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Estrategia Internacional N° 18
Febrero 2002

HILLEL TICKTIN: ENTREVISTA

 

 

Hillel Ticktin es catedrático del Instituto de Estudios sobre Rusia y el Este Europeo del Centro para el Estudio de la Teoría y los Movimientos Socialistas de la Universidad de Glasgow, Escocia. Ticktin es además editor de la revista "Critique", fundada en 1973.  

 

Cuál es su visión de la situación actual de la economía mundial comparada con la de los ‘80?

 

HT: Creo que ahora vivimos en un período radicalmente nuevo. El último período –no sé cómo lo definen ustedes- fue el período que va desde 1940 hasta el presente, en particular, el período después de la gran depresión. Y en este período, por supuesto, lo crucial fue la Guerra Fría, que fue una expresión particular de la relación entre el stalinismo y el capitalismo. Pienso que el artículo en vuestra revista Estrategia [se refiere a E.I. N°17], los discute bastante correctamente. El punto esencial es que este período está terminado. La estabilización del capitalismo –más allá de lo que se pensaba sobre ello, cuán estable se pensaba que fuera- ahora ha terminado. Está retornando un período de capitalismo clásico, donde el equilibrio, como Trotsky lo veía, ha dejado de existir. Durante los ‘80, las oportunidades de lucha política fueron obstaculizadas por el stalinismo, que todavía estaba allí. Estaba muriendo pero todavía estaba allí: los partidos comunistas estaban todavía allí, el stalinismo de conjunto estaba todavía allí, los intelectuales todavía eran seducidos por el stalinismo. Ahora eso ha terminado. Es verdad que están China, Corea del Norte y Cuba, pero es igualmente evidente que esos países ya no son clásicamente stalinistas –claramente están cambiando.

Entonces el dominio del stalinismo ha desaparecido y con él ha terminado la Guerra Fría misma. Eso ha destruido la estabilidad del capitalismo. Realmente es un tipo de broma cruel sobre el capitalismo. Después de 1989 los capitalistas tuvieron un período de triunfalismo cuando decían que habían ganado, que el socialismo estaba acabado, etc. Y ahora lo que ha ocurrido, por supuesto, es lo contrario. El capitalismo está en tremendos problemas. Está en problemas porque la estabilidad del estado ya no existe, y esto es así por una serie de razones, que yo discuto en mi artículo en Critique. Una de esas razones es que el control directo y la disciplina ideológica de la clase obrera que fue posible bajo el stalinismo ya no puede existir. El uso de la ideología anticomunista ya no tiene sentido, y por supuesto, han intentado reemplazarla con un sinsentido sobre los estados parias y varias otras cosas, pero en realidad esto no tiene sentido y no hay nada que hacer al respecto. Es interesante que Bush esté tratando de revivirla bajo una nueva forma, pero parce una farsa. Es una farsa y parece una farsa. Simplemente no tiene posibilidades de éxito. No veo ninguna forma en la que sea capaz de recrear ese tipo de atmósfera, ese tipo de control. Pienso que mucha gente no se da cuenta del enorme cambio ideológico que ocurrió realmente, particularmente en los países desarrollados. Los controles anticomunistas simplemente ya no existen. Uno puede verlo, por supuesto, en la vida cotidiana, puede verlo en la vida personal. Para mí fue obvio cuando me nombraron profesor de estudios marxistas, lo que es sorprendente. Pero eso sólo fue posible porque ya no hay más anticomunismo, y como resultado ya no existe el antimarxismo como antes. Por supuesto, es estúpido. Se podría decir que tendrían que haber entendido desde el comienzo la diferencia entre marxismo y stalinismo. Pero no la entendieron, y usaron al stalinismo contra el marxismo pero realmente no entendían lo que estaban haciendo.

Otro aspecto es que la clase dominante tenía una coherencia que ya no tiene –hay ahora distintas fracciones enfrentadas. En vuestro artículo ustedes hablan de distintos estados peleando unos contra otros –no tengo acuerdo realmente con esta parte, pero ciertamente el número creciente de fracciones en la clase dominante implica que ya no es capaz de dominar como una entidad única en la misma forma y que tampoco está intentado hacerlo porque no piensa que tenga un enemigo único, que es muy diferenciado, se podría decir. Pero hay este tipo de ventana de oportunidad donde no ve al enemigo de la misma forma, no ve a la clase obrera o al marxismo como su enemigo ahora. Dentro de unos pocos años lo verá, pero hasta el momento las cosas se han vuelto mucho más abiertas, particularmente en los países desarrollados. En los países subdesarrollados es algo diferente, porque es mucho más agudo que en los países desarrollados.

El segundo aspecto del fin de la Guerra Fría, por supuesto, fue el enorme rol económico directo que jugó la Guerra Fría. Y, por supesto, si uno lo estudia ve que los gastos en armas en Norteamérica cayeron un tercio desde 1986. Subieron nuevamente en los últimos tres años, pero no mucho. E incluso los aumentos de Bush no van a llevarlo nuevamente al nivel en que estaban porque han caído alrededor del 30% en términos reales. Si uno observa el porcentaje del PBI, que no es una medida marxista, pero si uno lo observa han seguido cayendo, efectivamente. Entonces el rol del sector militar no está ni próximo al que tenía antes.

Pero no es sólo la cuestión del sector militar. Como he planteado, se debe considerar la Guerra Fría en términos de disciplinamiento y control de la clase obrera, que fue crucial. El  sector militar, por supuesto, era importante y ahora ha perdido esa importancia. Entonces los controles que disponían han desparecido en gran medida. Pienso que lo que esto significa -y esto se repite en la prensa burguesa- es que la desaceleración actual es muy distinta de cualquier caída previa desde 1940. Eso es lo que están diciendo ahora The Economist y Financial Times. Es muy diferente, y la razón es que ahora nuevamente se trata de una crisis clásica. Es decir, lo que tenemos es un excedente de capital. Anteriormente no era así, porque como resultado de lo que significaba la naturaleza de los acuerdos de clase que tuvieron después de la guerra, como resultado de esto buscaron una estrategia keynesiana, que es realmente un tipo moderado de estrategia reformista en la cual el aparato del estado es usado para desarrollar la economía, en la cual lo central es el crecimiento, que lleva después al pleno empleo. Y, por supuesto, eso se quebró desde 1973 en adelante, y en ese momento giraron hacia el capital financiero. Entonces lógicamente se esperaba que hubiera un excedente para acumular, pero en la medida en que tuvieron una Guerra Fría, eso estaba contenido. Una vez que la Guerra Fría llegó a su fin no hubo realmente forma de mantenerlo.

Pienso que la crisis realmente existe desde 1973, pero su forma actual data de 1987-89. En 1987 tuvimos este derrumbe en Wall Street al que le hicieron frente vertiendo dinero al sistema, pero que llevó al derrumbe en 1989. Y si se observa el período desde 1989 hasta el presente lo que se ve es una tasa más baja de crecimiento en el último período –desde 1989- en todos los países. El peor caso es el de Japón, que sigue en una permanente depresión de la cual es poco probable que emerja. Y si uno observa las tasas de crecimiento, excepto para Estados Unidos están realmente muy bajas.

