El ex miembro del FIP (Frente de Izquierda Popular) y ex funcionario del segundo gobierno de Menem, Jorge Castro, expresa con toda vehemencia una visión unilateral del “milagro” chino, habitual a la derecha capitalista y lamentablemente en algunos sectores de la izquierda. Su nota sobre China titulada en forma grandilocuente “El Boom recién comienza”, aparecida el domingo 22/07/2007 en el diario argentino Perfil es elocuente.
La nueva industrialización china sigue en gran medida el derrotero de otros países de Asia, esto es, desarrollo extensivo de la producción o, en otras palabras, la asimilación de la técnica avanzada de Occidente, que le ha permitido construir en pocos años vastas fábricas del tipo más moderno mientras otras son en una fuerte muestra de desarrollo desigual y combinado son pequeños talleres, cuestión que varía según el sector y su relación con el capital extranjero como veremos más adelante. Lo que sí hace la diferencia del proceso de desarrollo chino con sus anteriores de Asia es la escala y sobretodo lo que hemos tratado de explicar en “Mitos y realidades de la China actual”(Estrategia Internacional N° 22) el distinto punto de partida, ya que China -a diferencia de los NICs y Japón, países capitalistas los primeros e imperialista el segundo a los que se toman como referencia para la comparación- era un estado obrero deformado y sobre todo, el vasto pool de superpoblación laboral en su proceso de alcanzar el nivel de industrialización de las economías desarrolladas (“catch-up”). Pero señalar sólo su potencial de crecimiento, ignorando el conjunto de las contradicciones que lo acechan, y que los recientes datos del segundo semestre no han más que agravado, es además de antidialéctico, de un optimismo apologético que ni la misma dirigencia china comparte.
Dicho análisis (y otros por el estilo) cometen los siguientes crasos errores:
1- Subestiman las contradicciones internas del brutal crecimiento chino
2- Sobrestiman sus capacidades tecnológicas
3- Se olvida que una de las características salientes del capitalismo post ofensiva neoliberal son las crisis de “sobre acumulación, sobreendeudamiento y especulación”, aunque el en caso China el nivel de endeudamiento soberano es bajo y la situación de fuertes créditos incobrables de la banca publica ha mejorado en el ultimo tiempo aunque podría cambiar frente a schocks internos como externos. Para estos analistas, escribas a sueldo sin lugar a dudas del capitalismo, pareciera que la crisis asiática de 1997 nunca hubiera existido, y que la llamada “nueva economía” norteamericana de fines de la década pasada siguiera viento en popa. ¿No nos hablaba ayer este señor Jorge Castro de la imparable nueva realidad de la economía norteamericana en los ‘90? Como siempre, ahora ha cambiado a la nueva moda.
4- Este análisis olvida que, “La relación de fuerzas actuales no está determinada por la dinámica del crecimiento, sino por la oposición de la potencia total de los dos adversarios, tal como se expresa con las reservas materiales, la técnica, la cultura, y ante todo con el rendimiento del trabajo humano”, tomando el método del marxista revolucionario León Trotsky, que en el medio de los grandes logros de la ex URSS, vaticinaba los límites de ese crecimiento. Aunque el modelo “soviético” y el modelo “chino” tienen enormes diferencias, como es el carácter capitalista restauracionista del Estado chino actual, el desmantelamiento de la planificación económica y del monopolio del comercio exterior, que convierten a China en uno de los países más aperturistas a las inversiones extranjeras y al comercio internacional del mundo, y el rol central de las inversiones extranjeras directas (IED) en su impulso; comparada con las características de Estado obrero degenerado, la planificación burocrática y el carácter autárquico de la ex URSS, el método sirve para comparar las fortalezas de las distintas economías a nivel mundial.
Y si siguiendo este método, tomamos el indicador más importante de todos, esto es, el rendimiento del trabajo humano, sólo podemos decir que la productividad manufacturera china con respecto a los grandes países imperialistas todavía está muy por detrás. Así lo confirman los estudios más avanzados según los últimos datos serios disponibles: “El presente estudio confirma la naturaleza trabajo intensiva de la producción china... la productividad laboral es demasiado baja en China comparada con Alemania. Está a un nivel de 8.6 % de la productividad alemana en la industria manufacturera. Sin embargo, hay grandes variaciones según las ramas de producción: en cinco sectores, la productividad china alcanza más de un cuarto del nivel alemán (indumentaria, cuero y zapatos, máquinas de oficina y computadoras, maquinaria eléctrica y otros productos manufacturados). En todas estas ramas (excepto maquinaria de oficina) China desarrolla una relativa especialización comparada con Alemania. Esto sugiere que la industria manufacturera china es relativamente especializada donde tiene los niveles relativamente mas altos de productividad. Todas estas ramas están también caracterizadas por una fuerte presencia de firmas extranjeras, lo que probablemente explique su alta performance de productividad: de acuerdo con estimaciones, las filiales extranjeras contribuyeron con un gran porcentaje en el producto de los equipamientos electrónicos y de telecomunicaciones (63%), cuero y zapatos (50%), indumentaria (43%) y equipamiento eléctrico (27%) (Lemoine, 2000).” (“China’s manufacturing industry in an international perspective: A China-Germany comparison, Ren Ruoen y Bai Manying, 10/10/2002 subrayado nuestro). Esta realidad, en el marco de la dominación del mundo por las grandes potencias imperialistas y por sus grandes transnacionales, impone un limite infranqueable al despliegue en toda su magnitud de un pujante capitalismo chino, aparte de someterlo a los vaivenes del mercado mundial al que esta cada vez mas integrado y en especial, a su gran mercado en última instancia, la economía norteamericana, un gigante económico en declinación que se apoya en bases endebles (una tasa de ahorro inexistente, déficit gemelos y necesidad imperiosa de financiamiento internacional, constituyendo la principal nación deudora a nivel mundial), en el marco de la aceleración de su decadencia hegemónica como consecuencia de la debacle de Irak, distinto a la hegemonía indiscutida en los ‘90 con la que contenía sus flaquezas de su proceso de acumulación capitalista.
