Si algo sobresale de las catástrofes “naturales” es la diferencia con la que golpean a pobres y ricos... y cómo los gobiernos ayudan a golpear aún más a los pobres. El terrible terremoto del miércoles 15 sacó a la luz, por ejemplo, que en los “olvidados” rincones del sur del país, las casas se construyen en gran parte con barro y paja. Un hecho como éste, ya de por sí indignante a comienzos del siglo XXI, es directamente criminal tratándose de una zona de actividad sísmica. No sorprende entonces que miles de ellas se hayan derrumbado y cientos de personas murieran bajo sus restos.
El gobierno, aunque se hizo presente en la zona y en boca del presidente García aseguró que “nadie se va a morir de hambre, eso lo puedo garantizar”, se apresuró a enviar 1.400 soldados y 2.000 policías. "Mi obligación es poner orden en el país, y orden vamos a poner hoy día, cueste lo que cueste", dijo.
La hipocresía del gobierno no tiene límites. Anunciaron una ayuda de 300 millones de dólares para reconstrucción, mientras ya se comprometió a pagar por adelantado 2,500 millones de dólares de la deuda externa al Club de París. La Unión Europea aportaría unos 3 millones... cuando su banco central, para rescatar a los grandes bancos de la crisis financiera, puso 200.000 millones!!!
Y este accionar no es monopolio del Perú o de los países “en desarrollo”. En 2005 el furioso huracán Katrina golpeó el sur de EE.UU.. El dinero para reforzar los diques se había esfumado y las obras no se habían realizado. La ciudad de Nueva Orleáns, habitada mayormente por negros y latinos quedó bajo el agua y hubo miles de muertos. Durante los primeros días del desastre, Bush siguió paseándose con su perrito por los jardines de su rancho en Texas, mientras la gente sufría la falta de víveres, abrigo y vivienda. Eso sí. Lo que no tardó en enviar este genocida fueron 50.000 soldados y policías para “guardar el orden” (¿conocido, no?).
El huracán Dean ya arrasó Haití, República Dominicana y Jamaica, con categoría 4, dejando un saldo de al menos 12 muertos y varios desaparecidos. En la capital jamaiquina, Kingston, las calles quedaron inundadas, sin servicios públicos y llena de residuos y escombros. Pero tranquilos, rige un toque de queda desde el lunes para “evitar saqueos y violencia callejera”.
Por su parte el gobierno mexicano evacuó 70.000 turistas (primero lo primero, ¿no?) y 20.000 pobladores ¡Y ellos mismos dijeron que había en riesgo una población de 1.200.000! (La Jornada, 17/08). Al cierre de esta edición, se informa que al tocar tierra el huracán disminuyó a categoría 2, minimizando el impacto.
Un ejemplo claro y en un sentido opuesto de cómo pueden enfrentarse las consecuencias de un desastre natural es Cuba, incluso a pesar de la planificación burocrática que impone el castrismo. En 2004 y en apenas un mes, soportó dos huracanes similares al Katrina. Superó ambos sin muertos. Fueron evacuados 1.900.000 ciudadanos sin un solo accidente, se activaron 1.725 centros para la elaboración de alimentos y 2.492 albergues. Más de 8.000 turistas fueron ubicados en instalaciones seguras.
Frente a las catástrofes naturales, muchas de ellas inevitables, es necesario contar con sistemas de emergencia capaces de responder a sus consecuencias. Esto sólo es posible atacando las ganancias de los capitalistas que ante las tragedias demuestran que no están dispuestos a sacrificar sus beneficios. Contra los inescrupulosos aumentos en productos básicos y la ineficacia y corrupción de los gobiernos para distribuir la ayuda, sobresale la solidaridad obrera y popular con los sectores afectados.
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