Entonces ha cambiado claramente toda la naturaleza de la acumulación –como he planteado, este fue el efecto del fin de la Guerra Fría, del fin del stalinismo. Y en este período entonces tenemos una brecha creciente entre el excedente de capital y la posibilidad de invertir ese capital, y esto es continuo. Su expresión material es en términos de sobreproducción. Entonces si uno observa las contradicciones existentes, están presentes todas las contradicciones clásicas. Es decir, en términos de subconsumo, de caída de la tasa de ganancia y de desproporcionalidad –esas son las tres formas que toma la crisis global, y que están presentes. Lo interesante, por supesto, es que no tienen solución para esto. La pregunta ahora no es si va a haber una caída continua sino qué profundidad tendrá. Esta situación va a durar mucho tiempo, y en mi visión va a haber subas y bajas, pero nunca retornará a lo que fue antes de 1989. No veo que Estados Unidos se encamine a otro boom, eso simplemente no va a ocurrir. Para el tercer mundo, por supuesto, esto significa que la situación es incluso peor, porque el flujo de capital que los fondos norteamericanos solían dirigir a una parte del tercer mundo, claramente será menor –no era demasiado de todos modos, pero será mucho menor. Más bien, lo que tendremos es una retirada del tercer mundo, es decir que la clase capitalista simplemente retirará el dinero de allí.

 

 

Piensa que podemos tener una crisis similar a la del período interguerra- la Gran Depresión? ¿Qué elementos ve a favor y en contra de esta perspectiva?

 

HT: El elemento principal que está frenando esta perspectiva –a pesar de todo el sinsentido sobre el neomonetarismo, o monetarismo, o el así llamado neoliberalismo– es el rol enorme del estado hoy y -nuevamente, ustedes lo mencionan- el rol creciente de las grandes firmas. Esto implica que la clase capitalista es capaz de usar medidas para evitar seguir el mismo camino que Estados Unidos.

Recordemos, en 1929 hubo un derrumbe en Wall Street y después, de hecho, las cosas no cambiaron tanto hasta 1930 –incluso se recuperó el nivel anterior. Pero después lentamente la economía se hundió hasta 1933, cuando el mercado de valores representaba sólo el 10% de lo que había sido. Y, por supuesto, la actividad económica se hundió muy precipitadamente después y seguió permanentemente en depresión.

Bien, pienso que la diferencia es que en ese período básicamente estaban usando sólo las tasas de interés, realmente subieron la tasa de interés. Ahora obviamente usarán una estrategia reformista de baja de las tasas de interés y, en segundo lugar, van a tomar el control de cualquiera de las grandes firmas que quiebre. Ya lo han hecho –en los 80, Savings and Loans en Estados Unidos quebró y se pagaron alrededor de 500 mil millones para salvarlo. Van a hacer lo mismo nuevamente. No van a permitir que quiebre un banco tras otro. Los nacionalizarán, efectivamente –no lo llamarán así pero eso es lo que harán.

Entonces, en ese sentido, no se va a repetir lo que ocurrió en los 30. No vamos a tener una depresión de esa profundidad, simplemente porque la clase dominante no lo permitirá, principalmente por dos razones. Una es que le temen políticamente a esta perspectiva, son concientes de lo que puede. Y en segundo lugar, por supuesto, los está afectando, no quieren que quiebren sus bancos. No estamos en el siglo diecinueve cuando había un número razonable de bancos relativamente pequeños. Ahora tenemos un número muy pequeño de grandes bancos que juegan un rol crucial, entonces, por ejemplo, el banco más grande del mundo, Citibank, podría quebrar, pero no lo permitirán. O el Bank of America podría quebrar. Al Bank of America no le está yendo muy bien hasta el momento –potencialmente podría quebrar, pero obviamente no lo permitirán. En ese sentido, no vamos a tener una caída de ese tipo.

Por otro lado, todavía está abierta la pregunta de qué profundidad tendrá. Pienso que lo que está claro es que la caída actual durará algún tiempo. Eso es lo que están diciendo ahora los comentaristas burgueses –no todos, parece haber una diferencia entre el Financial Times y la prensa norteamericana. La prensa norteamericana siempre es optimista sobre esto y parece decir “Bien, no ocurrirá”, y cuando ocurre, dicen , “Oh bien, no durará demasiado tiempo, se recuperará en unos pocos meses”; y cuando no se recupera en unos pocos meses dicen “Oh bien, se recuperará en seis meses”. Que, dicho sea de paso, si uno lee la prensa de 1929-30, puede ver que es exactamente la forma en que lo veían entonces. Es muy similar, al menos en ese aspecto.

Pero el Financial Times es bastante distinto –está anticipando esta caída. Uno de los editores, llamado Samuel Brittan, que es conservador pero que parece saber bastante más de marxismo, ha planteado exactamente ese argumento, que la caída actual durará algún tiempo. La pregunta no es si durará mucho tiempo, sino qué profundidad tendrá realmente.

Como las medidas que están tomando son hasta ahora limitadas, pienso que será considerablemente profunda. Pienso que será así porque está claro que las ganancias han caído en general. Si uno observa por qué han caído las ganancias, primero el excedente de capital permanece. Si se observan las bases subyacentes de esto, el capital financiero sigue siendo dominante y continúa su forma parasitaria, retirando capital de la industria, y tiene que encontrar algún lugar donde invertir. En los 90, invirtió parcialmente en el sudeste asiático, y eso colapsó. Eso fue cuando estaba intentando desesperadamente encontrar algún lugar donde ubicarlo, lo pusieron en el sudeste de Asia. Eso colapsó. Entonces el excedente de capital que tienen sigue existiendo. Lógicamente, en la medida en que exista, es difícil ver cómo se reanimarán. Por supuesto es posible que los gobiernos tomen una estrategia de reanimamiento pero hasta el momento ese no es su punto de vista. Y no pienso que lo sea. ¿Por qué no harán esto? Pienso que fundamentalmente porque le temen a la clase obrera. Temen que si persiguen lo que ellos llaman una estrategia inflacionaria, la clase obrera se fortalezca y los enfrente. Pienso que por esto pusieron un freno, a partir de la crisis de 1973, como una decisión conciente.

 

Cuán profundas son las diferencias entre los países imperialistas al comienzo de esta recesión o crisis económica del capitalismo mundial?

 

HT: Hay diferencias claras en cómo abordarla y también hay relaciones antagónicas. Es claro que al capital continental [es decir, Europa sin Gran Bretaña, n. de e.] no le gusta el dominio del capital norteamericano, al capital francés, al que nunca le ha gustado, o al capital alemán. El capital británico está muy estrechamente ligado con el norteamericano y aunque hay hoy antagonismos, estos son limitados. Trotsky y Preobrazhensky discutían que Gran Bretaña combatía a Norteamérica en los 20, pero hoy eso está fuera de discusión. Hoy, están muy interrelacionados. Es verdad que hay aspectos de esto pero no veo que sean importantes excepto en las discusiones. No veo que lleven a ningún antagonismo violento entre ellos, porque la conexión con Estados Unidos es demasiado grande. La clase capitalista alemana, la clase capitalista japonesa, son muy dependientes del capital norteamericano. Una razón fundamental del fracaso de la economía japonesa es el hecho de que la economía norteamericana no se expandió tan rápidamente como habían esperado. El hecho es que Norteamérica actúa como un mercado tanto para Alemania como para Japón, y uno simplemente no puede separalos hoy.

