El llamado “proceso de paz”, iniciado con la tregua de ETA declarada el 22/03/06, ha muerto. El comunicado etarra de la semana pasada da por cerrado este capítulo del Gobierno Zapatero.
Un proceso de paz reaccionario
El gobierno del PSOE (Partido Socialista Obrero Español) ha tratado de domesticar al Movimiento de Liberación Nacional Vasco (MLNV) [1], acabando no sólo con la lucha armada, sino buscando la integración de su entramado político y social en el régimen español, obligándoles a asumir los marcos de la Constitución Monárquica de 1978, que entre otras demandas democráticas, niega el derecho de autodeterminación de los pueblos. El MLNV por su parte, tras los últimos años donde la persecución contra ellos ha ido en un constante ascenso (ilegalización de su principal partido político, Batasuna, cierre de periódicos afines, detención de decenas de militantes...), buscaba una salida a la desesperada que le diese un poco de oxígeno, la oferta de Rodríguez Zapatero sedujo a buena parte de su dirección.
La ubicación defensiva de la dirección del MLNV dio alas al gobierno para tratar de cerrar la lucha nacional vasca de una forma reaccionaria, echando el cerrojo a una futura lucha revolucionaria por los derechos democráticos, desmantelando e integrando en el régimen a la izquierda abertxale, que si bien al día de hoy mantienen una lógica de presionar al Estado español (con atentados o desde las instituciones) buscando la alianza con la burguesía vasca, son la expresión de la lucha del pueblo vasco por sus derechos democráticos nacionales.
El defensismo de la dirección abertxale sumado a la presión de la oposición de los antiguos franquistas, el Partido Popular (PP), que acusa al gobierno de ceder ante el terrorismo y organizó marchas de cientos de miles en Madrid contra su política, dio la oportunidad al Estado burgués y al gobierno para debilitar aún más al MLNV. Así, en estos meses de tregua a la vez que los abertxales rebajaban cada vez más sus reivindicaciones, el sistema judicial y el Ministerio del Interior han mantenido e incluso aumentado la represión, ilegalizando sus manifestaciones, con detenciones e ilegalización de sus organizaciones juveniles y buena parte de sus listas electorales.
En medio de esto, la dirección abertxale no podía sostener frente a sus bases y el brazo armado su discurso de cambiar las pistolas por el diálogo, los atentados para alcanzar la independencia, por la de la mesa de negociación, ya que el Estado burgués no iba a ceder ni lo más mínimo, con el objetivo de desgastarles al máximo para que su integración en el régimen fuese la sepultura del MLNV, y por la presión de los ex franquistas que podía desgastar mucho al gobierno.
Así pues finalmente ETA rompió el alto el fuego con el atentado de Barajas el pasado 30/12/2006, para ponerle punto y final con el último comunicado que da por roto oficialmente el proceso de paz.
Durante todo este tiempo la izquierda reformista y los nacionalismos periféricos han hecho frente único con el gobierno, y lo que es más grave, numerosos grupos de la extrema izquierda han apostado por el “proceso de paz”, como vía para alcanzar los derechos democráticos del pueblo vasco, como si en una mesa de negociación la burguesía española fuera a cuestionar su dominio territorial.
Los revolucionarios de Clase contra Clase hemos levantado en todo momento una denuncia implacable a este intento de domesticación del MLNV por parte de Zapatero, a la vez que criticábamos la estrategia pequeño burguesa del MLNV que en todo momento apuesta por la presión al Estado español y la búsqueda de la alianza con la burguesía vasca para lograr el reconocimiento del derecho de autodeterminación. Esto lo planteamos empezando por la defensa incondicional de los luchadores vascos frente a la represión del Estado español, exigiendo el fin de la represión y la libertad de sus presos políticos.
Sólo con la lucha revolucionaria de los trabajadores vascos, en alianza con los del resto del Estado español, contra las burguesías centrales y periféricas y su régimen, podremos resolver las demandas democráticas de nuestro país. La lucha por los derechos democráticos de los pueblos está indisolublemente unida a la lucha por una República Obrera y Socialista, la única que no tiene interés alguno en la opresión de las nacionalidades.
