Tiende a emerger una nueva cuestión obrera, como ya señalamos desde las páginas de este periódico (ver CcC n° 107), es decir, la clase trabajadora empieza a imponer su peso en la vida política nacional, con sus luchas y sus organizaciones, y obliga a la clase patronal a tener que responder a sus demandas, comenzando a implicarse la relación de fuerzas más general entre las clases. Pero aún estamos a inicios del camino (ver CcC n° 108), y eso implica que habrá avances y retrocesos, un triunfo no seguirá al otro sino que en el medio habrá derrotas y retrocesos, de los que también debemos sacar lecciones para fortalecer el camino que comienza recorrerse anunciando un nuevo despertar de los trabajadores. Así, el momento político es indefinido, no claramente favorable para la clase trabajadora ni claramente favorable para la clase patronal, pero ya han surgido piedras en este camino que vuelve a recorrer la clase trabajadora, haciéndoselo más adverso y desfavorable.
29 de agosto y 11 de septiembre
En estas dos jornadas, hay tres elementos que se concentraron:
1. Que paso a paso la política tendrá que ir dirimiéndose nuevamente en las calles; 2. Que aún no se movilizan amplios sectores de la clase trabajadora y el pueblo en las calles, lo que es una necesidad indispensable para avanzar en la lucha por sus derechos e intereses porque la política no es de salón a la hora de imponer cambios de importancia; 3. Que el malestar social se cuela por donde encuentra un espacio, aún en forma desesperada y estéril, de lo que se aprovechan elementos ajenos al pueblo trabajador y la izquierda. Veamos:
El 29 de agosto fue expresión de que la nueva cuestión obrera significa también que lentamente y paso a paso, la política irá teniendo que dirimirse en las calles, este es el primer elemento que debemos rescatar de estas dos jornadas. La dirección oficial de la CUT, co-dirigida por el PS Arturo Martínez y el PC, deben ponerse a la cabeza de las huelgas en curso, y aún más debe responder a la creciente inquietud obrera, que se expresa en la disposición a la lucha que muestra, en huelgas largas y duras, y en sus sectores más explotados, los subcontratistas, pero dinámicos y estratégicos de la economía nacional. Así, puede fortalecerse parcialmente, abriendo una nueva dinámica de lucha sindical, más combativa -como ya hemos planteado desde estas páginas-, pero debe hacerlo alentando este nuevo camino que comienza a recorrer la clase trabajadora.
Y así como, razonablemente, la dirección oficial de la CUT y los sindicatos, también la Concertación debe dar cuenta de que paso a paso la política se irá dirimiendo en las calles. Por eso dirigentes de la Concertación como el senador Navarro, agredido con odiosidad por un carabinero, salió durante las movilizaciones. Es que sólo así podrán intentar volver a jugar su papel de (falsos) “amigos del pueblo”.
El estéril debate que impulsó la derecha sobre las dos caras del PS, o sobre con quién tenía su lealtad, es ciego a esta nueva realidad que está emergiendo. Aunque sectores de la derecha, los alcaldes, pues se vienen las elecciones municipales el próximo año, debieron decir que acompañaban o comprendían las movilizaciones.
Pero también reflejó que está aún en sus inicios, y será paso a paso: la escasa convocatoria, se repitió para el 11 de septiembre. Este es el segundo elemento. Muestra que aún es necesario afirmar los primeros pasos que viene dando la clase trabajadora, en triunfos más claros, que permitan comenzar a revertir la situación de defensiva y pasividad a la que han sido empujados, y así fortalecer tanto sus luchas como sus organizaciones que den paso a una mayor actividad de la clase trabajadora. Será necesario entonces desplazar a los dirigentes oficiales de la CUT y nuestras organizaciones, para avanzar sin transar en la lucha por nuestros derechos y nuestros intereses como clase trabajadora. Porque no ha sido sólo, aunque ayudó, la durísima represión, propia de un duro autoritarismo, la que desanima la salida a las movilizaciones. La aún débil salida de importantes sectores de la clase trabajadora a sus movilizaciones, y detrás de ella de otros sectores del pueblo trabajador, de estudiantes y pobladores, permite que esa tendencia a dirimirse la política en las calles, pueda desviarse más o menos fácilmente aún, obligando a retrocesos. De la misma manera, el fortalecimiento relativo de las actuales direcciones oficiales de la clase trabajadora, es aún insuficiente para canalizar y controlar las luchas de la clase trabajadora.
