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¿Por qué los trabajadores del subte no ganaron?
por : LER-QI, Brasil

19 Jun 2014 | La histórica huelga de 5 días de los trabajadores de subte de San Pablo se dio en una coyuntura favorable en vísperas de la Copa, en medio del mayor ascenso de huelgas desde la década del ’80, y en un año electoral. Por ser uno de los sectores más estratégicos del país, era imposible que fuera fácil vencer pues su resultado impacta sobre toda la clase (...)
¿Por qué los trabajadores del subte no ganaron?

La histórica huelga de 5 días de los trabajadores de subte de San Pablo se dio en una coyuntura favorable en vísperas de la Copa, en medio del mayor ascenso de huelgas desde la década del ’80 y en un año electoral.
Por ser uno de los sectores más estratégicos del país, era imposible que fuera fácil vencer pues su resultado impacta sobre toda la clase trabajadora, tal vez más que la victoria histórica de los garís (barrrenderos) de Río de Janeiro. En cualquier otra situación es claro que una huelga del subte de San Pablo que quiera romper con las campañas salariales rutinarias que como máximo paralizan algunas horas, para ganar 1 ó 2% de aumento, impone que se organice como una gran batalla de clase para vencer. La coyuntura favorable no minimiza esta situación, pues una de las grandes preocupaciones de la burguesía en este momento es cómo derrotar la oleada de huelgas. Una de las mayores expresiones de esto es la militarización de las calles de San Pablo o de las estaciones después de la huelga de los conductores. Era inevitable que el gobierno fuese duro con los trabajadores del subte, para no alentar ni facilitar otras luchas, particularmente aquellas más fuertes contra el propio Alckmin, como la huelga de los trabajadores de la Universidad de San Pablo (USP), como parte de las universidades estatales paulistas, contra la rebaja salarial.

Para poder triunfar era necesario una movilización histórica de los trabajadores del subte. Y así fue. Los trabajadores estaban insatisfechos no solo contra el aumento de la precarización en el subte y los ataques a las condiciones de trabajo de los últimos años, sino también contra las paritarias rutinarias del sindicato, dirigido mayoritariamente por el PSTU. Los trabajadores sacaron al PCdoB de la antigua gestión, cansados de esta situación y esperaban mucho más de la actual. Animados por la coyuntura y con grandes aspiraciones, los trabajadores hicieron su parte rompiendo el “script” de las últimas paritarias, en las cuales la base sólo decidía en “asambleas decisivas” votar por sí o no a la huelga. Organizaron un acto callejero con más de 1000 trabajadores, se insubordinaron en los lugares de trabajo emitiendo mensajes por los parlantes de la empresa, organizaron reuniones masivas y no cumplieron con rutinas de trabajo enfrentándose con los jefes.

Sin embargo, no era suficiente contar con una coyuntura favorable y la disposición combativa de la base, era necesaria una dirección consecuente para dirigir esta lucha como una verdadera batalla de clase, con una estrategia para vencer y ese fue el principal motivo de la derrota que los trabajadores del subte sufrieron, con 42 despidos sin lograr sus reivindicaciones. Lo peor es que la mayoría de la dirección del sindicato, principalmente el PSTU para ocultar su fracaso, plantea que la movilización fue victoriosa por las conquistas económicas que logró, utilizando el mismo argumento que el gobierno planteaba contra nuestro reclamo, diciendo que conquistamos no sólo el 8,7% sino otros incrementos en los beneficios.

Desde la LER-QI junto a independientes en la agrupación Metroviarios desde las Bases (MPB), somos una importante corriente de oposición en el sector y fuimos un factor activo en esta huelga. Vamos a plantear un balance pormenorizado a partir de la agrupación, dialogando con otros aspectos de la huelga y cómo seguir la lucha contra los despidos. Aquí nuestro objetivo es abrir un balance en la vanguardia de los trabajadores y la juventud, nacional e internacionalmente, de las conclusiones que los revolucionarios debemos sacar de esta lucha. Queremos mostrar cómo son dos estrategias contrapuestas, una que lleva a la derrota y otra que crea condiciones para el triunfo.

