El encuentro del Papa con Obama en la Casa Blanca sirvió para afirmar la agenda común entre el Vaticano y el gobierno estadounidense centrada en el avance en las relaciones con Cuba, la inmigración y el medioambiente.Francisco muestra al mundo su alianza con Obama
Así la visita de Francisco a Estados Unidos se cuela en la campaña electoral de ese país. La jornada culminó con un discurso frente a obispos estadounidenses donde Francisco reconoció los escándalos por abusos sexuales.
Ante un nutrido público de invitados en los jardines de la Casa Blanca, en la mañana del miércoles 23, se dio el esperado encuentro entre el Papa Francisco y el presidente Barack Obama. Luego de una entrada con aires hollywoodenses, llegaron los discursos que confirmaron el buen momento que vive la relación entre el Vaticano y la Casa Blanca, que lleva a definir al Papa como el “principal aliado de Obama en el mundo” según comentan funcionarios del gobierno estadounidense.
En su discurso, Obama resaltó varias coincidencia con el Papa y aprovechó para confirmar que comparte su preocupación por el medioambiente y el tema migratorio (casualmente dos iniciativas políticas impulsadas por el presidente y frenadas en el Congreso por la oposición republicana), y agradecer por su ayuda para facilitar el restablecimiento de las relaciones diplomáticas con Cuba.
Bergoglio, por su parte, mostró un apoyo explícito a la agenda política del gobierno de Estados Unidos. “Como hijo de una familia de inmigrantes, me alegra estar en este país, que ha sido construido en gran parte por tales familias”, comenzó diciendo el Papa en una muestra de apoyo a la reforma migratoria, para continuar calificando como prometedora la iniciativa de Obama para reducir la contaminación. No faltó una alusión al “deshielo” con Cuba; Bergoglio resaltó “los esfuerzos realizados recientemente para reparar relaciones rotas y abrir nuevas puertas”, que días atrás afianzaba su alianza con la burocracia castrista.
Si los días previos algunos se preguntaban si Bergoglio iba a detenerse en los excesos del capitalismo, la cuestión racial o sobre la crisis humanitaria (cuyas consecuencias se ven en la crisis migratoria en Europa) que han producido las guerras, en especial en medio oriente donde la ingerencia de Estados Unidos es destacada, nada de esto sucedió. Por el contrario, Bergoglio deslizó algunas diferencias con Obama, al referirse a su participación en el encuentro de las familias en Filadelfia, resaltando que el objetivo es “celebrar y apoyar a la institución del matrimonio y de la familia” en contra del apoyo del presidente estadounidense al matrimonio igualitario y el derecho al aborto. También aprovechó para hacer alusión a las polémicas por la reforma sanitaria conocida como “Obamacare” que obliga incluso a las estructuras religiosas a garantizar la salud reproductiva de sus empleadas (algo que es leído, sugerentemente, por Vatican Insider, como "seguros por aborto").
Bergoglio confirmó en el acto de la Casa Blanca su alianza con el presidente de la mayor potencia mundial. Una alianza que Obama y los Demócratas saludan ante las batallas contra los opositores Republicanos en el congreso, que mantienen paralizadas varias iniciativas del ejecutivo, y de cara a las elecciones presidenciales.
Luego de su encuentro con Obama, la agenda de la gira llevó a Bergoglio a un encuentro con los obispos de Estados Unidos. Los allegados al Papa describieron este encuentro como uno de las más difíciles de su visita al país, por la marcada tendencia conservadora de la cúpula eclesiástica norteamericana.
En este encuentro Bergoglio dejó una de las frases que tuvo gran repercusión, al referirse a los casos de abuso de menores, “soy consciente de la valentía con la que han afrontado momentos oscuros de su recorrido eclesial (…) Sé cuánto ha pesado en ustedes la herida de los últimos años, y he acompañado su generoso compromiso para curar a las víctimas (…) y para continuar actuando para que tales crímenes no se repitan nunca más”. Los medios de comunicación han resaltado el final de la frase, pero leída de conjunto, muestra un fuerte apoyo del Papa a las autoridades la Iglesia local mientras las denuncias por los abusos aún continúan sin ser investigados por las autoridades del Vaticano como denuncia la Red SNAP (Red de Sobrevivientes de Abusados por Sacerdotes) en un comunicado que dice “en declaraciones cuidadosamente elaboradas, Francisco clama que funcionarios de la iglesia están trabajando "para asegurarse de que no se repitan estos crímenes", él sabe, sin embargo, que esto es falso. Estos crímenes están sucediendo en este momento, en todo el mundo”.
Bergoglio aprovechó la ocasión para trazar una línea de acción para que la Iglesia norteamericana recupere su autoridad y expanda su influencia. Aconsejo a los obispos que sigan sus pasos: utilizar sus gestos y discursos para mostrar una institución que se hace eco de las demandas sentidas por sectores populares para fortalecer a la Iglesia como mediación, sin que esto implique abandonar su carácter oscurantista y conservador. Fue claro cuando dijo “Las víctimas inocentes del aborto, los niños que mueren de hambre o bajo las bombas, los migrantes que se ahogan buscando un mañana…No es lícito, por tanto, evadir tales cuestiones o hacerlas callar” al tiempo que les recordaba que tendrá tiempo “en el próximo Encuentro Mundial de las Familias en Filadelfia” para referirse a temas como la lucha contra el aborto o los matrimonios entre personas del mismo sexo.
Bergoglio culminó la reunión con los obispos dando una recomendación sobre los inmigrantes “ninguna institución estadounidense hace más por los inmigrantes que sus comunidades cristianas. Ahora tienen esta larga ola de inmigración latina en muchas de sus diócesis… Por tanto, acójanlos sin miedo. Ofrézcanles el calor del amor de Cristo”.
Esta recomendación de Bergoglio a los obispos, junto a los gestos realizados como la controvertida canonización del cura franciscano Junipero Serra (que varias organizaciones de nativos norteamericanos rechazaron por la situación de abuso que se vivía en sus misiones), y el presentarse en la Casa Blanca como “un hijo de familia inmigrante”, muestran el interés del Papa por lograr que la Iglesia estadounidense se vaya transformando en portavoz de los millones de inmigrantes, en especial los latinos, que cada vez tienen mayor peso político y social en el país.
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