I
La ausencia de Chávez de casi un mes por su enfermedad que se revelara como un cáncer aparentemente controlado, no dejó de provocar tensiones en la estructura del gobierno. Más allá de especular sobre el estado de salud real de Chávez, lo que sí ha sido claro es que su ausencia mostró la debilidad estructural de un proyecto político donde todo gira alrededor de un liderazgo unipersonal, donde se necesita de la “firmeza” del jefe para "unificar" las distintas fracciones y hacerlas andar en un mismo sentido. La posibilidad inscripta de la ausencia de ese líder tiende a hacer más inestable la unidad del movimiento chavista, tendiendo a generar grietas internas complicando la propia gestión y puede generarle una crisis al chavismo mismo. Durante su alejamiento se expandieron grietas abiertas en el entramado gubernamental y los grupos de poder sobre los que se asienta, que se expresó en cierta tensión en el sistema de gobierno. En este sentido, un escenario en el que la enfermedad avance y no pueda estar a tono para la campaña y elecciones de finales de 2012, sería realmente un gran problema para el chavismo y abriría un escenario turbulento.
II
Chávez buscará un entramado de poder más controlado para intentar “galvanizar” sus fuerzas internas y a su propio movimiento, en el marco de un país donde los índices económicos de recuperación se han mostrado muy lentos y comprometidos por, una vez más, la crisis energética, una alta inflación permanente, el creciente descontento social expresado en una oleada de conflictos por recomposición salarial y manifestaciones continuas de protesta, así como crisis sociales expresada más recientemente en la crisis carcelaria. En los últimos años el gobierno de Chávez ha perdido el empuje central y el agotamiento político se transpira, aunque aún conserva cierto aire que puede tornar más lento su declive político, o dar pie a recuperaciones ocasionales. Esto último puede darse tras su regreso, aprovechando la cuestión de su enfermedad y la fuerte inyección de recursos, lo que utilizará para buscar recomponerse políticamente un poco de cara a las elecciones presidenciales.
III
En el plano más estructural se vienen operando una reorientación política del proyecto de Chávez, lo que ya se ha venido expresando tanto en el plano de política externa e interna. En el plano externo, lo que comenzó con una colaboración estrecha del gobierno de Chávez con el régimen colombiano tras la llegada de Santos a la presidencia, se ha extendido a un conjunto de pactos y acuerdos que han venido excediendo la política binacional, dando inicio a todo un giro político en política regional. Significa todo un salto político para un gobierno que habla de “antiimperialismo”, donde su orientación busca reducir fricciones y se hace más funcional a los intereses del imperialismo norteamericano en la región. Los acuerdos que se tradujeran en el reconocimiento de Lobo surgido del propio golpismo, pacto que sería aplaudido por el propio Estados Unidos, implicó la legitimación del primer golpe a nivel continental desde la caída de las dictaduras en los 70’s y 80’s, medida que conduce a enredarse con el imperialismo y significa un duro golpe para el movimiento de resistencia hondureño y regional.
