Los acontecimientos recientes en Venezuela tras la no concesión del espacio radioeléctrico a RCTV por parte del gobierno de Chávez desataron una serie de posicionamientos políticos entre la izquierda, no sólo en Venezuela, sino también a nivel internacional con los cuales debatimos en esta nota.
Todas las posiciones dentro de la izquierda, incluyendo la planteada por la Juventud de Izquierda Revolucionaria (JIR), parten de un punto en común: el rechazo a los grandes medios de comunicación en manos de los grandes magnates de las telecomunicaciones y que en nuestro país ocuparon un papel central como pieza clave del plan contrarrevolucionario del golpe de abril de 2002 y el paro-sabotaje petrolero de la burguesía venezolana bajo las órdenes del imperialismo norteamericano. La JIR afirma claramente en su declaración política “que todos estos medios en manos de los grandes empresarios son una gran amenaza contra los trabajadores y el pueblo... Nuestro país continúa enfrentando una constante amenaza por parte del imperialismo y de los agentes de la reacción interna que controlan más del 80% de las grandes cadenas de televisión y prensa de mayor circulación en todo el territorio nacional”.
Pero donde se plantea el debate es en si había que apoyar la medida del gobierno de Chávez, o levantar una política obrera independiente. La política real de Chávez, mientras no renueva la concesión a RCTV venía de pactar con los otros sectores dueños de los grandes medios, como Gustavo Cisneros, reconocido golpista, y que ahora tiene buenos entendimientos con el gobierno. Chávez, más allá de su fuerte retórica, es incapaz de tomar una medida como la expropiación inmediata sin pago de todos estos grandes medios y poner a disposición y bajo el control ilimitado de las organizaciones de los trabajadores, sectores populares, campesinos y usuarios, toda la televisión y la prensa. De manera tal que sean las organizaciones obreras, campesinas y populares, quienes determinen, sin ningún tipo de restricciones la programación a difundir. Parafraseando a Trotsky, a quien el presidente Chávez gusta citar: como revolucionarios creemos firmemente que es esencial emprender una incansable lucha contra los medios y la prensa reaccionaria. Pero creemos que el modo más efectivo de combatir a los medios y la prensa que hoy la burguesía sigue detentando para mantener su dominio y sistema de explotación, es tomarlos en nuestras propias manos, creando y extendiendo los propios medios y la prensa de la clase obrera y del pueblo pobre al servicio de sus reales intereses.
¿Había que ubicarse entonces tras esta política de Chávez, como hizo el conjunto de la izquierda a nivel internacional? Como planteaba Trotsky “Es esencial emprender una incansable lucha contra la prensa reaccionaria. Pero los obreros no pueden permitir que el puño represivo del estado burgués sustituya la lucha que ellos libran por medio de sus propias organizaciones y de su propia prensa. Hoy, el estado puede aparecer como bondadosamente dispuesto hacia las organizaciones obreras; mañana el gobierno puede caer y caerá inevitablemente en manos de los elementos más reaccionarios de la burguesía. En ese caso, cualquier legislación restrictiva que exista será lanzada contra los obreros.
Sólo aventureros que no piensan más que en las necesidades del momento serían incapaces de tener en cuenta este peligro”. La medida de Chávez es una medida bonapartista del estado burgués, y esto no se puede perder de vista. Se adopta para fortalecer el poder del estado burgués sobre la opinión pública para convencer más aún de su proyecto de conciliación de clases y regimentación del movimiento obrero, como lo demuestran su proyecto de cercenar la autonomía sindical y construir un PSUV de la mano de empresarios y altos oficiales de las Fuerzas Armadas. Una verdadera lucha a emprender, como política obrera independiente, es prepararse para tomar los medios en nuestras manos que hoy la burguesía continúa detentando, tal como lo hicieron recientemente los trabajadores y el pueblo de Oaxaca cuando se apoderaron por medio de la acción directa de varios medios reaccionarios de televisión, radio y prensa y los pusieron al servicio de la lucha. Remarcábamos que esto es lo que deberíamos hacer en Venezuela con todos los medios de comunicación, y lo que estuvo planteado durante el paro-sabotaje petrolero, cuando el pueblo se dirigió hacia todos los medios de televisión de la reacción proimperialista para apoderarse de ellos, pero la respuesta del gobierno de Chávez fue protegerlos del pueblo con las Fuerzas Armadas. ¡Qué gran medida hubiera sido, que el gobierno hubiera permitido al pueblo tomar en sus manos estos grandes medios, expropiándolos y pasándolo a las manos de los trabajadores! Hoy en el nuevo canal conformado, TVes, ni los trabajadores del mismo, mucho menos los trabajadores en general, ni los campesinos ni el pueblo pobre tienen el más mínimo poder de decisión sobre sus programas, mucho menos sobre su política editorial de conjunto.
