del 12/2 deslindándose de “las acciones violentas” (de Voluntad Popular) al momento de los hechos, negándose incluso a llamar a nuevas movilizaciones en los días siguientes, pero luego volvieron a “cerrar filas” justificando los hechos como “expresión de una inconformidad real” y sumándose a las movilizaciones que ya había lanzado Leopoldo López y su partido (en la que afirmaba que se entregaría), para aparecer nuevamente distanciados sobre los caminos a tomar sobre cómo enfrentar al gobierno de Maduro.
El contenido reaccionario de las movilizaciones: quieren que el país se arrodille ante las exigencias del empresariado nacional y el imperialismo y abonar el camino para una “salida” por derecha “fuera del calendario electoral”
Como hemos explicado, el sector más “radical” de quienes se oponen al gobierno por derecha se trazó una agenda para modificar la correlación de fuerzas al interior del frente opositor, marcar una dinámica más hacia la derecha de la situación nacional y debilitar el gobierno de Maduro buscando pasar a ofensivas mayores. La represión a la que vienen siendo sometidas y que los lleva a reclamar el legítimo derecho democrático a manifestar, no anula sin embargo el carácter reaccionario de este movimiento. En el marco de la crisis económica nacional –que no termina de destrabarse entre lo que plantea el gobierno de Maduro y el sector empresarial, con su carga de descontento social acumulado-, Leopoldo López (VP), María Corina Machado, Antonio Ledezma y Cía, pulsan por una “solución” subordinada totalmente a los intereses empresariales y el imperialismo, mucho más de lo que ya el gobierno permite y ofrece, pues son rabiosos y empecinados en “salirse de Maduro”.
Son los que proponen una “solución” nada “popular” ni “democrática”, pues además se plantean allanar el camino para imponer un cambio de gobierno “sin esperar el calendario electoral”: hablan de “copar las calles hasta que se vaya”, forzando “la salida” (de Maduro). Son movilizaciones en clave “destituyente” que, si no se desarrollan en una dinámica directa de golpe de Estado, no necesariamente es por falta de voluntad de quienes las impulsan –partícipes de las movidas golpistas entre 2002 y 2003– si no por falta de condiciones y correlación de fuerzas para hacerlo.
Como “agravante” está el respaldo que recibe esta oposición por parte del gobierno estadounidense, campeón en injerencias e intervenciones imperialistas. Más allá de si son reales o no las recientes denuncias de Maduro sobre las presiones directas del gobierno yanqui –pero que no es de extrañar que así sean, y el canciller Elías Jaua lo ha vuelto a ratificar-, son evidentes los lazos de Leopoldo López, María Corina, y el conjunto de la oposición, con el imperialismo estadounidense.
Si la burguesía nacional y la derecha pueden permitirse hacer lo que hacen, es por responsabilidad del gobierno: no solo del actual de Maduro sino también de los anteriores de Chávez
Hay que decir con toda claridad que si estamos en esta situación, donde la derecha ha tomado más cuerpo, es por responsabilidad del propio gobierno, porque ni aún en los momentos de mayor confrontación, ni aún en los momentos en los que la burguesía nacional y sus políticos oficiales se lazaron los ataques más virulentos y fueron derrotados, el gobierno tomó medidas concluyentes para despojarlos de su poder económico, para reordenar la economía sobre nuevas bases. Como hemos dicho: “aunque la burguesía nacional ha hecho “méritos” de sobra para ser despojada de su poder económico, por antinacional y hostil a las mayorías trabajadoras –fue golpista aliada del imperialismo en 2002-2003, fuga capitales, especula y acapara, hace trampa con los dólares que les da el Estado–, el gobierno jamás dio ningún paso en ese sentido”.
Chávez contó con un gran respaldo obrero y popular, la reacción estuvo debilitada porque sus intentos de golpe chocaron con el muro de la resistencia del pueblo trabajador, ¡pero el gobierno jamás avanzó en un camino que abriera paso a una verdadera revolución social!, ¡al contrario, siempre jugó a evitar mayores niveles de desarrollo de la lucha de clases, siempre jugó a sacar al movimiento de masas de las calles, siempre jugó a llevar todo al terreno de las elecciones! Si hubo movilizaciones de masas enormes y contundentes, no fue porque Chávez se jugara a movilizar para imponerle a la burguesía una derrota verdadera y arrebatarle el poder económico, sino porque eran movilizaciones defensivas de las masas (y el gobierno), inevitables ante los ataques de la reacción proimperialista. Por eso, ni aún en los momentos de mayor debilidad de la reacción, Chávez desarrolló una política verdaderamente anticapitalista.