Es verdad, las fuerzas productivas y el mercado han ido más allá del estado nación. Tenemos los Estados Unidos de Europa bajo forma capitalista pero es claro también que incluso los Estados Unidos de América encuentran al estado nación demasiado limitante. Entonces encontramos en el Observer de hoy [diario del domingo del mismo editor que The Guardian, n. de e.] una discusión sobre la forma en que la Boeing toma a sus empleados, 45.000 trabajadores sólo en Gran Bretaña, que es un reflejo del hecho de que incluso en Estados Unidos ustedes tienen una industria que, por supuesto, ha ido más allá del terreno del estado nación. Es obvio que ningún estado nación puede hoy, por sí solo, construir un avión moderno –sí un pequeño avión, pero uno no se puede imaginar un Boeing 747 construido por un pequeño estado nación como Gran Bretaña e incluso Estados Unidos hoy lo encuentra difícil.

Entonces, el sentido de esto es que una vez que las fuerzas productivas y el mercado mismo van más allá del estado nación, es imposible imaginar que pueda haber realmente una guerra entre esos países. Hay antagonismos, por supuesto, y las contradicciones del capital se reflejan en forma distinta, es verdad, pero no puedo ver que vayan más allá de eso. Pueden tener peleas –ustedes pueden ver esta pelea tonta por las bananas entre la Unión Europea y Estados Unidos. Seguramente, puede haber conflictos de ese tipo, pero eso es lo máximo que pueden alcanzar.

La otra razón de por qué no veo que vaya a haber una guerra directa o cualquier amenaza de guerra entre esos países es que las fuerzas productivas de guerra han ido más allá del estado nación. No es sólo que las armas nucleares destruirían ambos países –uno no podría imaginar a Gran Bretaña y Francia combatiendo con armas nucleares, simplemente se destruirían unos a otros por lo que es imposible usarlas- no es sólo las armas nucleares, se aplica a casi caulquier arma ahora. Si uno usa la artillería más moderna entonces puede destruir cualquier país que quiera- si uno usa armas químicas, biológicas. Se ha alcanzado tal punto que dos estados desarrollados no pueden combatir entre sí sin destruirse.

 

Pero hay que preguntarse ¿por qué  la clase capitalista de todos modos querría hacer esto? ¿Por qué está en su interés hacerlo? En el único punto en que podrían encontrarse sus intereses, uno podría imaginar, es en una situación donde el capitalismo estuviera en proceso de ser derrocado. En ese caso, por supuesto, podría intentar usar el nacionalismo para tratar de quebrar la clase obrera. Pero lo que vemos es que aunque el nacionalismo ha levantado cabeza, particularmente en Europa Occidental, hoy la burguesía de los países centrales está realmente en contra del nacionalismo, precisamente porque ha ido más allá del estado nación. Todavía sigue atada al estado nación. El capital todavía es un capital nacional, por supuesto, eso es verdad. Y el capital norteamericano todavía es un capital imperial norteamericano, es verdad. No tengo acuerdo con que son compañías multinacionales –no lo son realmente. Son compañías que están en muchos países, pero Ford y General Motors son claramente compañías norteamericanas. Extraen plusvalía de otros países, eso es bastante claro. El centro sigue estando en Estados Unidos, la tecnología viene de Estados Unidos, la investigación está en Estados Unidos, y lo más importante es que la plusvalía va a Estados Unidos. Entonces claramente, en ese sentido, sigue siendo imperialista –eso es verdad. Pero eso no altera el hecho de que no son nacionalistas en el viejo sentido. Precisamente porque están operando en el mundo de conjunto.

 

 

Usted ha dicho que las economías japonesa y alemana dependen del mercado norteamericano. Pero en el pasado pienso que esta fue –en el caso de Japón- una relación ventajosa para Japón porque tenía la protección militar norteamericana y podía producir bienes para vender a gran escala en el mercado norteamericano. Y esta es la razón de su éxito. Pero si se compara esto con la situación de comienzos de los 90 a la economía japonesa le está yendo muy mal. Usted dijo que esto está ligado al hecho de que el mercado norteamericano no se ha desarrollado tan rápido como ellos esperaban.

 

Piensa que este tipo de estrategia burguesa de acumulación en Japón podría cambiar?  ¿Piensa que habrá un tipo distinto de desarrollo?

 

HT: He leído alguna información sobre el pensamiento estratégico de la burguesía que dice que Japón podría volverse más agresivo, más orientado a Asia y en particular a China, más militarista, como una salida de la depresión económica. No quiero decir que esto ocurrirá en el próximo año, sino en el mediano o largo plazo.

 

Bien, por supuesto que el capitalismo en declinación puede hacer lo que Ud. dice, puede actuar de una forma irracional, que creo que es lo que Ud. está diciendo. El fascismo fue exactamente eso. Si uno observa a la Alemania nazi, no estaba en interés de la clase capitalista tener a Hitler –eso lo aclaró bien Trotsky. Entonces, sí, es bastante posible que podamos tener, no sé, el ascenso de un movimiento pequeño burgués, un movimiento nacionalista allí que sea aceptado por la burguesía. Supongo que es posible, pero no me parece que en este momento. Aunque hay un ascenso del nacionalismo japonés y de grupos de extrema derecha, no me parece que sea tan fuerte. Dependerá de si la burguesía, o un sector de ella, estará dispuesta a apoyarlo.

El problema es que las relaciones con Estados Unidos son realmente cruciales para Japón –como ustedes dicen, todavía tiene tropas allí, en Okinawa, como sabemos. Y de hecho tienen tropas también en Alemania. Entonces está claro que esos dos países permanecen dependientes tanto militar como financieramente. Pero es difícil ver cómo Japón podría transformar a China hoy en una colonia propia, a menos que el Partido Comunista Chino y la ascendente burguesía china colapsen. Supongo que el Partido Comunista puede colapsar del mismo modo que en Rusia. Pero lo que es interesante es que Rusia y Ucrania no son lugares donde cualquiera pueda invertir –tanto IBM como Philips y otras compañías se han retirado. Son áreas de desastre económico. Entonces no me parece muy probable que Japón pueda usar a China en ese sentido, o para el caso, a Corea. No hay realmente alternativas a Estados Unidos. El mercado en Estados Unidos es particularmente para autos ¿verdad? El mercado norteamericano es de alrededor de 17 millones de autos. No hay reemplazo para ese tipo de mercado, y por supuesto, Japón y Alemania están vendiendo entre otros, autos de lujo muy caros que no podrían vender de la misma forma en el sudeste asiático. Es un mercado muy particular al que están relacionados, y hay enormes inversiones japonesas en Estados Unidos, en los bonos del gobierno norteamericano, que permanecen. Y a menos que Estados Unidos vaya a expropiarlos, es muy importante para Japón. No hay forma que Japón pueda tener realmente un conflicto con Estados Unidos donde no pierda.

