A seis semanas de las elecciones, Evo Morales pidió a su militancia en un mitin en La Paz pelear por un “voto firme, duro” para alcanzar el 70% en las próximas elecciones del 12 de octubre. En 2005 Evo se impuso con 54% de los votos y en 2009 fue reelegido con el 63%. Las encuestas conocidas hasta ahora coinciden en prever un nuevo triunfo masista aunque por márgenes más acotados que los señalados por el presidente.
Según Estudios Mori (datos del 26/08) Evo Morales tiene una intención de voto promedio nacional de 56%. Samuel Doria Medina un 17% y Jorge Quiroga 6%. Juan del Granado recibiría un 3%, y Fernando Vargas, 0,4%.
Por supuesto, habrá que ver cómo evolucionan las tendencias desde el 12 de setiembre, cuando se autorice la propaganda electoral en los medios masivos, y se ingrese a la fase final y decisiva de la campaña.
Evo y su vicepresidente, García Linera, insisten en que se precisa una victoria aún más amplia para que "tengan el poder en el Ejecutivo y en el Legislativo y se consolide el proceso de cambio". De hecho han gozado de una mayoría en los cargos electivos a nivel nacional durante su gobierno, ante una oposición de derecha muy debilitada.
El objetivo político planteado es plebiscitar el tercer mandato de Evo con una gran cosecha de votos para gobernar hasta 2020 con una mayoría absoluta de 2/3 en la Asamblea Legislativa Plurinacional.
Con ello busca también reafirmar la hegemonía sobre los sindicatos y movimientos sociales, cuestionada por síntomas de descontento y desgaste de las expectativas entre sectores populares en años recientes.
Si bien la coyuntura económica sigue siendo buena, con aumentos anuales del PBI de un 5%, la baja de precios de la soja y los minerales, así como las dificultades de los compradores del gas boliviano (Brasil y Argentina) plantean un horizonte de turbulencias para Bolivia, en los marcos de la crisis internacional.
Por otra parte, la decadencia de los gobiernos que se reclaman nacionalistas y progresistas pero que ahora aplican planes de ajuste cada vez más impopulares, como ocurre con el de Maduro en Venezuela o con el de Cristina F. de Kirchner en Argentina, es un alerta que el MAS parece tener en cuenta en la búsqueda de “blindar” con votos la autoridad presidencial, además de reforzar sus acuerdos con “factores de poder” como las FF.AA., tal como se vio en la gran parada militar del 7 de agosto en La Paz.
El gobierno a reforzar así, aun más, los rasgos “bonapartistas” del régimen, es decir, su capacidad de arbitraje ante las presiones de los diversos actores económicos y sociales, de cara a perspectivas no tan halagüeñas para el nuevo período de un “proceso de cambio” que no ha resuelto las demandas más profundas del pueblo boliviano.
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CLAVES
¿Qué se elegirá el 12 de octubre?
En las Elecciones Generales se vota por:
· Presidente y Vicepresidente).
· 36 Senadores del Estado (cuatro por cada uno de los nueve departamentos).
· 130 Diputados nacionales (63 en circunscripciones uninominales, 60 en circunscripciones plurinominales departamentales y 7 en circunscripciones especiales para pueblos indígenas).
· Representantes para Organismos Supranacionales
Las candidaturas de oposición:
· Samuel Doria Medina, rico empresario paceño y “rey del cemento”, encabeza junto al cruceño Ernesto Suárez Sattori la alianza “Unidad Demócrata”, a la que busca instalar como fuerza de centroderecha de alcance nacional.
· Juan del Granado, líder del “Movimiento Sin Miedo”, partido de centroizquierda que gobierna la municipalidad de La Paz y que fue alado del MAS durante su primer gobierno.
E Jorge “Tuto” Quiroga. Ex presidente de Bolivia (2001-2002, tras la renuncia de Banzer por enfermedad), proviene de la derecha neoliberal y apuesta a un reagrupamiento de esta fuerza.
· Fernando Vargas, reivindica origen campesino y se presenta por el Partido Verde con un programa de sesgo ambientalista.
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Denuncias de la izquierda
En estas elecciones no hay ninguna candidatura de izquierda independiente del MAS, la votación de congresos de la COB, para poner en pie un partido de trabajadores que defienda la independencia de clase del movimiento obrero y levante un programa propio ante demandas como el salario, la precarización laboral, la entrega a las transnacionales de los recursos naturales como en la minería, la contaminación ambiental generada por el “modelo” extractivista, etc., se ha visto saboteada por la actual dirección de la COB, que prefirió reconciliarse con el gobierno, y participa de una campaña sucia, de persecuciones y calumnias contra quienes insisten en plantear la necesidad de un partido de los trabajadores. Así, se ha sancionado a referentes de la izquierda minera en Huanuni, y se pretende expulsar de su cargo docente en la Universidad Nacional de Siglo XX, en una brutal persecución política, a Javo Ferreira, dirigente de la LORCI. La LORCII y otras corrientes de izquierda y sindicales, propugnan el voto en blanco o nulo, ante la inexistencia de una alternativa de los trabajadores, independiente del gobierno como de las fuerzas de la derecha burguesa.
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