El gobierno de Chávez al contrario se limitó a poner tímidos controles, a una política de forcejeo con el imperialismo, regateando parte de la renta petrolera, llevando al país a un endeudamiento interno y externo enorme, y a una dependencia mayor de las importaciones. El gobierno de Maduro, a quien le ha explotado la crisis por su parte, no encuentra mejor idea que irse abriendo cada vez más a las presiones empresariales, devaluando la moneda y por tanto provocando la caída del salario real, que no provocan otra cosa que una mayor agudización de la crisis. Hoy, producto de esto estamos pues pagando las consecuencias de esta política, y una derecha más recalcitrante va tomando más cuerpo a nivel nacional.
El gobierno es doblemente incapaz de desarrollar una verdadera lucha contra los capitalistas y de dar una salida de acuerdo a los intereses obreros y populares
Como hemos señalado hace meses, “El gobierno, que habla de una “guerra”, en lugar de debilitar resueltamente al “ejército contrario”, toma medidas que más bien lo fortalecen. A fin de cuentas, el gobierno también considera que la clave para que no haya inflación ni escasez es brindar las condiciones para que los empresarios “produzcan”. Por eso está preso de su “contradicción”: entre ponerle límites a los aspectos más groseros del chantaje empresarial y brindarles las condiciones que exigen, y en los últimos meses anda en un giro “productivo” estableciendo y buscando pactos con los empresarios, haciendo juegos de equilibrista para ir relajando algunos controles y mantener otros”.
Por eso no vendrá de manos del gobierno ninguna salida a la crisis favorable a los intereses de las mayorías de trabajadores y pobres del país, porque una salida así requiere precisamente afectar los intereses de la burguesía nacional y de los capitales imperialistas. Un curso contrario al del gobierno.
Pero además de esto, en esa supuesta “cruzada por la producción” el gobierno se lleva por delante a los sectores de la clase obrera que, ubicados en el centro de la producción, dan peleas por sus derechos, alertan o denuncian los problemas en las empresas. Son numerosos los casos en estos meses en los que ha habido paros o protestas obreras reprimidas en empresas relacionadas con la producción, o en los que han sido despedidos o amedrentados decenas de trabajadores o dirigentes que han alertado sobre problemas con la producción o denunciado a la gerencia de empresas del ramo –sobre todo en empresas estatales. Con su política de coacción y represión a las luchas, el gobierno, por un lado, se “autosabotea” la producción, porque acalla la voz de quienes alertan y denuncian los verdaderos problemas en la misma, y por otro lado, conlleva a una lógica de “producir” no importa si es a costa de mantener a los trabajadores bajo condiciones de sobre explotación o arrinconando sus luchas. No está demás también recordar los encarcelamientos de obreros como los de la empresa Civetchi, o la gran impunidad frente a asesinatos de obreros y dirigentes de los pueblos originarios emblemáticos como fueron los casos del cacique yukpa Sabino Romero y buena parte de su familia.
La “mano dura” del Estado contra las protestas de la derecha, es la misma que cae más duro aún contra los trabajadores y trabajadoras que luchan
Por todo eso es totalmente equivocado pretender –como cierta izquierda– que la manera de hacer frente a las movidas de la oposición de derecha es subordinándose al gobierno y apostando al fortalecimiento de su capacidad represiva, avalando que este limite y cercene las libertades democráticas. Como queda claro, la lucha para que la crisis no sea descargada sobre el pueblo trabajador no solo es contra la oposición derechista, o contra “la burguesía” en general, sino también contra el gobierno que, a fin de cuentas, es quien administra y gestiona la crisis, es su política la que permite todo el chantaje empresarial, son sus medidas las que confabulan para devaluar el salario y aplastar la resistencia de aquellos trabajadores que luchan en serio.
