Luego de la moderada estabilidad que logró el gobierno para contener las tensiones sociales que tocaban su punto de máxima polarización en los enfrentamientos de San Julián en el marco del cabildo cruceñista a fines del año pasado, la crisis ha vuelto a las calles de Bolivia.
Cochabamba se ha convertido desde este lunes 8 en el reflejo más crudo de las contradicciones existentes en la sociedad boliviana, y nos recuerda que aquí se vive un proceso revolucionario abierto el cual resulta cada vez más difícil de contener dentro de los marcos legales de un frágil régimen burgués que lucha por conquistar una estabilidad duradera.
Como un campo seco en espera de una pequeña chispa que lo haga arder, se abre una nueva dinámica en la situación política signada por reiteradas crisis cada vez más agudas, que intentan rápidamente ser controladas y apaciguadas desde las alturas tanto del oriente como del occidente.
Un duro y masivo bloqueo de los campesinos del trópico de Cochabamba y los regantes mantiene a esta ciudad aislada del resto del país, desde la medianoche del pasado lunes.
El motivo de esta medida de fuerza es la exigencia de renuncia al prefecto Manfred Reyes Villa, por las continuas políticas a favor de la autonomía que impulsa, desconociendo el resultado del referéndum autonómico del pasado 2 de julio, donde un 68% del departamento dijo NO. La población cochabambina probablemente es la más dividida del país, en torno a las problemáticas de la política nacional que se debaten en la Asamblea Constituyente. Por eso repentinamente se ha tornado en el centro de la pulseada entre el MAS y la oposición.
Todas estas tensiones explotaron el lunes 8, cuando la masiva movilización convocada por la central obrera departamental y los movimientos campesinos afines al MAS, llego a la plaza principal. Allí comenzaron los enfrentamientos con la policía que utilizo gases lacrimógenos y balas de goma a mansalva. Inmediatamente la ministra de gobierno Alicia Muñoz, planteó que “donde manda ministra no manda prefecto”, y anunció desde la TV la destitución del comandante departamental de la policía, Wilge Obleas, quien había asumido en el cargo tan sólo tres horas antes. Sin embrago los enfrentamientos continuaron con mayor intensidad y los manifestantes prendieron fuego casi todo el edificio de la prefectura, del cual tuvo que huir disfrazado de policía el buscado prefecto. La represión dejó el saldo de 31 heridos (11 policías, 10 periodistas y 10 manifestantes) y 20 detenidos. Este desarrollo de los hechos provocó un estado de malestar generalizado en la institución policial, de donde se escaparon rumores de amotinamiento. El gobierno retrocedió en horas de la tarde de su destitución del Coronel Obleas, explicando que hasta la realización de la investigación correspondiente sobre los responsables de la represión no se podía tomar esa determinación. Esa misma tarde se realizó una reunión de la Central Obrera Departamental (COD) donde resolvió continuar la vigilia, y convocar a los campesinos de toda Cochabamba a bloquear esa medianoche las entradas a la ciudad, exigiendo la renuncia del prefecto. El aludido mandatario condeno la violencia y denunció que los dirigentes del grupo opositor eran conocidos funcionarios y sindicalistas del MAS. Además criticó al gobierno por no respetar la institución del orden, por la manera en que intentó destituir al comandante departamental. En horas de la noche el servicio de agua potable volvía a la normalidad, luego de ser suspendido durante siete horas por los campesinos de los alrededores, llamados regantes.
Ese mismo día el prefecto de La Paz, José Luis Paredes y el de Santa Cruz, Rubén Costas, salieron en defensa de su par cochabambino acusando al gobierno de no respetar el mandato democrático que le dieron los votos y de orquestar todo la movilización por la renuncia de Manfred Reyes Villa.
El día martes se intensificaron los bloqueos, y los intentos de negociación del enviado gubernamental, Yacsikc, fracasaron ya que el prefecto se negó a deponer el referéndum para dialogar.