Mientras Chávez pactaba con el magnate de los medios, Cisneros, el sector mayoritario de la dirección del PRS, escribía alegremente “El Partido Revolución y Socialismo respalda la no renovación de la concesión a RCTV”. Por su parte los dirigentes sindicales de CCURA que entraron al partido de Chávez, el PSUV, varios de ellos afines a la política del MST de Argentina, abrazaban la gran “medida revolucionaria” del gobierno, y que esto implicaba la “profundización de la revolución”. Posiciones similares a estas, unas más críticas, otras más acríticamente, se expresaron a nivel internacional, pero todas terminando con la posición oficial del gobierno. Pero todos se olvidan, o lo obvian cuando les conviene, que Venezuela continúa siendo un Estado burgués donde impera con todas sus fuerzas la lógica y el dominio de los capitalistas, donde Chávez impulsa un proyecto nacionalista burgués, y por más que se hable del “socialismo del Siglo XXI”, vemos que en realidad continuamos viviendo bajo el dominio de la sociedad burguesa, por más que también se hable contra el capitalismo. Optar, entonces, para enfrentar a los medios reaccionarios de la gran burguesía, por la política oficial de Chávez, ¿no es negarse a sostener una política independiente de los trabajadores, donde realmente sean ellos los que marquen los destinos de los medios de prensa? Decíamos, entonces que, “lejos de ir detrás de medidas bonapartistas, aunque sea contra un medio reaccionario, la clase obrera debe confiar solamente en sus métodos de lucha y forjarse sus espacios e instrumentos mediáticos conquistados por su propia lucha y métodos de acción directa, como hicieron los trabajadores y el pueblo de Oaxaca, poniéndolos al servicio de su lucha, porque tarde o temprano este tipo de medidas gubernamentales también se volverán contra ella”.
¿Pero acaso no es mejor que los medios estén en manos del Estado que en la de los grandes empresarios? Lo mejor es que realmente estén en manos de los trabajadores y el pueblo pobre, donde se expresen sin restricción alguna todas las visiones de los obreros, campesinos y pobres en lucha, y la definición de sus contenidos en función de sus necesidades fundamentales para combatir también en este plano contra las ideas y prejuicios reaccionarios que ha logrado insertar la burguesía, con sus recursos mediáticos e ideológicos a los obreros. Para luchar consecuentemente por esto hay que luchar para que todos los medios de producción, incluidos los medios de la producción de la información pública, esté en manos de los propios trabajadores, los únicos que pueden garantizar una verdadera libertad de prensa, y no la falsa libertad de la que hablan los capitalistas que hoy defienden RCTV. El gobierno de Chávez es incapaz de poner los medios en manos de los trabajadores, y el acuerdo con el magnate Cisneros es sólo una expresión de esto, por eso, por más retórica que use el gobierno de libertad de expresión, aquí tampoco es real pues todos los grandes medios de producción de la información continúan en manos de un puñado de capitalistas y otra parte bajo las riendas del Estado donde los trabajadores y el pueblo no tienen ningún poder de decisión. Sólo donde los medios de producción en general y los de producción de información en particular estén en manos de los trabajadores, tendremos una real libertad de expresión de todas las corrientes de la opinión pública en general, en plena condición de igualdades para garantizar realmente esta libertad.
El gobierno nacional, así como se entiende hoy con el gran magnate de los medios comunicacionales, Gustavo Cisneros, se podrá poner de acuerdo mañana, junto a los demás medios privados y estatales, contra cualquier política independiente de los trabajadores atacando la libertad de expresión de los obreros y el pueblo pobre. Eso, ya lo vivieron los trabajadores de Sanitarios Maracay que, por conveniencias del gobierno y de su Ministro del Trabajo, su gran paro obrero regional no fue difundido por ningún medio gubernamental. Un medio y una gran prensa nacional en manos de los trabajadores y el pueblo, realmente le hubieran dado un gran alcance nacional a esta importante lucha, tal como lo hizo el pueblo de Oaxaca con su importante combate.
Desgraciadamente, las organizaciones de izquierda no encontraron más alternativa que alinearse tras una política gubernamental de un proyecto nacionalista burgués, que tarde o temprano caerá sobre los trabajadores, en vez de buscar una política obrera independiente consecuente para hacerle frente a la reacción interna pro imperialista, pero también a la política de un gobierno que brega por un “socialismo con empresarios”. La derecha venezolana hoy levanta cabeza con sus movilizaciones, pero esto es gracias a las propias políticas gubernamentales: una política contra RCTV y todos los otros medios como Globovisión, Venevisión, etc., inmediatamente después del golpe hubiera significado realmente una medida de autodefensa por su política de portavoces de la reacción interna y su golpismo. Sin embargo, hoy escarmienta a unos como RCTV que no aceptan su correlación de fuerzas, y premia y pacta con los que la aceptan y se convierten momentánea y convenientemente en “demócratas”, como Cisneros.
¿Esto es combatir a los medios de la reacción y la burguesía? Triste papel el de la izquierda que inventa revoluciones donde no las hay, y se encolumna tras medidas gubernamentales que al fin y al cabo nada favorecen a los trabajadores. Esta política seguidista del chavismo es consecuente con la negativa que viene sosteniendo los dirigentes de CCURA, tanto los que ingresaron al PSUV como los que se quedaron en el PRS, a levantar una política de independencia de clase frente al gobierno de Chávez. Como decimos al final de nuestra declaración: “Los trabajadores debemos dotarnos de medios de comunicación y una prensa independiente que exprese nuestras necesidades, defienda nuestros intereses, amplíe nuestro horizonte y prepare el camino para la verdadera revolución socialista en el país”.
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