IV
El gobierno se dispone a iniciar una nueva fase en su relación con las multinacionales, tal como lo manifestara Elía Jaua en la reunión con más de treinta importantes empresas extranjeras que operan en el país: "estamos pensando en modalidades que obviamente no son vinculantes, son propuestas" y agrega que las dos variantes más importantes son "convertir esas utilidades (se refiere a las ganancias de las transnacionales, NdR) en acciones para constituir empresas mixtas con el estado venezolano" y "ampliación de su capacidad productiva con apoyo del Gobierno nacional" Esto no representa algo novedoso in extremis, pues, como sabemos, los acuerdos en la Faja del Orinoco se articulan en asociación con las transnacionales a través de las empresas mixtas, conservando la mayoría accionaria, donde el gobierno se ha mostrado bastante complaciente con las mismas. Pero en las nuevas iniciativas de relación con las transnacionales a las que apunta Elías Jaua, son más parecidas a las que ha establecido con las extranjeras explotadoras del gas, donde el capital transnacional invertiría con mayor control de los negocios, en una supuesta búsqueda de desarrollo nacional de la mano del capital extranjero. En este marco se empieza a traslucir una especie de búsqueda de un desarrollismo más clásico de asociación con el capital extranjero, acomodándose a las tendencias fundamentales impuestas por el mercado internacional, a diferencia del período anterior donde, por los fuertes ingresos petroleros y la política de regateo con los capitales imperialista –ante el extremo grado de enajenación impuesto por los pulpos del sector en la década de 1990- (en el sector petrolero, aumento de impuestos o creación unos nuevos, cambiando a favor del Estado la composición accionaria de las empresas, control pleno de PDVSA, y varias “nacionalizaciones” en algunas otras áreas consideradas estratégicas –que implicaban en realidad la compra de las empresas a precio de mercado), el país venía corriendo con los gastos centrales en las inversiones para sus políticas desarrollistas producto de retener una cuota mayor del “excedente”. Consecuente con esta nueva orientación, el gobierno ha procedido a un acelerado proceso de endeudamiento del país. Recientemente, para la primera semana de junio (9/06) se aprobó la Ley Especial de Endeudamiento Complementario para el Ejercicio Fiscal 2011, en la que el gobierno podrá acarrear 45.000 millones de bolívares (US$10.500 millones) adicionales para emitir deuda pública, de los cuales unos US$900 millones tendrán como fin reestructurar y refinanciar la deuda pública y US$1.400 millones se usarán para cancelar intereses de la misma, siendo el doble de lo que ya se había hecho el año pasado.
V
En este sentido el gobierno no está ampliando las conquistas prometidas, ni haciéndole importantes concesiones al movimiento de masas. Las Misiones hace tiempo que alcanzaron un techo, y muchas tienden a declinar. La gran Misión Vivienda, no es más que la repetición de los otros planes ya lanzados, aunque muy atractivo por las expectativas que genera en una población agobiada por la falta de viviendas. Aunque esta nueva Misión avance un poco más que las anteriores como se expresa en la nueva ingesta de inyección de recursos, ni de lejos dará para resolver este gran problema estructural, justamente porque el plan está sometido a los límites de recursos por ser un país semicolonial que sigue pagando deuda externa y permitiendo repatriación de utilidades y capitales imperialistas, y también por el gran respeto a la propiedad privada -terrenos, edificaciones, empresas constructoras, banca privada, empresas de insumos y materiales de construcción, etc.- que es el gran límite para resolver esta cuestión estructural. De igual manera se prepara la Misión Trabajo que sería en base a las construcciones de las propias viviendas, de la que aún no ha definido sus características, en un país donde casi del 76% de la fuerza laboral está en situación de precariedad laboral.
VI
Por estos aspectos centrales enunciados anteriormente es que decimos que el gobierno de Chávez se encamina hacia un gobierno burgués semicolonial más "normal". Es decir, que deja de conservar esos rasgos de un bonapartismo sui generis de izquierda que lo caracterizaron durante un buen período. Esto no quiere decir que no continúe estructurándose como un gobierno con fuertes trazos bonapartistas en el sentido de la dependencia de la gran figura alrededor del cual gira todo, pero ya no en el sentido de lo que plantea Trotsky de buscar cierta libertad de acción frente a los capitales extranjeros apoyándose en la movilización de las masas trabajadoras y pobres, a las que a su vez le hace ciertas concesiones. Hablábamos de “rasgos”, ya que Chávez más allá de su retórica no se ha caracterizado por su agresividad en tocar intereses económicos imperialistas sino más bien por una agresividad verbal. Aunque el esfuerzo de Chávez por mostrarse más funcional al imperialismo, no quiere decir que lo logre, es decir, que pierda todos sus rasgos para hacerse un gobierno burgués “normal”, ni que en determinado momento pueda hacer ocasionales gestos a izquierda. En este mismo sentido no se puede descartar que frente golpes de la crisis internacional sobre la región y el país, y/o de la lucha de clases nacional, Chávez apele nuevamente a ciertas medidas de rasgos bonapartistas de izquierda.