Esta situación se agravó aún más el miércoles 10, pues la toma de los espacios públicos por parte de los campesinos en los que se concentraría una movilización anunciada por el comité cívico a favor del prefecto hizo que el comité decidiera suspender la misma. Pero esto, lejos de ser un retroceso, significó un nuevo salto en la tensión social que se vive en la ciudad ya que anunciaron un paro cívico indefinido desde el día jueves 11, hasta que los bloqueos se levanten, y dijeron que ya no harían movilizaciones pacíficas. En estas horas arribó un numeroso grupo de la unión juvenil cruceñista listo para “defender la democracia” y el paro cívico. El ministro de la presidencia, Ramón Quintana, intentó en vano lograr una pacificación de la situación, y llamo al comité cívico a tener prudencia en sus acciones el día jueves. Los prefectos de la Media Luna, más La Paz y Santa Cruz se reunirán el día sábado para discutir medidas en común.
La Constituyente empantanada y al borde del abismo.
Esta crisis tiene como telón de fondo el virtual fracaso de la Constituyente, tal como lo insinuaron Evo Morales y Román Loayza, pese a sus desesperados intentos de lograr algún tipo de consenso con los representantes de los partidos tradicionales, lo que llevaría, como dijo el senador de PODEMOS Carlos Börth, a un estallido de movimientos sociales de consecuencias impredecibles.
El MAS concedió los dos tercios para la revisión de todos los artículos que así lo requieran la oposición, hasta el 2 de julio. Luego de esta fecha si no se llegara a un acuerdo aprobará la nueva Constitución del Estado por mayoría simple, ya que la asamblea debe concluir sus tareas el día 6 de agosto de 2007. Esta propuesta fue rechazada de plano por los partidos que reclaman las autonomías departamentales.
Y es que la burguesía como clase de conjunto, en líneas generales no está siendo perjudicada por las acciones del gobierno, sino más bien hay una situación de estabilidad económica y crecimiento, sobre todo en el sector exportador, que también es política del gobierno mantener y desarrollar. Es decir hay una contradicción entre los intereses de la burguesía como clase y su representación política. Entonces resultaría que hay una búsqueda o puja por ver quiénes serán los partidos políticos que tomen el rol de representantes directos de esa burguesía, ya que algunos de estos partidos están bastante debilitados, y por otra parte se encuentran los sectores cívicos y prefecturales que son quienes realmente tienen una base social a la cual representan. Esta sería la dinámica que vimos desarrollarse a partir de la huelga de hambre de UN (Unidad Nacional), que luego siguió con la parálisis del Senado de parte de PODEMOS, y a la que compitieron los cívicos con sus paros, cabildos y movilizaciones masivas en el oriente. Cada uno buscó a su manera demostrar ser el mejor árbitro mediador entre el gobierno y los intereses de la burguesía, buscando obtener mayores réditos económicos de los que ya están teniendo, a través de la pelea por las autonomías departamentales.
De esta manera, la ubicación del MAS ha tendido a ser cada vez más moderada, cediendo posiciones ante la derecha autonómica, sin embargo, esta férrea oposición lejos de ceder, más bien avanza y tensiona cada día mas la débil cuerda de la que pende la contención del proceso revolucionario.
Los últimos hechos en Cochabamba nos plantean además otro elemento a tener en cuenta; una tendencia de las bases masistas a zafarse de los lazos de contención, que amenaza contagiar a las poblaciones de otros puntos del país, con el animo belicoso que se respira en Cochabamba.
La actual movilización de miles de trabajadores y campesinos en las calles cochabambinas es sin dudas la de mayor masividad y radicalidad que hemos visto durante el gobierno del MAS. Podríamos decir que marca un punto de inflexión en el desarrollo de la lucha de clases en Bolivia dentro del actual proceso revolucionario, que esperamos sea resuelto a favor de la clase obrera.
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