Acceda a La Verdad Obrera N° 583
En su anuncio de la Ley de Pago Soberano del martes 19, Cristina Kirchner dijo la palabra “buitres” 11 veces.
Ese mismo martes, los delegados de base de la multinacional buitre Lear lograron ingresar a la fábrica, convertida en un campo de concentración. Un ejército de policías y gendarmes custodiaban a los “peligrosos” despedidos y sus familias. En su helicóptero sobrevolaba el flamante “Ministro de Trabajo” nacional y popular, el teniente Sergio ‘carapintada’ Berni. Adentro, otros policías y agentes privados buscaban impedir el ingreso de la comisión interna a las líneas. El cuarto gremial había sido desguazado. La patota del SMATA completaba el cuadro: con la venia de la empresa, amenazaba a los legítimos representantes obreros.
Las imágenes no son más que un reflejo del devenir del gobierno kirchnerista en su última etapa.
Intento bonapartista
En los últimos días, la Presidenta buscó “pegar por izquierda”. Criticó al juez Griesa y a quienes quieren pagar ahora a los buitres que no entraron al canje (ver página 3). Denunció a los empresarios de Donnelley (aunque luego retrocedería), y les recordó a las patronales que rige la Ley de Abastecimiento (aunque no sea más que un control superficial de sus negocios).
Mientras tanto, sigue pegando por derecha, como muestra el creciente peso de Berni o el caso de Lear.
En ese marco la Presidenta acudió a la cadena nacional dos veces en pocos días. Fue la realidad la que obligó a exagerar arengas y anunciar medidas. La crisis de la deuda, la recesión económica, el surgimiento de luchas duras con fuerte presencia de la izquierda, han obligado al gobierno a colocarse en el centro de la escena.
Acude entonces a formas bonapartistas de gobernar: ponerse “por encima” de las clases sociales, pegando “por derecha” y “por izquierda”, para tratar de mantener un equilibrio y contener la crisis. Como en todo arbitraje bonapartista, favorece a los poderosos.
Pero, más allá de la grandilocuencia del relato y los anuncios, no deja de ser el bonapartismo de un gobierno en su fin de ciclo. Por eso tiene sus rasgos de aventura: no puede descartarse que la cuestión de la deuda termine en una crisis superior. O que la resistencia obrera supere los límites que le impone la burocracia, y vayamos a momentos de mayor conflictividad.
Resistencia creciente
Ni los dibujos oficiales pueden negar el avance de la recesión, que convive con una persistente inflación. El mismo Indec reconoce el deterioro del “mercado laboral” en el primer semestre. Si bien los despidos aún no son masivos, en los lugares de trabajo se palpa que los tiempos venideros no serán sencillos. Es esa situación la que permite que aquellos sectores obreros que enfrentan la pérdida de puestos de trabajo despierten la simpatía de cientos de miles de trabajadores.
Y mientras los empresarios buscan despegarse de los “costos de la recesión” y la burocracia sindical se convierte en una “agencia de suspensiones y despidos”, las luchas de Lear y Donnelley son la avanzada de una creciente resistencia al intento de ajustar al pueblo trabajador.
En Lear, los obreros hace más de 3 meses vienen luchando contra las suspensiones, los despidos, la persecución de los activistas y la destitución de sus legítimos delegados. Su lema “Familias en la calle nunca más” se está convirtiendo en una bandera para toda la clase obrera (ver pág 6). En las últimas semanas se ha sumado la gráfica Donnelley, donde sus trabajadores decidieron enfrentar el cierre fraudulento gestionando ellos mismos la planta. Es un desafío enorme el que tienen por delante, pero también es enorme la experiencia sindical y política que han hecho estos años. Con esa convicción dicen: “Peleamos para que esta empresa sea expropiada, estatizada y gestionada por nosotros mismos. Es rentable y puede ofrecerle importantes servicios a la comunidad, imprimiendo libros, manuales escolares”. Los gráficos abrazan orgullosos la tradición de los ceramistas de Zanon, con el valor de que la nueva experiencia se desarrolla en la estratégica Zona Norte del Gran Buenos Aires (ver pág 6).
