CRISTINA ATACÓ A LOS TRABAJADORES Y A LA IZQUIERDA
El sábado 1°, en la apertura de sesiones legislativas, Cristina Kirchner definió quiénes son sus amigos y quiénes sus enemigos. Le pegó duro a los docentes diciéndoles que “tienen que laburar” y atacó el derecho de huelga porque transforma a “la gente” en “rehén” de la protesta. Pero además, la presidenta festejó la cláusula de presentismo que busca imponer en las paritarias docentes. Como denunció el diputado del PTS en el FIT, Nicolás del Caño, se trata de toda una “rémora del menemismo”. El objetivo del ataque es claro. En una paritaria testigo para toda la clase obrera, el oficialismo quiere, a lo sumo, otorgar un 31% en cuotas, a terminar de cobrar en junio de 2015. Los docentes perciben un básico que está entre los más bajos de los trabajadores en blanco del país: $3.416.
La complicidad de CFK con los empresarios no se notó sólo por su defensa al tope salarial. Cristina reivindicó el pago de la indemnización a precio de mercado a Repsol, defendió la entrega del Yacimiento de Vaca Muerta a la yanqui Chevron, y hasta señaló que la privatización menemista de YPF había sido una “oportunidad para hacer negocios” en muchas provincias.
Los piquetes fueron el blanco privilegiado de su discurso. Por eso llamó a la oposición patronal a unir filas para legislar contra la protesta social y mencionó indignada a nuestro partido, el PTS, por participar de los cortes del 27 de febrero que en todo el país instalaron la campaña por la absolución de los petroleros de Las Heras. Esa jornada de lucha fue reprimida por la Policía Federal y la Gendarmería, al mando del Secretario de Seguridad, Sergio “Rambo” Berni.
Pero lo más escandaloso fue el aval presidencial al nefasto fallo que condena a los trabajadores. La sentencia fue apelada porque se trata de un juicio en el que los testimonios de los acusados fueron obtenidos bajo tortura. “Pruebas” lisa y llanamente ilegales. Por eso ya se pronunciaron por la absolución personalidades de intachable trayectoria en defensa de los derechos humanos como Adolfo Pérez Esquivel o Nora Cortiñas, y figuras de las más variadas procedencias políticas.
Cristina decidió tirar por la borda todo discurso “progre” para darle un espaldarazo a una justicia, la de Santa Cruz, amiga de la tortura. Es grave, incluso peor que la complicidad estatal ante el caso del desaparecido Jorge Julio López o el espionaje de Gendarmería con el Proyecto X. CFK se autoproclamó “co-autora” de un fallo infame a la medida de las multinacionales petroleras.
Un programa común contra los trabajadores
El discurso de Cristina es el de un gobierno que, tras salir muy debilitado de las elecciones de octubre, decidió finalmente en enero ceder generosamente a las pretensiones patronales. El plan de los “nacionales y populares” incluye la vuelta al endeudamiento con los organismos internacionales de crédito, techos salariales, tarifazos, la devaluación que llevó el dólar a $8 y el enfriamiento de la economía que ya golpea con suspensiones y despidos. Las brechas que se habían abierto porque un sector burgués, particularmente los exportadores agrarios, presionaron hacia una devaluación más abrupta que la “administrada” por los K, se cerraron cuando las patronales de conjunto terminaron por avenirse al programa de corte más neoliberal presentado por el gobierno. No sorprende que los macristas hayan aplaudido de pie partes del discurso presidencial en el Congreso.
El cierre de estas fisuras permitió superar, al menos en la coyuntura, la inestabilidad política y económica vivida desde las últimas elecciones y envalentona al gobierno para intentar arremeter contra los trabajadores y los sectores populares. En el terreno político, Cristina también se postula para un nuevo papel. Desechada toda posibilidad de reelección se acerca a los sectores más conservadores del PJ del Frente para la Victoria, y busca quitarle espacio a Sergio Massa que en estos días compite con el gobierno para ver quién está más a la derecha respecto al borrador presentado en el Congreso por el proyecto de reforma del Código penal. Los intelectuales kirchneristas y los progresistas que apoyan a este gobierno no podían haber quedado más en falsa escuadra. Uno de los mejores ubicados, por ahora, como presidenciable para el 2015 es el bonaerense Daniel Scioli. En la apertura de sesiones legislativas el gobernador se refirió a las paritarias, y era de esperar su coincidencia en “filosofía y espíritu” con la propuesta salarial de Cristina.
