Las huelgas y luchas obreras tienden a ganar más peso, más impacto en la vida política nacional. Si hace ya alrededor de cuatro años se inició un proceso que desde estas páginas llamamos de recomposición de las fuerzas, organizaciones y sobre todo por el momento, de las luchas de los trabajadores, pareciera ahora que estaríamos entrando a una nueva fase, la emergencia nuevamente de una "cuestión obrera". La explícita preocupación de la clase patronal, podría dar cuenta de esto, aunque pareciera haber más desconcierto que otra cosa.
La ceguera patronal
Recientemente se dio a conocer una nueva encuesta del Centro de Estudios públicos, el CEP, que es uno de los institutos más respetados por la clase patronal. Se dan algunos datos de interés. Entre ellos, se da cuenta que Bachelet goza de un 41% de aprobación, siendo que en la última encuesta de diciembre de 2006 (esta encuesta se realiza cada seis meses), alcanzaba un 52%, es decir, cayó 11%. Otras encuestas y algunos analistas, que dan cuenta de la misma caída, dicen que se frenó la tendencia a caer. En la encuesta también se señala que la caída tanto de Bachelet como de la Concertación en la aprobación ciudadana, no la capitaliza la Alianza: porque la derecha es aprobada por el 19% de la población. En la encuesta anterior alcanzaba el 24%, es decir, cayó 5%, una caída más pronunciada que la de la Concertación. Algunos entusiastas analistas dicen que si en este escenario, con todo en contra para el Gobierno y la Concertación, ya no capitalizó, la derecha debería despedirse de sus aspiraciones presidenciales. Pero es apresurado. Desde estas páginas comentamos también que la derecha aparecía como un fenómeno electoral, y creemos que aún no está desinflado.
Pero hay otro fenómeno que la clase patronal y sus analistas no logran explicarse. Bachelet cae. Cae la Concertación. Y cae también la aprobación del equipo económico. La clase patronal se muestra sorprendida, planteando que la encuesta CEP muestra "un sesgo pesimista en las apreciaciones políticas de la población, que se acentúa respecto de la situación económica. Esto no se concilia con el comportamiento general favorable de los indicadores financieros, de producción y de empleo, que han evolucionado positivamente". No quieren entender. Entonces, intentan algunas explicaciones: "podría explicarse por situaciones coyunturales negativas que afectan a la mayoría de las personas, entre ellas, los problemas de abastecimiento y precio de la energía, las alzas en los alimentos y en la Región Metropolitana las deficiencias de la locomoción colectiva" (Mercurio, Editorial, 13/7).
¿Por qué no entienden? El ciclo de bonanza económica alienta que las aspiraciones de los trabajadores y el pueblo pobre, demanden mejores condiciones de trabajo y de vida. Es justo. Los salarios son de hambre. Las condiciones de trabajo son humillantes, inestables, inseguras, precarias, el hostigamiento patronal es la norma, las prácticas anti-sindicales, más que una práctica son una conducta habitual. Las condiciones de vida, imposibles, para todo debe pagarse: para acceder a la salud, a la educación, a la vivienda.
¿Pesimismo de la izquierda? No. La realidad habla más fuerte: Las huelgas mineras, desde la huelga de los contratistas de Codelco de 2006 demandando un bono en reconocimiento a su aporte fundamental a la extracción del cobre en enero 2006, pasando por la huelga de los trabajadores de Escondida, las negociaciones de los trabajadores permanentes de Codelco que también demandaron bonos y aumentos acordes al aumento del precio del cobre, las negociaciones colectivas de los mineros de las empresas privadas, la huelga de los trabajadores de Collahuasi, la actual huelga de los trabajadores contratistas de Codelco. Los estudiantes secundarios el 2006 supieron decirlo en una sola frase: "el cobre por el cielo, la educación por el suelo".
Este desconcierto, a su vez, va alimentando nuevas situaciones y posibles escenarios políticos nuevos. Hay una significativa mayoría de gente en la encuesta que dice que no adhiere a ningún partido político. El Mercurio sigue con su reflexión: "Este fenómeno de alejamiento de los partidos no se veía desde mediados del siglo pasado, cuando sorpresivamente surgió la figura del ex gobernante general Carlos Ibáñez del campo, quien sin apoyo de los partidos tradicionales, atrajo casi la mitad de los votos, ganando las presidenciales en 1952". Bien, debemos recordar también que en los ’50, ante ese mismo retroceso o crisis de los "partidos tradicionales", incluidos los de izquierda, no sólo emergió la figura de Ibáñez, dando una solución a la clase patronal para la dirección de la política nacional. También la CUT comenzó a ganar mayor protagonismo, dirigida por Clotario Blest, orientó políticamente las fuerzas de la clase trabajadora y el pueblo, con multitudinarias movilizaciones, huelgas, pronunciamientos políticos, etc, y a su alero se fueron reconstituyendo los partidos de izquierda.