 

Desde el punto de vista de una perspectiva histórica, ¿Ve Ud. signos de una declinación gradual norteamericana que comienza en los ‘70?

 

HT: Bueno, pienso que no hay dudas sobre eso. En términos de potencia imperial dominante, Estados Unidos está claramente en declinación. Estados Unidos se transformó en la potencia imperial dominante durante y después de la segunda guerra mundial –ya estaba tomando posesión en los 20. Gran Bretaña todavía mantenía un imperio, pero Estados Unidos efectivamente tomó posesión de ese imperio y lo extendió. En este último período, en los últimos 50 años, las distintas guerras seudo stalinistas y nacionalistas pusieron fin realmente al período de colonialismo directo. La forma directa de extraer plusvalía efectivamente llegó a su fin y eso debilitó a Estados Unidos. Nuevamente, la naturaleza de estos movimientos era frecuentemente stalinista pero hubieran ocurrido realmente más allá de que exista o no el stalinismo. En este aspecto, Estados Unidos fue debilitado.

También fue debilitado en relación a los países desarrollados, eso es bastante obvio, aunque eso fue provocado por Estados Unidos. Cuando emergió en 1945 después de la segunda guerra mundial era abrumadoramente dominante. Estados Unidos temía que los países europeos giraran a la izquierda si no les entregaba dinero y recursos. Por ello los desarrolló deliberadamente y aceptó que Europa desarrollara una industria que competía con Estados Unidos. Estados Unidos no sólo hizo esto en Europa sino también en Japón, Corea del Sur y el sudeste asiático. En realidad le permitió a Japón construir un muro de protección a su alrededor contra los bienes norteamericanos, mientras permitía que las mercancías japonesas entraran a Estados Unidos sin medidas en contra de Japón, algo que es extraordinario y que hoy nunca lo haría. Pero en ese período, Estados Unidos aceptó esto y desarrolló a esos países en competencia consigo mismo. Y lo hizo porque temía al stalinismo, o pensaba que temía al stalinismo. Por lo tanto, el stalinismo actuó de tal forma que Estados Unidos podía mantenerse y desarrollar al resto de la economía mundial. Pero el resultado natural fue que las otras potencias imperiales se hicieron mucho más importantes. Por eso Estados Unidos tenía que declinar en ese período. En efecto, Estados Unidos aceptó su declinación, o más bien, la burguesía norteamericana aceptó que su dominio fuera limitado para mantener el sistema capitalista mundial. Entonces, en ese sentido, estaba en declinación. Pero pienso que estamos hablando de que el capitalismo mismo está en declinación en todo el período.

 

En este contexto ¿Cuál ha sido el impacto para la economía mundial del proceso de restauración capitalista en la Unión Soviética y en Europa del Este?

 

HT: Pienso que el triunfalismo se ha vuelto sobre sí mismo, se ha demostrado completamente errado. Si hubieran dicho otra cosa probablemente no hubiera tenido un efecto tan devastador sobre la concepción del capital, pero como han demostrado estar completamente equivocados, esto desafía el concepto mismo del mercado. El hecho es que después de 1989 dijeron que el capitalismo y el mercado habían triunfado en la Unión Soviética y en los estados que la sucedieron. Pero sin embargo, hoy todavía no tienen un mercado. Si lo entendemos como marxistas, la ley del valor no lo controla. No tienen una planificación central, pero tampoco tienen capitalismo. Pienso que tenemos que entenderlo como una desintegración continua del viejo sistema más que un avance hacia el capitalismo. Porque aunque hay un intento de avanzar hacia el capitalismo, de hecho no lo han alcanzado. Ese punto de vista es sostenido no sólo por algunos marxistas, por supuesto, sino que es la opinión oficial del capital norteamericano porque es la posición de Alan Greenspan. Alan Greenspan dijo “un mercado negro no es un mercado”; y tiene razón. Desde un punto de vista marxista, el mercado negro no está gobernado por la ley del valor. En otras palabras, lo que está diciendo es: “mientras que los precios no estén determinados por los costos, y por la oferta y la demanda” –esto es verlo desde un punto de vista burgués- “no tenemos capitalismo”. Y tiene absoluta razón. Su otro argumento era que “mientras la gente considere a la propiedad privada como un robo, posiblemente no se puede tener capitalismo”. Lo que está diciendo –en un lenguaje burgués- es que la población no acepta las formas del capital, no aceptan el derecho de los capitalistas a apropiarse de la plusvalía, lo que es verdad. Esto lo dijo en 1997, y lo he citado porque lo está planteando desde el punto de vista del capital norteamericano de conjunto, y tiene absoluta razón. Es claro que esto es así. No se puede hablar de capital cuando no se tiene una moneda. Es difícil decir que el rublo sea incluso ahora una moneda.

De cualquier modo, el resultado es que simplemente no han llegado al capitalismo. Lo que han conseguido es una forma que efectivamente no tiene nombre. No es un sistema –ciertamente no es un modo de producción, pero tampoco es siquiera un sistema. Pienso que estamos hablando de la desintegración del viejo sistema, del stalinismo, y lógicamente si esto continúa veríamos –y ya estamos viendo partes de esto- la desintegración de la sociedad como tal. Ya estamos viendo esto. Es una tragedia tremenda. Para mucha gente, el nivel de vida ha colapsado. Recién en los dos últimos años hemos visto algún crecimiento, pero si se observan las cifras, en este momento ese crecimiento virtualmente ha terminado. Y la única razón por la que tuvieron ese crecimiento fue por la devaluación masiva del rublo, y por el aumento de los precios del petróleo. En la medida en que caiga el petróleo esto será un problema tremendo, y por supuesto el efecto de la devaluación está desapareciendo por la alta tasa de inflación interna, que en este momento es del 20%. Entonces está claro no sólo que no tienen capitalismo, sino que están retrociendo a algo que ni siquiera conocemos. Pienso que están realmente en una posición donde si no van hacia el socialismo dejarán de existir. El nivel de inversión actual es muy bajo, aunque aumentó el año pasado. Oficialmente, el gobierno está diciendo que a menos que hagan algo la infraestructura colapsará en el corto plazo, y pienso que es verdad.

