Después de la huelga de los garís (barrenderos), que mostró a la clase trabajadora emergiendo como un potente sujeto político, derrotando al gobierno del intendente Paes y el gobernador Cabral de Río de Janeiro, incluso enfrentando la represión policial y la guardia municipal y la justicia de trabajo, demostrando un fuerte sentimiento antiburocrático más extendido en los sectores precarizados, que señala la imposibilidad mantener aspectos fundamentales del lulismo como el inmovilismo social a través de la burocracia sindical.
Desde las Jornadas de Junio la clase trabajadora inició su entrada en escena política, a pesar del freno impuesto por las burocracias sindicales (CUT, Força Sindical, UGT, etc.) y de la impotencia de la izquierda – PSTU, que dirige CSP-Conlutas, y el PSOL, que estratégicamente se construyó sin trabajo estructural en la clase obrera - y su estrategia de sindicalismo combinado con electoralismo. La Copa del Mundo, que dos años atrás glorificaba el “Brasil Potencia”, hoy es cuestionada por el 55% de la población y recibida con una fuerte presión de diversas huelgas de trabajadores que ven en ese evento una gran oportunidad de exigir sus demandas al gobierno. Hasta la burocracia sindical, buscando presionar al gobierno y a la patronal en las negociaciones, amenaza con huelgas durante la Copa del Mundo, coincidiendo con las campañas salariales de diversos sectores como los trabajadores del subte, aeronáuticos, conductores y cobradores de ómnibus, de la construcción, entre otros, que involucraría cerca de 4 millones de trabajadores. Claro que la burocracia se niega a convocar a un plan de lucha nacional, con asambleas para unir, organizar y coordinar a todos los trabajadores en defensa de sus reivindicaciones.
La izquierda no existió en la gran huelga de los garís, pero ahora se impresiona con los motines policiales
Frente a este cuadro, la izquierda no ha mostrado capacidad de convocar y movilizar centenas y miles de activistas que puedan constituir un polo antiburocrático y combativo, dando ejemplos a partir de sus estructuras (fábricas, empresas, servicios) y sindicatos que puedan generar capacidad de exigir a la burocracia un frente único en defensa de los trabajadores, de las demandas de Junio, contra el derroche de la Copa del Mundo, la represión y la criminalización de las luchas y los luchadores.
Durante la huelga de los garís – en Carnaval – la izquierda estaba de “vacaciones”, no cumplió ningún papel serio ni demostró entusiasmo y disposición para convertirla en una “causa nacional”. En las huelgas que movilizaron a centenas de miles en Brasil –sólo en Río de Janeiro, en las últimas semanas hubo 47 mil trabajadores en huelga - la izquierda no tiene peso dirigente, ni siquiera como un polo combativo. Muestra de su fracaso como izquierda clasista y combativa. Sin embargo, ahora, frente a los motines policiales, principalmente en Bahía, la izquierda brasilera una vez más dedica esfuerzos, diarios y fuerzas para defender la policía militar, la policía civil y bomberos (también militares) como “trabajadores de seguridad” o “servidores públicos” comparando sus motines con las grandes luchas obreras como la emblemática huelga de los garís de Río de Janeiro. Abandonan todas las enseñanzas revolucionarias de Marx, Engels, Lenin y Trotsky.
