Introducción
Los marxistas revolucionarios estamos por dar la pelea en las elecciones, aunque no es nuestro terreno, peleando por que se exprese la conciencia de clase, en contra de las posiciones sectarias y abstencionistas como las que sostienen corrientes anarquistas y autonomistas (que llaman a votar anulado o no votar), y que expresan un rechazo infantil al parlamentarismo totalmente estéril en la pelea por que los trabajadores se expresen como clase y no sigan detrás de las variantes burguesas.
Asimismo, aprovechamos la tribuna electoral para denunciar a la democracia burguesa y sus instituciones, donde en el mejor de los casos se vota cada 4 o 5 años. Criticamos que se haya impregnado en la conciencia de las masas que esta democracia es la única posible, y es lo máximo a lo que se ha podido aspirar, negando totalmente que otra democracia, la de los explotados y oprimidos, la democracia directa de los soviets, por ejemplo, es posible y necesaria. Esta democracia de los explotados estuvo muy cerca de concretarse en la lucha contra la dictadura y en la heroica huelga del 73.
Marco general de estas elecciones en Uruguay
En estas elecciones, el panorama político está centrado y acaparado por dos salidas (Frente Amplio por un lado y los partidos tradicionales por el otro, PN y PC), que para nosotros son nocivas para la clase trabajadora (por su contenido de clase burgués). Estas dos variantes expresan un consenso general en cuanto al modelo de administración y gestión del estado burgués: el modelo económico privilegiando los intereses empresariales en base a los bajos salarios, la represión a la juventud y la izquierda, la mercantilización de la educación, la relación con el imperialismo y el capital transnacional, el asistencialismo como parche a los problemas estructurales de la pobreza (más allá de las formas que adquiera), entre otros aspectos.
Por un lado tenemos la variante de Luis Lacalle Pou del Partido Nacional, que proviene de un sector oligárquico a la vez que viene de uno de los partidos históricamente más representativos de los intereses de la burguesía nativa e imperialista. También está el Partido Colorado dirigido por Pedro Bordaberry (candidato a presidente), que intenta esconder su apellido por ser el hijo del dictador Juan María Bordaberry, y quien más enfatiza en su discurso de “dar vuelta la página” y no mirar más al pasado. Con una postura más dura en política represiva, en educación y contra la participación de los sindicatos en la dirección de los organismos públicos. Es el principal impulsor de la campaña por bajar la edad de imputabilidad de los menores infractores.
Por el otro, el Frente Amplio que se juega a su tercer mandato apoyado en amplias capas de trabajadores, estudiantes, sectores medios y los pobres urbanos, su histórica base social, aunque se ve un mayor sentimiento de apatía respecto de elecciones pasadas, en especial entre la misma base militante frenteamplista (crisis de militancia que le ha sido muy difícil revertir).
En el medio del espectro político se ubica el Partido Independiente que centra su campaña mostrándose como un sector socialdemócrata liberal clásico (de tercera vía) apuntando a captar al electorado de centro del Frente Amplio, y de los partidos de la derecha. Tiene posibilidades de sacar algunos diputados y senadores, y su agenda no difiere de las alas más moderadas de los otros partidos.
Se puede llegar a notar algún matiz entre estas dos grandes variantes (mayor control del déficit fiscal, en un marco general la política de la derecha en el plano represivo es más dura, la forma de encarar el asistencialismo es distinta, la agenda de derechos, el margen de concesiones que puede llegar a otorgar un gobierno u otro). Sin embargo, ambas constituyen opciones burguesas que mantienen la dominación de clase, y que, en un panorama de ajuste fiscal producto del enfriamiento de la economía, no dudarán en hacer pagar los costos de la crisis a los trabajadores.
10 años de administración frenteamplista
El Frente Amplio ascendió al poder en 2005 con el apoyo popular expresado en cientos de miles de personas movilizadas, con inmensas ilusiones y esperanzas de cambio, evidenciando un hartazgo en los gobiernos blancos y colorados, y donde veían consagrado, por fin, un gobierno supuestamente “del pueblo”. Desde ese momento hasta ahora pasaron diez años en los que el Frente Amplio, teniendo una situación excepcional en la economía internacional y con altos índices de crecimiento, si bien ha mejorado los niveles de empleo y reducido los alarmantes indicadores de pobreza [1] los criterios de medición y en la inclusión en tanto ingresos de los planes sociales de emergencia, sumamente paliativos. , y ha concedido algunos derechos democráticos (aborto, marihuana), no se propuso en ningún momento transformar las bases estructurales que generan la desigualdad y la miseria. Es más, se han destacado por sus negocios con las empresas transnacionales, aumentaron brutalmente la extranjerización de la tierra, pagaron puntualmente la deuda externa, endeudaron la nación más de lo que ya estaba, mandaron tropas a Haití en una actitud de lacayos del imperialismo norteamericano, no acabaron con la impunidad de los milicos de la dictadura sino que plantearon la reconciliación con los “viejitos”. Frente al plebiscito impulsado por la derecha que pretende bajar la edad de imputabilidad de los menores infractores, que tiene el repudio masivo de amplios sectores (marcha de 50.000 el jueves 16/10), e inclusive el llamado a votar por el NO de sectores frenteamplistas, sin embargo el mismo FA es el que hoy criminaliza a la juventud, aprueba la ley de faltas y la ley de procedimientos policiales, instrumentos que dejan a la policía las manos libres para reprimir. Además, triplicó el aparato represivo, se destacaron los mega operativos y se mantuvo la brutalidad policial (Sergio Lemos), se atacó la educación pública con políticas mercantilizadoras, se rompieron huelgas de trabajadores con los militares en las calles (municipales de Montevideo). En suma, el Frente Amplio garantizó la ganancia extraordinaria de la burguesía nativa e imperialista, a costa de la extensión del trabajo precario y mal pago expresado en ese sector llamado los “Diezmilpesistas”.