La base supera a la dirección en la preparación de la huelga y rompe el “script”

La política del PSTU y de la dirección era pautar la huelga para el día 10, dos días antes de la apertura de la Copa. Su objetivo era lanzar la huelga en el momento en que la presión contra el gobierno fuese mayor, para que solo fuese necesario parar algunas horas o un día para lograr algo o salir cantando victoria. Pero no era solo eso. El PSTU, junto al PSOL, desde hacía meses habían organizado un evento nacional que lanzó la campaña “En la Copa va a haber lucha”. Con esta política, incluso habiendo disposición en la base y posibilidades de unificación con las huelgas en curso, optó por dejar todo para la Copa, contribuyendo así con la división y derrota de estas movilizaciones. Y ahora, durante la Copa, las luchas prácticamente no existen y la derrota de los trabajadores del subte se dá un escenario menos favorable para los trabajadores.

A partir de Metroviarios desde las Bases propusimos iniciar la huelga cuando aún en mayo los conductores pararon la ciudad con una huelga contra su dirección, los ferroviarios estaban movilizados disconformes con los acuerdos rebajados que su dirección negociaba y los profesores de la red municipal de San Pablo así como los trabajadores de la USP también estaban en huelga, pero el sindicato se opuso. Y no organizaba nada en la base por la campaña salarial, con el argumento de que “En la Copa va a haber lucha”. Pero la base estaba tan dispuesta a la lucha que frente a las primeras iniciativas presionó al sindicato con movilizaciones masivas e impuso la huelga en la primera asamblea convocada el día 4/6 obligando a la dirección a reubicarse.

La base como sujeto activo vs dirección burocrática de la huelga

Cuando comienza la huelga, en una asamblea masiva, la dirección no llama a organizar piquetes masivos y combativos, deja de llamar a actos callejeros (ni siquiera a partir de las propias asambleas que eran diarias y masivas), no había comité de huelga, en las asambleas ningún trabajador del subte (ni de Metroviarios desde las Bases, que tiene peso reconocido entre los trabajadores) podía hablar, excepto Altino (presidente del sindicato, del PSTU) y dos o tres miembros de la dirección. Cuando la huelga ingresa al momento más crítico luego de ser declarada ilegal, habilitan el micrófono al PCdoB, que siempre intervenía contra la huelga. Altino planteaba un discurso “rojo” en la asamblea diciendo que íbamos a conquistar todas nuestras reivindicaciones y que si había despidos “haríamos como los garís” pero en los medios, sin votar nada en asamblea, siguiendo los métodos de la burocracia, además de llevar sólo a quienes querían a las negociaciones (pasando por encima de la comisión votada), rebajaba las demandas, poniendo todo el eje solo en el índice de reajuste y rebajándolo cada vez más.

Contrapuesta a esta estrategia, a partir de Metroviarios desde las Bases, y a pesar del boicot sistemático que sufrimos de la dirección burocrática del sindicato, luchamos para que los piquetes se transformaran en una herramienta para desarrollar un poderoso activismo obrero. La disposición de combate de amplios sectores de vanguardia era tal, que la dirección del sindicato fue obligada a impulsar el piquete. Mientras tanto para el PSTU el piquete no pasaba de ser más que un puñado de personas para dialogar con los jefes que iban a carnerear. Para nosotros el piquete debía convocar al mayor número de trabajadores para parar “el plan de contingencia”, que garantizaba el funcionamiento parcial del subte. El piquete de la estación Ana Rosa, propuesto por nosotros, que ganó gran repercusión nacional e internacional por a brutal represión que sufrió, fue el único que contó con decenas de trabajadores de base, como resultado del trabajo previo de construcción de un profundo activismo de base, que Metroviarios desde las Bases viene ayudando a organizar, desde antes de la lucha. Propusimos un comando de huelga tomando el ejemplo de los trabajadores de la USP. Propusimos, antes de la huelga, organizar la liberación de los molinetes, asumidos por la propia militancia del subte. Defendimos la comisión de negociación que había sido elegida. Defendimos la soberanía de la asamblea, que debería garantizar la voz de la base y las reivindicaciones votadas. Todas propuestas que apuntaran a que los trabajadores confiaran en sus propias fuerzas y no en la “habilidad de la negociación”, en la benevolencia del gobernador o en las palabras de la burocracia sindical. Estas propuestas que hicimos no eran solo para esta huelga, sino nuestro sello en el sector.