Ustedes saben que la población en Rusia está disminuyendo. Han proyectado –me he olvidado los datos actuales- pero, más allá de las que sean, que en un tiempo de 20 a 30 años, la población será un tercio de lo que es ahora. La mayoría de la gente en la ex Unión Soviética tiene una existencia muy difícil, mucho más difícil que antes. Si ustedes le preguntan ahora a la gente si apoyan el mercado su respuesta obvia es no. No pienso que se hubiera obtenido una mayoría en 1989-90 en la ex Unión Soviética, pero algunas encuestas de opinión dicen que sí la había, aunque sería una mayoría marginal. Hoy, claramente, la mayoría de la gente se opone realmente a esto. Eso no los hace socialistas, no son socialistas. Es bastante curioso – no adhieren al socialismo pero están realmente contra el capitalismo sobre un base puramente empírica. Por supuesto, algunas regiones de la ex Unión Soviética están en una situación absolutamente desesperante, como sectores de Moldavia donde hay aldeas que ya no tienen electricidad, educación, ni salud. La situación es peor que en el tercer mundo. Pienso que no hay manera en que transformen a la ex Unión Soviética en capitalista. Ya han tenido un período de 10 a 15 años –depende de si se toma desde 1989 o desde 1986- y claramente han fracasado.

Pienso que el efecto en el mundo es que, en primer lugar, la clase obrera mundial puede ver que el intento de llevar a la ex Unión Soviética al capitalismo ha fracasado. En segundo lugar, puede ver que el intento de hacerlo ha causado un reducción tremenda del nivel de vida, aunque Yeltsin proclamó al comienzo que en seis meses el nivel de vida iba a subir. En realidad ha empeorado mucho, entonces de hecho el capitalismo ha sufrido una derrota importante. Pienso que la clase obrera puede ver esto. Eso significa que no pueden ahora ir a cualquier parte, efectivamente, y decir que subirán vuestro nivel de vida. Porque lo que hizo la Unión Soviética después de 1992 fue seguir los preceptos de los economistas de Harvard, del FMI, etc. Han perdido toda credibilidad. Pienso que, puede ser que no lo sepan todos, pero en general el estado de ánimo en todo el mundo ha cambiado como resultado de esto. Pienso que ha significado una enorme derrota a la burguesía mundial. No digo que buscaron esto, o que entendían lo que estaban haciendo, pero significa una enorme derrota.

Uno puede decir, bien puede ser, pero ¿qué pasa en el resto de Europa del Este? Bueno, ha ocurrido lo mismo, efectivamente, aunque el nivel de vida ha subido en Alemania Oriental porque está subsidiada por 150 mil millones de marcos alemanes cada año, que es una carga tremenda para la economía alemana y la clase obrera alemana. Pero lo interesante es que tampoco han triunfado allí. Se podría haber pensado que, como era la parte más desarrollada de Europa del Este, tendrían que haber triunfado –pero fracasaron. Los países de los que hablan como un triunfo son Polonia y la República Checa. En otros países es bastante dudoso. En Bulgaria su fracaso se hizo obvio con la asunción del antiguo rey. Pero incluso aquí, por muchos años la tasa de crecimiento era tal que nunca alcanzaron el mismo nivel que en 1989 hasta hace dos o tres años. Incluso si uno observa lo que está ocurriendo en Polonia, una parte sustancial de la industria polaca sigue nacionalizada. Nuevamente, no estamos hablando de una suba masiva en el nivel de vida ni nada que se le parezca. En la República Checa, tampoco han triunfado –se puede decir que el nivel de vida no cayó tanto, o que hay inversiones de distintas compañías occidentales, o alemanas. Por supuesto, hay una cantidad considerable de inversiones que está yendo a Hungría, y hasta cierto punto a Polonia, que juega algún rol, pero es limitado. Por lo tanto no pienso que realmente hayan triunfado allí.

De cualquier modo, pienso que el impacto de conjunto es, en primer lugar, que la clase obrera mundial puede ver que el capitalismo ha fracasado realmente –el mercado no es una solución. En segundo lugar, la burguesía esperaba realmente –si uno lee sus escritos- en 1989 poder usar Europa del Este como un lugar donde podían invertir su capital excedente, y que podían usar como mercado. Y en ambos casos han fracasado. Se esperaba, efectivamente, que esto daría un nuevo ímpetu temporario aunque importante para el capitalismo contemporáneo, pero ha producido exactamente lo contrario. Por esto ha sido muy importante en la evolución del actual período.

 

 

Dos preguntas. Primero: ¿Cuáles son las diferencias entre Putin y Yeltsin? Y segundo ¿Conoce Ud. algún signo de despertar político o de nuevos desarrollos de la lucha de clases en la ex URSS o en Europa del Este?

 

HT: Pusieron a Putin porque estaba claro que la economía estaba siguiendo el camino que ya he descripto. La pregunta, por lo tanto, era ¿estaban dispuestos a permitirlo? Desde el punto de vista de la elite dominante dentro de la ex URSS, tenían la opción de abandonar la sociedad y continuar exportando capital, que es lo que todavía están haciendo. Y, por supuesto, ha habido una formación de una clase capitalista financiera que ha exportado considerablemente su capital a occidente y continúa haciéndolo. En ese aspecto, la transición ha sido extremadamente exitosa. Pero este éxito era puramente en términos de un sector –el sector más grande, pero un sector- del viejo grupo dominante que fue capaz de transferirse la propiedad, y un sector sustancial pudo exportar su capital. Entonces se las ha arreglado para obtener algo que nunca tuvo antes: un grado de seguridad, y una forma en la que podía arreglar la herencia de la propiedad.

Pero la sociedad y el sistema continuaron desintegrándose, no llegaron a ninguna parte. La pregunta era si simplemente querían abandonarlo completamente –esa sería su lógica, pero hubiera sido extremadamente peligroso. La única otra opción sería retroceder, y esto es lo que está haciendo Putin –es un paso lógico. Recuerden que cuando subió Primakov, comenzó a hacer esto. Lo obvio sería ir al proteccionismo, que es lo que están haciendo hasta cierto punto, e invertir internamente. Por accidente, lo que ocurrió fue que el efecto de la devaluación del rublo fue el mismo que el de un muro proteccionista alrededor del país, y eso permitió el desarrollo de la industria. Esto les permitió invertir más en industria y permitió algún desarrollo de ésta. Pienso que este es el camino por el que realmente querían que fuera.

Por supuesto, en un nivel es contrario o está en conflicto con el FMI, con las políticas del FMI, pero pienso que el FMI está dispuesto a aceptarlo porque la alternativa es mucho peor. Al mismo tiempo, no saben exactamente cómo hacerlo, entonces para mantener la economía han tenido que retroceder al proteccionismo, al control de precios, a aumentar la centralización, la represión, hoy están haciendo todo esto. Y hasta cierto punto realmente tiene éxito porque permite que entren más inversiones a la economía, permite algún nivel de expansión, disminuye el nivel de desocupación, y por lo tanto limita la desintegración. Pero no están dispuestos a volver hacia una sociedad stalinista –no pueden hacerlo de todos modos. Entonces es un proceso limitado. Puede tener éxito por un período de tiempo relativamente corto. Hasta el momento no temen a la clase obrera porque ésta no ha hecho nada. Temían que actuara en el período anterior, por eso no subieron los precios, y cuando lo hicieron [subir los precios, n. de e.] en 1992, esperaban que la clase obrera actuara, pero no lo hizo. Entonces en este momento no está claro en qué forma podrá actuar la clase obrera. Por supuesto uno de los principales métodos de control ha sido el KPRF, el Partido Comunista de la Federación Rusa, que es un partido semifascista, y ha sido bastante efectivo, pienso, en evitar que ocurra cualquier cosa.

