Hace un año se formó el nuevo partido político español, Podemos. Hoy encabeza varias encuestas de intención de voto para las próximas elecciones. Tuvo sus orígenes en el descontento de los “indignados” y la crisis del régimen.
Recientemente la dirección presentó el programa económico, de raíz socialdemócrata y reformista. Podemos surgió como una iniciativa de un grupo de profesores universitarios con presencia mediática, activistas sociales y provenientes del 15M, y los militantes del partido Izquierda Anticapitalista.
Las expectativas iniciales se vieron ampliamente superadas en las elecciones al Parlamento europeo del 25/5, con más de 1.200.000 votos y 5 eurodiputados. Hoy se especula que en el 2016 podría llegar a ser gobierno.
El partido de Pablo Iglesias despierta expectativas e interrogantes en gran parte de la izquierda mundial. ¿Cómo se produjo su meteórico ascenso electoral? ¿Es la hora de abandonar los partidos militantes y reemplazarlos por “partidos virtuales” y “mediáticos”? ¿Expresa una “nueva política”, o una “vieja estrategia” reformista?
La inmensa movilización social abierta desde el 2011 y protagonizada fundamentalmente por decenas de miles de jóvenes “indignados” que ocuparon las plazas públicas, dio lugar a huelgas generales y manifestaciones masivas. Pero hasta ahora no alcanzó para frenar las medidas de austeridad ni revertir los efectos de la crisis en la vida de la mayoría de la población con un 25% de desocupación y cientos de miles que perdieron sus hogares.
Ni de izquierda ni de derecha
La aparición de Podemos en el escenario político español capitalizó gran parte de este descontento con la casta política y los ajustes contra los trabajadores, en un nuevo movimiento político.
Presentado como un partido basado en la “participación ciudadana”, Pablo Iglesias planteó que Podemos no era “ni de izquierdas ni de derechas”, una ambigüedad política calculada para ubicarse en el centro político y abandonar toda referencia a un programa anticapitalista. Una estrategia política basada en una autodefinición como “fenómeno populista”, tomando como ejemplo a los gobiernos de Chaves, Evo y Correa, y defendiendo la experiencia del kirchnerismo.
En los últimos meses, Podemos tuvo su Asamblea Ciudadana, donde se produjo un importante debate interno. La dirección de Pablo Iglesias contrapuso la “participación virtual” de los ciudadanos, a la militancia en los círculos de base de Podemos, cuestionando a los últimos. De este modo se estableció un método plebiscitario de votación por internet, donde la dirección de Pablo Iglesias logró imponer todas sus propuestas.
En las votaciones en internet, vale lo mismo el voto de un trabajador que lucha contra los despidos, que el dueño de una Pyme, un joven precario, o un policía. Lo mismo un militante que dedica parte de su tiempo a la lucha, como el que solo “participa” por internet.
¿Convencer a los empresarios?
Hace unos días Podemos presentó las bases de su programa económico, de raíces abiertamente socialdemócratas y neokeynesianas, donde se proponen medidas que buscan “democratizar” el capitalismo español.
Lo más utópico de la dirección de Podemos es que pretende “convencer” a los empresarios españoles, a los representantes de la Unión Europea y los grandes bancos imperialistas, o sea, a los que vienen descargando la crisis sobre los trabajadores, de que es necesario un nuevo “pacto social democrático”, reestructurar la deuda y terminar con las medidas de austeridad. En vez de apelar a la movilización social de millones de trabajadores contra los capitalistas, pretenden llegar al gobierno moderando cada vez más su discurso y su programa, mostrarse “aceptables” para los empresarios y los mercados financieros para evitar la “inestabilidad política”.
Detrás de toda la retórica de la “nueva” política, se encuentra una “vieja” estrategia de reformas del capitalismo, basada en la conciliación de clases, que tantas frustraciones ha generado en la historia.
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