Como lo reseñamos ampliamente en este número, el martes 22 de mayo un importante sector de los trabajadores industriales de Aragua paralizaron sus actividades, saliendo además a las calles, trancando casi todos los puntos neurálgicos del Estado. Este paro, encabezado por los trabajadores de Sanitarios Maracay y la C-CURA, en solidaridad con la lucha de los compañeros de Sanitarios que llevan más de siete meses de producción bajo gestión obrera y contra la represión de la policía regional y la Guardia Nacional, hizo que hasta el mismo Ministro de la Defensa, Raúl Baduel, tuviera que organizar una reunión para discutir con los trabajadores sus demandas.
El paro no tenía “amigos” en el gobierno regional ni nacional, al contrario, hasta el último momento intentaron boicotearlo. Pero la decisión de los trabajadores, alentados por el gran ejemplo de Sanitarios Maracay y ganados a brindar su solidaridad de clase, se impuso en las fábricas y las calles. El objetivo, decían varios de los obreros, era “hacernos respetar” por el gobernador, la policía, los patrones, la Guardia y demás instituciones del Estado. ¡Y los trabajadores se hicieron respetar, con sus propias fuerzas y métodos de lucha! Cuando el gobierno de Chávez busca forzar una convivencia pacífica entre la clase trabajadora y sus explotadores, sustituyendo la lucha de clases por pequeñas concesiones dadas a través de decretos gubernamentales, cuando quiere erigirse como el “árbitro” y poner límites a las luchas obreras a través de los tribunales, jueces, diputados y hasta la Guardia Nacional, este paro aparece marcando una importante expresión de lucha obrera no tutelada ni regimentada desde el Estado.
La experiencia ejemplar de Sanitarios Maracay -con mucho impacto entre la clase obrera del estado-, gestionada por sus propios trabajadores, a pesar de las dilaciones y negociaciones del gobierno nacional con los empresarios, e incluso de la represión sufrida a manos de la GN, Sanitarios Maracay, es alrededor de la cual se desarrolla esta importante acción obrera. Es que Sanitarios es ya una fábrica sin patrón, que funciona democráticamente a través de Asambleas, un Comité de Fábrica y varios sub comités para la gestión, que demuestra fehacientemente que ¡sin los trabajadores las fábricas no funcionan, sin los patrones sí!
Pero esta experiencia no es un hecho aislado ni exclusivo del estado Aragua, si bien allí ha tenido su punto más alto. Desde mediados del año pasado importantes luchas de sectores asalariados han venido recorriendo el país, tanto en empresas privadas como públicas, con una diversidad que va desde la lucha por derechos laborales, por reconocimientos de sindicatos, contra cierres de empresas y algunas contra los acuerdos del gobierno con la burocracia sindical o los patrones, incluyendo las transnacionales del petróleo. En este tiempo han resaltado las luchas de los trabajadores de Vivex (por reconocimiento del sindicato y contrato colectivo), de Petrozuata y Sincor (contra las trasnacionales petroleras de la Faja), de Albeca (contra el empresario miembro del Comando Miranda), más recientemente, de los de la Parmalat de Zulia y Lara (con las fábricas ocupadas exigiendo su expropiación), de los obreros de Sidor (exigiendo su re-nacionalización y el pase a nómina fija de los 9 mil contratados-tercerizados), de los empleados públicos y los trabajadores petroleros (contra los pactos del Ministerio del Trabajo con la burocracia, incluso la golpista en el sector petrolero, y por su contrato colectivo), de los trabajadores de DSD y CE Minerales de Venezuela (contra la súper explotación de estas transnacionales beneficiadas con subsidios del gobierno), de la CVA-Azúcar (contra el despido masivo en esta empresa estatal), y muchas otras más.
En la base de este proceso se encuentra, tanto el hecho que hay un importante crecimiento económico que es conocido y percibido por todos, mientras sigue la postergación de las fundamentales demandas obreras, como la persistencia de la súper explotación y políticas antisindicales (tanto en el sector privado como en el público), las maniobras del Ministerio del Trabajo para acordar con los patrones y la burocracia sindical de la cuarta y de la quinta, contra los sindicatos de base y las corrientes clasistas y combativas, así como la represión cada vez más continua contra las protestas obreras.
En estas luchas los trabajadores y trabajadores, que en su mayoría aún confían en Chávez y su gobierno, chocan una y otra vez con las instituciones del Estado y las políticas del gobierno, que se muestran claramente del lado de los patrones, encontrándose con represiones brutales y hasta gansteriles, como la desatada contra Sanitarios Maracay y los trabajadores de DSD y CE Minerales, con la defensa férrea de un patrón porque es chavista, como el de Albeca, con acuerdos del Ministro del Trabajo hasta con sindicaleros golpistas en PDVSA, con tal de aislar a los sindicatos combativos que lo cuestionan, o con respuestas como las del Presidente de la CVA-Azúcar sobre el traslado de la empresa a otro estado: “la empresa no tiene nada que discutir con los trabajadores... esta es una decisión que tiene que respetarse, gústele o no a los trabajadores”.
Por eso, aún cuando mantienen esperanzas en el proyecto de Chávez, objetivamente comienzan a pelear ya no sólo contra los patrones y sino también contra el gobierno. En medio de estas luchas sectores de vanguardia comienzan a hacer una experiencia política con el que consideran “su” gobierno, aunque ya con muchas reservas. Podríamos decir que en estos casos las acciones van más de prisa que la conciencia misma, y no por casualidad un trabajador de Sanitarios Maracay, que es sin duda la expresión más avanzada de este importante proceso, decía: “la cuestión no es si nosotros estamos con Chávez, sino si él está con nosotros, porque comenzamos a tener dudas”. Incluso entre dirigentes sindicales petroleros de vanguardia ya se empieza a dudar sobre si éste es realmente su gobierno, como lo consideraban hasta hace poco.
Frente a esta situación, la tarea del día es luchar por extender esas experiencias de lucha avanzadas, coordinarlas a nivel regional y nacional, desde las bases en lucha, para dotarlas de una fuerte organización y plan de lucha, así como discutir seriamente la necesidad de poner en pie un partido obrero independiente, basado en los sindicatos y organizaciones combativas de la clase, para elevar a la lucha política independiente a los trabajadores y trabajadoras y dirigirse desde allí a los millones de asalariados y asalariadas, que aún confían en el proyecto de desarrollo nacional con “economía mixta” propuesto por Chávez, que descansa en realidad sobre los altos precios petroleros y la explotación de la clase trabajadora.
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