No sé lo suficiente sobre la naturaleza exacta del movimiento en Rusia. Kagarlitsky hablaba de cosas que han cambiado bastante radicalmente y pienso que debería ser verdad si, por supuesto, estuviera claro que todo ha fracasado –ahora está mucho más claro que antes. Y en segundo lugar –como lo señaló Trotsky, pero es algo común –cuando la economía está en ascenso, la gente se hace más militante, más capaz de actuar, por lo que aparentemente hay mucha más acción ahora. Hay menos apoyo para el mercado, más acción, más actividad. Pero el freno principal sigue siendo la falta de una alternativa. Creo que hasta ahora la mayoría de la gente en la ex Unión Soviética sostiene que la clase obrera no ve al socialismo como una alternativa real, pero pienso que esta es la única posibilidad –no puede haber una alternativa reformista, no tiene sentido. La única alternativa es el socialismo, aunque no lo vean así. Lo que ha ocurrido, y Kagarlitsky lo dice, es que la intelligentsia está comenzando a cambiar. La mayoría de la intelligentsia en Rusia fue extremadamente reaccionaria y fue, por supuesto, una fuerza motora importante hacia el capitalismo, y es una ironía maravillosa de la historia que como grupo social fueron uno de los más afectados. Su nivel de vida colapsó absolutamente. Se podría pensar que habrían cambiado hace mucho tiempo, pero no lo hicieron. Se podría pensar que habría cambiado de conjunto, pero no fue así. Probablemente un pequeño sector ha comenzado a cambiar. Pienso que es crucial tener un sector de la intelligentsia que pueda interrelacionarse con la clase obrera. Parece estar en formación –no sé hasta qué punto. Porque está claro que gente como Kagarlitsky y Alenxander Buzgalin, que son los más conocidos en occidente como ubicados a la izquierda, no están en la extrema izquierda. Si estuvieran en occidente serían considerados reformistas en el mejor de los casos. Buzgalin es una persona muy agradable, pero se opone al rol central de la clase obrera.

 

 

Cuáles son las similitudes y las diferencias entre el proceso que ha descripto en la ex URSS y el proceso en China?

 

Son muy diferentes, pero es claro que un sector de la elite soviética está pensando en el proceso chino. Durante un largo tiempo un sector de ellos hablaba del ejemplo chileno, que les gustaba –realmente le gustó el derrocamiento de Allende. Es asombroso que uno pueda llegar a ese punto de vista tan reaccionario, pero ese es y ha sido el punto de vista de un sector sustancial del grupo dominante y de la intelligentsia. Querían un régimen procapitalista fuerte, reaccionario, represivo. En un sentido, eso es lo que hay en China. Hay un Partido Comunista que por supuesto no tiene nada que ver con el comunismo o el socialismo, y al que Estados Unidos realmente apoya. Claramente, Estados Unidos apoya al Partido Comunista aunque Bush no lo apoye. Si Bush no lo apoya, entonces es por estúpido, pero es bastante obvio que Clinton lo apoyaba y que Wall Street apoya al Partido Comunista de China. ¡Si lo llamara el Partido Capitalista de China, sería lo mismo! Lo que está haciendo el Partido Comunista es mantener unido al país con un aparato represivo, mientras que al mismo tiempo está introduciendo cada vez más elementos de mercado, y hoy está tratando de disolver la industria estatal.  Lo interesante es ver el éxito que han tenido en hacer esto sin seguir el camino soviético. Hay un sector sustancial de la elite rusa  que le gustaría hacer eso –tener un aparato central fuerte que mantenga el control, pero no pueden hacerlo. No hay ningún partido que pueda reemplazar al Partido Comunista tal como era. No creo que el partido chino sea realmente capaz de mantener el control por mucho tiempo. La base del control siempre fue la industria nacionalizada. Eso fue absolutamente crítico, por ejemplo, en la ex Unión Soviética, a través de la policía secreta. Una vez que ya no existe la industria  nacionalizada se hace mucho más difícil controlar el conjunto de la sociedad en la forma en que lo han hecho los chinos, y en la forma en que se mantuvo realmente la Unión Soviética. No creo que sea una solución para ellos. Sobre todo, por supuesto, no es una solución porque China fue y es una sociedad mayormente agraria. Rusia no.

 

 

Post-scriptum (escrito los primeros días de enero de 2002)

 

 

“Aunque los problemas de Clinton capturaron la mayoría de los titulares, la noticia más significativa de 1998 fue la fortaleza pasmosa y duradera de la economía norteamericana, que se asomaba como un coloso en un mundo en problemas. Se crearon dos millones de nuevos puestos de trabajo, muchos de ellos en posiciones bien pagas en tecnología, farmacéuticas, finanzas, salud...”, The Economy, de Encyclopaedia Britannica, Year Review 1998: World-Affairs.

 

Mientras la economía norteamericana se hunde, los economistas necesitan un chivo expiatorio. Lo han encontrado en la nueva guerra contra el terrorismo. Pueden descargar sobre los eventos del 11 de septiembre su propio fracaso para predecir y prevenir la caída. Más importante aún, los investigadores y el sector más siniestros de los economistas de derecha pueden promover una resurrección de la Guerra Fría. No está claro si los teóricos de la política y la economía de la actual administración o la clase dominante entienden la naturaleza de la Guerra Fría y de su imitación contemporánea. Es más probable que sean llevados hacia ella por la lógica de los eventos.

Los mercados de valores de los países desarrollados cayeron precipitadamente y después recuperaron su nivel anterior. La caída fue explicada por el 11 de septiembre pero es claro que, de todos modos, Wall Street ya estaba en baja. Las ganancias viene cayendo desde hace algún tiempo, oficialmente desde 1997. La pregunta real es por qué tardaron tanto en caer. Sin embargo, es notorio que la mayoría de las bolsas de los así llamado países emergentes no se han recuperado. Los capitalistas sólo corren riesgos donde las posibilidades de perder dinero son escasas. A pesar de la montaña de libros justificando las ganacias sobre la base del riesgo, los capitalistas no son tontos y no envían su dinero a países del tercer mundo sabiendo que existen todas las posibilidades de que las compañías locales e incluso las economías locales quiebren en poco tiempo. Es interesante que el FMI ahora está promoviendo la idea de bancarrota de un país. Para todo el 2002, sólo se espera que fluyan a esos países 104 mil millones en inversión directa, 37% por debajo de 2000. Las inversiones están concentradas en cuatro países: China, China-Hong Kong, Corea del Sur, Sudáfrica e India. Dada la tendencia de que este tipo de inversiones vengan de expatriados, esto no habla de inversiones globalizadas.

El colapso de Argentina debe ser visto en este contexto. El Financial Times en su editorial del 22 de diciembre de 2001 señalaba que mientras América Latina había recibido alrededor de 144 mil millones de dólares en el período 1996-98, sólo 10 mil millones habían entrado al área en 1999-2001. “Dentro de esto el total neto prestado por los bancos fue menor a 13 mil millones de dólares”. En otras palabras el colapso en Argentina está jugando el mismo rol en la actual caída que Tailandia en 1997-8, es sólo el comienzo de un colpaso mayor en los países del tercer mundo, que a su vez es sólo un reflejo de una crisis real en los países desarrollados y por lo tanto del capitalismo de conjunto.