En este escenario, con la tendencia a dirimirse la política en las calles, con una movilización aún débil de la clase trabajadora organizada, con la debilidad de sus principales organizaciones, el malestar social cobra curso propio. Este es el tercer elemento. Con movilizaciones masivas en las calles, la espontaneidad de las luchas de la clase trabajadora podría desbordarse abriendo condiciones objetivas más favorables para sus luchas y organizaciones. Mientras no sea así, harán sentir su peso elementos del “narco” que se aprovechan de las condiciones de desesperación a las que se empuja a un sector del pueblo trabajador por la política de miseria, hambre y falta de futuro que trajo el Chile de los Lagos, Bachelet, Longueira y Piñera, administrando la herencia de la dictadura de Pinochet.
Con este último, se intenta dar de contragolpe un clima reaccionario contra la clase trabajadora, y el pueblo pobre. Pero no es lo único.
Un contragolpe reaccionario para cerrar el momento político indefinido
Una enorme campaña reaccionaria para legitimar a Carabineros y su cada vez más brutal y desmedida represión, se desató tras la noche del 11 de septiembre y la muerte del cabo de Carabineros Vera. Se busca legitimar la represión, mantener el temor a movilizarse, mantener la campaña persistente de criminalización de la izquierda. Se trata de dar de contragolpe un tono reaccionario al momento político para intentar detener las huelgas y movilizaciones que venían dándose.
Pero este contragolpe viene a coronar otros triunfos parciales de la clase patronal. Tras la huelga de los trabajadores subcontratistas de Codelco, se anunció que vendrían nuevas huelgas, porque sus problemas son los mismos, en lo fundamental, que en otras empresas privadas mineras. Pero sus dirigentes realizaron encuentros cerrados, en vez de abrirlos a la base obrera, abriendo un proceso de deliberación activo sobre las lecciones de la huelga en Codelco, las formas de organizarse, de replicar la experiencia, etc. Esto calmó rápidamente las aguas, que venían agitadas.
La existencia de las innumerables razones sociales en supermercados y grandes tiendas, anunciaba que se replicaría esa experiencia de Codelco. Sin embargo no fue así. Probablemente no es ajeno que en la Cámara de Diputados hay una Comisión investigadora de este tema, haciendo que los trabajadores se hagan pasivos esperando que algo bueno salga de allí.
A nivel de las políticas más generales, lo que los políticos patronales de la Concertación dan con la mano izquierda, lo quitan con la derecha: en la llamada reforma previsional, dan una mezquina pensión básica universal para quienes no puedan completar el aporte mínimo para acceder a la pensión, pero a cambio se legitima este sistema de jubilación que sólo es un gran negocio que se hace con nuestros salarios. En la ley para los trabajadores de comercio, se agregan días feriados con prohibición de trabajar y se limita la hora de trabajo en días como el 25 de diciembre, pero se consagra por ley que en esos días de trabajan jornadas extensas de 12 horas.
Las tomas de Pacif Nut y Agrosuper, empujadas por la impune intransigencia patronal que desconoce la realidad de sus trabajadores, y de enorme importancia porque recupera viejos métodos de lucha de la clase trabajadora, fueron resueltos sin obtener triunfos claros, sino más bien promesas de mesas de diálogo. Y como se está en los primeros pasos, es necesario que se vayan afirmando en triunfos que toda la clase trabajadora pueda sentir como propios.
La pregunta que nos hacíamos en el periódico Clase contra Clase n° 106, aún sigue abierta: ¿se avanzará hacia un fortalecimiento del Chile de los Lagos y Bachelet, Longueira y Piñera, el de la impunidad patronal, revirtiendo la tendencia a su desgaste?, ¿o se avanzará en el fortalecimiento de las luchas de la clase trabajadora y el pueblo pobre por sus derechos e intereses con una política de clase independiente de toda variante patronal, sea de la Concertación o sea de la derecha? Pero la clase patronal y sus políticos patronales de la Concertación y la derecha han logrado ya poner piedras en el camino que la clase trabajadora está comenzando nuevamente a recorrer. Dando un contragolpe reaccionario. Aún no logra cerrar a su favor esta pregunta, pero está imponiendo condiciones más desfavorables para la lucha de la clase trabajadora y el pueblo pobre, y sus organizaciones. La convocatoria a un Paro Nacional con Movilización el 29 de agosto, que estaba planteado en la realidad con el clima huelguístico en curso y la apertura de una nueva “cuestión obrera”, probablemente hubiera inclinado la balanza más a favor de los trabajadores. La dirección oficial de la CUT, co-dirigida por el PS de Arturo Martínez y el PC, sólo llamó a movilizarse. Es por esto que desde Clase contra Clase luchamos por la construcción de un partido de trabajadores revolucionario, que entre otras tareas se plantee la necesidad de recuperar la CUT como herramienta para la lucha por nuestros derechos e intereses.
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