La dirección del PSTU, que no hizo ningún esfuerzo serio en defensa de la huelga de los garís de Río, ahora es defensora de la policía (mezclada con una utópica y reaccionaria reforma del aparato represivo). En la declaración “A Bahia de todas as lutas” Toda solidariedade ã greve dos policiais militares e a luta do funcionalismo público!” (“La Bahía de todas las luchas” ¡Toda la solidaridad con la huelga de los policías militares y la lucha de los trabajadores públicos!) llega al absurdo de reivindicar el motín policial como parte de las luchas de los trabajadores públicos, y en “destacado” especial: “El proceso más importante en este momento es de los diversos sectores de los trabajadores públicos estaduales, con énfasis en la movilización que ha polarizado a la sociedad soteropolitana (oriundo de Salvador, Bahía) y bahiana: la huelga de la Policía Militar, iniciada el último martes, 15 de abril, junto con una paralización de 24 horas de la policía civil.” [http://www.pstu.org.br/node/20558]
Como si fuese poco, engaña e ilusiona a la vanguardia y a los trabajadores proponiendo que “No basta, con todo, apoyar las reivindicaciones de los policías. Es necesario hacer un llamado a esos trabajadores para, a partir de su experiencia de lucha, ser ganados para estar junto a los luchadores y del pueblo pobre, y no del lado de la represión del Estado. Defendemos que es necesario ir más allá, es posible luchar por otra política de seguridad, luchar para desmilitarizar la policía: tener una policía civil única, terminando con la separación entre las actividades de investigación y vigilancia, teniendo una única fuerza no subordinada a las Fuerzas Armadas. La policía tendría el mismo derecho que cualquier trabajador público, de manifestarse libremente.” El PSTU defiende el “mismo derecho que cualquier trabajador” para la policía, en todo el país, la misma policía más asesina del mundo, la policía que ayer en Río fue repudiada por la población de los morros de Copacabana por el asesinato del bailarín DG, un caso más que muere por “bala perdida”.
Es decir, este partido que se dice revolucionario apoya el motín policial y defiende una reforma utópica y reaccionaria del aparato represivo, ilusionando a los trabajadores con la falsa idea de que es posible, con propaganda y “pedidos”, lograr que la fuerza policial “se pase al lado de los trabajadores”, sin una crisis revolucionaria y la clase obrera organizada y preparada con sindicatos revolucionarios y un partido revolucionario que imponga derrotas ejemplares – políticas, económicas y físicas al Estado y sus fuerzas represivas.
Mientras la dirección del PSTU apoya el motín policial, y reivindica como “método obrero” de lucha, la población pobre de Salvador desenmascara los métodos reaccionarios y racistas de la policía para presionar al gobierno y “justificar” la atención a su “pliego de reivindicaciones”. La policía, en sus motines, usa a los trabajadores y a los pobres como rehenes y blanco para presionar al gobierno. En todos los motines, principalmente en Bahía, grupos encapuchados disparan contra los habitantes de los barrios pobres, con total impunidad, teniendo en cuenta que nunca hubo investigaciones ni castigos. “El número de homicidios en Salvador y la región metropolitana aumentó el 57% desde el viernes (18) hasta el domingo (20). En este período, 44 personas fueron asesinadas y otras 60 murieron durante la huelga de la Policía Militar que duró desde el martes (15) al jueves (17). En casi una semana, 104 personas murieron asesinadas en la capital y la región”. [1]
Esta es la “huelga” de los policías que el PSTU y la izquierda vergonzosamente apoyan y reivindican como “lucha obrera”, abandonando a los trabajadores y pobres a su propia suerte. Ya no se trata apenas de la debacle teórica y política de esta izquierda, que en diversos artículos [2] hemos demostrado cómo abandonó las enseñanzas marxistas revolucionarias sino del completo abandono de los principios básicos de solidaridad y defensa intransigente de los derechos e intereses de las masas explotadas y de la clase obrera.
Al contrario, los habitantes de los barrios obreros de Salvador y la región, protestan y denuncian el significado del motín policial. “No respetan a nadie – ni a niños. Solo esta semana ya se dieron asesinatos aquí en el barrio o en otros cercanos, como Teresinha, Lote, Alto de Coutos y Periperi”, comenta un habitante de Salvador. “Estamos viviendo de un modo terrible. Además de estos crímenes, también hay toque de queda – la propia policía está pasando por aquí con vehículos, cerca de las 18 hs., pidiendo a los habitantes que se retiren y entren a sus casas desde comienzo de la semana. Nadie se queda en las calles, todo el mundo está con miedo. Todo lo que queremos es paz.” [3]
La izquierda está llamada a romper su política capituladota frente al Estado y la policía, iniciando desde ahora una campaña por la investigación independiente (sindicatos, organismos de derechos humanos, organizaciones y personalidades democráticas, etc.) de todos los asesinatos y crímenes diversos cometidos durante el motín policial, apuntando a los responsables materiales e intelectuales, con sanciones ejemplares, además de exigir que el Estado indemnice a todas las familias que perdieron a sus seres queridos en estos asesinatos policiales. ¡Basta de impunidad para los criminales del Estado!
