¿Qué significa el “Pacto Social” que propone la candidata oficial? Que mientras los trabajadores de FOETRA enfrentan a la multinacional Telefónica, en España, Cristina Kirchner les promete un aumento de tarifas. Que mientras los aumentos no pueden superar el techo que arreglaron con la cúpula de la CGT, la empresa le exige a los telefónicos firmar la “paz social” hasta el 2008, cuando la inflación crece día a día. Quieren optimizar las ganancias capitalistas manteniendo bajos los salarios. A esto se refiere la candidata cuando habla de “empresarios inteligentes” y “sindicatos fuertes”. “La idea consiste en priorizar dirigentes a los que se considera más capaces de garantizar mayores niveles de disciplinamiento del movimiento obrero” (Clarín, 22-07-07). Las huelgas que se están librando en Puerto Deseado o Mar del Plata por el salario y contra el trabajo en negro, son el anuncio de lo que viene en el segundo mandato de los Kirchner. Hay que prepararse para luchas duras que derroten el Pacto Social que están armando contra los trabajadores.
Mientras Cristina Kirchner estrena candidatura presidencial reuniéndose con los principales empresarios imperialistas españoles, los trabajadores de nuestro país están protagonizando duras luchas contra algunas de las empresas controladas por esos mismos capitalistas.
El viernes 20 de julio los trabajadores de la pesca de Puerto Deseado, acompañados por sus compañeros de Puerto Madryn, Caleta Olivia y Comodoro Rivadavia, así como por la población de la localidad, hartos de que los funcionarios y la patronal les diesen la espalda después de 20 días de huelga apedrearon e incendiaron las oficinas de varias empresas pesqueras, las cuales responden principalmente a capitales españoles. Rechazan un convenio nefasto, que les niega aumentos salariales por tres años, firmado por la burocracia central del SOMU (Sindicato de Obreros Marítimos Unidos), controlada por los mismos que querían quitar sus conquistas a los trabajadores del Casino Flotante. Una burocracia que se jacta de su “kirchnerismo”. Los trabajadores de la pesca también piden un aumento del 30% y que se les deje de cobrar el mal llamado “impuesto a las ganancias”. Frente a los hechos, el gobierno se apuró a repudiar la acción de los trabajadores y el canciller Taiana dio garantías de que se tomarían medidas para terminar con la huelga. No extraña: el mismo Kirchner, según se comenta en Santa Cruz, tendría intereses económicos directos en algunas de estas empresas.
Por su parte, los telefónicos acaban de iniciar un nuevo paro de 72 horas contra Telefónica, una empresa también española que a pesar de las millonarias ganancias que está obteniendo en nuestro país se niega siquiera a dar el módico aumento otorgado por Telecom. Pero los reclamos obreros no se circunscriben en estos días sólo a los grupos capitalistas de la “madre patria”. Los petroleros de Santa Cruz también han salido al paro así como los trabajadores de las cooperativas pesqueras de Mar del Plata, que exigen aumento salarial y la efectivización de los cerca de 5.000 trabajadores que están “en negro”. Y también siguen en lucha los trabajadores del INDEC y los del Banco Nación, en este caso en contra del acuerdo firmado por el eterno burócrata de “La Bancaria”, Juan José Zanola. ¡Qué contraste entre las luchas obreras y el discurso de fe capitalista que dirigió la “primera dama” a los empresarios españoles!
Durante la exposición que hizo en el foro “Nueva Economía” les dijo: “El rol de los empresarios es fundamental para reconstruir el capitalismo (...). Me animo a decir ’Capitalistas del mundo haceos cargo’. La mayoría del mundo quiere poder consumir según este modelo” (La Nación.com, 24-07-07). Al día siguiente tuvo una nueva reunión con los 15 integrantes de la poderosa Confederación Española de Organizaciones Empresariales (CEOE), cuyas empresas dan cuenta del 45% del PBI español. Aunque en tiempos electorales no convenga decirlo con claridad, es casi una certeza que la candidata oficialista se comprometió a aumentar las tarifas de los servicios públicos privatizados controlados por algunas de estas empresas y a garantizar que su gobierno sería aún más pro-empresario y pro-imperialista que el de su marido. Tal es así que recibió compromisos de nuevas inversiones por parte del grupo Marsans (que tiene el control mayoritario de Aerolíneas “Argentinas”), del grupo Albertis (dedicado a las construcciones) y, como no podía ser de otro modo, del presidente de Repsol-YPF, Antonio Brufau.