El Gobierno Zapatero pierde oxígeno
Podemos decir que Zapatero, a pesar de su interés en debilitar al máximo al adversario, ha tensado demasiado las cuerdas. Al no haber hecho ninguna concesión formal al MLNV, el sector más duro se ha impuesto a los Gerry Adams vascos, que ansiaban, como sus colegas irlandeses, poder convivir con el estado opresor renunciando a la lucha por los derechos democráticos del pueblo vasco. Gran parte de esta tensión la ha facilitado el PP, que en todo momento se ha opuesto frontalmente al proceso de paz desde un discurso reaccionario.
Zapatero, que llegó al poder como resultado del desgaste de José María Aznar, tras el proceso de movilizaciones contra el PP iniciado con las luchas de 2001, y que llegó a su punto más álgido con las jornadas posteriores a los atentados del 11M, ha conseguido con algunos gestos y un cambio de discurso respecto al PP, re-estabilizar la situación política. El “proceso de paz” era su apuesta para afianzarse un gran apoyo social y electoral, pero ha perdido este tren.
El desvío del PSOE no tiene muchas bases sólidas. Si bien gran parte de los trabajadores y jóvenes que protagonizaron las movilizaciones contra el Gobierno del PP siguen confiando en Zapatero, este apoyo es cada vez más pasivo (lo que se refleja en una mayor abstención del electorado del PSOE en las últimas elecciones) y menos firme, ya que los problemas de vivienda, precariedad laboral, carestía de la vida no sólo no se han arreglado sino que tienden a empeorar. Zapatero es el cambio para no cambiar nada.
El hecho de que vuelva a la “política de toda la vida” contra ETA (derrota policial y judicial) hace que las diferencias con el PP se reduzcan, recortando el espacio de oposición reaccionaria, que en gran parte había sido uno de los factores que más imagen de “progresista” le daba al Gobierno. Sin ese nivel de enfrentamiento, las diferencias entre el PP y el PSOE apenas se pueden apreciar.
Y por otro lado el gobierno, que se ha dado el lujo de no lanzar ataques contundentes para lograr la re-estabilización, ya empieza a estar apurado. Consciente de las necesidades de la patronal española, lleva adelante una política de criminalización y represión preventiva de la juventud, el sector más dinámico que inició las luchas contra el PP, acompañado de medidas puntuales contra otros luchadores, como la condena a tres años de cárcel para dos dirigentes obreros de los Astilleros por las luchas contra la privatización. Además el “pacifismo” de Zapatero, por su retirada de Irak, queda cada vez más en entredicho con el aumento de los contingentes militares en el exterior y las primeras bajas, como los últimos 6 soldados muertos en Líbano. El Zapatero del talante se quita la careta mostrando su verdadero rostro, es el presidente de la patronal imperialista española.
A la vez que el PSOE pierde oxígeno, el PP ha tratado de aprovechar este periodo para preparar una vuelta al poder de forma mucho más ofensiva. A su electorado firme, conquistado entre 1996 y 2004, se le suma una buena fuerza militante, que ha estado siendo convocada casi mensualmente a manifestarse contra el gobierno del PSOE. Aprendieron de las luchas estudiantiles, obreras y antiguerra de 2001/04, y si vuelven al gobierno quieren tener no sólo los votos necesarios sino una base militante que puedan movilizar en apoyo al gobierno, para aplicar más cómodamente sus ataques contra la juventud y los trabajadores y un recorte de derechos y libertades.
Con un PSOE cada vez más a la derecha y un PP a la ofensiva, lo ataques contra la juventud y los trabajadores se prometen duros y contundentes, más si analizamos algunos riesgos a corto/medio plazo que se anuncian para la economía española como el desinfle de la burbuja inmobiliaria. La estabilidad social alcanzada por Zapatero no es pues definitiva, las condiciones materiales que sacaron a miles a la calle siguen estando presentes, y la careta de “izquierdas” del PSOE y la ausencia de grandes ataques parecen iniciar su ocaso, la juventud y la clase obrera pueden retomar el camino de la movilización en defensa de nuestro futuro.
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