Como siempre, el gobierno concede y la policía vuelva a la rutina represiva
A pesar de mandar fuerzas del ejército para sustituir a los policías amotinados, y hasta la prisión de su dirigente Marcos Prisco, como ocurre siempre, el gobierno cedió a las presiones de los policías. Los motines policiales sirven para educar a la vanguardia y a los trabajadores que el Estado no es “neutro” y siempre va a salvaguardar sus instituciones – la fuerza represiva fundamentalmente - , cediendo para preservar el aparato estatal al servicio de los intereses burgueses contra los trabajadores y el pueblo pobre.
Cuando se trata de huelgas obreras los gobiernos y los patrones se ponen firmes y hacen de todo para impedir que triunfen. Mientras los cuestionamientos a los gastos de la Copa se diseminan entre la población, así como los escándalos de corrupción, como ahora se convirtió el caso de Petrobras, los gobiernos del PT (y de los otros partidos), dan la espalda y reprimen las luchas por las reivindicaciones de los trabajadores públicos (el gobierno petista del Estado de Bahía – Jaques Wagner – concedió a los profesores apenas el 5,9% en dos partes) y las demandas populares de Junio – transporte, salud, vivienda, etc. – pero no dejaron de atender las exigencias de las fuerzas policiales. “Fue otorgado un aumento del 6% a los policías por medio del reajuste de una gratificación por trabajo especial – el salario base de un Policía Militar (PM) en Bahía es de R$2,3 mil reales. Además el gobierno aceptó revisar el plan de cargos y salarios de la policía y la propuesta de Código de Ética de la PM, que había sido enviada a la Asamblea.” [4]
Con la mediación en las negociaciones hecha por la Iglesia Católica, por el arzobispo del Salvador, Don Murilo Krieger, los amotinados “recibirán un reajuste del 25% a 60% en la gratificación CET (Condiciones Especiales de Trabajo), antes solo otorgada a los oficiales, y los soldados serán promovidos automáticamente a cabo, entre otros puntos acordados”, además del compromiso asumido por el Comando General de la PM de “revisar los procesos administrativos disciplinarios de la huelga del 2012 y suspender los fallos de faltas administrativas leves de la huelga de este año.” [5]
Los policías volvieron a las calles para, cínicamente, como dicen, “garantizar la seguridad y el orden”, o sea, continuar con la represión y la violencia contra los trabajadores y el pueblo pobre.
En fin, concesiones e impunidad a los policías, represión y criminalización a los trabajadores y los luchadores sociales. La izquierda debería organizar una lucha seria y decidida por las reivindicaciones de los trabajadores y las demandas de Junio, exigiendo a la burocracia un Plan Nacional de Lucha con paralización nacional, actos, piquetes y bloqueos de calles y avenidas para imponer nuestras reivindicaciones a los patrones, al gobierno nacional de Dilma, los gobiernos estaduales y municipales. Ningún centavo para la policía y los servicios de represión. ¡Dinero para los trabajadores y el pueblo!
Al contrario de los deseos de la dirección del PSTU y de la izquierda, a pesar de mostrar elementos de descomposición del Estado, la finalidad de los motines policiales, en esta etapa, confirma la enseñanza de León Trotsky “Lo más importante, sin embargo, es que todo policía sabe que los gobiernos cambian, pero la policía permanece” (Revolución y contrarrevolución en Alemania).
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