Así, la clase patronal sólo ve una posibilidad, y como veíamos, a pesar de que la misma realidad explica los resultados de la encuesta, no logra entender. ¿Por qué no entiende la patronal? En realidad, no es que no entienda. Están ciegos. ¿Por qué entonces esa ceguera? Por la impunidad patronal, que los hace vivir en el mejor de sus mundos, ajenos a la realidad. Así, los trabajadores comienzan a tomar la solución de estos problemas en sus propias manos.
¿Emergencia de una nueva cuestión obrera?
Podría decirse que en este proceso de recomposición de las fuerzas de la clase trabajadora que se inició hacia el 2003 con el Paro Nacional, estamos entrando en una nueva fase, lo que nos permite preguntarnos si no es que está tendiendo a emerger una nueva cuestión obrera. Es decir, que la clase trabajadora, con sus métodos y sus demandas propias, comienza a hacer pesar su fuerza en la vida política nacional, recuperando su protagonismo y presencia como clase social fundamental, después de la trampa del emprendedor, y de haber sido desplazada a sangre y fuego por la clase empresarial.
Es que comienza a haber algo nuevo: Empiezan a imponerse negociaciones conjuntas de los trabajadores contratistas no sólo con sus empresas, sino con la empresa mandante: fue el caso de Forestal Arauco, y de Codelco. Comienzan a cobrar protagonismo los trabajadores contratistas, hecho de la mayor importancia, debido a que la burguesía apostaba a que este sector, al precarizarlo, no se atrevería a luchar por sus derechos, al poder ser más fácilmente despedido. Apostaba también a una clase trabajadora debilitada al ser dividida entre trabajadores permanentes y trabajadores contratistas. Salen nuevos sectores a la lucha de la clase trabajadora, como son los choferes del transporte colectivos de pasajeros, antes atomizados en miles de pequeñas empresas. Las huelgas, y nuevas organizaciones, se localizan en sectores estratégicos para la economía nacional, como el cobre, el sector forestal; o sectores de gran impacto: como el transporte colectivo de pasajeros de las grandes ciudades. Tienen un tono parcialmente más ofensivo: por aumentos de salarios y mejores condiciones de trabajo, alentados por el ciclo favorable de la economía; y así, demandas más defensivas, como las denuncias de prácticas anti- sindicales, cobran otro carácter. Continúa también la tendencia inicial a recuperar métodos propios de las luchas de los trabajadores, aquí podemos recordar el paro en solidaridad de un sector de choferes de Express, ante la huelga de Alsacia, que aunque tímido, es un camino promisorio de seguirse. Los resultados comienzan a ser más dispares: empiezan a contarse logros sindicales relativamente destacables; aunque siguen habiendo derrotas parciales. Obliga a la clase patronal a tener que seguir dando cuenta de una clase trabajadora que comienza a adquirir mayor peso y protagonismo, aunque aún en forma limitada, parcial y por sobre todo sindical, no política. La clase patronal "da cuenta" de dos modos, uno, brutal, sanguinario, como la caracteriza: balearon hasta matar al trabajador forestal Rodrigo Cisternas, primer mártir obrero tras la dictadura. El otro modo, es, al mismo tiempo, querer presentarse falsamente como "amigos del pueblo": la Concertación, que es su juego más propio (con proyectos de ley sobre negociación colectiva, etc), pero también la derecha (con el "salario ético" -que no da de comer- que propuso Longueira y sus reuniones con la CUT).
A su vez, hay condiciones más favorables para la confluencia con otros sectores en lucha, que unan sus fuerzas detrás de las fuerzas de la clase trabajadora. La lucha de los estudiantes secundarios mostró esta posibilidad. Las luchas de los deudores habitacionales plantearon lo mismo.
Probablemente se está iniciando una nueva dinámica ascendente de lucha sindical, que cambie las condiciones de la actividad sindical y los términos de la relación con la clase patronal. Aunque aún mantiene un carácter inicial, y restringido a algunos sectores.
Restringido a algunos sectores porque los trabajadores industriales y de los servicios esenciales para el funcionamiento de la economía, aún no terminan de salir a escena.