La burocracia sindical, por su parte, ya está haciendo su “aporte” al nuevo consenso burgués. Ni oficialistas ni opositores han realizado medidas de lucha serias contra la devaluación que licuó el salario, ni defienden a quienes protagonizan duros conflictos contra los despidos.
Encuentro del sindicalismo combativo
A los dirigentes K de CTERA, como Yasky y Baradel, el gobierno no les dejó otra opción que la de desacatar la conciliación obligatoria y convocar al paro nacional por 48 horas (5 y 6 de marzo) cuando la huelga ya estaba llamada en 17 provincias. En muchas seccionales de los SUTEBA en provincia de Buenos Aires o regionales como Neuquén, la acción de las conducciones opositoras donde tiene peso la izquierda ya había decidido encarar medidas de fuerza.
Al cierre de esta edición, los docentes de Misiones eran reprimidos por la policía provincial y la Gendarmería; y al mismo tiempo Berni volvía a condenar los cortes de calle acusando nuevamente a los diputados del FIT (Nicolás del Caño, Néstor Pitrola y Christian Castillo). Hasta arremetió contra el gobernador de Santa Fe, Hermes Binner, a quien nadie se le ocurriría tildar de “agitador”, por estar detrás de las movilizaciones de Barrios de Pie. El gobierno está dispuesto a impedir los piquetes a como de lugar.
Toda lucha que encaren los trabajadores y los sectores populares, tiene que ser preparada a conciencia y es un deber organizar la más amplia solidaridad. La resistencia al desalojo por parte de vecinos sin techo de Villa Lugano que ocupan tierras en reclamo de vivienda, también contó con la condena presidencial. Por eso los legisladores del FIT estuvieron en la primera línea de defensa de las familias ocupantes.
En este marco, el Encuentro convocado para el sábado 15 en el estadio cubierto de Atlanta es una gran oportunidad para reunir a todo el sindicalismo combativo: a los sindicatos, comisiones internas, delegados, a los luchadores y a la izquierda para conformar una alternativa contra la tregua de la burocracia sindical. Allí discutiremos qué medidas tomar para defender la lucha de los maestros, para apoyar la pelea de las y los obreros de Kromberg, de los metalúrgicos de Liliana y de los obreros de la autopartista Valeo de Córdoba, el impulso de plenarios regionales para apoyar los conflictos, y cómo promover la exigencia de un paro y plan de lucha nacional contra la pasividad de las direcciones burocráticas de las CGT y las CTA.
En el Encuentro vamos a pelear por un programa que reclame el salario igual a la canasta familiar indexado automáticamente según inflación, la prohibición de despidos y suspensiones, el reparto de las horas de trabajo sin rebaja salarial, el fin del trabajo en negro y la tercerización laboral; la pelea por comités de precios donde los que controlen sean los trabajadores y consumidores populares, así como medidas como el no pago de la deuda externa, contra el acuerdo con Repsol, la expropiación sin pago de todas las petroleras para conformar una empresa estatal única bajo gestión de los trabajadores.
La defensa incondicional de los petroleros de Las Heras tendrá en el Encuentro una tribuna para promover audazmente la campaña por la absolución. Pero es una tarea que también debe encarar todo luchador democrático consecuente, más cuando la injusta condena acaba de recibir el espaldarazo presidencial. Las personalidades de derechos humanos, centros de estudiantes, organizaciones sociales, sindicales y políticas deben redoblar la campaña. El 24 de marzo debemos ser miles en la calle gritándole a CFK que “no queremos ningún trabajador petrolero preso”.
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