De cómo el primer gobierno del APRA y la izquierda reformista abrieron las puertas a Fujimori
En julio de 1985 asumió la presidencia Alan García, llevando al APRA por primera vez al poder. Con el 50% de los votos capitalizó en forma deformada el descontento de las amplias masas que giraban a la izquierda, ya que García había basado su campaña en encendidos discursos contra el FMI.
Por su parte Izquierda Unida (alianza hegemonizada por el PC pro Moscú), que obtuvo el 25% de los votos, ocupó por medio de su secretario general Alfonso Barrantes la alcaldía de Lima.
El gobierno del APRA en un primer momento despertó el entusiasmo de las masas, ya que fijó el 10% del monto de las exportaciones para el pago de la deuda externa, este “romance” apenas duró un año.
En mayo de 1986 se dio una poderosa oleada de huelgas sindicales, paros departamentales con miles de trabajadores y pobladores enfrentando, con sus luchas reivindicativas, la política económica del gobierno contra los bajos salarios, la desocupación y el abandono de los pueblos del interior.
La política de Izquierda Unida, a través de sus alcaldes, diputados y funcionarios fue colaborar con el gobierno y administrar desde la alcaldía de Lima la crisis del capitalismo semi-colonial peruano. Aprovechando su influencia sindical fue desmontando y traicionando una por una las huelgas obreras y movilizaciones contra el gobierno.
En esta etapa adquiere mayor influencia Sendero Luminoso, como expresión distorsionada del ascenso en el campo, que vio nutrir sus filas de campesinos pobres y más tarde también de habitantes de los llamados “pueblos jóvenes”.
Sendero Luminoso, partido-ejército maoísta, con su política de “guerra revolucionaria del campo a la ciudad” y su estrategia de “revolución democrática” basada en la concepción stalinista de revolución por etapas y de frente popular, contribuía a socavar la unidad obrera y campesina para luchar hasta el final contra el gobierno. Esta política se distinguía por su hostilidad hacia el movimiento obrero y las ciudades, un uso indiscriminado del terrorismo individual que lo llevó a ejecutar a dirigentes populares y campesinos opuestos a su política suscitando un gran rechazo, sentando las bases para el surgimiento de “rondas campesinas” que fueron cooptadas y puestas al servicio de la represión del ejército. Secundariamente, como expresión de la radicalización de sectores urbanos, surge el Movimiento Revolucionario Tupac Amaru.
Ante esta situación, el gobierno del APRA, intensificó la “guerra sucia” contra el movimiento campesino y popular. El episodio más conocido por las repercusiones internacionales que tuvo fue la masacre de los penales. El 19 de junio de 1986, se celebraba en Lima el II° Congreso de la Internacional Socialista, las FF.AA masacraron a 400 detenidos políticos de las prisiones de Santa Bárbara, San Pedro y El Frontón y del puerto de El Callao. Según un informe de la ONU, en 1987 Perú se encontraba entre los países con más desaparecidos del mundo.
El alto costo que la clase obrera y los campesinos peruanos tuvieron que pagar por tener a su frente direcciones como el PC y la política de Sendero Luminoso, fue la desmoralización de sus filas por efecto de la hiperinflación, el asesinato de miles de sus militantes a manos de los militares y los paramilitares y las organizaciones sindicales, campesinas y barriales que había construido durante años diezmadas.
El gobierno de Alan García, incapaz de imponer hasta el fin sus planes, había perdido todo apoyo tanto de la burguesía, como del imperialismo y su partido el APRA se encontraba en una profunda crisis. Toda esta situación fue el caldo de cultivo para el surgimiento de Fujimori.
Los trabajadores y campesinos peruanos, que habían luchado contra la dictadura militar de mediados de la década del 80 y por la “democracia” fueron derrotadas por la política de la burguesía de “reacción democrática”, combinada con una dura represión.
La responsabilidad política de estas derrotas, desvíos y frustraciones del movimiento de masas es de la burocracia sindical e Izquierda Unida, que administraron las instituciones del Estado y no pocas veces avalaron la política represiva del régimen. Y en segundo lugar el nefasto accionar político y militar de Sendero Luminoso.
El fujimorato
En 1990, las masas traicionadas por sus direcciones son conducidas directamente a la trampa electoral. Ante la amenaza de implementar una política de ajuste de parte del candidato independiente de derecha Mario Vargas Llosa, le dieron la espalda a los partidos de izquierda, a quienes también identificaban con las viejas instituciones y optaron por votar al desconocido Alberto Fujimori. Éste junto con la promesa de evitar un duro programa de ajuste económico, basó su campaña tras el slogan “honestidad, tecnología y trabajo” y en un acercamiento directo con sus seguidores, recorrió en un tractor el altiplano y comió en los mercados junto a las masas pobres.
Sin embargo, a dos semanas de asumir con el apoyo total del imperialismo, cambió de rumbo implementando un programa de estabilización conocido como el “Fujishock” más duro que el que proponía el neoliberal Vargas Llosa. Fujimori había pactado con el Banco Mundial, FMI y el BID, un duro ajuste a cambio de nuevos préstamos de esas instituciones. Así implantó la inmediata eliminación de subsidios a los bienes de consumo básico, abruptos aumentos de precios (la gasolina aumentó un 300 %, la leche y el pan se triplicaron y el gas y la electricidad subieron de ocho a doce veces). Lo cual desencadenó huelgas de maestros, bancarios y obreros petroleros.
Para llevar adelante tan impopular ajuste, era imperioso recomponer el régimen semi-colonial en profunda crisis y dotarse de una base social. Basándose en el desprestigio de las instituciones como el Parlamento y los representantes políticos de la burguesía, que eran odiados por las masas, se sentaron las bases para su proyecto bonapartista. En una coyuntura donde sólo el 12% de los peruanos confiaba en los partidos políticos, lanzando acusaciones de corrupción contra la “partidocracia”, sostenido por el imperialismo, apoyado en las FFAA y aplaudido por sectores de la alta burguesía las clases medias y los sectores mas desesperados por el hambre, logró constituir una alianza de clases reaccionaria y el 5 de abril de 1992 disolvió el parlamento, el poder judicial y mandó a la cárcel a los políticos burgueses opositores y a los luchadores obreros y populares.
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