Acceda a La Verdad Obrera N°590
La bandera de Chevron flameando en Vaca Muerta; un nuevo Código Civil que sigue condenando al aborto clandestino y la muerte a cientos de mujeres; un Código Procesal Penal que deporta sin derecho a defensa a cualquier inmigrante sospechado de cometer un delito.
Cristina Kirchner ha decidido encarar su última etapa de gobierno aprobando leyes que piden las multinacionales, la Iglesia o las clases acomodadas que reclaman seguridad.
Cuando agita contra “el peligro de la derecha”, en realidad busca encubrir su propio giro derechista.
Esta definición es importante, porque atraviesa toda la etapa política que estamos viviendo.
Los que gobiernan para los ricos empezaron la campaña
Estos días volvió a quedar expuesto cómo, tras una década de crecimiento, en la provincia más rica del país cientos de miles siguen viviendo en las peores condiciones. Miles de bonaerenses tuvieron que dejar sus casas por el temporal. El drama tiene entre sus causas el “boom de la construcción” que benefició la especulación inmobiliaria y no resolvió la falta de obras y viviendas para el pueblo trabajador. Este “crimen social” tiene responsables: los gobiernos nacional, provincial y municipal.
Pero el candidato oficialista Scioli y el opositor Massa, utilizaron el agua que tapa las casas como trasfondo de su campaña electoral. Miserables.
Como planteó mi compañero Christian Castillo, el sciolismo impulsa un presupuesto donde aumenta las partidas para la policía que reprime las luchas y tiene el gatillo fácil para los jóvenes pobres, mientras la educación, la salud y la vivienda siguen postergadas.
¿Quiénes pelean contra los buitres?
El gobierno acaba de ceder los recursos petroleros y gasíferos por más de 25 años, asociándose a las multinacionales. Se reservó así un capítulo entero de “La historia nacional de la entrega”. Su objetivo, con el que coinciden los candidatos patronales y el empresariado, es abrir un nuevo ciclo de endeudamiento externo.
Para disimular su giro y mantener el poder hasta las próximas elecciones, el gobierno se ve obligado a golpear “por izquierda y por derecha”. Por eso ha retomado en los últimos días sus ocasionales brotes “anti-norteamericanos”. Lo hizo con una sanción a Procter & Gamble por fraude fiscal y con el impulso a la imputación de los gerentes de Donnelley por parte de la justicia. Con esas tibias medidas administrativas, intenta dar un mensaje a otras empresas que le compliquen el panorama laboral con quiebras fraudulentas, o aceleren la fuga de dólares con maniobras de sobre o sub facturación. Intenta un débil arbitraje dirigista para contener la situación.
La realidad es que en esta década la extranjerización de la economía es brutal: dos tercios de las 500 empresas más grandes son extranjeras. Y que quienes enfrentan a los buitres consecuentemente para que no haya “familias en la calle nunca más” son los obreros de Lear, Donnelley, Pepsico o Kraft, ya que las amenazas o medidas del gobierno no tienen serias consecuencias prácticas para los intereses de estas multinacionales (más allá de los roces que tenga con alguna de ellas).
Menos caranchos
El “consenso derechista” que intenta construir el régimen político patronal tiene que enfrentarse a límites importantes. Por un lado, a las conquistas y experiencia que ha hecho el pueblo trabajador desde 2001. Por también, el creciente peso de la izquierda clasista entre los sectores obreros combativos y como abanderada de causas democráticas y antiimperialistas.
La lucha de Lear es un buen ejemplo. Los trabajadores de la multinacional yanqui, junto al PTS y organizaciones solidarias, enfrentaron los despidos y la represión en una lucha que ya es histórica. De esa manera desnudaron las contradicciones del kirchnerismo con “sus” banderas del empleo y la no criminalización de la protesta. Más que eso: influyeron en la realidad, plantando una barrera contra el plan de las patronales de despidos masivos y eliminación del sindicalismo de izquierda de las fábricas.