En la USP, donde actuamos como minoría en el Sindicato de Trabajadores de la Universidad de San Pablo (Sintusp), la huelga en curso es dirigida por un comando de huelga formado por más de 100 delegados electos en la base y revocables, en cada unidad de trabajo donde se reúnen miles y la dirección se subordina al comando de huelga. Un comando como éste, sería la forma más adecuada de potenciar y desarrollar una nueva camada de trabajadores, activistas y dirigentes, ligados orgánicamente a la base y garantizando la unidad necesaria del sector. Las asambleas generales en la USP muchas veces terminan en actos públicos de cientos o miles de trabajadores, los piquetes son convocados y organizados activamente por los principales dirigentes del sindicato y no son conciliadores con los jefes, como lo hacía la antigua dirección del sindicato del subte (PCdoB y PT) y la actual dirección mantiene. Este es un ejemplo para demostrar que los sindicatos, como herramienta de lucha de la clase obrera, deben estar en mano de los trabajadores. Estos necesitan tener voz, por eso exigimos el micrófono abierto para ejercer la más amplia democracia obrera donde los trabajadores sean sujetos activos en la construcción de su propia lucha, actuando como “clase para sí”.

Coordinación real de las luchas vs confianza en la burocracia sindical y utilización de las asambleas como tribuna

El PSTU se negó a la coordinación con los conductores, ferroviarios, profesores municipales y trabajadores de la USP antes de la huelga. Cuando comenzó la huelga solo la USP seguía en lucha, y no faltaron sus llamados a la unificación, marchas donde la solidaridad con los trabajadores del subte era un eje fundamental junto a otras iniciativas. Al revés de divulgarlo entre los trabajadores del subte (otro boicot a nuestra corriente) y organizar concretamente en todos los sectores de la CSP-Conlutas, así como en la juventud (como nosotros hicimos en todos los lugares donde estamos con todas nuestras fuerzas), solo enviaron mociones, fotos de personas individuales (que aunque sean importantes, no implican ninguna organización ni campaña en la base), además de candidatos electorales o figuras sindicales para hablar en nuestras asambleas como si fuese una tribuna. Pero los sindicatos de la CSP-Conlutas, no hicieron ninguna campaña de solidaridad y movilización efectiva en la base de otros sectores.

En la juventud, donde el PSOL y el PSTU boicotearon todos los actos callejeros que organizamos, lamentablemente tuvimos que impulsarlos solos. Y aún alimentaban ilusiones en la burocracia, llegando a decir que si hubiesen despidos iba a haber una “huelga general” en la ciudad y para asegurarlo y dar “confianza” a los trabajadores del subte, dejaban participar en la tribuna a los más grandes burócratas traidores del país, de la Central de Trabajadores Brasileros (CTB) (que los trabajadores ya habían expulsado del sector), la Unión General de Trabajadores (UGT) (que los conductores acababan de enfrentar), Fuerza Sindical, Central Única de Trabajadores (CUT) y otros, llamando a darse la mano entre todos. Nunca se mencionó al Sintusp, a la Juventude ás Ruas y ni a Metroviarios desde las Bases. La CSP-Conlutas debería haber puesto todas sus fuerzas para ayudar a que los trabajadores vencieran, y de esta acción unificada hacer exigencia a las centrales sindicales, siempre clarificando a los trabajadores sobre los límites de esta exigencia para que no confiasen más que en sus propias fuerzas, en alianza con los trabajadores en lucha y la población que los apoyaba.