Apoyar el accionar represivo del Estado es fortalecer al mismo aparato represivo que cae con mayor fuerza aún sobre las luchas de los explotados y oprimidos. Legitimar que se violente el derecho a manifestar, a trancar calles, legitimar que el Estado aprese a manifestantes, que la policía política y la inteligencia militar intervengan en las movilizaciones de calle, que a quienes protestan los lleven presos a los comandos de la Guardia Nacional y del SEBIN, etc., es de una miopía política enorme, por decir lo menos, pues son medidas que aunque circunstancialmente caen sobre sectores que levantan un programa reaccionario, fortalecen las mismas instituciones que hoy tienen cientos de obreros procesados por luchar, que tienen obreros presos por querer formar un sindicato o hacer una huelga, que se meten en las fábricas y empresas donde hay luchas y amedrentan a los obreros, que reprimen las asambleas o manifestaciones frente a las empresas, que apresan a trabajadores que reparten volantes por su contrato colectivo. Esto ya estamos cansados de verlo, no más recientemente en una lucha obrera ha habido condenados a la cárcel por el simple delito de montar un sindicato como es el caso de los obreros de la Civetchi –una empresa de capital estatal y privado-, o en el más reciente apresamiento de los dirigentes petroleros como José Bodas y otros en las refinerías de Anzoátegui por el simple hecho de realizar un piquete entre los trabajadores.
¡Avalar las medidas represivas del Estado es contribuir a imponer una correlación de fuerzas que permita aplicar el ajuste capitalista sobre una clase obrera golpeada y diezmada! Es además la peor manera de prepararse para una eventual situación de golpe de derecha, porque si cada vez que los trabajadores intentar levantar cabeza el Estado y los empresarios los pisotean y los doblegan, una arremetida reaccionaria golpista los encontrará debilitados. Al contrario, la mejor manera de prepararse para hacer frente a un posible golpe es que los trabajadores avancen en desarrollar su fuerza de lucha, sus métodos, que fortalezcan sus músculos y su confianza en paros obreros, asambleas, huelgas, tomas de fábricas, movilizaciones de calle, barricadas, etc., ¡y eso es totalmente incompatible con el apoyo al aparato de coacción estatal! Incluso su derecho a constituir organismos de autodefensa obrera frente a los ataques patronales, el accionar de sicariato o desalojos de sus lugares de lucha.
No solo la oposición propone una “solución” por derecha a la crisis económica, también el gobierno descarga la crisis sobre el pueblo trabajador con su política de ajuste a cuenta gotas
Pero un curso más a derecha de la situación nacional no viene solo de la mano de esta ofensiva de la oposición empresarial y proimperialista, el gobierno nacional también gestiona “soluciones” pro empresariales, antiobreras y antipopulares, tanto en el terreno económico como en el de la coacción y represión a las luchas. El gobierno –con la más elemental lógica capitalista– también coincide con “la burguesía parasitaria” y la oposición en que la solución a la crisis pasa por “mejorar la producción nacional”: anda hace meses en un “giro productivo” estableciendo y buscando pactos con los empresarios, haciendo juegos de equilibrista para ir relajando algunos controles y mantener otros. Está preso de su “contradicción” entre ponerle límites a los aspectos más groseros del chantaje empresarial y brindarles las condiciones que exigen.
En este camino, por más que vocifere contra “el capitalismo” y lance las más variadas invectivas y advertencias contra la burguesía, sus políticas son cada vez más las que pide el empresariado y las que golpean a los trabajadores y el bolsillo obrero y popular.
El gobierno no deja de pagar religiosamente la deuda externa –que se paga ¡en dólares!, por supuesto– y continúan las transnacionales girando jugosas ganancias a sus países, o sea, “los dólares del pueblo” se siguen yendo en masa por esas vías. No tiene ninguna política para obligar a los banqueros y capitalistas nacionales a traer de vuelta al país los miles de millones de dólares que tienen fuera del país, al contrario avanza en relajamientos del control de cambio (SICAD II). Continúa devaluando el bolívar sin cesar –para “estimular” la producción nacional, es decir, a los capitalistas, y para que el Estado obtenga más bolívares para cubrir sus gastos internos–, devaluando los ingresos del pueblo trabajador. Subsidia las ganancias de numerosos sectores capitalistas –tanto imperialistas como nacionales– a los que exonera de impuestos para “estimularlos a producir”, mientras el pueblo debe pagar el IVA. Mantiene un control de precios totalmente impotente, además genuflexo, pues de sus muchas reuniones con los empresarios salen acuerdos para aumentar los precios y para “revisarlos periódicamente”. Pone a disposición de los empresarios los dineros públicos mediante préstamos en condiciones favorables a estos. Discute abiertamente –en acuerdo con el grueso de la burguesía y sectores de la oposición– el aumento de la gasolina, así como el de otros servicios públicos (transporte subterráneo, electricidad, gas, etc.).
