Por Por Elizabeth Yang, Gabriela Liszt
El 20 de agosto se cumplieron 74 años del asesinato de León Trotsky, por órdenes de Stalin. Trotsky perdura como una figura revolucionaria reconocida mundialmente, retomada por la historia y la literatura, y sus seguidores continúan siendo miles en el mundo, a diferencia del estalinismo. En nuestro país el “trotskismo” tiene una larga historia y es nombrado insistentemente en distintos medios por su inserción en el movimiento obrero. ¿Por qué el PTS se reivindica “trotskista"?
Lev Davidovich Bronstein, su verdadero nombre, fue junto a Lenin, uno de los dos principales dirigentes de la Revolución Rusa, la que llevó a los trabajadores al poder y abrió la perspectiva de varias revoluciones en el mundo, especialmente Alemania. Fue uno de los fundadores de la Internacional Comunista (IC) en 1919. El papel dirigente de Trotsky se destacó por la creación del Ejército Rojo, en base a que pudo moralizar y abastecer un nuevo ejército formado por obreros, campesinos y ex soldados del zarismo y a las masas de los distintos frentes, venciendo la invasión de 14 ejércitos imperialistas (como Gran Bretaña, EE.UU., Francia y Japón). “Muéstreme otro hombre capaz de organizar en el término de un año un ejército que es casi un modelo y de ganarse el respeto de los especialistas militares. Nosotros tenemos ese hombre. Lo tenemos todo. Y haremos maravillas” (palabras de Lenin en referencia a Trotsky, citadas en las memorias de Máximo Gorki).
Organizador de la victoria, estratega militar, teórico y político, reconocido mundialmente por su “pluma” de escritor. Usó sus dotes tanto para la lucha política y de ideas como para desarrollar su estrategia como teórico de la revolución.
En su juventud, fue presidente del Soviet (Consejo) de Petrogrado (San Petersburgo) en la Revolución Rusa de 1905. Poco antes de esa revolución empezó a formular su Teoría de la Revolución Permanente (TRP), planteando la necesidad de una “dictadura del proletariado” que en alianza con el campesinado, barra no solo al zarismo sino a toda la burguesía rusa, que ya había demostrado su rol contra la revolución. Luego fue encarcelado y exiliado a Siberia, de donde se escapó. Después de una importante experiencia en Europa y EE.UU., volvería a Rusia en 1917 después de la Revolución de Febrero, donde las masas derrocaron al zar, para ponerse al frente de la Revolución de Octubre que llevaría a la victoria al proletariado para comenzar su camino hacia el socialismo, en la medida que se extendiera la revolución mundial.
La Revolución de Octubre quedó aislada, sobre todo por la derrota de la Revolución Alemana de 1923. Lenin murió en 1924. Esto impulsó el surgimiento de la burocracia estalinista que quería instaurar una sociedad socialista aislada (teoría del socialismo en un solo país), abandonando así el internacionalismo. Deportado, luchando contra la burocracia y esta teoría, Trotsky opuso su TRP, válida para todos los países sean avanzados o atrasados económicamente, dado que el capitalismo es un sistema mundial que iguala las bases objetivas para la revolución, prepara las condiciones para que la clase obrera ponga en pie un verdadero partido revolucionario que sea capaz de cambiar el sistema capitalista de raíz.
Expulsado en 1929 por la camarilla burocrática, redactó una crítica, dirigida al VI Congreso de la IC para evitar la degeneración creciente de la Internacional. Contra las acusaciones del estalinismo contó su vida, desde su formación como joven revolucionario hasta la degeneración de la URSS, en su ensayo autobiográfico “Mi vida” (1930), con gran repercusión entre los jóvenes de la URSS y que recorrió el mundo en varios idiomas.
En 1929 organizó la Oposición de Izquierda Internacional, para luego para fundar la IV Internacional y su base programática, el Programa de Transición, en 1938. El sentido fundamental del Programa de Transición es establecer un “puente” entre las condiciones y la conciencia actuales de la clase obrera para que dirija a los sectores populares hacia la toma del poder.
En la década del ’30, período convulsivo de entreguerras mundiales, sus escritos sobre el fascismo, la revolución española y el ascenso en Francia, tenían el fin de desarrollar la lucha obrera y la construcción de partidos revolucionarios, única vía de impedir una nueva guerra imperialista.
Ya en su última morada, en México, el único país que le dio refugio, sus escritos permiten entender gobiernos nacionalistas-burgueses como el de Cárdenas, Vargas o Perón, al movimiento sindical en nuestro continente y la necesidad de luchar por liberarse de la opresión imperialista de las semicolonias del continente. Se entrevistó con cientos de militantes y personalidades y formó la Comisión Dewey para que un tribunal imparcial conociera las falsificaciones del estalinismo.
Frente a la actual crisis capitalista que se desarrolla sobre todo en Europa, con repercusiones en Latinoamérica, los trotskistas utilizamos sus ejemplos programáticos para enfrentar la desocupación y que la crisis no la paguen los trabajadores, como repartir las horas de trabajo entre las manos disponibles, que más trabajadores trabajen menos horas, y si la fábrica cierra, la expropiación sin indemnización poniéndola a producir bajo gestión obrera.
Por supuesto que ninguno de sus escritos ni la TRP ni el Programa de Transición, son un manual que nos diga qué hacer en cualquier situación; sino que al condensar la experiencia de la lucha de clases y sus lecciones más importantes, nos permiten no tener que partir de cero frente a cada hecho de la lucha de clases. Por eso es muy importante actualizar este legado que nos dejó, haciendo nuestra propia experiencia, crítica y autocrítica que nos permitan aportar nuevas lecciones y enriquecer la teoría, el programa y la construcción revolucionaria. El PTS, desde hace más de quince años, impulsa el CEIP “León Trotsky”, publicando gran parte de su obra –accesible en ceipleontrotsky.org– para que las nuevas generaciones tengan a su alcance este legado revolucionario.
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