Alianza real con la población vs falsa exigencia al gobierno

La población apoyó fuertemente la huelga. Aunque la exigencia al gobierno de permitir la liberación de los molinetes mientras durasen las negociaciones contaban con simpatía de la población, el motivo era más de fondo, desde las manifestaciones de Junio del año pasado, el transporte público de calidad pasó a ser una demanda central y las huelgas obreras ganaron a apoyo como nunca. El apoyo que tuvimos era la base para concretar la alianza entre los trabajadores y la población que desde Metroviarios desde las Bases, defendemos desde hace años. Pero era necesario ir más allá de esa exigencia.

Era necesario plantear como demanda efectiva (y no meramente como discurso) la lucha por la reducción de las tarifas y por la estatización del transporte bajo control de los trabajadores y usuarios. Fue lo que defendimos desde antes de la huelga. Y que esta demanda estuviera presente en la huelga o en la liberación de los molinetes pero no como una exigencia que nunca va a concretarse sino garantizando sus condiciones como la masividad de la acción. Si vamos a salir del “script” e ir a una huelga de días por nuestras demandas estructurales, que fue el espíritu con el que la base entró en esta lucha, eso solo puede resolverse estableciendo una sólida alianza, pues es la forma en que el gobierno no utilizará los inconvenientes ocasionados a la población contra nosotros. La lucha por mejores condiciones de los trabajadores del subte tiene que unificarnos con la población por el transporte público y bajo control de los trabajadores y usuarios.

El PSTU y la mayoría de la dirección del sindicato enterraron la huelga con despedidos, cuando aún era posible revertirlos

Aquí planteamos una política alternativa a la que fue impuesta por la dirección que ni siquiera pudimos defender en las asambleas burocráticas. Con toda una estrategia equivocada de parte de la dirección en la preparación del conflicto y durante el mismo, vencer era muy difícil aún con toda la fuerza heroica que la base mostró en esta movilización. Pero una cosa queda clara para amplios sectores de los trabajadores: terminar con despedidos en esta lucha, o sea, como una derrota era algo completamente inaceptable. Es verdad que después el juzgamiento de ilegalidad de la huelga hubo trabajadores que tuvieron miedo y volvieron a trabajar, pero era una minoría. Ese número solo fue aumentando cuando el sindicato pasó de la farsa de la “huelga general” a enterrar la huelga. Y la dirección del sindicato deposita la responsabilidad exclusivamente en los trabajadores que volvieron a trabajar, como si fuesen los principales responsables de la derrota, y esconder su propia responsabilidad. En la asamblea después de los despidos, Altino que siempre es el centro de todas las asambleas y con métodos de “caudillos” se transformó en una referencia para el sector, dejó que una figura que nadie conoce hiciese la defensa de la huelga en un momento tan decisivo. Otro sector del sindicato defendió la política canalla de suspender, con un discurso inflamado de que íbamos a parar en la apertura de la Copa, y aceptó un acuerdo espurio en esa propuesta con el PCdoB (que quería votar el fin definitivo de la huelga desde el domingo). Aún con toda esta maniobra orquestada y ese papel vergonzoso de la dirección y con sectores votando por la suspensión con la intención real de parar en la apertura de la Copa, la base mostró su fuerza nuevamente y la suspensión de la huelga se impuso por 60 a 40% como máximo.

El miércoles, el PSTU directamente planteó la defensa del fin de la huelga, con un discurso de que habría una “guerra contra los despidos”, que hasta el momento nadie vio, salvo en los esfuerzos que la LER-QI está haciendo. Logramos cerca del 20% de la asamblea por la huelga, aun frente a toda esa desmoralización que impuso la dirección. Centenas y centenas de trabajadores saben que teníamos fuerza de al menos impedir los despidos y el descuento de los días parados – lo que sería una gran victoria política – porque teníamos la tensión del otro lado, debido al riesgo de que la huelga se extendiera hasta el día de la apertura de la Copa, con Lula diciendo que Alckmin debía retroceder. No sería fácil para el gobierno estadual mantener los 42 despidos y la amenaza de otros 300 en esa coyuntura, pues ya habían utilizado todas sus cartas y la presión sobre el gobierno aumentaba a cada minuto que se aproximaba la apertura de la Copa. El PSTU y el PSOL, que en las jornadas de Junio de 2013, en un momento crucial, no hicieron ninguna diferencia en la lucha de clases mostraron una vez más su falencia estratégica, ahora en la dirección del Sindicato del Subte.

