Que todos los sectores del movimiento sindical, incluidos los sindicalistas de la CUT y de Força Sindical que en los últimos años pasaron mucho más tiempo en negociatas con el gobierno y la patronal que del lado de los trabajadores, comiencen a hablar de unidad es un indicio importantísimo. Obviamente no estamos diciendo que los burócratas de Força Sindical, que en la mayoría de los sindicatos constituyen una mafia ligada a la patronal, o de la CUT, que ha apoyado todas las medidas de ataque del gobierno Lula, están transformándose en sindicalistas combativos que defienden la unidad real de los trabajadores. Pero cuando esto señores comienzan a hablar de unidad, eso es la expresión de que comienza a haber un cambio en el estado de ánimo de los trabajadores, una nueva disposición de lucha para mejorar su nivel de vida y parar los ataques que están en curso, pues todo trabajador sabe que para defender nuestros intereses la unidad de clase es nuestra más preciosa arma. Este nuevo estado de ánimo se ha expresado en una serie de huelgas salariales de categorías importantes, en movilizaciones de trabajadores sin techo en grandes ciudades del país, en las paralizaciones parciales contra la enmienda 3, en las paralizaciones convocadas por Conlutas contra la enmienda 3 y el conjunto de las reformas de Lula, en la lucha de los profesores contra el techo salarial que el gobierno quiere imponer, que se expresó en el último miércoles en paralizaciones y marchas en todo el país.
La unidad que propone la CUT tiene piernas cortas
Que la CUT esté convocando a movilizaciones contra la enmienda 3 y se coloque de palabra del lado de la lucha de los profesores demuestra cómo la presión de las bases comienza a aumentar y obliga a la burocracia sindical de la CUT a reubicarse para no ser sobrepasada por la base. A pesar de convocar a algunas movilizaciones contra la enmienda 3 e incluso decirse en contra de la reforma previsional, la CUT no dice que será el mismo Luiz Marinho [ministro de Trabajo], a mando de Lula, quien la va a aplicar. Hablan de derechos laborales y al mismo tiempo defienden al gobierno Lula y ataques como el super-simples que legaliza el fraude laboral en las pequeñas y medianas empresas. Hablan a favor del derecho de huelga, pero defienden todo tipo de restricción a la lucha de los trabajadores como la resolución 151 de la OIT (Organización Internacional del Trabajo) que en la práctica prohibe la huelga de los empelados públicos.
Con la entrada del PT y del PCdoB en el gobierno federal los sindicalistas de la CUT, en especial los de Articulación Sindical del PT, pasaron a ocupar una infinidad de cargos de primero, segundo, tercero y todos los escalones posibles en la máquina del Estado. Están dispuestos a entregar los derechos de los trabajadores si consiguieran en cambio negociar con el gobierno Lula y la patronal mantener sus privilegios y cargos. La patronal intenta avanzar con un conjunto de medidas que en la práctica significarían el final de los derechos conquistados durante las luchas de la década del 80 y que de una forma o de otra están asegurados (jurídicamente por lo menos) en la constitución del 88. Si eso sucede, sin embargo, también los burócratas oficialistas pueden perder toda su fuerza y cargos. Durante la década del 90 la dirección de la CUT prestó un gran servicio a la burguesía convenciendo a los trabajadores de que era necesario aceptar los retiros de derechos, el banco de horas y otros ataques, a cambio del mantenimiento de los empleos. Y a pesar de todas esas concesiones, nada impidió a la patronal avanzar con las demisiones y su proyecto de reestructuración productiva. Pero ahora, cuando la burguesía quiere avanzar para terminar con el derecho a huelga, imponer un techo para el aumento de los empleados públicos y retirar nuestros derechos laborales y previsionales, los mismos burócratas sindicales sienten que la burguesía ya no quiere más utilizarlos, que va a preferir cada vez más recorrer directamente a los servicios del judiciario y de la policía para terminar con nuestras luchas.