Inicial porque el marco general es el de una expectativa en que la bonanza económica se traducirá en mejoras, por lo que las luchas son más bien de presión, tendiendo a obtener logros sindicales relativos, que mantienen las huelgas y movilizaciones de los trabajadores relativamente controladas por sus direcciones sindicales oficiales, pudiendo encausarlas a rápidos acuerdos, obstaculizando que aparezcan nuevos fenómenos de la lucha de clases.
La respuesta patronal
A pesar de su ceguera, la clase patronal, va respondiendo episodio a episodio. No le tiembla la mano en matar a un trabajador, como fue con Rodrigo Cisternas. Recurre al diálogo si no le queda otra. Se abre incluso a un diálogo social más permanente. Siempre que no se hable de algo que pudiera importar un poco. Ahora Alfredo Ovalle, el presidente de la Confederación de la Producción y el Comercio, la CPC, asociación empresarial que agrupa a todos los empresarios, declaró que se negaba a una comisión de estudio o diálogo para nuevas reformas laborales, entre ellas la negociación colectiva. Explicando que las relaciones entre los empresarios y los trabajadores a nivel individual, de empresa, son buenas. ¿Nuevamente una ceguera? No, esto más bien parece una burla, o directamente un insulto al trabajador. A su vez, en su calidad también de presidente del Consejo Minero, advierte contra la huelga de los trabajadores contratistas de Codelco, fortaleciendo la intransigencia inaceptable de la gerencia de Codelco contra los trabajadores.
¿Significa un endurecimiento mayor de la clase patronal ante el aumento de las demandas de los trabajadores? De ser así, estarán empujando a un tensionamiento mayor de los procesos de demandas justas de los trabajadores por mejores condiciones de trabajo y de vida.
¿Resulta esto suficiente para vencer las fuerzas del trabajador?
¿Qué debilita al trabajador, sus organizaciones y sus luchas?
Principalmente, y en términos generales el hecho de que la política de la dirigencia oficial mayoritaria de la CUT, co-dirigida por el PS con el PC, es de confianza en el Gobierno y la Concertación.
Así, es que siempre han practicado el llamado "diálogo social", que nunca nada bueno ha traído para el trabajador. Recientemente Arturo Martínez declaró que rompía con el Gobierno por el destrato del Ministro de Hacienda Andrés Velasco, sin embargo, es una medida de presión para volver a sentarse en mejores condiciones. Las tratativas para las reformas laborales siguen en pie con el Ministro de Trabajo Osvaldo Andrade.
Pero no sólo esto, ahora Arturo Martínez firmó junto a varios parlamentarios de la Concertación una declaración "Unir fuerzas para derrotar la exclusión" en la que habla de sanear la democracia y terminar con la exclusión, invitando a un pacto electoral a la izquierda extraparlamentaria. Quieren que la Concertación pueda volver a aparecer como (falsos) amigos del pueblo.
Por su lado, el PC viene siendo parte de esa convergencia, el Parlamento Social y Político, junto con... ¿adivina? La Concertación. De esta manera, colabora también a que la Concertación pueda seguir presentándose como (falsos) amigos del pueblo.
¿Qué significa todo esto, más allá de si terminan haciendo pactos o no? Que la política del PC de colaboración de clases lleva a los trabajadores detrás de la Concertación, que se puede seguir presentando así falsamente como amigos del pueblo, aunque son los que, junto con la derecha, vienen administrando este Chile neoliberal de la impunidad patronal.
Y así, si nos llevan detrás de la Concertación, debilitan nuestras fuerzas, porque se reaviva la ilusión de que será la Concertación, o sus sectores progresistas y democráticos junto con el PC, los que resolverán nuestros problemas, limitando nuestras luchas a luchas de presión para que ellos hagan algo. Y así estamos.
De esta manera, y en las puertas de un nuevo y largo ciclo electoral, en que todos intentarán ganarse las simpatías de la clase trabajadora, junto a las expectativas alentadas por la bonanza económica, al mismo tiempo que se alimenta la continuidad de huelgas de los trabajadores, se pueden hacer más lentos los ritmos para el despliegue, el desarrollo de esta nueva fase, o pueden hacerse más controladas.
Es necesario llevar hasta el final esta nueva fase que pugna por emerger, poniéndose a la cabeza de las huelgas, de la construcción de nuevos sindicatos y organizaciones de los trabajadores, buscando agrupar las fuerzas de estudiantes y pobladores detrás de las fuerzas de la clase trabajadora. Para esto, es también necesario avanzar a construir un propio partido de trabajadores revolucionario, que es por lo que luchamos los trotskystas de Clase contra Clase, con una política de clase independiente que mire por los intereses y derechos de la clase trabajadora, sin depositar ninguna confianza en ninguna variante de los políticos y partidos patronales.
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