Luego del sorprendentemente optimista informe del general Petraeus sobre la situación en Irak, el presidente Bush en un discurso a la nación planteó la continuidad de la presencia norteamericana en ese país, retirando en forma gradual los 30.000 soldados adicionales que fueron enviados este año, pero dejando aún en 2008 más de 130.000 soldados. De esta forma Bush no sólo no anunció una importante retirada como esperaba el Congreso y el régimen iraní, sino que condicionó la presencia de un fuerte contingente norteamericano en ese país del Medio Oriente al futuro presidente de EE.UU.
Junto con esto reafirmó que su misión será la misma que viene buscando sin éxito hasta el día de hoy: lograr la estabilización de Irak. Los avances con los jefes tribales sunitas en la provincia de Anbar (uno de los bastiones de la insurgencia) y, sobre todo, no permitir que Irán ocupe el vacío dejado por una retirada total de EE.UU., tal como lo planteó Condoleezza Rice, fueron los principales argumentos esgrimidos por Washington para la continuidad de la actual estrategia.
Junto con esta movida inesperada para el régimen iraní, el día domingo el ministro de Asuntos Exteriores de Francia, Bernard Kouchner, aseguró que Francia tiene que estar preparada “para lo peor, que es la guerra” con Irán, aunque matizó que no es algo que vaya a suceder por el momento. Al día siguiente, junto a su par holandés, se pronunciaron a favor de sanciones a Irán fuera del marco de la ONU, para presionar a Teherán con el fin de que suspenda el enriquecimiento de uranio.
Estas medidas han subido la apuesta contra el régimen iraní. La presencia de tropas norteamericanas por un largo periodo en Irak y el creciente compromiso de EE.UU. con la comunidad sunita (en su último viaje a Irak, Bush descendió en la provincia de Anbar) no sólo complica los planes de Irán de consolidar sus ganancias en Irak sino que también lo pone en la poco confortable situación de estar sometido a una constante amenaza de seguridad norteamericana cerca de su frontera. A su vez, el tema nuclear puede ser usado en cualquier momento por Washington, así como por los imperialismos europeos, a favor de una acción militar contra Irán. En lo inmediato, estas acciones buscan que el régimen iraní que se mostraba nuevamente fortalecido frente a la deteriorada posición norteamericana en Irak antes del informe de Petraeus, se acerque de nuevo a la mesa de negaciones con EE.UU. sobre el futuro de Irak.
Mientras tanto, Rusia sigue usando el empantanamiento norteamericano en Irak para recomponer su área de influencia. En un reciente viaje del ministro de relaciones exteriores iraní a Moscú las autoridades rusas se comprometieron a terminar los trabajos de la central nuclear de Bushehr. El 16/10 Putin realizará una visita ofensiva a Teherán. Los rusos le están señalando a EE.UU. que estarían dispuestos a honrar sus compromisos nucleares y vender armas sofisticadas a Teherán -lo que haría altamente costosa y desgastante inclusive una operación aérea de Washington- a menos que la Casa Blanca se avenga a aceptar la recuperación de Rusia de su ex área de influencia.
El régimen de Irán debe recalibrar sus opciones: convertirse cada vez más en una pieza rusa contra las ambiciones hegemonistas de Washington o aceptar una negociación con EE.UU. sobre Irak. Irán puede optar por socavar la posición norteamericana en Irak al costo de hacerse más dependiente de Moscú. O llegar a una acuerdo con los norteamericanos, que le otorguen una considerable influencia en Irak pero no su dominio, como anhelan. Por su parte, la decisión de Bush, aunque significa una respuesta para el escenario regional tiene una gran pata floja: la continuidad de un extendido conflicto en Irak sigue extenuando los recursos norteamericanos y limitando el alcance de su influencia estratégica en las otras regiones del mundo. Es esta ventana de oportunidad la que Putin está usando.
Todos estos juegos de las grandes y pequeñas potencias sobre la sangre y devastación iraquí no son ningún negocio para el movimiento de masas. Es necesario que seamos los trabajadores y el pueblo los que saquemos partido de la actual debilidad norteamericana y volvamos a poner, como antes del comienzo de la guerra, un fuerte movimiento de masas en la calle que luche por el retiro de todas las tropas imperialistas de Irak, Afganistán y todo Medio Oriente, por la derrota de los invasores imperialistas y por el cese de toda amenaza de EE.UU. a Irán y de sus nuevos lacayos europeos como Sarkozy y Kouchner.
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