UP y su estrategia de conciliación de clases
Unidad Popular reúne a varios grupos y sectores que rompieron con la estructura del FA, pero no con su estrategia frentepopulista que marcó al FA desde sus orígenes. Ellos creen que el FA traicionó sus banderas históricas, pero con esta afirmación confunden a los trabajadores porque el FA nunca levantó consecuentemente la bandera del antiimperialismo, ni de la lucha contra la explotación y la dominación burguesa. Por lo tanto, la UP es el modelo del FA en miniatura. Esto se expresa en su programa tibiamente cuestionador que contempla la alianza con sectores de la burguesía nacional supuestamente “progresivos”. Además de que internacionalmente apoyan a los gobiernos populistas latinoamericanos.
El fenómeno PERI
También existe el PERI (Partido Ecologista Radical Intransigente), un partido pequeño burgués con elementos en su programa populistas y nacionalistas. Expresa la forma de partido mediático basado en un liderazgo personalista. Su principal referente, César Vega, ha manifestado su adhesión a muchas de las propuestas del FA, aunque en algunos aspectos expresa una postura mucho más a la derecha (por ejemplo, en la agenda de seguridad propone mandar a los gurises infractores a hacer trabajos en el interior del país, promueve cadena perpetua para los delitos comunes del sistema penal (o sea, para los pobres, y la castración a los violadores). Sin embargo, ha sabido empalmar con un sector del movimiento ecologista en lucha contra la mega minería. Que el PERI pueda obtener un porcentaje en estas elecciones se debe a su confluencia con este sector de lucha por la preservación del medio ambiente.
El Partido de Trabajadores y nuestro voto crítico
Es falso el argumento de que si no votás por el Frente Amplio, “le hacés el juego a la derecha”, porque frente a las dos grandes variantes patronales, consideramos progresivo que los trabajadores y estudiantes apoyen en estas elecciones a candidatos que expresan y levantan una salida desde la clase trabajadora, como opinamos que hace el PT (CRCI), y no que terminen votando a alguna de las dos variantes burguesas como el “mal menor”. Su programa es de independencia política de los trabajadores, expresado en consignas por la estatización de la banca bajo control de los trabajadores, la nacionalización de la tierra y los recursos naturales a través de la expropiación de los latifundios, el aumento del salario, el fin de las tercerizaciones, el no pago de la deuda externa, la unidad socialista de América Latina contra la injerencia imperialista, entre otros aspectos correctos. Además de que se trata de un partido de trabajadores que no recibe financiamiento de empresarios, y tanto su candidato a presidente como a vice son trabajadores.
Sin embargo, nuestro voto es crítico porque no apoyamos el conjunto de la política de este partido. En relación a la militancia sindical, criticamos su alianza con sectores semi burocráticos (como Joselo López o Beatriz Fajián) en la Lista 41. Vemos que el PT hace una separación tajante entre la lucha sindical y la lucha política, negándose a construir fracciones revolucionarias en los sindicatos y diluyéndose en agrupaciones amplias con sectores que no son clasistas. Es por esto que no ha podido aprovechar las luchas de los últimos años (municipales, docentes, bancarios) para convertirse en una verdadera alternativa clasista para la clase trabajadora. Tampoco coincidimos en su intención de alianza electoral con Unidad Popular, subordinándose a su programa de conciliación de clases (ver carta pública del PT). Mantienen una posición sectaria respecto a las libertades democráticas, como por ejemplo su postura contraria a la legalización de la marihuana.
Por eso, sin asumir ningún compromiso con sus posturas políticas, llamamos a votar críticamente por el PT. Y llamamos al PT y a todas las fuerzas de izquierda obrera y socialista a debatir y poner nuestros esfuerzos para construir las bases de un partido revolucionario en Uruguay.
Desde la JRI creemos que es necesario construir una alternativa obrera y socialista que luche por un gobierno de los trabajadores y los sectores oprimidos. Consideramos que tener una postura de clase en las elecciones contribuye al avance en la subjetividad de los trabajadores y estudiantes.
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