El presidente uruguayo Tabaré Vázquez, se propuso utilizar el día 19 de Junio, día del natalicio de José Artigas, para consumar su política de punto final “vuelta de página” y su ya famoso “nunca más hermano contra hermano”, en el tema de los.

En el mes previo a la fecha conmemorativa, no sólo hizo suya la idea del diputado derechista García Pintos de reparar económicamente a las “víctimas de la subversión”, poniéndolas en el mismo plano que a los luchadores populares víctimas del terrorismo de Estado, sino que también propuso un acto oficial cívico-militar de reconciliación con los represores impunes a la que concurrirían hasta los escolares con sus maestras. Tamaña traición despertó las quejas de los propios dirigentes del Frente Amplio (FA), que en definitiva están de acuerdo con esta propuesta, pero con un poco más de disimulo y a menor velocidad.

Para que la iniciativa prosperara se “negoció” incluir un ambiguo mensaje de “Nunca más al terrorismo de Estado” y disminuir la presencia militar, hasta que los dirigentes oficialistas aceptaron su realización, con diferentes argumentos, disculpas y excusas.

Finalmente el 19/6 de junio, escasos simpatizantes frenteamplistas rodeados de militares, blancos, colorados, vieron como la derecha política y el “progresismo” traidor cerraban filas en la defensa de la impunidad para la represión y la tortura. Fue muy llamativa la poca respuesta de la militancia frenteamplista al llamado de un presidente que goza de amplia popularidad, en un acto bastante más pequeño que el organizado por los disidentes del FA, grupos de izquierda y la Plenaria Memoria y Justicia que se concentraron esa misma noche contra la impunidad.

El acto oficialista tuvo un comienzo y un final simbólico:
Tabaré llegó acompañado por la viuda del general Seregni, líder histórico del FA, que propugnó el Pacto del Club Naval como salida de la dictadura, que ya en ese momento, y con el aval del resto de la dirigencia del FA, acordaba la salida negociada y pactada que incluía el no enjuiciamiento de los militares asesinos.

Y el cierre del acto con Tabaré abrazado con el hijo del dictador Bordaberry preso en cárcel de lujo. Comienzo y final que coinciden con lo que fue la política del FA en los últimos 25 años: conservar impune el aparato represivo y no tocar a las fuerzas armadas. Si en algún momento apoyó el plebiscito que proponía derogar la ley de Caducidad fue presionado por sus bases y con una política oportunista y desmovilizadora, que de cualquier manera llevaba a este final. De hecho en el Congreso del FA, antes de comenzar su gobierno dejaron bien claro y por amplia mayoría que estaban en contra de la derogación de la ley de impunidad.
Por las dudas el “Pepe” Mujica ex guerrillero, preso y rehén de la dictadura se encargo de aclarar que no tenía problemas de estar en la plaza con los militares y expuso su particular solución al problema: “reiteró su posición que hasta que no desaparezcan los testigos de aquella época hay cosas que no se borran”. Este converso ministro del gobierno pro imperialista refuerza también la visión que se intenta imponer sobre los hechos históricos: fue simplemente un enfrentamiento entre guerrilleros y militares, por lo cual los 2 “bandos” cometieron errores y excesos y es mejor olvidar.

Fiel a su concepción mesiánica parece que nunca registró que lo que hubo fue una brutal represión de un Estado opresor contra un pueblo que desde fines del 50 incrementaba la lucha, la movilización y la conciencia política, llegando a la gloriosa huelga general contra el golpe del 73, desarticulada y contenida por el PC y otros grupos del FA que impidieron la profundización de la resistencia, cuando el golpe tambaleaba y el pueblo estaba a la ofensiva.

Nunca más... hasta esa misma noche

Como mencionábamos anteriormente se organizaron 2 actos alternativos:

Uno organizado por grupos políticos de izquierda, la Plenaria Memoria y Justicia, la coordinadora de Jubilados y el Sindicato del Taxi, que convocaron a una marcha y por otro lado, un acto de la Federación de Estudiantes Universitarios (FEU) y los cooperativistas de Fucvam; que nunca llegó a concretarse.

Es que promediando la tarde cuando un grupo de jóvenes intentaron encender unos neumáticos fueron brutalmente agredidos por la policía. La ministra del Interior ya había advertido que no se iban a tolerar hechos de violencia, pero por las dudas también implementó medidas persuasivas. Según Irma Leites, dirigente de la Plenaria señaló que la propia ministra reconoció que la represión de los manifestantes no fue para impedir el corte de la calle, sino para “persuadir posibles futuros desmanes”.
Plenaria denuncia que existió un operativo “tipo secuestro” y aseguraron también que los jefes del operativo le “mintieron” a los familiares de los cuatro detenidos de esa noche, sobre dónde los tenían emplazados.
En este clima, y rodeados de un fuerte operativo policial se desarrollo la marcha hasta el obelisco, realizando en su recorrido un escrache al Centro Militar. A pesar de la tensión la marcha transcurrió sin incidentes, salvo la expulsión de algunos policías infiltrados de civiles (“tiras”).

Como bien cita el periodista Víctor Abelando en el semanario Brecha, y que sería bueno que el propio periódico, al igual que los grupos del FA que hoy se rasgan las vestiduras por la traición ( 26 de marzo, Corriente de Izquierda, PCR) también recordaran; esta política se anunciaba desde hace muchos años:
“En ellos la constante fue desarrollar la idea del “cambio con todos” y del “acuerdo social” como un componente estratégico de un futuro gobierno suyo.

En esas exposiciones, el actual presidente dejó de hablar de dos modelos de país y del neoliberalismo como una política nefasta para Uruguay... entendiendo los conflictos como resultado de “ubicar a la sociedad como un todo ajeno a las contradicciones de clase y por ende armónico en sus intereses, (que) no admite más razones para el conflicto que la impaciencia o la activación de los demonios que los hombres portan. De ahí la culpabilidad compartida en los hechos de violencia que vivió el país modelo.

Ante la profundización del giro a la derecha y los nuevos hechos políticos cotidianos que lo confirman, se vuelve cada vez más imprescindible acabar con las ilusiones en un posible cambio de política, romper con el FA, retomar el camino de la independencia de clase y pelear por una verdadera alternativa obrera y popular.