Realizado el conteo de las urnas, la actual presidenta Dilma Rousseff (PT) fue reelecta con el 51,64% de los votos, mientras el candidato opositor Aécio Neves (PSDB) quedó en segundo lugar con el 43,36%. Es la menor diferencia de votos en un ballotage desde la disputa entre Collor y Lula en 1989.
A pesar del triunfo, el PT sale debilitado en relación a las elecciones anteriores, especialmente teniendo en cuenta que gobernará un país que pasó por las manifestaciones de Junio de 2013 y vive un acelerado deterioro económico. A pesar de la derrota, el PSDB se encuentra en un momento de mayor fortalecimiento desde que perdió el gobierno federal en manos del PT en 2002.
Un triunfo con sabor amargo
En 2010 en la disputa contra el "tucano" José Serra (así se les dice a los partidarios del PSDB), Dilma obtuvo 55,8 millones de votos en el segundo turno, equivalente al 56% de los votos válidos. Ahora, contra Aécio, la candidata a la reelección obtuvo 54,5 millones de votos, 1,3 millones menos. Más allá de los votos que transitaron del PT al PSDB, los tucanos arrastraron los 6 millones de votos equivalentes al crecimiento de los votos válidos. Fue por eso que mientras Serra obtuvo 43,7 millones de votos en 2010, Aécio alcanzó 51 millones. Esta diferencia de 7,3 millones de votos a favor, es la responsable de la transferencia de cuatro puntos porcentuales de votos del PT al PSDB.
El estado de San Pablo acarreó una derrota importante al PT. En 2010, el PT había obtenido en ese estado 10,5 millones de votos. Este año, ese monto cayó a 8,5 millones. Sumado al millón de crecimiento del contingente electoral, que fue hacia el PT, la caída de Dilma llegó al 10% de los votos válidos. En Santa Catarina, estado del Sur del país, no fue muy diferente, con una caída del 8% de los votos al PT. En Río de Janeiro y Minas Gerais, a pesar de que Dilma ganó, su votación cayó un 6%. En Paraná los tucanos reeligieron al gobernador en el primer turno, mientras que Dilma cayó un 5%. En Rio Grande do Sul y Espírito Santo, su caída fue del 3%. Es decir, en las regiones Sur y Sureste (las más ricas del país), sin excepción, el PT fue directamente derrotado o salió debilitado. En todos estos estados no hubo transferencia de votos del PT al PSDB pero los tucanos capitalizaron el crecimiento del contingente electoral.
En el Distrito Federal (Brasilia), en 2010 Dilma alcanzó el 53% de los votos contra el 47%de Serra. Ahora Aécio obtuvo el 62% contra el 38% de Dilma. En Amazonas, el mayor estado del Norte del país, a pesar de haber salido victorioso, el PT cayó un 16%. En Goiás, el mayor estado de la región Centro-oeste, los tucanos volvieron a ganar pero haciendo que el PT cayera un 6%. De conjunto, se puede decir, que a pesar de que en el Sur y Sureste las diferencias a favor de los tucanos fueron más expresivas, el PSDB fue ganador en el Centro-oeste y comenzó a construir un importante “cabecera de playa” en el norte del país, donde Lula reinaba de forma incuestionable hasta 2010 (Aécio también ganó en los pequeños estados de Acre, Rondonia y Roraima)
La principal contratendencia al debilitamiento del PT fue el Nordeste. En Sergipe, Dilma aumentó su caudal de votos en un 13%; en Rio Grande do Norte, un 10%; en Alagoas, un 9%. Sumando todos los estados del Nordeste y el estado de Pará (que es el estado en el Norte que limita con el Nordeste) el PT creció un 1%, equivalentes a 1,7 millones de votos.
Un gobierno más débil
En la recta final del segundo turno el PT logró activar a un sector amplio de la militancia agitando el fantasma de que un eventual triunfo del PSDB traería de vuelta una onda conservadora y derechista al país. Esta misma polarización que permitió la victoria a Dilma aumenta las contradicciones del nuevo gobierno.
Por un lado, el triunfo solo fue posible escondiendo que los tres años de mandato del PT se basaron en alianzas con parte de los sectores más reaccionarios y oligárquicos de la política brasilera, en la negación de los derechos democráticos más elementales y en el apoyo a los grandes monopolios capitalistas, en detrimento de las demandas más sentidas por el pueblo, que emergieron en las jornadas de Junio de 2013. Es decir, el diálogo con el sentimiento de cambio que prima en la sociedad solo fue posible alentando expectativas e ilusiones de que el nuevo gobierno podrá ser más de izquierda que el anterior.
Por otro lado, estas ilusiones y expectativas se chocarán con un gobierno que tendrá que atender las exigencias de ajuste por parte del empresariado para hacer frente al deterioro económico. Así, aunque no está claro cuáles serán los ritmos, podemos esperar recortes en los gastos sociales para lidiar con el alto endeudamiento público, el aumento del desempleo, lidiar con altos índices inflacionarios, aumento de tarifas postergadas por las elecciones y un largo etcétera.
Justamente como el PSDB y el PMDB salieron fortalecidos de las elecciones, el PT será rehén de las alianzas con las oligarquías reaccionarias que componen su base aliada, postergando para el "día de la escarapela" todas sus promesas, incluso en el ámbito de los derechos civiles más elementales de mujeres y homosexuales, como el derecho al aborto o la criminalización de la homofobia.
Es decir, las ilusiones a izquierda se chocarán con un gobierno debilitado y más a la derecha. Es un escenario fecundo que puedan emerger nuevamente las energías liberadas en las grandes manifestaciones de Junio de 2013 y durante las huelgas que han sacudido al país.
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