5- Castro hace alarde de los nuevos datos dados a conocer en estos últimos días que confirman que en términos de PBN China sobrepasaría a Alemania a fin de año, convirtiéndose en la tercera economía en tamaño a nivel mundial, después de EE.UU. y Japón. Desde ya que esto constituye un significativo éxito. Pero, como decía Trotsky con respecto a la ex URSS: “Cuando se nos dice que la URSS tendrá en 1936 el primer lugar en la producción industrial de Europa -éxito enorme en sí mismo- no solamente se olvida la calidad y el precio de costo, sino, además, el tamaño de la población. El nivel de desarrollo general del país, y más particularmente, la condición material de las masas no pueden determinarse, ni a grandes rasgos, más que dividiendo la producción entre el número de consumidores.”. (La Revolución Traicionada, subrayado nuestro). En este plano, el prominente economista de izquierda Andrew Glyn sostiene que: “Mientras que convertirse en la economía más grande a nivel mundial sería un notable desarrollo, la vasta población china significa que si esto ocurriera sería a menos de un cuarto del nivel de PBN per capita de los EE.UU. (...) A pesar de la duplicación del PBN per capita, tomando como patrón el PBI per capita norteamericano en los últimos 20 años, China esta aun más atrás de los EEUU que lo que estaban Corea y Taiwan tres décadas atrás cuando comenzaron su rápido “catch-up”(proceso de ponerse a nivel o alcanzar la economía norteamericana) que comenzó a fines de la década de 1960; o mucho más atrás aun del porcentaje del PBI per capita norteamericano que cuando Japón inició el mismo proceso a mediados de 1950. China es obviamente mucho más grande, en términos de población, que los anteriores ejemplos de “catch-up” asiático. Sin embargo, esta también, después de dos décadas de crecimiento espectacular, aun muy por detrás, en términos relativos, de las posiciones en las cuales se inició su esfuerzo de crecimiento. Ambos aspectos contribuyen al gigantesco potencial crecimiento de China. Por supuesto no hay nada inevitable sobre que China continúe sobre su actual trayectoria” (“Global Imbalances”, Andrew Glyn, New Left Review 34, julio/agosto de 2005). Castro, como siempre, unilateraliza un elemento, en este caso el potencial de crecimiento chino del que habla Glyn sin tomar en cuenta, como veremos, ninguna de sus contradicciones.
6- Por eso los análisis lineales y triunfalistas de Castro están por detrás, no de los marxistas (aunque no de todos, lamentablemente), sino de las preocupaciones sobre el crecimiento de la misma dirección china. El pasado 15 de marzo, después de los dos primeros meses del año espectaculares en crecimiento, y aprovechando su conferencia de prensa anual, siguiendo las conclusiones de la Asamblea Popular Nacional, el máximo órgano legislativo de China, el premier chino, Wen Jiabao, caracterizó explícitamente las condiciones macroeconómicas chinas como “inestables, desequilibradas, incoordinadas e insostenibles”. Con estos términos se refirió a las contradicciones del actual modelo de crecimiento chino, dominado por el masivo reciclaje del ahorro doméstico en un igualmente masivo boom de inversiones que apoya una plataforma exportadora enormemente poderosa. Descifremos sus palabras. Inestable, es decir, una inversión sobrecalentada, liquidez en exceso y un agudo crecimiento del superávit de cuenta corriente. Desequilibrado, es decir, con profundas disparidades entre el campo y la ciudad, y entre el este y el oeste de China. Incoordinado, es decir, el carácter fragmentado regionalmente del proceso económico, el agudo contraste entre un exceso en manufacturas y un subdesarrollado sector de servicios, y las enormes disparidades entre el exceso de inversión y un consumo deficiente de las amplias masas. Insostenible, en el marco de la degradación acelerada del medio ambiente y de la disponibilidad de recursos no renovables cada vez más escasos, además de la creciente tensión social con la multiplicación de huelgas obreras e incidentes en el campo que se vienen sucediendo en los últimos años. En última instancia, el modelo actual, incluso para los dirigentes más lúcidos de la China oficial, ha dado ya toda su utilidad y ahora los riesgos se multiplican, no sólo los peligros de un exceso de capacidad y un brote proteccionista en los países centrales frente a su siempre creciente superávit comercial, sino también las contradicciones internas del mismo como sus crecientes desigualdades sociales, excesos en el consumo de recursos y la degradación ambiental concomitante. Pero contra las mismas expectativas de los más altos dirigente chinos, los últimos datos -que hacen irse de boca a Jorge Castro- significan que estos desequilibrios han aumentado. Un persistente exceso de liquidez, en conjunción con un sistema bancario aun muy fragmentado y un proceso de toma de decisiones de las inversiones motivado en gran parte por consideraciones provinciales y locales, y la creciente competencia imperialista por entrar al supuesto “El Dorado”del mercado interno chino, han frustrado las intenciones declaradas de la cúpula de Pekín de dominar las enormes contradicciones del actual proceso económico.
Queda como consuelo a los burócratas restauracionistas chinos el no tener como asesor a un personaje nefasto como Jorge Castro. Talvez, a pesar de las enormes tensiones y presiones a las que están sujetos, por este solo hecho corran mejor suerte que el ex presidente argentino Carlos Menem, del cual Castro fue funcionario en la última parte de su segundo gobierno.
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