Centenas de miles salieron a las calles en diversas capitales de Brasil. No era un “Fuera el PT” surgiendo de las masas trabajadoras, que también se sienten descontentas con el gobierno, sino mayoritariamente de la clase media, hegemonizada por el sentido político que le otorgaron especialmente el PSDB y la red O Globo.
El pasado 15 de marzo fue un día importante en la vida política del país: centenas de miles salieron a las calles en diversas capitales de Brasil para protestar por el impeachment (destitución), contra el gobierno, el PT y la corrupción. El signo de la protesta era fácilmente reconocible: no era un “Fuera el PT” surgiendo de las masas trabajadoras (que también se sienten descontentas con el gobierno) sino mayoritariamente de la clase media, hegemonizada por el sentido político que le otorgaron sus convocantes, especialmente el PSDB y los medios, como la red O Globo.
El significado de estos actos y la respuesta política que debemos buscar a la situación nacional, es clave para que los trabajadores logren dar una respuesta de fondo a la realidad del país, que se corresponda con la inmensa insatisfacción popular en curso.
¿Cuál fue la composición de los actos?
De un modo general, la composición de los actos fue hegemónicamente de clase media. No incluimos en esta definición a los sectores de trabajadores que tienen mejores salarios y condiciones de vida cercanos a la clase media, sino al sector que no se ve como trabajador o directamente la pequeña burguesía. En algunos estados de población mayoritariamente negra este hecho quedaba claro de modo contundente, pues casi la totalidad de las movilizaciones estaba compuesta por blancos, especialmente en las ciudades del nordeste del país como Salvador o Recife, e incluso en Río de Janeiro y Belo Horizonte donde se la población es mayoritariamente afrodescendiente, el acto se mostró “más blanco” que la media regional.
Aunque naturalmente las manifestaciones tuvieron un gran poder de atracción en sectores obreros, la enorme insatisfacción popular en el país y la composición de los actos nos da un cuadro de que la clase media entra en una dinámica política activa. Mientras tanto, los trabajadores en general acompañan los actos con expectativa, observando e intentando descifrar si la convocatoria del día 15 sería la respuesta necesaria a la crisis política del país.
¿Qué expresaron los actos?
Las respuestas de los actos del domingo 15 fueron confusas y con elementos conservadores que, aunque expresaban el descontento frente a la corrupción y el gobierno, terminaron de dar alas a la oposición de los partidos dominantes. Esto expresa un primer problema que atañe a la forma en que se está canalizando el descontento. En este sentido, expresan también un fenómeno nacional (e incluso internacional) de crisis de representatividad; los sectores que participaron del acto fueron canalizados detrás del “Fuera el PT” pero no dejaron de afectar incluso a sectores importantes de la oposición (Paulinho de la Força Sindical) y a la más importante figura de la derecha dura en el país, Jair Bosonaro: ambos fueron silbados en las manifestaciones de San Pablo y Río de Janeiro, respectivamente, y no pudieron hablar en los actos.
El grito de “Fuera el PT” es la expresión de un país que ya estaba dividido al medio en las elecciones, con la victoria de Dilma Rousseff (PT) sobre Aécio Neves (PSDB) por un reducido margen. Aún más, expresa también la desilusión entre los sectores votantes de Dilma que vislumbran en la corrupción y la participación del PT en esos escándalos, la certeza de que es necesario un cambio. Agravado por la percepción de que la presidenta está haciendo todo lo contrario a lo que había prometido.
La respuesta que la clase media busca se desarrolla por fuera de un acercamiento político a los intereses de la clase obrera y el pueblo pobre, y su deseo de cambio está siendo canalizado por la oposición burguesa, fortaleciendo a los partidos dominantes como el PSDB e incluso propuestas más a la derecha.
La fuerza de la movilización no habría sido la misma si no contase con la actuación de los grandes medios, especialmente la red O Globo, que dio cobertura nacional a las manifestaciones y promovió los actos, como parte de su interés de ver en el país a un gobierno que no solo ataque a los trabajadores (con ajustes) como viene haciendo el PT; sino que tenga un rostro conservador, el de la oposición de los partidos dominantes.