Construyamos una fuerte campaña por la reintegración desde las bases con exigencias a las centrales sindicales

Todavía podemos revertir los despidos. Pero no podemos confiar más en la política facilista del sindicato que plantea que debido a las ilegalidades que ellas contienen (y son muchísimas) la reincorporación está garantizada, bastaría cuidar de la parte jurídica y realizar una campaña formal. Tenemos que llevar adelante una lucha mayor contra los despidos como nunca antes en el país, y no podemos esperar que el sindicato lo encabece. Al contrario viene demostrando todo lo contrario.

El día de la apertura de la Copa, después del fin de la huelga, realizaron el acto “En la Copa va a haber lucha” con no más de 500 personas, en la cual anunciaron que el centro sería la reincorporación de los despedidos, pero en los hechos fue un acto que no se propuso marchar ni siquiera unos metros, se dispersó con la amenaza de represión policial al sindicato del subte sin siquiera defender a esta organización obrera, mientras los militantes del PSTU cantaban “voto por Zé Maria para hacer la revolución” (sic). En el “Encuentro” por la reincorporación de los 42 que el sindicato convocó el día 16 de junio, desde la LER-QI, que somos una organización minoritaria, llevamos gran parte de nuestras fuerzas y éramos el 70% del Encuentro, mientras el PSTU concentraba dos días antes sus esfuerzos militantes para el lanzamiento de la candidatura de Zé Maria.

Esta campaña, por tanto, depende de la movilización de la base. Sigamos desplegando nuestra fuerza. Tenemos que utilizar todos los recursos jurídicos y las brechas de la justicia, pero hay disposición en otros sectores y en la juventud de aliarse a nuestra lucha, como muestra el apoyo que la LER-QI va logrando. Podemos vencer, pero solo si tomamos en nuestras manos esta batalla, no sólo con medidas como petitorios o mociones de apoyo sino discutiendo en la base las medidas de acción, como paros parciales, actos en las calles, insubordinación en relación a la rutina del trabajo, etc.

Al mismo tiempo, esa fuerza de la base y de la movilización debe exigir en primer lugar que el Sindicato de Trabajadores del subte ponga todos sus esfuerzos en esta campaña por la reintegración de los trabajadores, así como CSP-Conlutas debería adoptar como orientación central para el próximo período movilizar a la base de sus sindicatos por esta campaña, en exigencia a las otras centrales sindicales.

Construyamos una corriente de centenas de trabajadores del subte como alternativa combativa y clasista

A pesar de la derrota, los trabajadores del subte dieron un gran ejemplo de movilización y se ubicaron como parte de la vanguardia de la clase obrera. Pero solo podremos pesar como tales, si construimos una corriente combativa y clasista de cientos de trabajadores, desde las bases, para tomar la dirección del sindicato para una política consecuente como la que aquí sostenemos. Debemos basarnos en todas las lecciones desde las jornadas de Junio que se iniciaron por la lucha por la reducción de las tarifas, hasta las diversas huelgas de trabajadores del transporte que se dieron este año. Esa es una tarea que trasciende hoy las fuerzas de la LER-QI y de Metroviarios desde las Bases en el sector, por eso llamamos a todos los trabajadores del subte a luchar junto a nosotros por esta perspectiva.

Por otro lado, permitir que se consolide esta derrota sería una derrota para toda la clase trabajadora y la juventud que protagonizó las jornadas de Junio que cambiaron al país. Permitir que se consoliden estos despidos será dar espacio para que el gobierno se sienta fortalecido para aumentar nuevamente las tarifas y significaría un atraso en nuestra lucha estratégica por la estatización de los transportes bajo control de los trabajadores y usuarios. Por eso, llamamos también a la juventud que luchó en Junio y a todos los trabajadores y trabajadoras a impulsar juntos esta gran campaña por la reincorporación de los 42 despedidos, a nivel nacional e internacional.

 

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