La clase trabajadora europea es profundamente plurinacional, además del enorme porcentaje de mujeres y jóvenes que la integran. Frente a la xenofobia y el racismo, es necesaria una respuesta internacionalista y de clase. Ante la “crisis migratoria”, una respuesta internacionalista y de clase
En lo que va del año 2015, más de 340.000 inmigrantes “sin papeles” llegaron a Europa. El mes de julio fue record, con 107.500 entradas. En el mismo período en el mediterráneo murieron más de 2.600 personas y cientos fallecieron asfixiados en camiones, como ocurrió hace unos días en Austria.
Son hombres, mujeres y niños que huyen de Siria, Irak y Afganistán, países el norte y centro de África, atravesados por guerras y graves crisis sociales, consecuencia de las políticas imperialistas en la región.
Frente a esta crisis migratoria de inmensa magnitud, los gobiernos europeos hacen gala de un discurso hipócrita y cínico, diciendo que van a buscar “soluciones humanitarias” cuando lo que hacen es aumentar los controles migratorios y las políticas xenófobas contra los inmigrantes y refugiados.
Pero en los últimos días hubo importantes acciones de solidaridad con los refugiados e inmigrantes en Europa, como la marcha de más de 20.000 personas en Viena, la manifestación de más de 10.000 personas en la ciudad alemana de Dresde, o las miles de personas que se ofrecieron para recibir a refugiados en sus casas, en varios países europeos.
Rutas de la muerte
Obligados a emprender la travesía hacia Europa en condiciones de ilegalidad, los inmigrantes caen en las manos de redes mafiosas de trata de personas, que cobran miles de Euros por viajar en barcos viejos, botes inflables o camiones sin ventilación. Las embarcaciones se sobrecargan con cientos de personas por lo que muchas terminan hundiéndose en alta mar. Decenas de personas son amontonadas como ganado en camiones cerrados sin ventilación.
Los diferentes gobiernos europeos han aumentado las políticas xenófobas, como en el caso de Hungría que construyó una alambrada de 170 km de largo para impedir el paso de las familias de refugiados, o Reino unido, que quiere encarcelar por 6 meses a los inmigrantes ilegales que trabajen en ese país.
Pero estas barreras, vallas metálicas y leyes represivas no logran contener las oleadas migratorias, porque su causa es más profunda: la situación desesperada que se vive en los países de origen. Lo único que consiguen es agravar la situación, ya que los inmigrantes buscan nuevas rutas, más peligrosas que las anteriores.
Al llegar a Europa: precariedad y xenofobia
Una vez en Europa, los inmigrantes “sin papeles” pueden ser deportados, hostigados por la policía y llevados a Centros para extranjeros (cárceles para inmigrantes). Si consiguen trabajo temporal, es en condiciones gran explotación y precariedad. Esto es aprovechado por las patronales para bajar de conjunto las condiciones laborales de la clase trabajadora. Las mujeres inmigrantes sufren triple opresión, como mujeres, inmigrantes y trabajadoras.
Además deben enfrentarse con una xenofobia creciente, con el crecimiento de partidos de extrema derecha como el Frente Nacional en Francia, el partido UKIP en Reino Unido, o grupos neonazis en Alemania, que quieren cerrar las fronteras y expulsar a los extranjeros. En Alemania se están produciendo ataques violentos contra centros de refugiados, uno por día en el último mes.
Nativa y extranjera: ¡la misma clase obrera! ¡Abajo la xenofobia, el racismo y el machismo!
La clase trabajadora europea es profundamente plurinacional, además del enorme porcentaje de mujeres y jóvenes que la integran.
La xenofobia y el racismo, como el machismo, son ideologías reaccionarias, utilizadas por los capitalistas y los gobiernos para dividir a los trabajadores entre sí, para que se enfrenten nativos e inmigrantes, o incluso entre inmigrantes de diferentes países. Cuando un trabajador nativo culpa a un trabajador inmigrante del desempleo o los bajos salarios, los únicos que ganan son los capitalistas.
En cambio, la unidad de los trabajadores y trabajadoras, nativos e inmigrantes, para luchar juntos por plenos derechos sociales y políticos, contra la xenofobia, el racismo y toda forma de opresión, por trabajo digno para todos, fortalece a la clase trabajadora de conjunto, contra los capitalistas de toda Europa.
Es mentira que no hay trabajo o viviendas para todos, de lo que se trata es de cuestionar las ganancias millonarias de los capitalistas y plantearse el reparto de las horas de trabajo entre ocupados y desocupados, aumentar los presupuestos sociales y terminar con la usura de los bancos, nacionalizando la banca bajo control obrero. Terminar a su vez con el expolio imperialista y las intervenciones militares en los países de África y Asia, que son la causa más profunda de las crisis en esas regiones.
Frente al aumento de la xenofobia y las políticas reaccionarias de fortalecer las fronteras nacionales y dividir a los trabajadores, es necesario recrear un nuevo internacionalismo. Una perspectiva que ligue indisolublemente la lucha por plenos derechos sociales y políticos para los inmigrantes a la lucha de la clase trabajadora de conjunto contra los capitalistas nacionales y extranjeros. Es que no hay salida a la crisis actual si no es enfrentando a la Europa del capital y sus reaccionarias fronteras nacionales, que en otras épocas han llevado a masacres imperialistas como las dos guerras mundiales y políticas coloniales en todo el mundo.
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