Simultáneamente desarrolla una política de coacción y represión de las luchas obreras más decididas. Ya bajo los gobiernos de Chávez se armó un entramado legal que criminaliza acciones de lucha obrera y popular como los paros, huelgas, asambleas y movilizaciones de calles en los más diversos sectores económicos y en “zonas especiales” que abarcan casi un tercio del territorio nacional. Desde entonces datan varias de las represiones más fuertes que han soportado las luchas obreras en los últimos años, así como la judicialización y enjuiciamiento de cientos de trabajadores, campesinos e indígenas.
Hoy, con la crisis pesan más esas cadenas, tanto porque la pérdida de valor del salario aumenta la necesidad de las luchas reivindicativas, como porque en ese “giro productivo” del gobierno cualquier lucha de trabajadores que afecte el desarrollo de alguna actividad productiva es tachada directamente de “saboteo a la producción”, y le cae encima la coacción, despido de los que luchan, represión y enjuiciamiento –llegando en algunos casos hasta el encarcelamiento. La burguesía nacional, su Estado, el gobierno, sus justicias y sus cuerpos represivos resultan estar ahora en una perfecta alianza “productiva” cuando de enfrentar a las luchas obreras se trata, porque al fin y al cabo ¿quiénes producen realmente?, los trabajadores, y cuando estos toman medidas de lucha que “afectan la producción” los empresarios y el gobierno pegan el grito en el cielo: total, la “producción nacional” tiene que aumentar, ¡no importa si es sobre la explotación de los trabajadores o de aplastar sus luchas!
Solo con la fuerza obrera y popular se le puede hacer frente consecuentemente a la derecha empresarial y proimperialista
Como hemos explicado, el gobierno se ha mostrado incapaz de pararle la mano a la derecha, son quince años de gobierno en que estos sectores se han mantenido intactos, incluso cuando el movimiento de masas la ha arrinconado o derrotado como en sus intentonas golpistas del 2002-2003, ha sido la política de Chávez en su entonces, y en este sentido actúa Maduro también, las que los ha salvado. Esto es lo que ha permitido que vayan recuperando fuerzas, y aumentando su capacidad de acción y movilización, y es lo que ha llevado hasta el día de hoy, a tomar nuevos bríos tensionando nuevamente el país poniendo sobre el tapete su salida derechista y más abiertamente proimperialista. Como hemos explicado, hasta el momento esta derecha no se posiciona en clave de golpe de Estado, no porque no lo desee, sino porque al momento no le da la correlación de fuerzas.
Pero obviamente no se puede descartar que si estos sectores adquieren más fuerza, el gobierno de Maduro se debilita aún más, ven el visto bueno del sector empresarial y el imperialismo, no puedan ensayar acciones en clave golpista o lanzarse abiertamente hacia un golpe de Estado, ya han demostrado en períodos anteriores de lo que son capaces. En este caso los revolucionarios sabremos actuar tal como lo hicimos para enfrentarlos como en sus intentonas golpistas del 2002 y 2003, y centralmente durante el 11 de abril. Allí apostamos a la movilización obrera e independiente, la expropiación de todos los golpistas e incluso exigimos armas para el pueblo para derrotarlos. El gobierno de Chávez en ese entonces, luego de que fueran el pueblo trabajador y las masas quienes lo restituyeran, prefirió la reconciliación con los golpistas y dejarles las manos libres y condiciones para que se recuperaran. Por eso somos categóricos una vez más, sólo la movilización obrera independiente, con sus propios métodos de lucha, es la que sabrá pararle la mano a las embestidas derechistas, y no bajo la política del gobierno de Maduro, que cada vez más les cede y cede, incluso abiertamente sostiene que la entrega de Leopoldo López ha sido negociada pero sin decir qué fue lo que negoció.
