La vocera de la Facultad de Humanidades de la Universidad de Playa Ancha, en Valparaíso, nos cuenta sobre el debate educativo actualmente en la palestra nacional y las perspectivas del movimiento estudiantil tras la movilización del 21 de agosto.
La importante movilización del 21 de agosto ocurre a menos de seis meses de la asunción de Michelle Bachelet a la presidencia, que prometió durante su campaña una reforma educativa. ¿Cómo evalúa la reforma anunciada por la presidenta?
La propuesta de “educación gratuita” de Bachelet de la que se habla mejoraría la cobertura del estado sobre la educación mediante el subsidio a la demanda, pero no escapa a la lógica de mercado, que permite y fomenta el lucro, ni del sistema de financiamiento heredado de la dictadura.
El carácter de las promesas del gobierno se ha venido desmoronando. Quedó en evidencia con la aprobación del protocolo de la reforma tributaria, por ejemplo, que modera la iniciativa que implantaría impuestos progresivos a las grandes empresas para financiar educación, salud, vivienda, entre otras materias.
"El gobierno prefiere llegar a acuerdos rápidos con la derecha para no tensionar el ambiente. El movimiento estudiantil con la movilización del 21 de agosto lo dejó de manifiesto, aunque les duela, no pueden gobernar de la misma forma como lo venían haciendo."
¿Eso es lo que quieren decir muchos analistas con que en Chile volvió la vieja “política de los consensos”?
Exacto. Lo que pasa es que este debate ha generado tensiones en los partidos del régimen. Mientras la derecha defiende a capa y espada los negocios de los empresarios de la educación, Bachelet busca sacarnos de las calles con una escueta y cada vez más moderada propuesta de reforma legislativa. La marcha del 21 de agosto marcó un punto de inflexión dentro de la situación política nacional porque cuestiona las respuestas institucionales a su principal debate abierto: la reforma educacional.
¿Qué consecuencias tiene esta política de consensos impulsada por el gobierno?
El problema es que mientras el gobierno modera las reformas, la derecha aprovecha para pasar a la ofensiva, por ejemplo a través de la CONFEPA, la Confederación de padres y apoderados de colegios particulares subvencionados, que ejerce una presión efectiva en las calles. Con un discurso que siembra el terror, anunciando cierre de liceos, catástrofe en el sistema privado, la derecha se viene insertando en los centros de apoderados que han venido manifestándose en las calles para defender los negocios de los empresarios y la iglesia. En la reforma tributaria se movilizaron las Pymes, agrupamientos de pequeños empresarios denunciando la aplicación de impuestos. Denuncian al gobierno de ser los culpables de la desaceleración económica producto de la desconfianza que tendrían los inversionistas a propósito de las reformas propuestas por Bachelet. El protocolo de acuerdo con la derecha sobre la reforma tributaria fue su triunfo parcial, pero van también por un protocolo de acuerdo en la reforma educativa, que pueda desactivar al movimiento estudiantil y mantener sus negocios en educación.
¿Cómo se ubican las direcciones del movimiento estudiantil?
En este escenario dinámico, repleto de discusiones y vaivenes sobre las reformas del gobierno, las Juventudes Comunistas (JJCC) de la diputada Camila Vallejo por la coalición de gobierno (Nueva Mayoría) y quien dirigió el movimiento en 2011, impulsa la “mesa de diálogo ciudadano”, en la que participan sectores con intereses creados, como los sostenedores de liceos, dueños de universidades privadas, entre otros. La CONFECH es el máximo organismo de los estudiantes, y está dirigido por el frente de estudiantes libertarios (FEL), la Unión Nacional Estudiantil (UNE) y la izquierda Autónoma (IA). La dirección de la Confech lamentablemente ha decidido cerrar filas con Bachelet, aceptando con variados argumentos mantenerse en este espacio. Una jugada que deja al movimiento estudiantil a merced del gobierno de la Nueva Mayoría, subordinado a sus tiempos y sus intereses.
El ministro de Educación Nicolás Eyzaguirre anunció que el diálogo con los estudiantes no será vinculante, solo “incidente”, es decir no es garantía de nada. ¿Por qué la dirección de la Confech se subordina a esta política?
Bajo la teoría de que la única forma de enfrentar a la derecha es aliándose con el gobierno, los dirigentes del Confech han decidido tomar esta decisión, que por lo demás fue por fuera de lo discutido en las bases estudiantiles. Esta ubicación ha provocado importantes tensiones a su interior.
¿Cómo se expresan esas tensiones?
Dos carruajes se disputan en la arena política sobre esta reforma, uno más “moderado” y otro más “crítico”. El primer sector es el de la conducción, y está dispuesto a conceder la “legitimidad social” que busca el ministro Eyzaguirre a la reforma del gobierno a través de su “mesa”, mientras que el segundo sector critica esa legitimación, sin embargo no ha constituido ninguna alternativa a la política de la conducción.
La disputa entre estas tendencias se resolvió parcialmente el pasado sábado 23/8, en el Salón Víctor Jara de la Universidad de Santiago, cuando mediante 1 voto de diferencia (15 votos por bajarse y 16 por continuar en la mesa) la Confederación se mantiene dentro de la "Mesa social por la educación". En el sector más crítico imperó la abstención y el voto en contra de continuar en la “mesa” pero más allá de esto, el descontento no se expresa en políticas palpables hacia el conjunto del movimiento estudiantil.
Los analistas hablan de un "nuevo respiro" que mantendría las relaciones de fuerzas favorables al gobierno de Michelle Bachelet. ¿Cómo queda la Confech frente a esta división?
El bloque de conducción, conformado por la Unión Nacional Estudiantil, Izquierda Autónoma y el Frente de Estudiantes Libertarios viene en un momento de desestabilización, lo que se puede ver en la posterior bajada de la UNE de la “mesa”.
"Lo que no pueden desmentir las direcciones burocráticas de la Confech es que la capacidad de movilización y fuerza que tengamos los estudiantes es la única garantía para alcanzar las demandas que venimos planteando desde el 2011: por una educación gratuita, laica, estatal, intercultural, no sexista e irrestricta."
La derecha sacó esta conclusión de forma más activa que los dirigentes de la Confech y fueron enfáticos: la reforma educacional se decidirá en la calle, no en reuniones con café y galletitas. La calle es nuestro principal centro de maniobra política y la marcha del 21A muestra nuestra fortaleza.
Qué perspectiva planteás como vocera de tu facultad y miembro de la Agrupación Combativa y Revolucionaria?
La pregunta que nos tenemos que hacer como movimiento estudiantil es si dejaremos que el gobernó nos saque de las calles y modere nuestras demandas. Ponerle fin a la educación de mercado sigue siendo una necesidad, es por esto que los militantes de la ACR consideramos que es imprescindible organizarnos de forma independiente del gobierno. Ellos no son una alternativa para detener a la derecha movilizada, es por esto que creemos que es urgente que este segundo semestre levantemos un plan de lucha organizado desde las bases, retomando la histórica lucha del 2011.
Esta pelea no podremos llevarla hasta el final si no buscamos la más amplia alianza con los trabajadores que ya comienzan a movilizarse. Es importante que el movimiento estudiantil pueda participar de la preparación del paro nacional que convoca la CUT para el 4 de septiembre para enfrentar como un solo puño toda la herencia de la dictadura.
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