Publicado: 15/09/05
Después de la crisis que sacudió al régimen de la alternancia durante abril -cuando el PRI y el PAN intentaron proscribir a López Obrador- los tres partidos patronales (PRI, PAN y PRD), concretaron lo que en los hechos es un pacto para preservar al régimen de la alternancia. Como se mostró en el V Informe de gobierno (cuando el PRD y el PRI se manejaron con gran «civilidad» ante la presencia de Fox), buscan mantener el orden del sistema político, represtigiar las instituciones y los partidos como instrumentos de «cambio democrático», y garantizar una transición tersa hacia las elecciones del 2006. Es por esto que lograron paliar coyunturalmente las manifestaciones de la crisis y las importantes disputas entre los partidos, en tanto que algunas de las peleas al interior de estos fueron encauzadas y reglamentadas, como mostró el acuerdo Madrazo-Montiel para la nueva dirección del PRI, o el relativo consenso entre las tribus en el PRD.
Pero si la patronal y sus partidos lograron una relativa estabilidad (comparada con los meses previos) fue gracias a la acción de las direcciones sindicales que frenaron la movilización desplegada por los trabajadores desde fines del 2003; como la cúpula de la UNT que no puso sus fuerzas para preparar la movilización el 1° de septiembre, evitando un escenario como el del 1/9/2004, cuando 50,000 trabajadores nos movilizamos.
Sin embargo, para estabilizar y evitar que se enturbie la transición, la clase dominante debe lidiar con distintas contradicciones. Por una parte, la posibilidad que se reanuden e intensifiquen las disputas al interior del PAN, con la pelea entre los sectores que apoyan a Calderón y a Creel; en el PRI, con la salida de Elba Esther Gordillo del CEN y su probable expulsión del PRI; o en el mismo PRD, donde la definición de la candidatura del Frente Amplio Electoral (PRD-PT-Convergencia) puede propiciar una nueva pelea entre López Obrador y Cárdenas (fortalecido por el apoyo del PT). Pero además, el desprestigio que arrastra el régimen de la alternancia, en los próximos meses puede expresarse en nuevas luchas, como la huelga de los trabajadores de Sicartsa, la pasada lucha de los cañeros, o la importante huelga del Sindicato de Bachilleres, así como la resistencia que desarrollan sectores de trabajadores de la salud contra las reformas de Levy y Fox.
En ese contexto, mientras la clase dominante prepara el terreno para imponer su trampa electoral, el EZLN reaparece, cuestionando y rompiendo con el PRD y llamando a la unidad de obreros y campesinos. Esto provocó un gran impacto en la situación política y generó grandes expectativas entre sectores de masas. El plan de movilización impulsado por el EZLN y proyectado para el primer semestre del 2006, puede ser una oportunidad para desarrollar una gran lucha unificada de los trabajadores, los campesinos e indígenas, que levante un programa para enfrentar este régimen de la alternancia y sus planes.
EL FRENTE AMPLIO ELECTORAL: UNA TRAMPA CONTRA LOS TRABAJADORES
Sectores de las direcciones sindicales que se llaman opositoras, anunciaron un proyecto para formar un «frente amplio antineoliberal» contra el PRI y el PAN, junto a empresarios como Yeidckol Polevnsky y partidos del régimen como el PRD, el PT y Convergencia. De concretarse, este engaño contra la clase obrera fortalecerá al PRD, cuyo programa busca preservar la dominación imperialista y los intereses de la clase dominante, como ya hizo en el DF y en los estados que gobierna, razón por la cual la dirección perredista quiere abrir las candidaturas a conocidos priístas.
Ya desde los diálogos nacionales, la dirección unetista llamaba a consensuar un «programa mínimo» (invitando a Camacho Solís y a Porfirio Muñoz Ledo). Ahora quieren confluir con el PRD bajo este programa mínimo, para conducir a los trabajadores tras una candidatura presidencial «antineoliberal», que sólo pretende «humanizar» el capitalismo para mantenerlo vivito y coleando. Ese es el carácter de la política de los charros del STUNAM (integrante de la UNT) que está imponiéndole a los trabajadores universitarios el apoyo político a López Obrador y la subordinación a su programa burgués. Lamentablemente, el SME ha declarado que podría acordar con este frente electoral.
Esta política apunta a fortalecer y prestigiar al régimen de la alternancia, y a preservar la «normalidad democrática» hacia el 2006, evitando nuevas luchas y movilizaciones que enturbien la transición. En ese contexto, es correcta la crítica del EZLN a aquellos frentes y direcciones políticas y sindicales que renuncian a criticar a la dirección de la UNT y consuman alianzas que embellecen a estos dirigentes. Cuando los trabajadores necesitamos una estrategia de movilización contra el régimen de la alternancia, sus instituciones y sus partidos, este «frente amplio electoral»(una alianza patronal - sindical), será una camisa de fuerza contra los trabajadores, buscando sembrar entre los mismos, la idea de que sus aspiraciones de cambio serán resueltas confiando en el voto a un candidato burgués «opositor».
MOVILIZAR Y ORGANIZARSE CON INDEPENDENCIA DE CLASE
La tarea del momento es coordinar y organizar la resistencia y las luchas de los trabajadores y el pueblo, con una clara perspectiva de independencia respecto al régimen de la alternancia y sus partidos, desconfiando y enfrentando la trampa que se prepara hacia el 2006.
Hay que romper la tregua otorgada por las direcciones sindicales al gobierno, y avanzar en coordinar a los sectores en resistencia. De esa forma podremos enfrentar el ataque al seguro social y la reforma laboral, energética y fiscal; y votarle a las direcciones sindicales la convocatoria a una gran movilización unificada, en el camino de un paro nacional. Estas medidas deben ser parte de un plan de movilización que retome las demandas de tierra y autonomía de los campesinos e indígenas, como parte de un programa que unifique las reivindicaciones de los explotados del campo y la ciudad. Esta sería una alternativa combativa para los sectores que se organizan con el EZLN y su VI Declaración, y para avanzar en la ansiada unidad de obreros y campesinos del país.
Para avanzar en ese camino de lucha, creemos que es necesario luchar por la independencia política y organizativa de los trabajadores para lograr recuperar sus organizaciones. Durante décadas, éstas fueron conducidas por sus direcciones charras a subordinarse al PRI, y ahora la UNT pretende que lo hagan con el PRD. Los trabajadores deben desconfiar de los «frentes antineoliberales» que sólo buscan conducirlos tras variantes burguesas. Debemos comenzar a discutir de manera democrática una política clasista e independiente para intervenir en las próximas elecciones, para no ser llevados una vez más a votar a nuestros próximos verdugos. En ese sentido el SME, la CNTE y las organizaciones sociales deben romper toda ilusión en «presionar» al PRD para que tome un programa favorable a los intereses obreros.
Los socialistas de la LTS pensamos que para ello es fundamental construir una herramienta política de los trabajadores. Luchemos por un gran partido obrero que levante una estrategia y un programa de independencia de clase y que sea capaz de encabezar la lucha contra el desempleo, los bajos salarios, el ataque a los contratos colectivos, impulsando la alianza revolucionaria de obreros y campesinos que pelee por el conjunto de las demandas (como la tierra, la autonomía, y la emancipación del imperialismo) de los explotados y oprimidos.
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