 

Capitalismo y guerra

 

En el capitalismo una guerra puede desempeñar la función económica de disciplinar y unir a la clase obrera con la burguesía frente al enemigo común. Ya sea por buena suerte o por algún plan siniestro, la derecha ha encontrado una excusa para tener una nueva mini Guerra Fría. Es importante entender por qué funcionó la Guerra Fría, para ver si ésta también va a funcionar. Por el momento es suficiente con decir que las sumas implicadas son demasiado triviales para retornar a la era de la Guerra Fría. Para ser exactos: en Estados Unidos: en el punto más alto de los gastos militares en los últimos 20 años: 6,4 % del ingreso nacional se gastaron en defensa mientras que hoy está cercano al 2,5% del ingreso nacional. Ahora se gastan alrededor de 300 mil millones de dólares en defensa, por lo que el aumento requerido para alcanzar el mismo nivel de efectividad es de alrededor de 600 mil millones de dólares. En realidad el gobierno y el Congreso norteamericano están hablando de alrededor de 40 mil millones de dólares en gastos con otros 90 mil millones que por recortes de impuestos y otras medidas que probablemente tengan poco efecto.

La segunda función importante de la Guerra Fría era su capacidad de disciplinar y controlar a la clase obrera en Estados Unidos, a través de la ideología del anticomunismo además del temor, el secreto y la aceptación de la movilización militar que va junto con la guerra. Este tipo de conformismo y esta unidad con la clase dominante es más evidente hoy. Por un lado la clase dominante ha aprovechado la ocasión:

-Para reducir los derechos elementales de la clase obrera –en relación a la libertad de expresión limitando así el derecho a la organización.

-Para despedir trabajadores.

-Para negarse a pagar los seguros de desempleo sobre la base de la emergencia nacional.

Puede tomar un tiempo para que la clase obrera se recupere de este golpe, pero probablemente no sea demasiado. Si no se muestran otras medidas en Estados Unidos, y poco más ha surgido, es más que probable que la clase dominante pierda su guerra con la clase obrera. No cuesta mucho darse cuenta que la clase dominante ha lanzado una guerra civil no declarada y que los obreros se verán obligados a defenderse. Más aún la espada es de doble filo porque si ellos hablan de una emergencia nacional y hablan de unidad, no pueden romper esta unidad unilateralmente. Eso significa que el gobierno debe ser visto como haciendo algo para ayudar a los trabajadores a que mantengan sus empleos y que las firmas menos desesperadas no pueden despedir trabajadores tan fácilmente, sin arrojar combustible a las llamas.

En otras palabras, la nueva guerra permanente antiterrorista no funcionará. En gran parte no funcionará porque la clase dominante teme restaurar la economía porque teme a la clase obrera bajo condiciones de pleno empleo.

 

La naturaleza de la caída

 

Un ejemplar reciente de la revista The Economist, planteaba que la recesión no será breve ni moderada, y brinda estadísticas que están incorporadas más abajo. Si observamos la situación real, el optimismo permanente de los brokers y los economistas parece fuera de lugar. En el último período, las ganancias han caído más que en cualquier otro momento desde los 30, los márgenes sobre la venta de bienes están en su punto más bajo de los últimos 50 años. Estamos viendo la caída continua más prolongada en la producción industrial de más de 12 meses desde 1945. Al mismo tiempo la sobrecapacidad está en su punto más alto desde 1983. La utilización de la capacidad industrial cayó a 75,5%.

La situación en relación al desempleo es de hecho considerablemente peor que lo que implican las estadísticas mostradas más arriba, en gran parte porque el desempleo ha estado subiendo en las últimas tres décadas y el gobierno prefiere esconder las estadísticas reales.

Los niveles reales de desempleo son tres o cuatro veces más alto de lo que se declara oficialmente. En Gran Bretaña los niveles reales de hombres desocupados están cerca del 20% más que el nivel oficial de alrededor del 5%. En Estados Unidos es probablemente más alto por los niveles reales de los inmigrantes ilegales desocupados que nunca se cuenta. Las mujeres que no pueden econtrar trabajo son consideradas frecuentemente como amas de casa y por lo tanto no son contadas. En el tercer mundo las estadísticas ya son catastróficas. En Sudáfrica, por ejemplo, la cifra de ocupados ha caído desde que Nelson Mandela llegó a la presidencia en 1994 y la cantidad de negros desocupados está oficialmente por encima del 40% y probablemente cercanos al 60%. Esos niveles impresionantes de desocupación sólo pueden subir y hacerse más comunes en el tercer mundo.

Esencialmente, como planteo en la entrevista, el capitalismo tiene un excedente considerable de capital. En algunas industrias como las de computación y las electrónicas, las grandes firmas, como Hewllet Packard y Compaq, están intentando fusionarse para reducir las pérdidas individuales. Inevitablemente las fusiones y las bancarrotas aumentarán los niveles de desocupación y reducirán los mercados para sus proveedores.

Esta etapa, sin embargo, debe ser considerada como el comienzo, no el medio o el fin. El exceso de capital y de bienes se mantiene mientras que el desempleo y la sobrecapacidad están creciendo. El consumo y la inversión deben caer. Los trabajadores tienen que limitar sus compras porque pierden sus empleos o se les recortan los salarios para mantener las firmas. De hecho el temor a una futura pérdida de ingresos es en sí mismo suficiente para reducir el consumo. Las firmas no rentables o con ganancias reducidas sólo pueden invertir si piden prestado dinero para mantener o expandir la producción pero el resultado inevitable de los crecientes defaults en las deudas es que los bancos tienen que limitar el crédito. Por eso estamos ya en una reducción del crédito aunque los Bancos Centrales bajen las tasas de interés. En Japón, la tasa de interés es cercana a cero y hay una crisis bancaria real, que implica que el crédito necesario para la expansión es necesariamente limitado.

 

Las divisiones y la Guerra Fría

 

En otras palabras, las potencias capitalistas no pueden poner fin a la presente crisis sólo con medios monetarios. Los gobiernos tienen que aumentar sus gastos para emplear trabajadores, elevar sus salarios y la tasa de inversión. El monetarismo o el así llamado neoliberalismo, que es sólo la doctrina del capital financiero, ha alcanzado su límite.

A un nivel, muchos capitalistas prefieren mantener la caída para poder despedir a los trabajadores que no pueden despedir en tiempos mejores por la fortaleza de los sindicatos o más en general, por la fortaleza relativa de la clase obrera.

