Hasta el día de hoy y sobre todo después de haber resistido con sus cuerpos a la represión del gobierno, la “revolución de los paraguas” no ha cesado de extenderse, ganado la simpatía de la gran mayoría de la población de la ex ciudad-estado. Pero: ¿Cuáles son las fortalezas de este movimiento y sus debilidades?
En los últimos días el carácter tumultuoso de este movimiento ha superado el control que tenían los sectores reformistas a la cabeza de los reclamos democráticos desde hace más de un año. El viejo movimiento democrático de Hong Kong estaba encabezado por Occupy Central. Liderado por el académico Benny Tai, esta organización fundada el año pasado por un grupo de académicos, líderes de la iglesia y profesionales, anunció una campaña de desobediencia civil que debía comenzar el 1° de Octubre para forzar a Beijing que revoque su decisión. Este colectivo fue responsable del referéndum (no oficial) sobre la reforma política celebrado entre el 20 y 29 de junio de este año. El referéndum fue de hecho convocado sólo unos días antes del 1 de julio – día en el que Hong Kong fue devuelta a China-, fecha en la que cada año se ha organizado una manifestación que en buena parte pretendía recordar a Pekín sus promesas en relación a la organización de elecciones bajo el sufragio universal. A su vez, la oposición oficial, como el Partido Cívico o el Partido Demócrata, con relaciones y con algunos de sus miembros que forman parte de los líderes de Occupy, amenazaron con usar sus números en el Consejo Legislativo local para vetar la propuesta y, en efecto, mantener el status quo antidemocrático de la isla. Actualmente el jefe del Ejecutivo es simplemente elegido por un comité de 1200 miembros, dominado por los partidarios pro-Pekín.
Frente a la determinación y la acción directa de los últimos días que rompieron su calendario fríamente pensado, estos sectores tuvieron que reubicarse para intentar controlar el movimiento, por ahora sin éxito. Incluso la Federación de Estudiantes de Hong-Kong, que fue durante un tiempo la vanguardia del movimiento, vio su propuesta de retirarse de la calle del 28 de septiembre en respuesta a la escalada de la ofensiva gubernamental rechazada por las masas.
Socialmente son ahora los estudiantes secundarios y la juventud los que están a la cabeza del movimiento, más que los sectores de mediana edad y de clase media de la oposición burguesa democrática que son la principal base de apoyo de Occupy. Estos partidos y grupos representan sectores desplazados de las viejas élites de Hong Kong que a la vez que se oponen a que el control de Pekín socave sus intereses, tienen aún más miedo de un movimiento de masas de la clase obrera que podría desestabilizar la dominación burguesa.
Junto a estos puntos positivos, se suma el hecho de que la Confederación de Sindicatos de Hong Kong haya apoyado el movimiento y llamado a una huelga que tuvo cierto respaldo, aunque minoritario. Sobre todo los reclamos de los estudiantes y la juventud gozan de la simpatía de los trabajadores. Es importante tener en cuenta que aunque Hong Kong es una de las ciudades más prósperas del mundo, también tiene una de cada cinco personas viviendo bajo el umbral de la pobreza. El índice de Gini, que mide las desigualdades, ha aumentado durante los últimos años, y no sólo porque se ha incrementado el número de millonarios, sino también porque los ingresos del 10% más pobre se han reducido un 16% entre 2001 y 2011, según el gobierno.
Si los reclamos democráticos son los que han prevalecido, una serie de cuestiones sociales comienzan a hacerse eco en los sectores movilizados. Junto a la cuestión del sufragio universal, cuestiones como la regulación de las condiciones de trabajo o las pensiones han comenzado a debatirse.
En este marco, si la enorme espontaneidad que se ha desarrollado permitió superar el cuadro de presión sobre las autoridades impuesto por los lideres reformistas, implicando un verdadero desafío para Pekín, es importante plantear que aún no ha surgido una organización ni dirección de los sectores en lucha. Esta debilidad puede ser crucial frente a las duras opciones que más temprano que tarde se verá obligado a tomar el movimiento frente al enorme enemigo que tiene enfrente: la alianza reaccionaria del ejecutivo local de C.Y. Leung, los grandes oligarcas que lo apoyan y la conveniencia de estos con el gobierno central de China y los dirigentes de Partido Comunista Chino.
A su vez, la Confederación de Sindicatos no es lo suficientemente fuerte para implementar una huelga general efectiva y ponerse a la cabeza de una fuerte alianza obrera-estudiantil, que tenga la posibilidad de ofrecer un boque político y social sólido, frente al del poder político y económico en plaza. Sin embargo, no faltan agravios y nuevas mechas que encienden la pradera social. Hace unos días el New York Times señaló que las encuestas en los últimos años indican que "el sector más descontento y potencialmente volátil de la sociedad de Hong Kong no son los estudiantes, los veteranos de mediana edad o incluso los activistas de edad avanzada que han sostenido el movimiento por la democracia durante décadas. En cambio, los más estridentes llamados por una mayor democracia -y a menudo una mayor populismo económico, también- han venido de personas que tienen entre 20 y 30 años de edad, que deben padecer para encontrar empleos bien remunerados como consecuencia de que el sector manufacturero local se ha marchitado, y que los bancos y otras industrias de servicios han contratado a chinos de la parte continental en lugar de los graduados universitarios locales”. Tener iniciativas audaces para llegar a estos sectores más explotados de la clase obrera que hoy en día están trabajando en muchos empleos precarios por parte de los estudiantes será uno de los elementos que definirá si el movimiento actual pega un salto en su carácter social, pasando de una gran manifestación a los inicios de un verdadero proceso revolucionario donde la clase obrera intervenga de forma independiente.
Aun no se ha llegado a este punto. En este marco, la actual confusión y la falta de perspectiva política presentes aún en el movimiento abre una brecha para que las grandes potencias puedan manipular las manifestaciones democráticas. Otro elemento a favor para el imperialismo, es el carácter y la orientación pro-occidental de gran parte de la oposición oficial de Hong Kong. Por ahora, sin embargo, a diferencia de Ucrania, los Estados Unidos no propugnan un cambio de régimen. Si bien en el día de ayer el gobierno norteamericano hizo declaraciones de apoyo a las manifestaciones en la isla, los Estados Unidos tienen por ahora una línea cauta. Sometido a varias crisis internacionales de forma simultánea, como la guerra en Irak y Siria, la respuesta de Rusia en Ucrania, EEUU pareciera no tener voluntad para abrir una nueva gran crisis internacional. Sin embargo, dado el carácter tenso y volátil de la geopolítica internacional de los últimos meses esto podría cambiar súbitamente. Todo esto aumenta la urgencia de que el movimiento de Hong Kong deba madurar a pasos agigantados.
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