Sólo así se entiende el reciente fallo de la jueza Arroyo Salgado como respuesta a una presentación que hicimos tras la feroz represión del 23 de octubre. Allí ordena el retiro de la Gendarmería de la Panamericana, aunque solicita que otras fuerzas intervengan. La noticia es un duro golpe a la política represiva, y un triunfo de parte de los trabajadores y los que ponemos el cuerpo en su lucha, como antes había sido la separación del gendarme carancho y el militar infiltrado. Pero el fallo no significa el fin de la represión, sino solo límites a los “excesos” de las fuerzas represivas.
Además muestra, en un conflicto que lleva 5 meses y varios escándalos, el intento del gobierno de resolver “desde arriba” las crisis fracasan una y otra vez.
Izquierda de los trabajadores
El kirchnerismo tiene una crisis marcada por el abandono de sus “banderas históricas” y la confirmación de su giro derechista. El FA-UNEN se encamina hacia el fracaso y la ruptura oportunista. La “izquierda” que se quiere unir a la centroizquierda está en un callejón sin salida. Por eso, para enfrentar el giro a la derecha que quieren imponer oficialistas y opositores, lo que tenemos que hacer es construir una poderosa izquierda de los trabajadores.
Desde el PTS creemos que este año hemos dado pasos importantes en ese sentido. Por un lado, avanzando concretamente en la fusión entre la izquierda revolucionaria y los sectores avanzados del movimiento obrero y la juventud. Esto sólo se puede lograr con la experiencia común en la lucha de clases. Es allí donde se puede conquistar la confianza política, y asumir un programa que brinde una salida a los brutales padecimientos que nos impone el capitalismo. Las luchas de Lear y Donnelley son testigo.
Pero también en las batallas que llevan adelante nuestras compañeras de Pan y Rosas dentro del movimiento de mujeres. O los jóvenes que pelean por centros de estudiantes militantes y bancan las luchas obreras. O nuestras figuras del movimiento democrático, que todos los días denuncia el carácter represivo de este gobierno y las nuevas leyes reaccionarias. Y también los diputados nacionales y provinciales del PTS-FIT, que hemos puestos nuestras bancas al servicio de la lucha contra el gobierno y las patronales, y le hemos puesto el cuerpo a las luchas.
Esa es nuestra apuesta: seguir construyendo la izquierda de los trabajadores, al calor de la lucha de clases y con la voluntad de influir con nuestras ideas en cientos de miles, como estamos haciendo con La Izquierda Diario.
Con esa perspectiva es que seguimos apostando al Frente de Izquierda como una alternativa contra quienes quieren que la salida al fin de ciclo kirchnerista sea por derecha. Por eso esta semana presentamos los nuevos precandidatos que proponemos para esta alianza de la izquierda.
Y “cerraremos” el año con un acto el 6 de diciembre en Argentinos Juniors. Será para reivindicar un año de grandes batallas y avances políticos, y para seguir peleando por construir una poderosa izquierda de los trabajadores, para vencer a los capitalistas y que gobiernen los trabajadores.
Ningún ajuste, que la crisis la paguen los capitalistas
Los principales candidatos (Scioli, Massa y Macri) coinciden con las medidas más derechistas del gobierno, aunque son conscientes de que sus planes chocarán con las aspiraciones populares y el creciente peso de la izquierda en las luchas.
Sin embargo, en un año en que la recesión y la inflación han golpeado lenta pero persistentemente a millones, todos coinciden en quiénes deben pagar los “platos rotos”.
La burocracia sindical está en tregua y analiza tibias medidas sólo para reubicarse en la campaña electoral de los partidos patronales hacia 2015. Ante esto, desde el PTS venimos planteando la importancia de unir a la izquierda y los sectores combativos, para pelear por un programa y un plan de lucha para que la crisis la paguen los capitalistas. Unir esas fuerzas en las calles, para exigir a las centrales sindicales un paro activo de 36 horas y un plan de lucha por todos los reclamos obreros: por la reapertura de paritarias; por un bono de fin de año de $4000; en apoyo a Lear y todas las luchas contra despidos; contra la entrega del petróleo y el pago de la deuda; por un plan de obras públicas que resuelva los grandes problemas de vivienda y condiciones de vida del pueblo trabajador. Desde la banca del PTS-FIT venimos impulsando proyectos en ese sentido, que tendrán fuerza si son acompañados por la más amplia movilización.
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