El fin de la Guerra Fría eliminó la cohesión impuesta basada en la unidad de la clase capitalista contra un enemigo común. El capital financiero ha sido inmisericorde y rapaz en sus acciones y el capital industrial no tiene mucho amor por estas corporaciones financieras. La creciente proletarización de las profesiones ha llevado a la así llamada clase media a los sindicatos contra la política gubernamental. Esto impacta sobre los gerentes que encuentran que sus empleos están en riesgo y frecuentemente duran períodos de tiempo relativamente cortos. Por lo tanto, los gerentes se siente más inseguros y colaboran con el capital financiero en su enfoque cortoplacista. El resultado es que el capital financiero se opone al capital industrial y aquellos sectores del capital industrial dominado por el capital financiero se oponen a otros sectores, y los capitalistas exitosos quieren sacar ventaja de la caída para eliminar a sus competidores. Entonces, también, el capital financiero, que está dominado por el capital norteamericano, extrae el máximo retorno del tercer mundo. Como resultado, las burguesías nacionales se encuentran cada vez más sometidas e incluso empobrecidas. Así el capital nacional se opone al capital imperial, que es, sobre todo, capital financiero. En toda depresión la clase capitalista se divide entre aquellos que pierden y los que capean el temporal. Esta vez, sin embargo, las divisiones son más extendidas y profundas. Como resultado, la clase capitalista sólo puede confundirse, tomar primero una táctica y después otra.

Mientras que en un período anterior la clase capitalista estaba muy preocupada en mantener una “clase media” como un amortiguador entre ella y la clase obrera, hoy la considera un costo y una carga innecesaria. La creciente inseguridad, el desempleo y el empobrecimiento de este sector lo empuja hacia la clase obrera. Sectores de ésta se hicieron militantes. La depresión sólo puede profundizar este proceso. Este proceso que está ocurriendo en Estados Unidos y Europa Occidental, es más intenso en la antigua Unión Soviética y Europa del Este y en la mayoría del Tercer Mundo. Lo subjetivo todavía tiene que seguir a la realidad objetiva: todavía la mayoría de los profesionales proletarizados esperan que su situación sea temporaria. Esperan a sus antiguas posiciones de parientes pobres de la burguesía.

 

La forma del gráfico

 

Ahora que Estados Unidos ha aceptado oficialmente que está en recesión, los economistas y los brokers declaran que ésta terminará pronto. El gráfico tomará la forma de una “V”. Por supuesto han planteado que nunca ocurriría, que estaba terminada antes de empezar y que terminaría en diciembre de 2001. Todos los días dicen que terminará muy rápido y señalan cualquier dato que tengan a mano. Hoy el mercado de valores ha subido a la cifra que tocó en los últimos 3 años. La Gran Depresión de los treinta siguió el mismo patrón. Casi todos los días los periódicos proclamaban el fin de la depresión y en el primer año de la depresión en 1929-30, la bolsa recuperó su nivel anterior.

Se puede plantear que este falso optimismo puede ser ignorado en un análisis de la caída y que no es necesario regocijarse con la estrechez de miras de las fuerzas burguesas. En realidad, su fracaso en comprender la seriedad de la situación está transformando lo que podría haber sido una caída en forma de una “U” en algo que se parecerá mucho más a una “U” con una línea horizontal estirada seguida por una diagonal truncada. En otras palabras, la caída será más profunda y prolongada seguida por un ascenso débil que nunca alcanzará los niveles de 1999.

Mientras el capital financiero piense que la actual situación es limitada y en última instancia controlable, pueden continuar especulando y operando en el corto plazo. Las relaciones de crédito y las compras de derivativos son arcanos y opacos en el capitalismo actual. El colapso de Enron ha tenido consecuencias importantes para el capital financiero en general, así como el colapso de Argentina debe revelar las relaciones imperiales para gran parte del Tercer Mundo. Mientras que se crea que hay un fin a la vista, las compañías y los países pueden ser apuntaladas por el FMI y el Banco Mundial. Una vez que quede claro que es una apuesta hacia abajo –tanto los capitalistas individuales como las instituciones intentarán salvar lo que puedan.

Intervención: Inflación y deflación

 

El gobierno norteamericano ha empeorado la situación por su postura de libre mercado relativamente intransigente. La desregulación y las privatizaciones han reducido el área de intervención directa gubernamental. Como se mencionó más arriba, las medidas tomadas después del 11 de septiembre han tenido el efecto reflacionario usual en la guerra pero sólo a una escala limitada.

Al mismo tiempo, a menos que haya una considerable intervención directa del gobierno, hay una fuerte probabilidad de que la economía mundial caiga en un ciclo deflacionario, como en Japón, aunque posiblemente peor. La brecha entre el valor y el precio es hoy muy considerable, en gran parte en el crecimiento de sectores improductivos como la publicidad y las ventas pero también con el gran incremento del pago gerencial. Como la caída golpea, las firmas están reduciendo la cantidad de gerentes y los pagos mientras recortan en general en marketing. Los precios pueden entonces caer hacia los valores en general (más correctamente hacia los precios de producción). Este proceso causa la suba del desempleo tanto entre los que eran prósperos como entre la clase obrera y la caída de la demanda, obligando a esas mismas firmas a encontrar otras formas de reducir costos.

Los totales de las nuevas inversiones y del consumo declinan y la tasa de ganancias cae. La caída sólo terminará cuando las ganancias comiencen a subir pero esto sólo será posible cuando la reducción en los costos de la fuerza de trabajo y el capital constante, es decir, materias primas y maquinarias, exceda la caída de precios.

En este momento, estamos todavía en las primeras etapas de la depresión, cuando la reducción en los precios de la fuerza de trabajo y los ítems del capital constante todavía tienen que mostrar sus efectos.

En realidad, toda crisis capitalista se transforma en una crisis del sistema porque se debe transformar en una prueba de fuerza entre los trabajadores asalariados y la burguesía, donde ésta intenta recuperar su posición en el mando sobre los trabajadores. En esta instancia, hay dos aspectos. Por un lado, la clase capitalista quiere asegurar, empíricamente, que puede expandirse sin tener que aumentar los salarios mientras que por el otro quiere infligir una derrota histórica a la clase obrera que haga retroceder la historia al período anterior a 1917.

En mi visión, continuamos en un impasse a nivel mundial en la relación entre las clases. La clase capitalista no puede hacer operar sin trabas a la ley del valor, mientras que la clase obrera no puede tomar el poder. Como resultado, el capitalismo funciona mal a un grado incluso mayor que lo que lo haría un capitalismo en declinación en cualquier caso. La historia demanda una resolución y la crisis presente es parte de esa dinámica. Como no existe un partido para llevar hacia delante a la clase obrera, pero la clase obrera es lo suficientemente fuerte para evitar la victoria de la clase dominante, la crisis no puede resolverse en el corto plazo, si es que alguna vez podrá resolverse.

 

 

   

 

   
  La Fracción Trotskista está conformada por el PTS (Partido de Trabajadores por el Socialismo) de Argentina, la LTS (Liga de Trabajadores por el Socialismo) de México, la LOR-CI (Liga Obrera Revolucionaria por la Cuarta Internacional) de Bolivia, ER (Estrategia Revolucionaria) de Brasil, Clase contra Clase de Chile y FT Europa. Para contactarse con nosotros, hágalo al siguiente e-mail: ft@ft.org.ar