Hay que poner en pie la poderosa fuerza de los trabajadores, con qué métodos y banderas de lucha
Hay que desarrollar la lucha obrera y popular para pararle la mano a un curso más derechista de la situación nacional, y La manera de evitar que la derecha cobre más fuerza y peso social, es poniendo en pie la fuerza clasista de los trabajadores con demandas contrapuestas a las que levantan estas movilizaciones.
Parte de esta lucha es por ganarse a la juventud a una salida del lado de la clase obrera, luchando por poner en pie una juventud pro obrera, antiburocrática y antiimperialista. Las medidas bonapartistas que actualmente impulsa el gobierno de Maduro solo sirve para favorecer que el movimiento estudiantil sea ganado por la demagogia "democrática" liberal de la derecha empujándola cada vez más a que adopte políticas reaccionarias. Hoy más que nunca está planteado una gran batalla en el movimiento estudiantil contra la reacción gorila y el chavismo, y que ligue su lucha por una salida obrera y popular en función del conjunto de los intereses de los explotados y oprimidos. Para empezar a poner en movimiento la fuerza obrera se hace imprescindible unificar todas las luchas en curso, convocando desde ya Encuentros regionales obreros en la dinámica de un gran Encuentro Nacional de lucha, con delegados electos en cada fábrica, mandatados en sus asambleas y revocables, y abierto a todos los trabajadores y trabajadoras. Ese encuentro se debe votar un verdadero programa de lucha.
Decimos que estas medidas elementales que proponemos no pueden esperarse de este gobierno, no lo ha hecho y no lo hará. Solo los trabajadores junto a todos los explotados, sectores pobres urbanos y campesinos pobres, que son los que tienen todo que perder, los únicos que pueden llevar una lucha hasta el final. Aún la crisis no ha terminado de golpear las fuerzas obreras, son más de 7 millones de asalariados, una fuerza social inmensa frente a una minoría de parásitos. Para empezar se hace imprescindible unificar todas las luchas en curso, desde las reivindicativas por salarios, contra los despidos como por las de los convenios colectivos, así como aquellas que avanzan en demandas de mayor aliento.
Pero parte de esta lucha es también enfrentar a las burocracias sindicales, tanto las aliadas al gobierno que defienden a rajatabla las medidas gubernamentales, como las aliadas a la oposición empresarial y de derecha que, aprovechándose de la caída del nivel de vida del pueblo, hacen demagogia pero con un claro objetivo de ser correa de transmisión de las empresas privadas. Ninguna de estas burocracias está de acuerdo con estas medidas elementales que proponemos. Con un programa en este sentido que proponemos es que puede irse configurando un verdadero cambio en la correlación de fuerzas nacional favorable a los intereses de las mayorías trabajadoras y empobrecidas. Movilizaciones y desarrollo de las luchas en ese sentido son además la mejor manera de prepararse para en eventual golpe de derecha, porque implica ir fortaleciendo los músculos de los de abajo, implica ganar independencia y poder de lucha frente a los empresarios y frente al propio gobierno y su represión. Es la mejor manera para que, en caso de golpe, se ponga en pie la enorme fuerza obrera y popular en las fábricas, empresas y las calles, para que derrotemos a la reacción. Pero también para no repetir la historia de 2002 y 2003, donde luego de cada victoria obrera y popular, el gobierno mandó al pueblo a sus casas y administró las derrotas de la reacción para asentar su régimen, mantener en pie todo lo fundamental de la sociedad capitalista, dejando prácticamente intacto el poder económico de la burguesía, ¡ese mismo poder que usan hoy para chantajear al país y al pueblo trabajador!
Un programa de acción para la movilización y unidad de lucha obrera y popular
Para que la crisis la paguen los capitales imperialistas, la burguesía nacional y los ricos, es necesario poner en pie la potencialmente poderosa fuerza de los trabajadores y trabajadores, en alianza con el conjunto del pueblo pobre, con demandas contrarias a las que levanta la oposición y a las políticas que viene aplicando el gobierno.
¡Cese el pago de la deuda externa! Basta de pagar ese tributo a los capitales y gobiernos de las potencias capitalistas. Esos recursos que se destinen a salud, educación y vivienda.
¡Monopolio estatal del comercio exterior, con control de las organizaciones obreras y populares! Es clave para cortar las maniobras de las grandes empresas y grupos económicos que lucran con los movimientos cambiarios, la fuga de capitales, y el robo de las importaciones. Esta medida tiene que estar acompañada de la nacionalización de toda la banca, creando una banca estatal única, bajo control directo de los propios trabajadores.