Al convocar algunas movilizaciones la CUT intenta utilizar la disposición de lucha de los trabajadores para en realidad tener fuerza en las mesas de negociación para mantener sus cargos y privilegios. La dirección de la CUT quiere mostrarle a la patronal que sus servicios aún son necesarios. Cuando consiga alguna migaja para sí, dejará a los trabajadores librados a su suerte, como ya hizo en tantas oportunidades.
La responsabilidad de Conlutas y de Intersindical
El Encuentro del día 25 mostró la debilidad que tienen las direcciones del PSOL y del PSTU. Las direcciones de estos partidos, que se entusiasmaron tanto con la presencia del MST y del PCdoB en el Encuentro, se rehusaron a votar una política para incidir en la base de la CUT y de las otras centrales. Actuaron como si la unidad del día 25 fuese suficiente para llevar adelante la lucha contra las reformas de Lula, cuando todos sabemos que no lo es.
Las condiciones están dadas para que Conlutas e Intersindical den un salto en su inserción entre la clase obrera e incluso para que tomen la dirección de estos procesos de movilización contra los ataques neoliberales. Pero para eso, mucho más que participar de días de lucha “unificados”, en necesaria una política concreta para derrotar los ataques del gobierno, política que pasa necesariamente por la defensa de una unidad real de la clase contra todos los ataques.
Sería más necesario que nunca en este momento un llamado a la unidad de todos los trabajadores y de todos los sindicatos de este país a organizar una lucha seria contra las reformas que ya están en curso y que buscan terminar con nuestros derechos. A las medias medidas de lucha de la CUT contra la enmienda 2 debemos oponer un plan de movilización, un verdadero plan de guerra contra todos los ataques, vengan ellos de la oposición burguesa, o de Lula. Paralizaciones de dos horas no bastan para quebrar la fuerza de la burguesía. Es necesario avanzar hacia una gran huelga nacional que paralise el sector público en unidad con todos los principales servicios e industrias del país.
Pero una huegla así debe ser preparada. Las manifestaciones y paralisaciones que ocurrieron los días 10, 17, 23 y 25 son solo un primer paso. Es necesario exigir la realización de un día de paralisación total, con actos de masas en todas las grandes ciudades del país. Los empleados públicos estaduales, federales y municipales, que han acumulado importantes experiencias de lucha a lo largo del primer mandato de Lula, puede y debe llamar lo más rápido posible a una gran huelga nacional contra el ajuste salarial y los ataques a las jubilaciones y convocar a todos los trabajadores a una lucha unificada contra todos los ataques. Es necesiario formar en cada empresa y lugar de trabajo comités de organización y movilización, como forma de hacer llegar a cada trabajador de base la noticia de los ataques en curso, así como de las medidas en lucha planificadas para pararlos. Es necesario organizar asambleas en cada empresa y lugar de trabajo para votar cómo incorporarse al plan general de movilización y comenzar a organizar la huelga nacional en defensa de nuestros derechos. En este camino, sería una medida de fundamental importancia la organización de un encuentro nacional de delegados para unificar desde las bases a los trabajadores en lucha de todo el país.
Levantando una política así, Conlutas e Intersindical podrían hacer que los trabajadores comparen su actuación con la de la CUT en luchas unificadas, lo que solo fortalecería a los sectores antigubernamentales. Para eso es necesario una política concreta para derrotar las reformas (todos saben que solo grandes actos son insuficientes) y para que esas luchas unificadas se den. Si Conlutas e Intersindical se dirigiesen a las bases de la CUT exigiéndole a sus direcciones un plan de guerra para derrotar todos los ataques en curso y explicando pacientemente por que la CUT convoca solo a pequeñas paralizaciones, organiza días de lucha pero no una huelga nacional contra las reformas, la autoridad política de Conlutas e Intersindical aumentaría enormemente entre las bases de la CUT. Una lucha seria para llevar a cabo esas medidas en cada lugar de trabajo donde Conlutas e Intersindical tienen presencia, aplicando correctamente la táctica de exigencias y denuncias contra la dirección de la CUT, podría acelerar enormemente la experiencia con la dirección oficialista.
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