El próximo 26 de octubre se desarrollaran en Uruguay las elecciones para elegir Presidente y Vice así como renovar los miembros de las cámaras de diputados y senadores. En un contexto de poco entusiasmo y debate de ideas, los tres partidos mayoritarios, con más semejanzas programáticas que diferencias, competirán por lograr la mayoría necesaria para poder encarar un próximo gobierno en tiempos que se prevén serán turbulentos y de crisis
Las encuestas han mostrado en este último tiempo un freno de la caída de intención de votos del que hasta hace algunos meses se perfilaba como claro favorito, el ex presidente frenteamplista Tabaré Vázquez (2005-2010). Actualmente muestra un porcentaje de votos en el entorno de 42%, lo que le permitirá seguramente alcanzar el primer lugar, aunque no evitar una segunda vuelta. En ese probable ballotaje , a realizarse en noviembre, el candidato del derechista Partido Nacional (blancos), Luis Lacalle Pou, se perfila como un serio competidor.
Al 30 % que le adjudican las encuestas en el primer turno eleccionario se le sumaran seguramente la mayoría del de los votantes del tercer partido, el también derechista Partido Colorado, que lleva de candidato a Pedro Bordaberry, hijo del ex dictador José María Bordaberry, a quien hoy las encuestas le otorgan alrededor de 15%.
Luego se ubican algunas fórmulas menores: el Partido Independiente que proclama a Pablo Mieres como candidato con alrededor de un 3%, la Unidad Popular que agrupa a desprendimientos por izquierda del Frente Amplio (cuyo principal grupo es el Movimiento 26 de Marzo) con un 1%, y el Partido Ecologista Radical Intransigente (PERI) también con una cifra cercana al 1%, que intenta captar el voto ambientalista descontento por la política de entrega de los recursos naturales que se han expresado en masivas movilizaciones. Completa la lista de candidatos el Partido de los Trabajadores.
A su vez, y junto a las elecciones nacionales, se realizará el plebiscito por la baja de la edad de imputabilidad que promueven los partidos Colorado y Nacional, aunque con un apoyo más activo del primero. Las empresas encuestadoras, si bien señalan la baja de varios puntos en la intención de votos para los que impulsan la reforma constitucional para penalizar como adultos a menores de entre 16 y 18 años, no son concluyentes en este tema, lo que le agrega otra incertidumbre al panorama electoral.
La transición ordenada y la estrategia de Tabaré Vázquez
Si bien Tabaré Vázquez sigue siendo el favorito a suceder a Mujica, ya no lo es tan claramente como hace 6 meses.
En el último tramo de su gobierno el actual presidente frenteamplista José Mujica viene intentando una transición tranquila y ordenada buscando concretar algunos megaproyectos que aseguren inversión extranjera como el Puerto de Aguas Profundas, la megaminería, la regasificadora y una posible nueva pastera. Todos proyectos que implican graves daños al medioambiente y otorgan jugosos negocios a las multinacionales.
En un contexto en que se agotan las condiciones económicas regionales y mundiales que dieron cómoda gobernabilidad a los proyectos pos-neoliberales o "progresistas", Mujica intenta mantener los niveles de desempleo en un dígito (actualmente 6%), y mostrar “logros de gestión" a su salida. Si bien la inflación aún es relativamente baja (de alrededor de un 9% anual) viene en lento pero persistente aumento, acompañada además de un aumento del valor del dólar de casi el 30% en un año (pasando de 19 a 25 pesos) y un déficit fiscal de tres puntos porcentuales del PBI.
El equipo económico dirigido por Danilo Astori ha priorizado cuidar los números macroeconómicos sin tocar el margen de ganancia empresarial, lo que como contrapartida trae para los trabajadores aplicación de topes salariales, pérdidas del poder adquisitivo vía inflación, la confiscación que implica el impuesto al salario (IRPF), y ataques a las condiciones de trabajo. De esta manera el Frente Amplio ha pateado para adelante un muy posible ajuste fiscal manteniendo una situación actual sin sobresaltos.
Ante la caída en la popularidad en los últimos meses de la formula Vázquez-Sendic y el riesgo de perder las elecciones, el Frente Amplio intentó algunos cambios en su estrategia electoral:
Pasó de simplemente enumerar los “logros de gestión” a plantear algunas medidas de un eventual tercer gobierno. Las mismas van desde reafirmar la propuesta de conceder un 6% del PBI para educación, aguinaldo para los jubilados, o el tan mentado “Sistema Nacional de Cuidados”, todas propuestas para entusiasmar a sus votantes de centroizquierda. En su afán de detener la fuga de votos hacia el centro del espectro político, también anuncia una agenda agradable para para la clase media y los empresarios nacionales y extranjeros. En su discurso en la Rural del Prado (exposición de la Asociación Rural), el candidato frenteamplista reafirmó su compromiso en mantener la rentabilidad del campo (manteniendo impuestos irrisorios) y la mejora de infraestructuras. En materia de seguridad, y atendiendo las reivindicaciones de los sectores medios, anunció la continuidad del actual ministro Bonomi, y la mayor tecnificación de la represión (compra de drones y más cámaras de seguridad).
Tabaré Vázquez cuenta también con el importante apoyo de la central sindical PIT-CNT, dirigida por corrientes frenteamplistas y que defiende acríticamente al gobierno. Los dirigentes sindicales han aprovechado frases y anuncios reaccionarios de Lacalle Pou (oponerse a las 8 hs. de los trabajadores rurales, cuestionar la responsabilidad empresarial en casos de accidentes laborales, etc.) para polarizar y mostrar supuestas diferencias entre el Frente Amplio y los partidos tradicionales. La realidad muestra que en las cuestiones estructurales no existen diferencias sustanciales, y que cuando la crisis se vuelva más aguda, la variable de ajuste para todos los candidatos parece estará centrada en el salario y nivel de vida de los trabajadores y el pueblo.
Las elecciones del 26 de octubre próximo tendrán una clara importancia parlamentaria, ya que la tendencia marca que en caso de ganar el Frente Amplio no tendrá mayoría absoluta en el legislativo. Esto lo obligará a buscar aliados para un gobierno de coalición, posiblemente en el Partido Independiente. Un ejecutivo encabezado por Vázquez en coalición con el PI es una de las variantes de la clase dominante para enfrentar las discusiones presupuestales de 2015, aunque acuerdos parciales con sectores de la derecha tradicional de blancos y colorados no están descartados. El temor a una posible parálisis e inestabilidad política en tiempos que se avizoran difíciles y complejos también se presentan en un hipotético triunfo blanquicolorado, mostrando un panorama incierto y complejo para el próximo presidente.
26/09/2014
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