Por eso es aún más preocupante que en todas las capitales se desarrollaran manifestaciones públicas en defensa de un “golpe militar”, incluso grupos fascistas se sintieron cómodos para expresar sus anhelos reaccionarios. Si bien estos sectores no marcaron el tono de los actos y en general fueron minoritarios, expresaron la temperatura ideológica de la convocatoria. Es decir, estas expresiones fascistas se reconciliaron con el sentido más general de los actos.
Las manifestaciones, el gobierno y la oposición en el régimen político nacional
Si comparamos los actos del día 13 y del día 15 es evidente que la oposición sale mucho más fortalecida. Las manifestaciones dejan al gobierno en una situación aun más difícil y poco después de los actos el gobierno tuvo que anunciar supuestos cambios, un “paquete” de medidas contra la corrupción (poco claro en sus efectos) y, por arriba, posibles cambios ministeriales.
La ironía de la política se da, en este caso, en que cuanto más se polarizan las fuerzas en el país, más se desarrolla entre los partidos dominantes (PMDB, PSDB, PT) la tendencia a un “pacto”. Es que con la enorme insatisfacción popular en curso, la caída vertiginosa de la popularidad de la presidenta y el gobierno y la crisis de representatividad, existe el riesgo de que se desarrollen tendencias que generen una inestabilidad mayor en el régimen político.
La oposición buscará hacer “sangrar”, provocar un mayor desgaste del gobierno del PT y debilitar la gobernabilidad de Dilma. Sin embargo, Aécio Neves luego de las manifestaciones lejos de reivindicar un gran impeachment, propuso una “agenda positiva”, de “reforma política” y un gran pacto por una “reforma tributaria”. Hasta aquí, medidas que promueve la oposición y su estrategia de desgaste del gobierno y de canalización política, incluso electoral, pensando en las próximas elecciones.
Más allá de las diferencias, las fuerzas dominantes tienen un plan en común. Hacer que los trabajadores paguen por la situación económica del país, y en ese sentido, más allá del juego político, todos apoyan de punta a punta el paquete de ajustes económicos de Dilma.
La salida es independiente: ni con el desgastado PT ni con la oposición de derecha
Frente a la crisis de representatividad, una salida independiente de los trabajadores no está representada en los actos del día 15, ni en la defensa del gobierno del PT. Es necesario construir una tercera alternativa, que emane de las luchas y de la organización de los trabajadores, retomando sus instrumentos de lucha como los sindicatos (hoy paralizados por la acción de la burocracia sindical) y participando de la vida política del país, levantando un programa que haga frente los abusos y la corrupción de los partidos dominantes. Este programa tiene que exigir comisiones independientes controladas por los sindicatos, asociaciones populares y organizaciones de derechos humanos que impongan una real investigación, castigo y confiscación de bienes de corruptos y corruptores. Las CPIs (Comisión Parlamentaria de Investigación) e Investigaciones hechas por los artífices de este régimen terminan siempre impunes.
Además, hay que acabar con el poder y los privilegios de los actuales políticos que se manejan según sus intereses personales, totalmente alejados de los anhelos de la población. Es necesario terminar con sus privilegios e incluso con el Senado (que expresa aún más esta casta política): una Cámara única de diputados, con salarios similares al de un profesor del estado, sería un paso importante para comenzar a poner fin a esta democracia degradada en el país.
Es necesario pensar más que en una mera “reforma política”, sino en la convocatoria, a partir de los sindicatos y la movilización de los trabajadores, de una verdadera asamblea constituyente, libre y soberana para modificar los rumbos de la democracia actual. Una constituyente que ponga fin a este régimen en el que solo los ricos y sectores dominantes pueden participar de la gran política, modificando las leyes que van contra los trabajadores, garantizando el castigo real a los corruptos y modificando el curso de los ataques económicos (ajustes) y la sangría de nuestras cuentas a través del pago de la deuda pública, para invertir en salud, educación, vivienda y especialmente la principal demanda de Junio, el transporte, que debería ser estatizado y controlado por los trabajadores y usuarios.
Esta es la respuesta que los trabajadores necesitan comenzar a dar. Esta es la respuesta a los actos del día 13 y 15, una perspectiva independiente de los trabajadores.
|