En este Dossier presentamos una serie de artículos en los que nos proponemos analizar los intereses imperialistas sobre el Pré-Sal, que se esconden detrás de la operación Lava-Jato y cómo esos intereses se asocian con el PT y el PSDB. Analizamos la tercerización en la empresa y cómo la precarización del trabajo se liga a la corrupción y expone a los tercerizados al drama de los despidos masivos. También abordamos sobre cuál es la respuesta que la clase trabajadora necesita dar ante la crisis que atraviesa el país.
Los más jóvenes tal vez no sepan que en la década de los 90 los gobiernos de derecha y los grandes medios denunciaban la corrupción y la ineficiencia de las empresas y servicios estatales para justificar su privatización. Entre los que vivieron esta época, ¿quién no recuerda las campañas contra los que defendían un “shock de capitalismo” para “modernizar” al país? Una burguesía que lucra horrores con las necesidades públicas administradas por el Estado, involucrada en esquemas de corrupción, que ofrece servicios y productos caros y de pésima calidad no tienen ninguna moral para defender las riquezas nacionales de la rapiña imperialista.
Mientras los tucanos (PSDB) encabezaron la ofensiva liberal de los 90, los petistas adaptaron el liberalismo a las condiciones del ciclo de crecimiento económico que atravesó el país en la última década. En los tiempos de Fernando Hernique Cardoso se dio la llamada ola de privatizaciones. Se culpan entre ellos, mientras el capital nativo y extranjero se lleva la mejor parte de la torta, sea instalándose directamente con sus propias multinacionales, ingresando como el mejor socio de las “global players” brasileras o sangrando al país a través de la especulación financiera sobre la deuda pública.
Esta situación no es privilegio de Brasil. En todo el mundo, cuando el imperialismo quiere subordinar a los otros países a los intereses de sus multinacionales, el “combate a la corrupción” se transforma en una herramienta para privatizar empresas y recursos estatales según sus intereses. El mejor corrupto es aquel que está dispuesto a ser más servil y el que proporcione mayores ganancias.
Frente a la crisis de Petrobras y los escándalos de corrupción, hay dos enemigos muy claros a enfrentar. Por un lado, la ley de Serra (PSDB) que busca atacar la participación de Petrobras en el Pré-Sal, exponiendo esta riqueza del país a un mayor saqueo por parte de las empresas imperialistas. Por otro lado, se desarrollan las privatizaciones de la empresa que Dilma está llevando adelante. Recientemente Petrobras vendió su participación en un pozo a la empresa Shell por un precio casi regalado, anunció la venta de acciones en BR Distribuidora e informó sobre la “desinversión” (eufemismo petista de privatización) millonario, de US$ 15,1 billones entre este año y el que viene, y otros US$ 42,6 billones entre 2017 y 2018.
En una entrevista para Esquerda Diário, el petrolero Leandro Lanfredi trabajador en Duque de Caxias, declaró: “vivimos un momento de mucha tensión en la empresa. Diariamente escuchamos nuevos rumores, sean de despidos, retiros voluntarios, privatización. Cada noticia en los diarios muestra que hay distintos actores que buscan terminar con la empresa para colocar estos recursos de la nación en manos extranjeras. El PSDB está buscando eso y el PT también. Lula fue convocado por la Federación Única de los Petroleros (FUP) a su Congreso donde planteó que los petroleros teníamos que apoyar a Dilma. Disiento completamente. Están engañando a los petroleros pues mientras solo señalan el ataque de Serra, Dilma está vendiendo la empresa. Es necesaria una campaña porque necesitamos derrotar tanto el proyecto de ley de Serra como la privatización de Dilma y también dar una respuesta más de fondo a la crisis, que no vendrá de las manos de los gerentes sino de los trabajadores controlando la empresa. Solo así no habrá privatización ni corrupción”.
Invitamos a los lectores de La Izquierda Diario a leer el Dossier Especial sobre la Crisis de Petrobras, elaborado por Esquerda Diário de Brasil.
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