El sindicalismo de la izquierda combativa viene logrando algo que hasta hace unos años sonaba a fantasía: poner en retirada al todopoderoso gremialismo peronista. De 2009 para acá, cuando ganaron en Mondelez (ex Kraft), agrupaciones de izquierda ligadas sobre todo al PTS pasaron a controlar las comisiones internas de varias firmas de primera línea, en especial de alimentos. El fenómeno es seguido con preocupación por el sector patronal. “Son células fuera de control dentro del esquema empresa-sindicato. Se manejan como si los dueños de las empresas fueran ellos”, advirtió el directivo de una compañía.
En el sector industrial, la izquierda clasista maneja las comisiones internas de Mondelez, Felfort, Pepsico, Femsa (embotelladora de Coca Cola), Frigorífico Rioplatense, Fate, la autopartista Lear y las gráficas Worldcolor, Printpack y RR Donnelley, entre otras. Aunque aún no controla sus comisiones internas, el PTS también cuenta con delegados en Procter & Gamble y en el ingenio Ledesma.
Y pesaron en el conflicto de Gestamp que paralizó a las automotrices.
“Ganamos porque demostramos que somos consecuentes con los reclamos de los trabajadores y que peleamos contra la traición de los dirigentes del sindicato”, explicó Javier Hermosilla, titular de la comisión interna de Mondelez y militante del PTS.
Eduardo Ayala, delegado de RR Donnelley, agregó: “Nuestra primera conquista fue que entre 2005 y 2011 no hubo despidos en la empresa. Y en 2011, cuando echaron a 19 trabajadores en medio de una serie de reclamos salariales, logramos que fueran reincorporados”.
Desde el lado empresario, las quejas son variadas. “Las empresas ahora están muy limitadas a hacer valer sus derechos”, explicaron en una alimenticia. En otra firma añadieron: “Se hace muy difícil la colaboración natural que debe existir para llevar adelante la empresa”. El directivo de una multinacional apuntó: “Apañados por las comisiones internas, aumentó el ausentismo y, por ende, cayó la productividad. La única solución terminará siendo llevar las plantas a lugares menos conflictivos ”.
También es común que las fábricas se paralicen por razones ajenas a lo gremial. La planta de Mondelez se paró el día que asesinaron al militante Mariano Ferreyra. Y RR Donnelly, el día de la sentencia contra los petroleros de Las Heras. El viernes también estuvo parada por dos horas y media, “discutiendo el apoyo a los compañeros de Gestamp”, explicó Ayala.
“Una asamblea de dos horas tiene un costo inmenso”, se quejaron en una firma. “El problema es que ya no lidiamos con reclamos gremiales sino políticos, y las empresas no estamos preparadas”, reconoció un ejecutivo. Y agregó que el sindicalismo peronista no tomó “conciencia” de que si la izquierda sigue avanzando empezará a ganarle también los gremios. “Se dedican a articular con el poder político y las cámaras empresarias, pero con los trabajadores ya no tienen llegada ”, subrayó.
Hace dos años la lista de izquierda logró el 40% de los votos en la seccional Buenos Aires del sindicato de la Alimentación. “Trabajamos para en 2016 ganarle a los burócratas que manejan el gremio y firmaron convenios favorables a la patronal”, anticipó Hermosilla.
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