VII
Chávez llegó al gobierno siendo depositario de una gran expectativa popular, apoyándose en el gran descontento generalizado contra el régimen puntofijista, que tuvo su gran expresión en la rebelión popular del 27y 28 de febrero del ’89 y el auge de luchas que le siguió, muy especialmente durante 2002 contra la reacción proimperialista. Pero hay una enorme distancia entre las promesas y discursos de Chávez y la realidad después de años de gobernar contando con favorables condiciones económicas, políticas e internacionales. En estos casi 13 años de gobierno ha dilapidado el apoyo de masas, no avanzó en romper con el capital extranjero ni fue capaz de industrializar el país tal como había prometido, tampoco acabó con uno solo de los males que había prometido remediar, y ahora, en su declive político busca reconciliarse, adaptándose cada vez más a una estabilidad regional más funcional a los intereses imperialistas y a nuevas relaciones con las transnacionales. Todo esto no hace más que demostrar una vez más los límites del nacionalismo burgués, su creciente agotamiento ante las contradicciones nacionales e internacionales. Chávez no ha hecho más que demostrar su naturaleza de clase, su sujeción y defensa del orden burgués y sus estrechas limitaciones ante los problemas democráticos más acuciantes.
VIII
De esta manera, a nivel nacional, hay un importante descontento social, y sobre todo se viene desarrollando una importante oleada de luchas por recomposición salarial (ver artículo en esta mismo periódico). La presión por abajo no podía seguir conteniéndose y terminó explotando con este proceso de luchas, en primer lugar por las emblemáticas empresas básicas de Guayana y demás industrias importantes del Estado de otras regiones del país, para extenderse a las del sector privado. Aunque no hay un proceso de radicalización de las luchas, que sumado a cierta recuperación económica (con los límites ya expuestos), y al endeudamiento que le permite soltar ciertos recursos para las Misiones y otros planes sociales, le facilita al gobierno mantener cierta “paz” o estabilidad social que podría hacer que el declive del chavismo sea más lento. Aunque todo esto estará determinado también por la crisis económica internacional que se ha acelerado últimamente en los países centrales o periféricos de las mismas. Para todo esto, el gobierno también ha sabido contar con los buenos servicios de las burocracias sindicales, que le han permitido mantener a un sector del movimiento obrero encorsetado en el chavismo.
IX
La ventaja del gobierno es la debilidad de una derecha no estructurada, más allá de la alianza que mantiene a través de la MUD y de las apariencias, se encuentra internamente dividida, una derecha que no termina de capitalizar a fondo el declive del chavismo. Pero donde la derecha ha movido sus fichas es hacia el movimiento sindical, aprovechándose demagógicamente del alto grado de conflictividad sindical por recomposición salarial, sabiendo articularse con casi toda la gama de sectores del sindicalismo no afín al gobierno. Esto no quiere decir que la derecha, en medio del declive chavista, no comience a fortalecerse hacia las próximas elecciones presidenciales, quien por manejar un gran aparato nacional con grandes medios incluidos que amplifican sus políticas, puede capitalizar algo de esta situación gracias a la colaboración de un ala de los dirigentes burocráticos. Justamente, estos sectores de la burocracia sindical colocan al movimiento obrero a merced de las corrientes burguesas de derecha como desgraciadamente vimos en las importantes marchas de Guayana del pasado 26 de marzo o en las del propio 1° de Mayo, donde sectores de lo más rancios de la burguesía hacían su activa presencia.
X
En esta situación es clave forjar un movimiento independiente de los bandos burgueses en pugna, ya sea el gobierno nacional o la oposición de la derecha, donde la necesidad del reagrupamiento de la vanguardia obrera en torno a un programa y una perspectiva de independencia de clase está más planteada que nunca. Por eso urge bregar porque se abra paso, desde las bases, entre la vanguardia obrera y la juventud, una verdadera corriente clasista y combativa, de unidad desde las bases en lucha y con plena independencia de clase, avanzando en forjar una poderosa organización revolucionaria, un partido revolucionario de los trabajadores. Luchar por una perspectiva independiente y un programa de clase, es la clave del momento, si no queremos que el descontento de Chávez sea aprovechado por la derecha.
Por Liga de Trabajadores por el Socialismo
21 de julio de 2011
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