5 de noviembre. Tercera Jornada Nacional e Internacional de lucha por Ayotzinapa. Decenas de miles de personas tomaron las calles en la ciudad de México. El dolor sube por la garganta y es un grito de rabia: ¡Fuera Peña!, ¡Fue el Estado!, ¡Ayotzi vive! ¡Ayotzinapa somos todos!

Son los 43 normalistas que llevan más de un mes desaparecidos, son los más de 130.000 muertos y desaparecidos desde que inició la “guerra contra el narco” en 2006, son los femicidios, las víctimas de trata, los presos políticos como Nestora Salgado, migrante, luchadora y madre.

Marcharon más de 100 planteles de universidades públicas y privadas, y también participaron contingentes de trabajadores, como del Sindicato de Trabajadores de la UNAM.

La marcha se dio un día después de la detención de José Luis Abarca, ex alcalde de Iguala, y María de los Ángeles Pineda, su esposa, ambos de filiación perredista. La llamada “pareja imperial” fue detenida pero no por desaparición forzada de los normalistas, sino por delitos de homicidio, delincuencia organizada y secuestro. La detención de los “responsables intelectuales” no sirvió para nada. Una nueva afrenta para el pueblo mexicano. Con el sacrificio de un peón de ajedrez el gobierno no puede apagar el fuego de la indignación que recorre México.

Desde el Zócalo, representantes de organizaciones sociales sostuvieron: "No más pactos entre el gobierno y los partidos, que no llevan a nada. Hay que detener la masacre. Ayotzinapa nunca más, Ayotzinapa nos ha unido en el dolor, pero también en la esperanza".

Se profundiza el desprestigio del PRI-PAN-PRD y la crisis de la decadente “democracia mexicana”, que asesina, tortura, desaparece y encarcela a los luchadores sociales.