Por la nacionalización real y efectiva de toda la industria petrolera bajo control de los trabajadores.
¡Abajo el IVA! ¡Fuertes impuestos a las ganancias y fortunas capitalistas! Basta de castigar el bolsillo del pueblo trabajador, que paguen los explotadores y los ricos.
Por un verdadero control de precios. Esto solo es posible estableciendo comités de trabajadores y consumidores en todo el territorio nacional, que exijan la apertura de los libros de las empresas, para desmontar las maniobras de las firmas que aducen falta de stock y auscultar el verdadero estado económico de las firmas, es la que puede atacar de raíz este fenómeno que está carcomiendo los ingresos de los asalariados.
¡Apertura de los libros de contabilidad de las empresas! Los capitalistas aducen “pérdidas” para descargar sus niveles de ganancias sobre el pueblo. El gobierno es incapaz totalmente de “controlar” eso, porque además es cómplice de los “márgenes razonables” de ganancia. ¡Nadie más que los propios trabajadores que producen las riquezas tienen derecho a saber la verdad de las finanzas empresariales! ¡Los capitalistas no tienen ningún derecho a ocultarle a los trabajadores y la sociedad las cuentas de la explotación! ¡Que los ojos de la clase trabajadora y el pueblo, a través de sus delegados electos por la base penetren todos los rincones de la verdad de las cuentas capitalistas!
¡Salario igual a la canasta básica familiar y escala móvil de salarios! Que ningún trabajador gane menos de lo que cuesta una canasta básica familiar. Que los salarios no se queden estancados ante el costo de la vida, indexación salarial cada tres meses de acuerdo al aumento de la inflación.
¡Control de precios por parte de los propios trabajadores y el pueblo, sin subordinación a las instituciones gubernamentales! El “control” del Estado es totalmente impotente. Solo comités obreros, con participación de las comunidades, pueden establecer un verdadero control acorde con las necesidades de las mayorías trabajadoras.
¡Control obrero de toda empresa que amenace con cerrar o despedir! Los empresarios chantajean con dejar de producir, con despedir o cerrar, si no aceptan sus niveles y exigencias de ganancia. Las empresas no pueden andar sin trabajadores, pero sin capitalistas sí.
¡Expropiación sin indemnización y bajo administración directa de sus trabajadores de los principales monopolios de alimentos! No puede permitirse que la alimentación de millones del pueblo trabajador dependa de la sed de ganancias o el cálculo político de una corporación o una familia burguesa. Que esas empresas pasen a ser propiedad pública, pero no bajo la dirección de la burocracia gubernamental sino gestionadas directa y soberanamente por los propios productores de las riquezas, los trabajadores, en alianza con los sectores populares y campesinos pobres.
¡Expropiación bajo administración directa de sus trabajadores, de toda empresa y firma que mantenga recursos en dólares en el exterior y se niegue traerlos de vuelta al país!
¡Desprocesamiento de todos los trabajadores y trabajadoras procesados judicialmente por luchar! ¡Cese de todos los juicios, cargos y prohibiciones que pesan sobre cientos de trabajadores y campesinos por hacer huelgas, paro, trancar una calle, ocupar una empresa o una finca! ¡Libertad para los obreros condenados a cárcel por luchar! Parte de la vanguardia luchadora de la clase trabajadora y el pueblo pobre permanece con juicios, prohibiciones o incluso en la cárcel, mientras entre los empresarios, la oposición patronal y el gobierno deciden la suerte de la economía y del pueblo trabajador: ¡para inclinar la balanza en favor de los de abajo, hay que liberar de juicios y prohibiciones a los luchadores!
¡Fuera el SEBIN y la GNB de las empresas y de las movilizaciones obreras!
No a la injerencia imperialista en nuestro país. El gobierno recientemente ha denunciado las presiones imperialistas a través del embajador en la OEA. No hay lugar a dudas que el imperialismo está detrás de las movilizaciones de la derecha, y mete sus manos cada vez que puede, tal como lo hizo abiertamente durante el golpe del 2002, y lo ha seguido haciendo bajo diversas maneras a lo largo de todos estos años. Luchar contra la derecha es luchar también contra el imperialismo. ¡Fuera las garras del imperialismo norteamericano!
20/02/2014
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