Sin embargo, la amenaza a los puestos de trabajo y el hecho de que las paritarias vayan quedando por detrás de la inflación gradualmente, explican que no estemos frente a un ascenso extendido de las luchas obreras. Hay importantes huelgas por salario, sobre todo en sectores estatales como los docentes universitarios tucumanos o los maestros salteños, pero de conjunto las burocracias sindicales logran mantener la pasividad.
Un polo independiente para preparar un verdadero paro activo
Pero los obreros de Donnelley y Lear han dado un paso más. Han tomado la posta de darle nuevo impulso a la organización de la vanguardia obrera. Este sábado 16, frente a la emblemática Ford, realizaron un importantísimo Encuentro que no solo votó resoluciones de apoyo a las luchas y acordó avanzar en la coordinación, sino que destacó la exigencia a las centrales sindicales para que pongan fecha a un paro nacional activo de 36 horas.
Junto a los sectores combativos, podemos mostrar un polo alternativo a la burocracia sindical el próximo paro. Como el 20N y el 10A, habrá que realizar asambleas para prepararlo. Proponiendo piquetes y movilizaciones conjuntas para mostrar nuestra fuerza, y un programa que supere los reclamos limitados que levantan las CGT y CTA opositoras. Que plantee el apoyo a las luchas en curso (Donnelley, Lear, EmFer, TATSA, Shell, Honda, Calsa, docentes), la prohibición de despidos y suspensiones, la eliminación del impuesto al salario y la pelea por un salario igual a la canasta familiar, actualizado por la inflación real. Que enfrente la precarización laboral y exija el pase a planta de contratados y tercerizados. Y rechace el pago de la deuda externa usuraria.
En las jornadas de paro y movilización previstas para fin de mes, los obreros de Donnelley y Lear serán protagonistas. Como plantearon en el Encuentro, su palabra debe tener un lugar destacado en toda movilización que se proponga ser combativa.
A la izquierda no está la pared
Pero estos días hubo más discursos para la tribuna. “Para los que me quieran correr por izquierda, les notifico que a mi izquierda, ¿saben qué hay? La pared nada más, viste”. Quizá la metáfora sea un guiño a los muchachos de Gerardo “Batallón 601” Martínez (UOCRA), que escuchaban a la Presidenta en Casa de Gobierno. Sus palabras salían al cruce de un hecho indiscutible de los últimos meses. La izquierda clasista es quien ha aparecido ante los ojos de millones como un actor fundamental en las luchas contra los despidos. A la pregunta ¿quién levanta consecuentemente una cuestión tan sentida como “familias en la calle nunca más”?, se podría responder “nosotros, la izquierda”. El gobierno “del empleo y los derechos humanos” aparece garantizando los despidos con los gendarmes de Berni y las patotas de Pignanelli.
El PTS tiene el orgullo de tener una responsabilidad central en este fenómeno. Junto a compañeros independientes, somos la principal corriente de la izquierda clasista en las comisiones internas que protagonizan estas históricas luchas. El apoyo más consecuente a todas las acciones y al fondo de lucha de los obreros de Lear y el apoyo a la gestión obrera en Donnelley, son parte de nuestra militancia cotidiana. Y así seguirá siendo.
Pero además en esta etapa, el gran reconocimiento y simpatía que han conquistado estas luchas y la izquierda obrera nos tiene que permitir dar nuevos pasos en la construcción de un partido de trabajadores, revolucionario, que se prepare para evitar que el fin de ciclo del kirchnerismo sea canalizado por variantes que descarguen la crisis sobre los trabajadores.
En estas semanas vamos a lanzar el primer diario digital de la izquierda argentina, entre otras iniciativas que votamos en nuestro reciente Congreso, con el fin de influir con nuestro programa e ideología en las franjas crecientes de la clase trabajadora y la juventud que avanzan hacia la izquierda.
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