Está claro que el Papa Francisco está decidido a dejar su marca a través de actos simbólicos como los que le han permitido ganar popularidad en todo el mundo. Luego de su visita a Ecuador, su paso por Bolivia generó un verdadero revuelo, no solo por las masas en las calles o el obsequió de una cruz sobre una hoz y un martillo que le entregó el presidente Evo Morales y que la mitad de los comentaristas interpretaron algo así como mensaje infernal. Fue el discurso del Papa realizado ante los movimientos sociales reunidos en Santa Cruz de la Sierra, un verdadero hecho político que llego a ser calificado por algunos periodistas oficialistas como “el más combativo” del Papa. ¿Por qué y a qué responden los dichos de Francisco?
El relato
Mientras los diarios y medios opositores de derecha, resaltaban que Francisco había pedido “humildemente perdón, no sólo por las ofensas de la propia Iglesia, sino por los crímenes contra los pueblos originarios durante la llamada conquista de América” algo no muy novedoso, ya Juan Pablo II y Joseph Ratzinger habían pedido el perdón demorado unos 500 años. Los medios oficialistas celebraron lo que entendieron como un discurso en sintonía con los gobiernos pos neoliberales de la región.
Cierto es que no son nuevas las denuncias de Francisco contra las miserias que provoca el capitalismo en el mundo y afirmaciones como que “ningún poder fáctico o constituido tiene derecho a privar a los países pobres del pleno ejercicio de su soberanía” o que “nuevas formas de colonialismo que afectan seriamente las posibilidades de paz y de justicia”, son parte del discurso del nuevo Papa con el que desde su asunción busca aggiornar el relato de una Iglesia que durante años fue fiel impulsora de las políticas neo liberales y desprestigiada por la corrupción a gran escala y los abusos generalizados de menores.
Más que peronista, el Papa ha demostrado su capacidad para adoptar la construcción de un relato y un discurso a la medida de las nuevas expectativas de las masas en el continente. Bergoglio encara la tarea política de reconstruir la imagen de una iglesia católica desprestigiada dando cuenta de las experiencias de los Gobiernos latinoamericanos de la última década, incluido el kirchnerismo, como procesos de “desvío”, contención e institucionalización pasivizante de movilizaciones y rebeliones populares que atravesaron el subcontinente.
La “triple T”
En el discurso más largo desde que inició la gira por América (57 minutos), llamó a los campesinos, indígenas y trabajadores a luchar por la “triple T”, tierra, techo y trabajo. En ese llamado hizo referencia a los problemas estructurales, la triple T, de los trabajadores y el pueblo pobre de la región que aún ven irresueltos.
De esta forma, en su discurso, el Papa hace referencia a aquellas cuestiones que desde la izquierda revolucionaria hemos planteado y que los mismos gobiernos pos neoliberales niegan, o simplemente lo dan como ya resueltos. Sin ir más lejos, en el departamento de Santa Cruz donde estuvo el propio Francisco solo el 3% de los productores de soja concentran el 56% de la superficie cultivada, además de que el 68% de los productores son extranjeros.
Párrafo aparte merece el hecho de que justamente la Iglesia Católica es la mayor propietaria de tierras y bienes inmuebles del planeta, dueña de miles de empresas y la principal accionista de Pietro Beretta, la mayor fábrica de armamentos del mundo. Y si como denuncio el Papa “el capital” y “la avidez por el dinero…arruina la sociedad, condena al hombre, lo convierte en esclavo”, esto obviamente le cabe al Banco del Vaticano (denunciado por lavado de dinero y que Francisco quiere “sanear”) que ganó casi 70 millones de euros en 2014.
Dicho esto, cuál es el fin que persigue este discurso del Papa.
Las razones de Francisco
En su gira Francisco le dio un tono de “izquierda” a su discurso, como parte de un objetivo que viene desarrollando desde que asumió el papado: recuperar el prestigio de la Iglesia y sus fieles. Marcada por las denuncias de abuso de poder, escándalos de corrupción y abuso de menores, la Iglesia encontraba difícil cumplir ese objetivo si no surgían “aires de renovación”. Mucho más en Latinoamérica donde se probó el nefasto rol de la Iglesia Católica durante las últimas dictaduras e incluso el rol de Bergoglio cuando era delegado “provincial” de la orden jesuita en la Argentina, sigue generando polémica, en especial por el caso de los curas jesuitas Yorio y Jalics, detenidos y torturados en la ESMA, y el rol jugado por el actual Papa para evitar o facilitar su detención.
Claro está que para lograr esto debe mostrar una “cara” diferente de Iglesia que en los países latinoamericanos. Esta adaptación a los tiempos que corren lo llevó a desarrollar un relato a favor de los pobres y excluidos, manteniendo desde luego la línea contra el matrimonio igualitario y la “madre de todas las batallas” contra el aborto.
La necesidad de poner el peso de su investidura para que la Iglesia recupere la capacidad moral y política también está en función de desarrollar un objetivo fundamental: ser un factor de estabilidad del orden burgués en la región. Con su discurso el Papa busca al mismo tiempo, desalentar a la derecha más rabiosa, y a su vez propiciar un giro a la derecha pero con “continuidad” y estabilidad burguesa. De ahí que en la Argentina su gran apuesta sea, justamente, Daniel Scioli.
Un ejemplo, del papel que se propone jugar Francisco es, sin duda, Cuba. Donde busca ser garante de la restauración ordenada y definitiva del capitalismo en la isla. Se trata de una orientación en sintonía con la que viene desarrollando el imperialismo norteamericano de la mano de Obama.
Más lejos del cielo y más cerca de la tierra, Francisco busca que la iglesia católica pueda ser un factor que colabore en la “gobernanza” sobre los pobres y la contención del movimiento obrero en Latinoamérica y preparándose para afrontar escenarios de mayor crisis social o de lucha de clases más abierta, una “agenda común” entre los gobiernos y la Iglesia, que busca exorcizar a la región de cualquier espectro de revolución.
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