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Como era de esperarse, ningún apoyo están recibiendo estas luchas obreras de la dirigencia de la inexistente CGT. Moyano se limitó a reunirse con Kirchner para tratar de negociar un aumento rápido del “mínimo no imponible” (el límite a partir del cual se cobre el impuesto al salario, mal llamado “a las ganancias”) y un incremento de las asignaciones familiares, en un intento por contener el descontento obrero. Estos dirigentes burocráticos no representan los intereses de los trabajadores sino que sólo defienden sus millonarios privilegios al amparo de las patronales y los gobiernos de turno. Por ello, el discurso sobre la necesidad de contar, en el marco de un pacto social, con “sindicatos fuertes”, planteado por Cristina Kirchner en su lanzamiento presidencial, no estuvo dirigido a causar temor en las patronales sino a señalar la importancia de tener burocracias sindicales con el suficiente poder para frenar a las bases obreras. Un artículo que especula con un mayor poder que podría tener la Unión Obrera Metalúrgica (UOM) en el segundo mandato de los K lo dice con todas las letras: “La idea consiste en priorizar dirigentes a los que se considera más capaces de garantizar mayores niveles de disciplinamiento del movimiento obrero (sic) respecto del proyecto de ‘institucionalización del cambio’ que pregona Cristina” (Clarín, 22-07-07). Es decir, realizar en forma más colegiada el rol de contenedores de la lucha de clases hoy muy personalizado en Moyano, incluso con mayor participación de sectores de la CTA. Así, a nadie puede sorprender la muy favorable acogida que tuvo el “pacto social” entre todos los sectores empresarios, que ven en la institucionalización de una instancia de este tipo, alejada de todo control popular, un lugar donde imponer nuevas condiciones de explotación a los trabajadores.
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A pesar de las ganancias muy importantes que realizaron las empresas privatizadas no sólo en los ’90 sino en estos años de recuperación económica, la presión por la suba de tarifas se viene incrementando fuertemente en los últimos tiempos, para esta cuestión desde los grandes medios de comunicación se está utilizando la crisis energética. Es presumible que relaciones aún más favorables a sus intereses económicos es parte de lo que se propone el “cambio dentro de la continuidad” proclamado por la actual senadora. Lo cierto es que los reclamos de “mayor seguridad y estabilidad” expresados por el gran capital español a la candidata oficialista son sólo una pequeña expresión de la mayor presión que el capital financiero internacional está ejerciendo para recuperar parte de la influencia relativa perdida en el país con la crisis del 2001. Por ello, la asunción de Miguel Peirano, un hombre de la UIA y Techint, al frente del Ministerio de Economía no debe engañar respecto a cómo resolverá un eventual gobierno de Cristina, la puja hoy existente entre los distintos sectores capitalistas para lograr un nuevo reequilibrio de fuerzas. Si bien todos acuerdan y promueven medidas que afecten el bolsillo obrero y popular a favor de mayores ganancias para los empresarios, las fracciones capitalistas que fueron menos favorecidas en estos años (a quienes había beneficiado principalmente el “1 a 1” de la convertibilidad) han renovado la presión por lograr mayores beneficios. De ahí las especulaciones sobre la posible división del actual Ministerio de Economía entre uno de “hacienda” (que podría quedar en manos de alguien más ligado a los sectores más “financieros” del capital como Mario Blejer) y otro de la “producción” (que darían a los “industriales” que hoy expresa Peirano). La asunción de Peirano para realizar la transición debe entenderse no sólo como producto de las pujas dentro del gabinete presidencial sino como parte del nuevo acuerdo enhebrado por el gobierno con Techint -luego de los choques evidenciados por el caso Skanska-, y en momentos en que se encuentra en fricciones con otro de los grandes favorecidos por la devaluación, el Grupo Clarín. En lo que es un negocio que involucra miles de millones de dólares, la Comisión de Defensa de la Competencia aún no ha aprobado la fusión entre Cablevisión y Multicanal y donde también está en juego la solicitud de estas operadoras de ofrecer el servicio de telefonía por cablemodem digital, cuestión en que confrontan con los intereses de las telefónicas, que a su vez quieren quedarse con el negocio de ofrecer conjuntamente el servicio de internet, telefonía y tv. Con una elección que, a pesar de las ventajas que muestran las encuestas para la candidata oficialista, se muestra más complicada de lo previsto para el gobierno, este prefiere no tener en la oposición, juntos, a dos de los principales grupos económicos que operan en el mercado local. En todo caso, en medio de un desgaste gubernamental pronunciado en los últimos meses -aunque amortiguado por la continuidad del fuerte crecimiento económico- la principal ventaja con que cuentan los Kirchner es que ninguno de los candidatos patronales opositores aparece todavía en condiciones de disputarle el liderazgo. De allí las operaciones de distintos sectores tentando a Macri para jugar en las presidenciales de octubre, cuestión hoy todavía poco probable pero que de darse abriría un nuevo escenario político electoral.
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La clase trabajadora debe prepararse para luchas más duras, contra patronales cada vez más reticentes a conceder los reclamos obreros y un eventual gobierno de Cristina que será aún más pro-empresario que el de su marido. Hay, en primer lugar, que brindar total apoyo a las luchas en curso. Se trata también de redoblar las fuerzas para arrancar a la burocracia sindical de las organizaciones obreras, cuestión vital para lograr el triunfo de los conflictos. Más en general, es preciso señalar con claridad que ninguna salida favorable a las demandas y aspiraciones de los trabajadores vendrá mientras el poder político continúe en manos de gobiernos que son gerentes de los intereses de los distintos grupos capitalistas que tienen en sus manos el control de los principales recursos de la economía. Como venimos planteando desde el PTS, contra las distintas variantes patronales, urge que las organizaciones obreras combativas y las fuerzas de la izquierda clasista redoblemos los esfuerzos para plantear la necesidad de poner en pie un gran partido de la clase trabajadora.
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