El sentimiento de triunfo luego de la caída de Mubarak motoriza una ola de huelgas, uno de los principales problemas que enfrenta hoy la Junta militar en el gobierno. Las y los trabajadores han desoído el llamado a la calma y la vuelta al trabajo de las FF.AA., convencidos de que es su derecho exigir mejores condiciones de vida. “Tenemos derecho a pedir aumento, ganamos la revolución”, decía un trabajador que llegaba con sus compañeros a la plaza Tahir. Las consignas de las protestas incluyen mejores salarios, condiciones laborales, contra la burocracia y los empresarios y hasta derribar las estatuas de Mubarak que hay en las empresas.
Aunque no ocuparon las páginas de los grandes medios, las acciones obreras fueron protagonistas de las jornadas que terminaron en la caída de Mubarak, e incluso se inscriben entre los antecedentes de las movilizaciones de 2011.
Desde que comenzó el actual movimiento diferentes sectores obreros participaron de las manifestaciones en el interior y en la misma capital. Trabajadores textiles, petroleros, administrativos, ferroviarios, entre otros, llegaban a la plaza Tahir en El Cairo y a las ciudades del interior para unirse a las protestas. Sin embargo, la participación obrera no fue noticia hasta que la burguesía empezó a sentir verdadero temor cuando los trabajadores del estratégico Canal de Suez anunciaron que empezaban una huelga por tiempo indeterminado. Por el canal pasan diariamente 2 millones de barriles de petróleo y representa una de las principales fuentes de ingreso del país. Esos trabajadores junto con obreros del cemento, textiles y jóvenes de la ciudad empezaron a confluir mientras paralizaban las empresas, oficinas públicas y fábricas.
Hoy las y los trabajadores se movilizan, fortalecidos por el primer triunfo que significó haber tirado al viejo dictador, tras 30 años de persecución de los luchadores, prohibición del derecho a huelga, en un escenario de alta inflación con salarios congelados.
El 14/2 hubo protestas contra la sede de la Federación Sindical oficialista, donde se dirigió un grupo de trabajadores para exigir la renuncia del dirigente a quien acusan de corrupto y propatronal.
El 15/2, la principal fábrica textil de Egipto Misr Spinning and Weaving en al-Mahala ha retomado la huelga (suspendida durante unos días) para exigir que se vayan los directores actuales de la empresa y por mejores condiciones laborales.
Situaciones similares se dan en varios sectores como los petroleros (que marcharon el 14/2 al Ministerio del petróleo, donde se enfrentaron con los funcionarios que todavía mantenían colgados los cuadros de Mubarak), los empleados públicos de varias provincias y los bancarios. Estos últimos han impedido que los bancos vuelvan a funcionar hoy 16/2, algo muy importante para mostrar “normalidad” y esto conllevó que la Bolsa no abriera hoy tampoco por temor a que las huelgas y las protestas sigan “dañando” la imagen maltrecha de la economía egipcia. Al mismo tiempo, los trabajadores ferroviarios (que exigían pase a planta permanente de los contratados) cortaron las vías y bloquearon varias estaciones.
El primer triunfo de las masas en Egipto ha dado una enorme energía a la clase obrera que después de años de dictadura y control policial de la burocracia sale hoy a las calles convencida de que es su derecho luchar y ganar.
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